Hace
pocos días falleció nuestro gran poeta Armando Rojas Guardia. En el Magazine
No. 613 publicamos su ensayo ¿Qué es
vivir poéticamente? (Sección “Artículo”). Nuestra nación ha sido bendecida
con una pléyade de grandes poetas, especialmente en la segunda mitad del siglo
XX. En los últimos tiempos, entre los más importantes encontramos los nombres
de Eugenio Montejo (1938-2008), Armando Rojas Guardia y Rafael Cadenas. En su Discurso de Incorporación a la Academia Venezolana
de la Lengua (texto imprescindible para comprender la tragedia de los
últimos 20 años en nuestro país) Rojas Guardia habló de que sufría de cuatro
marginaciones: la de ser poeta, la de ser cristiano, la de ser homosexual y la
de ser paciente psiquiátrico. Yo agregaría también, la marginación política, la
de ser opositor al chavismo, compartiendo este rechazo con sus colegas Montejo y Cadenas.
Si
viviéramos en un país como Rusia, donde un verso remueve de tal manera el alma
del pueblo, que ésta puede convertirse en el terremoto humano que derroque una
tiranía, como bien lo sabía Stalin, hace tiempo los centauros atrabiliarios y
malandriformes que hoy desgobiernan nuestro país hubieran huido con el rabo
entre las piernas, ya que nuestros tres grandes poetas les adversaron con
determinación, y no cesaron nunca de desenmascarar sus facciones grotescas, deformadas
por las mil muecas de la barbarie. Cadenas, el que sobrevive de estos tres grandes poetas, prosigue con esta resistencia profunda, esencial, la de la poesía contra la tiranía, la del artista contra el "espíritu histórico".
El
chavismo (esa horda que gira enloquecida en torno a una torre petrolera),
movimiento precursor de la izquierda intolerante y del revisionismo histórico victimista
y resentido que hoy flagela al mundo con sus iniquidades, dice tener su “poeta”:
Tarek William Saab, al que no se le conoce un solo verso digno de la excelsa tradición
poética de nuestra tierra. Tomemos en cuenta que la revolución independentista tuvo como su más prominente bardo nada menos que a don Andrés Bello. Hoy día el “poeta de la revolución” es el Fiscal de
la Nación, donde seguro sueña, a la manera del Gran Dictador de Chaplin, con
ser como Andréi Vishinsky –el fiscal de los Procesos de Moscú entre 1936 y 1938-
o como Roland Freisler, presidente del Tribunal Popular del III Reich, juez, jurado
y fiscal a la vez durante los juicios contra los acusados del atentado a Adolf
Hitler en 1944-45.
La
pianista Alice Sommer (Alice Sommer: Todo es un regalo), quien estuvo confinada en un Campo de Concentración nazi durante la II Guerra Mundial, habla de los alemanes como “el pueblo de Goethe”.
Dudo que alguien nos llame alguna vez “el pueblo de Tarek”. En un país donde “Chávez
somos todos” y “Jaime es como tú”, el poeta verdadero interpela a cada uno de nuestros corazones solitarios sobre la tarea que queda por hacer: llevar nuestra marginación histórica al centro. Embellecer nuestro destino común, como decían los griegos. Y eso
se logra no regodeándose en la marginalidad, usándola desvergonzadamente para reeditar caducas narrativas emancipatorias bajo las cuales se tejen nuevas cadenas y se desempolvan viejos horrores, ni enredándonos en la red de complicidades
que llaman ahora “política”, para terminar de saquear las últimas refinerías
petroleras, es decir, matar a la gallina de los huevos de oro.
No. No vivimos en los tiempos de Tarek, ni en los de Chávez, su "César". Puede que parezca una época oscura, como se llamó en la Grecia antigua a los tiempos de Homero. Al contrario, debemos estar conscientes de que vivimos una gran época, la alborada de una nueva Era. No sabemos todavía el gran presente que hemos recibido de los dioses, el de haber podido vivir en los tiempos de Rafael Cadenas y de Eugenio Montejo; el de haber vivido en los días de Armando Rojas Guardia.
Todavía nos falta
consciencia de fracaso y de derrota, para vislumbrar siquiera el camino a
seguir, en pos del sol naciente. Todavía hoy la gente presta atención a los mesías populistas que hablan de
victoria en medio de las ruinas de la nación. Pero la voz poética prevalecerá
sobre la cháchara de la horda turbulenta, y algún día nos reencontraremos con
el sentido del camino. En ese tiempo augural por venir, quizá logremos merecer el honor de llamarnos “el pueblo de Armando Rojas Guardia”.
-0-
Nei Dan Magazine volverá con ustedes en el mes de septiembre. Esperamos que para entonces, haya noticias más esperanzadoras en torno a la pandemia del Covid-19, y que esté próximo el día que retornemos a nuestras prácticas en conjunto de Tai Chi y Chi Kung.
En nuestras secciones quincenales, presentamos "365 Meditaciones Tao", de Ming Dao Deng, con el texto "Pena". En la sección "Humor", ofrecemos una anécdota del humor de Fedora Alemán.
En este número del boletín Nei Dan, traemos, nuestras secciones mensuales, que además de videos y música, trae también reseña de libro (Josnil Rojas).
Videos (colaboraciones), Música y Reseña de Libro:
-Videos (Colaboraciones): "Soul Mokossa - Manu Dibango / "¿Por qué EEUU es el mejor país del mundo?" / "David Young: Urban Farmer".
-Música: Adele:Skyfall / Hello / Rolling in the Deep
-Reseña de Libro:Maldito Karma (David Safier).
En nuestras Secciones de Autor traemos la sección Tai Chi Soul (Roberto Chacón), con la última entrega de "La paz sea contigo", la indagación del sentido de la "paz" a partir de Peace Piece de Bill Evans..
En la sección "Artículo" les ofrecemos el artículo "La hoguera de los necios" (Fernando García Cortázar), texto que trata de la moderna iconoclasia de la "generación de vidrio" y la izquierda intolerante: el revisionismo histórico fruto de la indignación vacua y el victimismo.
También les traemos hoy, en nuestra sección "Artículos del Archivo Nei Dan" el texto "La realización del ser a través del estado de unidad" (Adaliz Buitriago).
Catedrático de
Historia Contemporánea Universidad de Deusto
El tiempo, decía
san Agustín, es un triple presente: el presente, en tanto lo experimentamos; el
pasado como memoria presente, y el futuro a modo de expectativa presente. Pero
ni siquiera este genio del pensamiento universal se atrevió a adelantar que el
pasado bien amañado acabaría por dirigir y encauzar el presente de la sociedad.
Todo lo que estamos viendo de ruptura de moldes, todos los aquelarres y
derribos de estatuas, todos los disparates indigenistas de políticos
americanos, todos los nuevos altares de la religión posmoderna, todos los
intentos de desguace de nuestra civilización, todas las marchas de la
ignominia, todos los minutos de silencio expiatorio… todo cabalga sobre una
historia distorsionada por los profetas de la memoria, del revisionismo airado
y demagógico. Y es un claro síntoma de una enfermedad que padece Occidente
desde hace ya tiempo: la tiranía de la penitencia, el masoquismo purificador
que rebusca en el corazón de las tinieblas de la colonización. Europa contra sí
misma.
Libertad sin ira,
cantábamos esperanzados los españoles que, a la muerte de Franco, salíamos a la
calle para reconciliarnos y estrenar una historia sin odios ni resentimientos
dentro de una misma patria. Hoy, tristemente, crecen la indigencia intelectual
y la falta absoluta de civismo entre quienes quieren arrebatar a los españoles
partes indispensables de su historia y les duele recordar cómo tantos jóvenes
eran capaces de vibrar con un poema y una canción que hablaban nada menos que
de una España en marcha. Con la tea en la mano, se multiplican quienes piensan
que el fuego de la ira es una buena terapia para precipitar los cambios, como
si los que la portan acabaran de doctorarse en Historia y actuaran preocupados
generosamente por mejorar el presente. Lejos de ayudar, con su iconoclastia, a
los ciudadanos a reflexionar, lo que pretenden es imponer su nihilismo y
despojarlos de su consistencia cultural para manipularlos más cómodamente.
Cualquier medio, por muy perverso que sea, como la interpretación del pasado
desde las inquietudes y obsesiones del presente, servirá a su objetivo final de
dominación política.
Vivimos tiempos
preñados de incoherencia y fingimiento, de maltrato de la sabiduría, en los que
se falsea el pasado y se nos roba el presente, cruzando la frágil frontera que
hay entre la conmemoración y el olvido, entre el culto a los muertos y la
tergiversación del drama que se llora. Una pasión retrospectiva que nos conmina
a la evocación maníaca de parcelas de la historia; no para dar a conocer los
hechos en su incandescente realidad y despertar tras la amnesia, como dice una
cierta izquierda intelectual y política, sino para consagrar una visión
profundamente maniquea y deformada de los acontecimientos.
"España se queda con la peor parte"
Sabemos que no
existe pasado que no esté sometido al saqueo, ni historia que no pueda convertirse
en un campo de batalla; pero ninguna tierra como la de Europa aparece tan
sembrada, en la actualidad, de minas de atrocidades colonialistas, con un
ejército de redentores para conjurar sus yerros. Y España se queda con la peor
parte en este tsunami de anacronismo y sinrazón, en esta orgía de fanatismo y
violencia contra el sentido de la historia, en esta barricada de la protesta
contra el alcance de la evangelización. Del pedestal a la hoguera han pasado
distintos personajes de la mejor historia de España sin que el Gobierno actual
levantara la voz para acallar a los policías del pensamiento, a los talibanes
de las consignas huecas, a los inquisidores posmodernos que incendian las
calles de Estados Unidos con su propaganda para ilusos y sus insultos a nuestra
nación.
En estos días he
sentido especial conmoción al ver en los medios informativos las imágenes de la
estatua de FRAY JUNIPERO SERRA arrancada de su honorable peana en un parque de
san Francisco y profanada en el suelo con salivazos de pintura roja, entre el
bramido de una jauría de energúmenos que le llamaban imperialista. Debo
confesar que mi sentimiento de indignación y vergüenza por tamaña barbaridad de
aquellos descerebrados se mezclaba con el de conmiseración y piedad ante los
desvaríos del hombre, fruto de la ignorancia.
Ningún personaje de
la historia resiste la aplicación de las normas morales del siglo XXI, pero
ensañarse con san Junípero Serra me parece especialmente escarnecedor, porque
el intelectual franciscano abandonó su cátedra de Filosofía y
Teología en Mallorca para dedicarse a la formación integral de los nativos de
California, fundando misiones de cultura y piedad que más tarde se convirtieron
en grandes ciudades norteamericanas. Culparle a él y a los franciscanos
de crueldad es un auténtico disparate, además de una penosa confirmación de la
fortaleza de la leyenda negra, cuya sombra no consigue, sin embargo,
ocultar las vergüenzas de otra parte de la historia norteamericana, esta sí
menos confesable. Debe recordarse que las mayores atrocidades perpetradas
contra los nativos en territorio estadounidense se cometieron en el siglo
XIX por su propio Gobierno.
Protejámonos de
esta locura contagiosa, de ese pasado impredecible de las manipulaciones
políticas. ¿Cuál va a ser la siguiente salvajada? ¿Entrar en los museos y
quemar las obras que no respondan a criterios sociales ajustados a la moda? Si
somos republicanos, ¿echaremos a la hoguera los cuadros de Velázquez? Si somos
ateos, ¿destruiremos la Piedad de Miguel Ángel? ¿Quién detendrá esta cruzada
irresponsable, esta conjura de los necios, este auto de fe contra una historia
cultural, esta causa abierta contra una civilización?
La
pianista china Zhu Xiao-Mei dice que existe una afinidad entre J. S. Bach y
Lao Zi. En alemán “bach” significa
“arroyo”, y ya sabemos la importancia del agua en el pensamiento del gran sabio taoísta. Ella
habla de lo fundamental que es la postura, de estar bien asentado y sacar el
sonido del vientre, no sólo para interpretar el piano, sino especialmente para
tocar las obras de Bach. Esa serenidad tan característica de la música de Bach,
exenta de dramatismo y ampulosidad, también está presente en el Tai Chi Chuan,
e igualmente tiene por fundamento la postura, el estar asentados sobre nuestro
Dan Tien y enraizados en la tierra.
Zhu Xiao-Mei
El
hexagrama número 11 del I Ching es
T’ai, “La Paz”. Se describe como el trigrama “Tierra” estando sobre el trigrama
“Cielo”. La tierra tiende a bajar y el cielo a subir, de modo que la
convergencia de ambos produce la paz. En nosotros sería como si el psiquismo,
el alma, se pusiese debajo del cuerpo. (2) Toda convergencia produce un centro,
y el centro es la posibilidad de la mesura. “El que sabe cómo detenerse no
correrá peligro”, dice el Tao de la paz,
comentado por Wang Cheng (No. 32). Benito Juárez lo dijo así: “el respeto al
derecho ajeno es la paz”. La mesura es lo opuesto al titanismo de nuestra
civilización descentrada, que no conoce límites, razón por la cual se asoma
constantemente al abismo de la autodestrucción, del Apocalipsis.
T’ai, “La Paz”
“En la
tierra los mortales; en el cielo los divinos” (Heidegger). Para las religiones
más antiguas, todo en la vida de los hombres está signado por los dones
divinos. Eran regalos de las divinidades a los invitados, a los que estaban de
paso. Nuestra perspectiva humana lo traduce siempre en virtudes y maldiciones
(no entiende que las “maldiciones” también son obsequios de las divinidades).
Nuestra ansia de sabiduría hace que las personas con tendencias religiosas
expliquen estas “maldiciones” como pruebas para el “aprendizaje”. Pero el
desaprendizaje también es un don necesario, como el olvido.
No creo
que las divinidades nos traten como alumnos, de los cuales los más aventajados
recibirían una premiación extra. No, los dones son para el temple, para el
forjamiento del ánimo. Los griegos decían que lo único que se podía hacer con
el destino es embellecerlo. El trabajo del hombre, su misión sagrada es devolver
esos dones como ofrendas, llevarlos a tal nivel de excelencia que estos sean
dignos de ser recibidos por los dioses, y también, por los mortales que vendrán.
Es lo que los chinos llaman Kung Fu.
El
secreto de los dones lo tienen las divinidades, sólo ellos pueden saber en qué
consisten sus obsequios. Para nosotros, los dones son en gran parte invisibles.
Pero en el arte, vislumbramos algo de su secreto.
El amor
también nos revela el obsequio divino. En la película La terminal (Steven Spielberg / 2004), el protagonista, Viktor
Navorski (Tom Hanks), le dice a la azafata Amelia Warren (Catherine Zeta-Jones)
que él vive atrapado en la terminal del aeropuerto John F. Kennedy por
cumplirle una promesa a su padre…, y por esperarla a ella. Su odisea estacionaria
le ha permitido conocer el amor, aunque termine perdiéndolo al final del filme.
Pero, ¿realmente lo perdió?
En el filme El
guerrero pacífico (Peacefull Warrior
/ Víctor Salva / 2006) (1), el personaje de Sócrates dice a su discípulo: “Un
guerrero encuentra el amor en lo que hace”. El maestro Osho escribe, como
partícipe de la misma conversación: “El amor no es una relación entre dos
personas, es un estado de paz dentro de ti.”
Peace Piece, Bill Evans Tribute by Kurt Frederick
Fischer
Osho dice
que no todos podemos ser poetas o pintores, pero que podemos hacer de nuestra
vida una poesía o una pintura. Nuestro eximio poeta, Armando Rojas Guardia, ha
escrito un hermoso texto al respecto titulado “¿Qué es vivir poéticamente?” (3)
La última entrevista de Michel Foucault tiene por título “¿Por qué la vida no
podría ser una obra de arte?” (4). El Tai Chi Chuan, como arte marcial de paz,
es un arte de vida, que debería permear todo el vivir del practicante sincero. Como
todas las artes, también es una forma de poesía y de pintura. (5) De modo que
cualquier mortal tiene la oportunidad de entrever los dones que le han
conferido las divinidades, y de devolvérselas como exquisitas ofrendas.
IN SEARCH OF AN ELEGY
I’ll
have it spare as the reverence you feel for silence
in
your long melodic lines, where the music cries
in
the sacred spaces you leave between the notes…
I’ll
have the long curve of your back bending over
your
shadow on the keys as you play “Turn Out
the
Stars”, written for your father when he died,
Blue
Notes stretching out as if you’d have them last
forever
in the Renaissance portrait you painted
for
an abstract world…I’ll have the moon take noise
out
of the music because—like Debussy—you
knew
that though notes are many, the truest follow
the
yellow leaf falling through the stillness of autumn
light,
always searching for songs that never stop to kiss
…I’ll
have Scott La Faro’s bass, pulsing with ‘bright
darkness’
and Paul Motian’s brushed percussion keep
you
safe from your too intricate “figure in the carpet”,
and
I’ll challenge your Muse, “why confine this prayer
to
heaven—why not let kindred souls here on earth
share
the best of what you do and are, let them find
with
you that though we die a little everyday, we can
as
easily declare, that we grow stronger day by day.
-For Bill Evans-
Larsen Bowker
(EN BUSCA DE UNA ELEGIA
Lo tendré libre como la reverencia que sientes por el
silencio
en tus largas líneas melódicas, donde la música llora
en los espacios sagrados que dejas entre las notas ...
Tendré la larga curva de tu espalda inclinada
tu sombra en las teclas mientras juegas "Apagar
las estrellas ", escrito para tu padre cuando
murió,
Las notas azules se extienden como si las tuviera al
final
para siempre en el retrato renacentista que pintaste
para un mundo abstracto ... haré que la luna tome
ruido
fuera de la música porque, como Debussy, tú
sabías que aunque las notas son muchas, las más
verdaderas siguen
la hoja amarilla cayendo a través de la quietud del
otoño (6)
ligero, siempre buscando canciones que nunca paran de
besarse
... tendré el bajo de Scott La Faro, pulsando con
‘brillante
la oscuridad’ y la fortaleza de percusión cepillada de
Paul Motian
estás a salvo de tu "figura en la alfombra"
demasiado intrincada,
y desafiaré a tu musa, "¿por qué limitar esta
oración?
al cielo, ¿por qué no dejar almas gemelas aquí en la
tierra?
comparte lo mejor de lo que haces y de lo que eres,
deja que encuentren
contigo que aunque muramos un poco todos los días,
podemos
declarar tan fácilmente que nos hacemos más fuertes
día a día.)
Larsen Bowken
El maestro Osho afirma que la paz interior se alcanza aceptando y
absorbiendo lo que nos causa dolor, sin rechazarlo. La transformación y la
liberación sólo son posibles si hay comunión con el alma sufriente. Eso exige
un diálogo íntimo, sincero, con nuestro sufrimiento.
El Tai Chi Chuan y el Chi Kung son “lenguajes” que permiten entrar en
diálogo con nuestra violencia y el sufrimiento que la alimenta. Partiendo de un
verso de Hölderlin –“Desde que somos diálogo”-, Heidegger dice que el lenguaje
es esencial únicamente como diálogo.
Y como también ha afirmado que la lengua es poesía en un sentido esencial, no
podemos sino resaltar esa reverberación semántica por la cual se nos revela que
el verdadero diálogo tiene que ser poiético,
artístico.
Como hemos señalado anteriormente, el conjunto de jazz es puesto como
arquetipo de conversación armoniosa, creativa e integrada, sinérgica y
eurítmica, en El tao de la conversación (Michael
Kahn). Pero en las agrupaciones de jazz se cumplen algunos requisitos imprescindibles
para que pueda darse la conversación auténtica: en primer lugar, en los grupos
de jazz todos se escuchan realmente entre sí; la mutua escucha retroalimenta a
los músicos, a tal punto que puede decirse que para el jazzista, no hay nota equivocada
o fuera de lugar. (8) El estereotipo del jazzista como un narcisista musical,
un ególatra casi sumergido en el solipsismo, es absolutamente falsa. En segundo
término, el jazzista es un músico que no sólo busca perennemente su propia voz a través del instrumento que
ejecuta (su sonoridad personal), sino que, además, la busca justamente porque
tiene una historia que contar, como
dicen en el ambiente del jazz: se individúa al contar musicalmente su propia
historia; por ende, tiene algo que contar.
En tercer lugar, el jazzista busca realzar la conversación grupal a través de
la excelencia de su interpretación, de la calidad de la poiésis que ofrenda a sus colegas y a su público. Sucede como en el
Suajili (Swahili), donde cada interlocutor o escritor tiene por imperativo de
excelencia el elevar la lengua y acercarla lo más posible a la que exhiben sus
grandes poetas.
La música es poesía sonora sin palabras. Y, particularmente, el jazz
constituye la poesía de la espontaneidad, del aquí y ahora, del estado de ánimo
que voy siendo, de la inspiración y el duende. En la serie documental de Ken
Burns, Jazz, la historia (Capítulo
No. 11 “La aventura”), habla el violinista de jazz Matt Glaser sobre el
saxofonista Sonny Rollins. Glaser fue a ver un espectáculo de Rollins por allá
en los años noventa. Era un sábado anterior al domingo de Pascua. Al finalizar
el mismo, Rollins tocó uno de sus temas favoritos. Era cerca de la medianoche y
el saxofonista tenía como 15 minutos tocando un largo solo. Diez segundos antes
de la medianoche, Sonny introdujo en su improvisación un tema popular de la
Pascua estadounidense. Para Glaser esa anécdota revela la profunda conexión del
jazzista con su entorno y su momento, el aquí y ahora.
Bill
Evans – Peace Piece (Piano Cover
by Josh Cohen)
Michael Gilman escribió un pequeño artículo sobre la relación de la
música con el Tai Chi Chuan (7). En ese texto nos hace ver uno de los aspectos
donde la música y el Tai Chi se emparentan. La forma (taolu) en el Tai Chi funciona como la partitura en la
interpretación del piano. Los grandes maestros de la composición académica son
Bach, Beethoven, Mozart (por citar los grandes “clásicos”), mientras que en Tai
Chi seguimos a los grandes maestros: Chen, Yang, Wu, Sun…
En su libro 108 Insights en el Tai
Chi Chuan: perlas ensartadas, Michael Gilman nos habla de la afinidad del
jazz con el Tai Chi (Perla No. 6). Para este autor y maestro, la afinidad es
pedagógica. Tanto en el jazz como en el Tai Chi, primero se imita, luego se
asimila, y finalmente se innova. Sin embargo, para mí, la principal afinidad
del jazz con el Tai Chi estriba en la improvisación, en la espontaneidad, con
su dosis impredecible de inspiración, rapto, etc., en la ejecución instrumental
–para el jazz- y en el combate, en el caso del Tai Chi Chuan. En ambos casos,
se busca la excelencia técnica y el máximo de habilidad no para el control y el
cálculo de ego, sino para ofrendarlos a fuerzas que provienen del misterio.
El relato de Karlfried Dürckheim (Hara)
sobre el abad de un monasterio Zen (Maestro Hayashi) quien le obsequió una
pintura realizada al momento, nos ilustra sobre la finalidad de la excelencia
técnica desde el punto de vista de las artes del camino. Las mismas no son
puestas bajo el mando de una voluntad ordenadora, de un proyecto egóico, sino
se ofrendan a las potencias de lo ignoto que se manifiestan a través de estas
técnicas y principios reiteradamente pulidas y afinadas (Kungfu). Cuando Dürckheim observó la excelencia de la pintura
realizada, casi sin esfuerzo (Wu-Wei),
preguntó al maestro “¿Qué hay que hacer para devenir Maestro?”, Hayashi le
contestó:
“Basta con dejar que salga el maestro que hay en nosotros. Sí, es así de
sencillo, hay que dejar que salga.” (Hara.
Pp: 40-42).
Y como reitera Osho, cada Maestro que surge, cada iluminado, es
absolutamente distinto de cualquier otro, es un ser humano absolutamente
singular, autorrealizado. Su estado es el de estar completamente individuados,
ajenos a toda la mentalidad colectivista del rebaño humano. Si según el Zen de
Rinzai, la iluminación es zazen
(meditación sentados), el Tai Chi, que es meditación en movimiento y se hace
“sentados” (“Hacer Tai Chi es hacer Mabu” / “Posición de Jinete”), participa de la misma
correspondencia: cada vez que lo practicamos vislumbramos nuestra propia
naturaleza, y ese camino lo recorre cada cual a su manera, siendo tan propio y
solitario como el acaecer de la muerte.
En el Tai Chi Chuan existe ese camino paradójico donde conviven el
estudio técnico regido por el canon
que constituyen los grandes creadores del arte y los máximos exponentes del mismo,
y la posibilidad de improvisación infinita, las posibilidades de variación imprevisibles
al adaptarse el arte al aquí y al ahora, a las siempre diferentes circunstancias
del combate, el terreno y el clima, y los estados de ánimo.
Por su capacidad armónica, el Tai Chi es puesto como ejemplo de
concreción de la teoría de los “campos formativos” de Rupert Sheldrake, por
Rüdiger Dahlke (El mensaje curativo del
alma):
“Sheldrake postuló la existencia de los campos formativos, llamados así
porque transmiten dichas relaciones sin necesidad de transferir materia o
información. […] Esto es especialmente evidente en el Tai Chi […]. Cuando un
grupo se mueve como un único ser se genera una fuerza inmensa; es por eso por
lo que los escuadrones militares marchan más fácilmente al mismo paso. Una
prueba de la enorme fuerza que puede llegar a poseer la armonía, la resonancia,
es el peligro de hundimiento de los puentes por los que pasan columnas
militares en marcha.” (El mensaje
curativo del alma. Pp. 32-33.)
Pero si nos quedamos con esta imagen de la fuerza comunal de la “armonía
del Tai Chi” (demasiado cercana al “orden” militar), perdemos de vista que este
arte tiene por meta interior lo que Jung llamó “individuación”, cosa que -otra
paradoja- es la llave que abre la puerta a la “conciencia cósmica”
(iluminación). Por el “camino del medio” entre ambos polos correspondientes, el
practicante de Tai Chi debe buscar su propia manera de interpretar no sólo las
formas, sino los principios del arte. Tener su propia “voz”, porque inmerso en
su “viaje interior”, tiene algo que decir a través de las motivos y las
“fuerzas” (“energías”) constitutivas del Tai Chi. Por esta vía se explica no
sólo la variedad de estilos y sub-estilos del arte, sino la diferente manera de
interpretar de exponentes que no sólo comparten un mismo estilo, sino la misma
enseñanza de un maestro.
El diálogo es el camino hacia la paz. El arte de la amistad se basa en
la conversación. Para que ello sea posible, las personas deben individuarse lo
más profundamente que puedan. La gente no puede ser representada como UN
pueblo, como “la voluntad general” (hoy, la “opinión pública”). Ese “pueblo”
unánime puede terminar convertido en una masa uniforme como insinúa el slogan
nazi: “Un pueblo, un Reich, un Führer”. Para Octavio Paz lo que caracteriza al
pueblo llano son justamente sus variadas y multifacéticas tipologías, sus
arquetipos plurales de lo humano.
El “Himno a la alegría” beethoveniano (Novena Sinfonía), según
señalamos, representa una “voluntad popular” demasiado unísona, una sola voz
multiplicada. Debussy siempre escuchará marchas militares debajo de los temas
de Beethoven. Digamos que no son marchas prusianas si no, más bien, marchas
revolucionarias, como La marsellesa.
Sin embargo, esa representación de la diversidad humana como una sola voz algo
dice de nuestros tiempos, signados por el hombre masa y la unidimensionalidad.
Para su ópera Le diable dans le
beffroi (El diablo en el campanario),
Debussy había imaginado que el único personaje cantante era la muchedumbre (el
diablo sólo silbaba). En una carta a su amigo Louis Laloy escribe sobre la idea
de “pueblo” en la ópera Boris Godunov,
de Modest Músorgski y en Los maestros
cantores, de Richard Wagner, comparándolas con lo que él quería hacer en su
obra:
“El pueblo en Boris no forma
una verdadera muchedumbre; es una vez un grupo que canta, otra vez otro y aún
un tercero, cada uno a su turno y la mayor parte de las veces al unísono. En
cuanto al pueblo de los Maestro Cantores,
no es una muchedumbre, sino un ejército, poderosamente organizado a la alemana
y que marcha en filas. Lo que yo quisiera hacer, es algo más disperso, más
dividido, más suelto, más impalpable, algo inorgánico en apariencia y sin
embargo ordenado en el fondo: una verdadera muchedumbre humana en la que cada
voz es libre y donde todas las voces reunidas producen sin embargo una
impresión y un movimiento de conjunto.” (Juan Allende-Blin. En busca del Debussy perdido).
De manera que si queremos encontrar paz intersubjetiva en nuestro
tiempo, tenemos que aceptarnos en nuestra pluralidad constitutiva, en nuestras
diferencias, y abrirnos a diálogos sin fin, signados por las artes de la
conversación. Peace Piece nos convoca
a la conversa (versar juntos), como muchas otras obras de arte, además de las
innumerables cosas que nos unen e interpelan en este puntito azul perdido entre
los astros del universo.
ELEGY FOR BILL EVANS, 1929-1980
Music
your hands are no longer here to make
Still
breaks against my ear, still shakes my heart.
Then
I feel that I am still before you.
You
bend above your shadow on the keys
That
tremble at your touch or crystallize,
Water
forced to concntrate. In meditation
You
close your eyes to see yourself more clearly.
Now
you know the source of sound,
The
element bone and muscle penetrate
Hoping
to bring back beauty.
Hoping
to catch what lies beyond our reach,
You
hunted with your fingertips.
My
life you found, and many other lives
Which
traveled through yor hands upon their journey.
Note
by note we followed in your tracks, like
Hearing
the rain, eyes closed to feel more deeply.
We
stood before the mountains of your touch.
The
sunlight and the shade you carried us
We
drank, tasting our bitter lives more sweetly
From
the spring of song that never stops its kiss.
Bill
Zavatsky (9)
(ELEGÍA POR BILL EVANS [1929-1980]
La música que tu sabia mano
ya no está para
extremar
aún habla a mi
oído, y me conmueve
como si
estuviera enfrente tuyo.
Ve cómo te
inclinas sobre tu sombra,
aplicado a las
teclas que rezuman tu toque
quedando ellas
de cristal,
agua conjurada a
concentrarse;
y cómo,
meditando a ojos cerrados,
te ves más
claramente.
Ahora ya conoces
el venero
que es dador de
los sonidos.
El hueso y la
carne traspasaron el umbral
con el deseo de
rescatar la belleza
y traerla de
vuelta,
esperando
alcanzar aquello que
–saliendo del
alcance de las manos–
tus dedos solían
atrapar.
Encontraste mi
vida y la de muchos
y en tu jornada
las tomaste a cuestas.
Nota a nota te
hemos sentido,
también a ojos
cerrados
como a la lluvia
que cae,
y al pie de la
montaña sutil de tu armonía
perseveramos.
Luz no usada nos
trajiste y mil matices.
Nosotros
bebimos,
creyendo más
dulce nuestra amarga vida,
de la fuente de
canción
cuyo beso ya no
acaba.)
Bill
Zavatsky
Versión
de David Noria
Peace Piece Cover by
St. Avant-Garde
Me tomo un descanso antes de escribir el final de este ensayo. Hace
poco, debido a desacuerdos con algunos vecinos, desenvaine mi vieja espada e
hice redoblar los tambores que llaman a la batalla. Apenas ayer, decidimos
todos los involucrados enterrar las hachas de guerra y fumar las pipas de la
paz, y así llegar a los acuerdos necesarios en lo que respecta a los problemas
comunes que nos aquejan. Días atrás falleció una vecina muy querida que todos
llamábamos “La Negra”. Un amigo de la infancia la describió como “la madre de
todos”. Eso era para los que la conocimos. La sonrisa eterna de La Negra, estaba
presente en la reunión vecinal, convocándonos a la reconciliación. Bajo la
égida de su espíritu maternal, cariñoso y amable, retomamos los caminos
pacíficos, las vías de la concordia.
Me llama Peace Piece. Entonces
me siento al piano para interpretarla una vez más. Mi gato Maik surge de la
nada y camina elegante sobre las teclas del piano. “El hombre tiene dos medios para refugiarse de las
miserias de la vida: la música y los gatos” (Albert Schweitzer). Luego se acuesta sobre mi regazo y ronronea. Me viene a la mente un
“meme”: “Paz es el ronroneo de un gato”. La frase de Víctor Hugo “Dios creó al
gato para que el hombre pudiera acariciar al tigre”, es totalmente verídica respecto a mi gato, que es un Shere Khan en miniatura. No es de extrañar,
compartiendo el tigre y el gato un 96% de su ADN. Además, también está hecho para el amor, como dice la niña Norah sobre el rey de los felinos, en el poema El Tigre, de Borges.
Un pajarillo pasa por nuestra
ventana y Maik, en un parpadear, se lanza vertiginoso hacia éste. Vuelto al
estado silvestre en un santiamén, no voltea a verme al igual que hizo en el
extraordinario filme La vida de Pi
(Ang Lee / 2012), el tigre “Richard Parker”, cuando él y Piscine Patel llegan a
las costas de México y el felino se sumerge en la jungla.
Quiero escuchar a Evans tocar la pieza. Prendo la computadora y busco Peace Piece en Youtube. Mientras la
escucho, leo un comentario de Anthony McArthur:
“Irás a donde
tienes que ir. Verás lo que hay que ver. Y de vez en cuando escucharás cosas
que te harán sentir feliz de estar vivo y maravillarte de la belleza de ser
humano. Este es uno de esos momentos que vibra a través de todas las paredes
del tiempo. Comparta la forma en que esto lo hace sentir con sus seres
queridos. Que cada palabra que uses sea como una nota que se reproduce como en
esta canción.”
Amén. Descansa
en paz mi poeta del alma, que éstas palabras mías y de otros a quienes he
convocado, están hiladas con un ramo de olivo como un homenaje a ti y a tu
maravillosa pequeña obra maestra, Peace
Piece. Que la paz sea contigo también, amigo lector.
“La paz se revela por las batallas”, y la más ardua
de las batallas es la de individuarse, que se pueda ser lo que uno es en alto
grado, con excelencia. Que se nos permita madurar en lo que más propiamente
somos.
“Ser nadie más
que tú mismo —en un mundo que se esfuerza día y noche en convertirte en alguien
más— implica luchar la batalla más dura que alguien puede luchar; y nunca dejar
de pelear.”
E. E. Cummings
Ese enemigo es lo que Osho llama la mente del rebaño humano. Adversario
que está encarnado en cada uno de nosotros, que nos representa y pasa por ser
el centro de nuestra individualidad: el Ego (Yo). Pero, como dice Budha, este
Ego no es nada, es mera ilusión.
“Quien no encaja en el mundo, está siempre cerca de encontrarse a sí
mismo”
Hermann Hesse
De modo que no hay batalla, ni enemigo alguno. Siempre estuvimos en la
paz. Ella –la paz- viaja con nosotros y nos brinda cobijo, aparece como anfitriona
en todos nuestros hogares, habitando la serenidad más abisal de lo que somos,
aquella que a veces nos está permitido visitar en la más profunda meditación,
pero que siempre emerge para darnos albergue, para ampararnos, aún en medio de
las batallas que nos presenta Maya, y
de la precariedad e incertidumbre radical de nuestra condición de mortales.
Sólo desde esa paz es que se puede mirar directamente a los ojos de la muerte,
al momento de partir en nuestro último viaje.
Venimos al mundo, en la mayoría de los casos, en medio de la gran alegría
de nuestros padres, familiares y sus amigos. Nuestra muerte estará teñida de
los colores del dolor y la tristeza. En la muerte estamos solos, y es porque
nuestro deceso es el momento máximo de la individuación, en ese ahí y ahora, ella
–la muerte- es únicamente nuestra, idiosincrática e intransferible.
Es un gesto profundamente hermoso que un artista se haya exigido dar lo
mejor de sí hasta el último aliento, entregándole al público un intenso e
inigualable momento de alegría y fervor, como hizo Bill Evans en los conciertos
que dio poco antes de su fallecimiento. Podemos pensar que fue un “suicidio”
que revertía no sólo la ofrenda a los muertos que todo artista verdadero hace,
según las palabras de Elías Canetti, sino que hizo de la antesala de su propia
muerte un acontecimiento de alegría sin par, como ocurre con el alumbramiento
de un nuevo ser para una familia cualquiera. Si Thomas de Quincey hubiese
conocido el final de Evans, hubiese escrito El
suicidio como una de las Bellas Artes, cosa que hubiera regocijado el
corazón intenso del maestro Camus. “Haz de tu despedida una ofrenda”, parece
decirnos la música de Bill, como en los acordes finales de Peace Piece.
-“El suicidio siempre es una opción. Es la clave de la libertad”, nos
dice Fernando Savater. (10)
Puede que hayamos madurado un
poco en todo este tiempo en que he intentado montar Peace Piece (jugarla) y, a la vez, escribir sobre la pieza,
compartiendo las resonancias multicolores que hicieron que mi alma y corazón
danzaran al escucharla, interpretarla y leer sobre ella y su creador, el
legendario Bill Evans.
“Maduros están los frutos, en
fuego sumergidos, cocidos
y probados en la tierra y es una
ley
que todo se adentre, igual que
las serpientes,
proféticamente, soñando en
los montes del cielo.”
Mnemosyne de Friedrich Hölderlin
El cieno se ha asentado y el agua luce clara y transparente. Hemos
dejado que las cosas pasen, como dicen los taoístas, y así, también nos hemos
dejado ser un poco más en nuestra más elevada posibilidad. Estamos, quizá, ya lo
suficientemente individuados, ciertamente algo más templados (afinados), como para poder escuchar con el alma las Variaciones Goldberg, la obra maestra de
J. S. Bach, interpretadas por la eximia pianista Zhu Xiao-Mei,
como si se tratase de un arroyo que suavemente desciende al mar de la
serenidad.
Bach
Goldberg Variationen BWV 988 Zhu Xiao
Mei
Roberto Chacón
Notas:
(1) Basada en la novela Way of the
Peacefull Warrior, de Dan Millman.
(2) Podemos imaginar diversas “convergencias” análogas: el “mundo” colocándose
debajo de la “tierra” (Heidegger); la personalidad poniéndose bajo la sombra
(Jung), etc.
(8) Una anécdota de Herbie Hancock al respecto: Hancock tocaba en cierta
ocasión con Miles Davis y se sintió muy molesto consigo mismo porque se
equivocó al tocar unos acordes al piano. Al final del concierto fue a pedirle
disculpas a Davis por su error. Davis lo escuchó extrañado y le dijo que él no
había escuchado ninguna equivocación, que cuando escuchó los acordes de Hancock
los sintió como una oportunidad no prevista para explorar un nuevo terreno de
improvisación, y así lo hizo. Al final le dijo a Hancock: “En el jazz no
existen las notas equivocadas”.
(10) “Coronavirus. Fernando
Savater: ‘Vamos a seguir siendo lo mismo, pero un poco peor’”. Entrevista a
Fernando Savater. La Nación. 30-07-2020. Por Hugo Alconada Mon.