Una noticia de última hora enluta el corazón de todos los cultores del Tai Chi Chuan alrededor del mundo: ha fallecido el Gran Maestro Fu Sheng Yuan (1.931-2.017). La triste noticia nos ha llegado gracias a nuestro buen amigo el profesor Atilio Fini, quien considera a Fu como su segundo padre. La nota de Atilio en su página Facebook (Lohan Fu) dice así:
"La luz del gran maestro Fu Sheng Yuan se ha apagado está tarde en Shanghai. Agotado por continuos viajes y cursos su corazón se rindió esta tarde. Se ha ido un maestro incomparable. Mi maestro, mi segundo padre. Muchas gracias por tus enseñanzas querido shifu, siempre estarás en mi corazón y en mi práctica. Descansa en paz". ("Lohan" Professional of Martial's Arts Kung-Fu and Tai -Chi School)
Fu Sheng Yuan es hijo de uno de los más importantes discípulos del gran maestro Yang Chengfu (3era generación del estilo Yang) y, también, uno de los grandes maestros del arte del Taijiquan de todos los tiempos: el gran maestro Fu Zhongwen (1.903-1.994). Fu Sheng Yuan era la cabeza del linaje de Yang Taijiquan de su padre, conocido a través de la Asociación Yong Nian, de modo que representaba a la 5ta generación del estilo Yang Taijiquan.
Fu Sheng Yuan
El linaje de Yang Tai Chi de Fu Zhongwen, tanto por legitimidad genealógica como por número de practicantes, es una de las ramas principales de la corriente preponderante dentro del variado campo de prácticas que engloba el término "estilo Yang": el llamado Yang Continental, el que se practica mayoritariamente en China Popular, Malasia, Vietnam, Singapur, Filipinas y otras naciones del extremo oriente. El hijo de Fu Sheng Yuan, Fu Qing Quan, queda ahora como la cabeza visible de ese importantísimo linaje tradicional de Yang Taijiquan.
La Organización Nei Wai-Jia Venezuela, sus profesores, alumnos, así como los colaboradores del Magazine Nei Dan, sus editores y lectores, y amigos en general, nos unimos al duelo que embarga a todo el mundo del Taijiquan, especialmente a los familiares, amigos y alumnos del gran maestro Fu Sheng Yuan, y declara siete días de duelo a partir del día de hoy. ¡Paz a sus restos!
Las secciones "Recomendaciones del Magazine" (cine y TV) y "Blogs de la Semana" (Katherine Chacón), que antes colocábamos al comienzo de "Noticias Nei Wai-Jia y más", la vamos a poner a partir de este boletín al comienzo de las "Secciones semanales".
Seguimos promocionando la Cátedra de Empuje de Manos que dirigirá el profesor Hernani Jiménez, así como el Programa Chi-Qi, Taijiqigong para Niños, que dirige la facilitadora Josnil Rojas. Para más información: "Noticias Nei Wai-Jia Venezuela y más"
En nuestras secciones semanales, presentamos "365 Meditaciones Tao" de Ming Dao Deng, con el texto "Desastre" y en la sección "Cuento": "Las tres rejas" (tradición árabe). En este número del boletín Nei Dan, traemos, en nuestra sección Videos de la Quincena: Tai Chi: Chen Shi Taijiquan, 1er World Taijiquan Championship 2014, atleta marcial Chen Weijie, Colaboraciones: Tai Chi -8 Steps Form- Yang Style.
En las secciones mensuales traemos: "Del diario de Nani" (María Margarita López) con el escrito "Un momento memorable".
En la sección "Artículos" les ofrecemos hoy el escrito "Cátedra de Empuje de Manos (Tui Shou) de Nei Wai-Jia Venezuela" (Roberto Chacón).
También les traemos hoy, en nuestra sección "Artículos del Archivo Nei Dan" el texto "El pequeño mundo de nuestros asuntos cotidianos es el cosmos en miniatura" (Thomas Moore).
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CÁTEDRA DE EMPUJE DE MANOS (TUI
SHOU) DE NEI WAI-JIA VENEZUELA
“Mucha gente piensa que el tui
shou es un entrenamiento
marcial y se equivocan. El tui
shou es intercambiar energía con tu
contrario. […]
En última instancia el tui shou es un qigong de
nivel superior, porque
intercambiamos nuestro qi con
el de otra persona, con la
naturaleza. Y también favorece la salud.
Gran Maestro Yang Jwing Ming
“El
compromiso de la divulgación”
Entrevista
a Yang Jwing Ming por Teresa Rodríguez
Revista
Tai Chi Chuan No. 4. Verano 2005.
“Con el empuje de manos es posible
mejorar
la práctica de la forma y comprobar
si la fuerza
que estamos aplicando es la
adecuada y si las posturas son correctas o no.
Así, el tuishou nos ayuda
a desarrollar suavidad
y relajación, fuerza interna,
destreza y sensibilidad ante los ataques.
Por eso la forma y
el tuishou son actividades
totalmente complementarias y deben
entrenarse de manera conjunta.”
Wang Fengming
“Las
fuerzas del Taijiquan. De la forma al empuje de manos”
Revista
Tai Chi Chuan. No. 8. Verano 2008.
La
organización Nei Wai-Jia Venezuela va a abrir el venidero primer sábado del mes
de mayo la Cátedra de Empuje de Manos,
campo privilegiado de estudio en parejas de las Trece Estrategias del Taijiquan
y de los imprescindibles jin (capacidades
sensibles y poder de carga de qi), práctica
también conocida como técnica de “manos pegajosas”, tui shou (en chino pinyin) y pushing
hands (en inglés).
Empuje de manos: maestro Su Hua Xiang y estudiante
En
términos sencillos, el empuje de manos consiste en una serie de ejercitaciones
que se realizan en pareja, en contacto constante y donde se practican los
principios básicos del arte. Entender y escuchar al compañero, y sopesar hasta
que punto uno puede moverse relajadamente y con armonía integral, distinguiendo
“lleno” de “vació”, y sin perder el equilibrio, son los tesoros que el empuje
de manos entrega a sus cultores.
El
Tao del Taijiquan implica dos orbes complementarios, dos grandes campos de
prácticas. El primero de éstos es el de las ejercitaciones que se hacen en
solitario, y que sirven para armonizar nuestro ser integral o microcosmos, como
lo son las formas (taolu), el Qigong de Tai Chi, el jibengong (ejercitación
sobre los fundamentos), la meditación asociada a la práctica marcial, el Zhan
Zhuang (Qigong de posturas estáticas), los automasajes, etc.
El
segundo campo de prácticas lo conforman las ejercitaciones en parejas y grupo, la
busca de la armonía dinámica con otro y otros -con lo Otro-, como paso
necesario para encontrar la armonía con el macrocosmos, lo que Gastón Bachelard
llama la cosmicidad. Este orbe de
prácticas lo conforman el empuje de manos, ejercicios de conducción,
ejercitaciones de raíces y centramiento, práctica de aplicaciones, Duilian o forma
en parejas, Suai Jiao de Taijiquan (lucha Tai Chi), la práctica de la forma en
grupos y los trabajos coreográficos propiamente dichos, además de las
vertientes de combate deportivo de prácticas como el empuje de manos, el
centramiento y las ejercitaciones de raíces.
En
Occidente, ambos orbes se presentan como la cara visible y la cara oculta de la
luna*, si concebimos al satélite terrestre como una metáfora del Taijitu del
Tai Chi. En nuestro hemisferio, hacer Tai Chi es básicamente aprender formas o
estructuras (taolu), cultivo en torno al cual giran ejercitaciones consideradas
como complementarias, como pudieran ser el jibengong o el qigong de Tai Chi. En
cambio, las prácticas en parejas y grupos –excepción hecha de la interpretación
grupal de los esquemas-, es muy poco conocida y el tiempo que se dedica a su
aprendizaje y dominio es, globalmente hablando, verdaderamente deleznable.
Taijitu
Esta
diferencia entre los dos orbes del Tai Chi ya señalados, también establece una
distinción apreciable en la manera como occidentales y orientales
(especialmente los chinos) entienden y viven el arte, y por tanto, desarrollan
cultura a partir de estas prácticas. Si dos occidentales se conocen y descubren
que ambos practican Taijiquan, lo primero que harán es interpretar para el otro
la forma que se ha aprendido. Cuando los dos han ejecutado sus respectivas
rutinas -y dando por hecho que ambas difieren, entonces vendrán los comentarios
sobre los respectivos estilos o variantes, sobre los maestros de cada quien,
sobre la gracia o belleza de las formas ejecutadas y de las interpretaciones
realizadas, etc. Para nosotros, play the
Tai Chi –como se dice en inglés “interpretar” el arte (“jugar”)-, es
básicamente hacer el taolu (forma, esquema o rutina), un “juego” en solitario (boxeo
de sombras) donde el otro sólo participa, primordialmente, como observador de
cualidades externas.**
En
cambio, cuando los chinos saben que la persona que acaban de conocer también
practica Tai Chi, le dicen lo que sería el equivalente a play the Tai Chi, pero que se interpreta inequívocamente como
“vamos a hacer empuje de manos para ver cómo está tu cultivo del Dan Tien, tu
centro, armonía interior, enraizamiento, equilibrio dinámico, balance,
serenidad…”, etc. En este caso se trata de un juego entre dos (dos que hacen
Tao: una unidad de complementarios) donde cada uno va apreciar el grado de
cultivo de una serie de cualidades interiores en el otro y en sí mismo a través
de una ejercitación dinámica de contacto constante, cuya repetición los
zambulle de a poco, pero con seguridad, en las profundidades del arte.
Empuje de Manos en Huang Hu Park, Shanghai
“Según
la teoría del Taijiquan se dice que en el tuishou ejercitamos el
conocimiento propio y el del contrario. Se compara el empuje de manos con una
regla de medir o con un espejo. Así, practicar las fuerzas del Taijiquan
durante el tuishou es la única forma de medir y comprobar hasta dónde
ha llegado nuestro nivel marcial.” (“Las fuerzas del Taijiquan. De la forma al
empuje de manos”. Wang Fengming).
Estas
maneras diferentes de cultivar y compartir el arte también determinan dos
maneras distintas de hacer cultura en torno al Taijiquan. Mientras los occidentales
-como los ya descritos, en la mayoría de los casos, se apartarán del “mundanal ruido”
para poder hacer las rutinas sin atraer en demasía la atención de extraños y
así intercambiar tranquilamente impresiones sobre su exótico y esotérico hobby;
los chinos hacen empuje de manos cuando esperan su turno para jugar al mahjong
o al ajedrez chino, al encontrarse con amigos en un parque, o con un vecino en
el patio. Se trata de una práctica altamente socializante y popular (no
necesariamente masiva), que casi siempre culmina entre risas y exclamaciones,
cuando uno de los participantes pierde el equilibrio.
En
las películas occidentales, sobre todo estadounidenses, es ya un lugar común el
que al aparecer un parque veamos al fondo personas haciendo formas de Tai Chi,
como si el arte cinematográfico se hubiese propuesto cumplir el sueño del profesor
Bill Douglas de que el Taijiquan fuese tan común y popular como el basquetbol.
En cambio, las películas realizadas en China sobre el Tai Chi siempre se
ocupan en algún momento de presentar el empuje de manos y su importancia
dentro del arte. El mejor ejemplo de esto es la primera película del director
Ang Lee -el realizador de la afamada Crouching
Tiger, Hidden Dragon- la cual lleva por título Tui Shou y trata sobre un hombre mayor, quien es profesor de
Taijiquan, que va a vivir con su hijo en los EEUU.
Escenas del filme Tui Shou (1992) de Ang Lee
Hay
que destacar que no importa mucho el estilo o la variante de Tai Chi que se
practique para disponerse a hacer tui shou con cualquier otra persona. El
empuje de manos, en cuanto a aspectos técnicos se trata, difiere muy poco en
los grandes estilos de Taijiquan (Chen, Yang, Sun, Wu, etc.), de modo que los
practicantes pueden concentrarse en los aspectos interiores del arte sin
necesidad de establecer comparaciones sobre estilos, linajes, maestros y
escuelas, creando un Tao con su compañero donde las cualidades internas del
arte son puestas a prueba, pero también compartidas, gracias a la ejercitación
en el empuje de manos.
El
empuje de manos del Gongfu chino, especialmente de sus artes internas (Nei
Chia), como los son el Taijiquan, el Bagua Chan y el Xingyi Quan, conforma el
epicentro de la “cultura del Dan Tien” -el equivalente chino del haragei (cultura del Hara) japonés-,
junto con las “artes del Dan Tien” propiamente dichas, como el Taijiqiu (Qigong
del Balón de Tai Chi), el Tai Chi de los Bastones Taoístas (Tai Chi & Qi
Gong Ruler), y la práctica del Gun (vara de tres metros de largo), así como
ejercicios de Qigong Nei Dan (Alquimia Interna) como la meditación en la órbita
microcósmica, entre otras ejercitaciones energéticas.
La
Dan Tien Wénhùa (Cultura del Campo
del Elíxir) más que un conjunto de prácticas es una manera de vivir, que permea
toda la cotidianidad, desde la forma de sentarse hasta el tipo de actitud que
tomamos ante las circunstancias de la vida. Forma una parte esencial del Xiu Lian taoísta, las disciplinas para
el cultivo del ser, muchas de las cuales hacen énfasis en el cuidado de uno
mismo, el nutrir la vida y el fortalecimiento de la salud.
El
maestro Yang Jwing Ming ha señalado que en primera instancia, el empuje de
manos es un Qigong que se realiza en pareja, y que el intercambio de energía
resultante favorece la salud de los practicantes: “Si se quiere neutralizar la
fuerza del contrario no se puede estar rígido, sino centrado, enraizado, y eso
resulta muy beneficioso para la salud.” (“El compromiso de la divulgación”).
Desde
el punto de vista de la medicina tradicional china, las enfermedades obedecen a
una pérdida del balance, a desequilibrios y estancamientos del flujo de
energía. Todo eso sucede, en resumidas cuentas, cuando perdemos el centro. Nuestro “centro” no es otro que
el Dan Tien, que no sólo se corresponde con el centro de gravedad corporal y de
la vitalidad en general, sino que es el centro de nuestro diseño existencial
gravitatorio, cosa que podemos imaginar como la boca del manantial de lo que
somos, de las fuerzas del ser que nos actualizan en la existencia y nos
transforman desde dentro (destino). De modo que todo lo que converja en un
“cultivo del centro” es, desde este punto de vista, altamente salutífero.
El
Taijiquan es un arte marcial que por sus características es también una meditación
en movimiento y una disciplina para la salud, entre otros aspectos destacables.
Pero si el Tai Chi es mucho más que
un simple arte de combate, lo es debido a que su forma de encarar la lucha
consiste no en distanciarse y rechazar al otro, en crear ante el adversario una
barrera de dureza, fuerza o velocidad, sino en abrirse al contrincante y formar
un Tao con éste, una unidad de complementarios. Si un hombre cualquiera puede
hacer Tao con alguien que lo agrede, que ejerce violencia sobre él, que desea
lastimarlo y herirlo, ¿qué puede costarle hacer Tao con los demás seres
humanos, con la naturaleza, con el cosmos todo? Ese camino que va hacia la
posibilidad de armonía con el Otro y lo Otro, comienza realmente con la
prácticas del empuje de manos.
Aunque
el maestro Yang Jwing Ming ha afirmado la importancia del empuje de manos para
la salud, también ha aseverado no sólo su relevancia en la comprensión de
energías básicas que conforman la marcialidad del Taijiquan, sino su uso
práctico en la defensa personal, conformando un conjunto de técnicas que pueden
usarse en primera instancia para hacer frente y disuadir de continuar un
conflicto a contrincantes poco peligrosos, como una forma de protegerlos a
ellos también de lesiones graves, cosa a la que se les expone si se usan las
aplicaciones inherentes a las técnicas de Tai Chi presentes en las formas, pues
éstas son más contundentes y potencialmente más peligrosas para los oponentes.
Cátedra de Empuje de Manos
La
Organización Nei Wai-Jia Venezuela ofrece cátedras de formación en tres estilos
de Taijiquan: Chen, Yang contemporáneo y Sun. También tiene la Cátedra de
Abanicos (Taijishan) donde principalmente se enseñan las formas contemporáneas
de Taijishan de la maestra Yang Li y del gran maestro Li Deyin. Aunque existe
la Cátedra de Abanico, eso no es óbice para que se enseñen formas (taolu) del
arma de abanico en cada estilo. En el estilo Chen tenemos las formas 24 de
abanico simplificado, la 48 de abanico y la 24 de competencia. En el Yang, la
forma 42. En el Sun, la forma 24.
De
igual manera, cada estilo de Tai Chi impartido en Nei Wai-Jia tiene sus propias prácticas de Tui Shou. Como antes hemos afirmado, las ejercitaciones de empuje
de manos se parecen mucho en los diferentes estilos y en lo esencial buscan lo
mismo, si bien difieren en algunos aspectos: detalles de ejecución, en
intencionalidad y forma de concebir el combate, y en cuanto al tipo de programas
de práctica y tiempo de inicio en las mismas. Así mismo difieren en algunas
ejercitaciones que son propias sólo de un estilo, no perteneciendo al patrimonio
común del Taijiquan.
La
Cátedra de Empuje de Manos basa su programa en el estilo Yang contemporáneo, de
modo que su creación redundará en una simplificación del programa de tui shou
de la Cátedra de Yang. El programa de empuje de manos de la Cátedra homónima
comienza con las técnicas de disco horizontal, disco vertical y disco plegable,
para luego proseguir con la técnica de cuatro manos, la de abrir y cerrar
brazos, cuatro manos y lu, kao, da lu, lu ji y ji kao. Luego los diferentes
tipos de caminata que pueden acompañar a las diferentes técnicas, y,
finalmente, con el aprendizaje del encadenamiento o forma de 13 movimientos de
tui shou.
Forma 13 de Tui Shou
La
Cátedra de Empuje de Manos estará a cargo del profesor Hernani Jiménez, quien
hizo sus estudios en la materia con el profesor Orlando Acevedo Cárdenas, quien
estudió en China con el maestro Huang Kang Hui, encargado de impartir la especialidad en
la Universidad de Deportes de Beijing y quien fuera campeón de China en empuje
de manos durante muchos años.
Algunos de nuestros profesores de Taijiquan y otras artes internas se han entrenado en empuje de
manos con el profesor Hernani Jiménez y pueden dar fe de su dominio en la
materia. Hernani Jiménez es uno de los profesores de Tai Chi venezolanos que
cultivan con mayor profundidad la suavidad en la práctica del tui shou.
La
Cátedra de Empuje de Manos tendrá su clase inaugural el venidero sábado 06 de
mayo, en el horario de 11:30 a 12:30, en el terreno habitual de prácticas del
las escuelas Nei Dan y Sieng Cheng, donde el profesor Hernani los introducirá en
el conocimiento y práctica del umbral de acceso al “orbe oculto del Taijiquan”,
el tui shou. Más información: Nei Waijia Venezuela / Tai Chi para Todos
Roberto
Chacón
Notas:
*El
maestro Li Deyin, el gran creador y organizador del programa de Taijiquan
contemporáneo, desaconseja que el entrenamiento de empuje de manos se dé a
principiantes y a personas que no lo deseen, que sólo se dé a aquellos que
tengan vocación. Otros maestros, como Wang Fengming, opinan que debe darse con
la forma o taolu, aunque se empiece primero por la forma. En resumidas cuentas,
esa “cara oculta” de Taijiquan esconde tesoros que quizá no están al alcance de
todos los practicantes, sólo de aquellos que quieran conocer y completar el Tao
del arte.
**Por
supuesto, un ojo entrenado y el conocimiento en los criterios fundamentales
para apreciar el arte del Taijiquan, pueden observar en la ejecución de un
taolu la expresión de las cualidades interiores del arte (suavidad,
enraizamiento, movimiento integral, etc.). Pero ese conocimiento proviene, en
buena medida, de la práctica constante del empuje de manos.
Alguna vez oí
decir que uno debería escribir, o hablar, solamente sobre aquello que conoce
bien. Cada vez que terminaba alguno de mis sencillos escritos, ese pensamiento
me ayudaba a otorgarle algún valor a lo que enviaba para su publicación en la
revista Neidan: indudablemente conocía muy bien los acontecimientos
relacionados con mi nada extraordinaria vida personal. Sin embargo, ha sido la
relectura de "El Mundo de Ayer" de Stefan Zweig la que me ha hecho
entender el verdadero valor que pudiera tener el contenido de lo que escribo.
Dice Zweig: "Según demuestra la experiencia es mil veces más fácil
reconstruir los hechos de una época que su atmósfera espiritual. Ésta se
refleja en los pequeños episodiospersonales"
Cuando transcribo
mis recuerdos las palabras van dibujando los eventos narrados, cuyos contornos
son definidos por la luz de la atmósfera
espiritual de la época y lugar en donde ocurrieron.
El lector
caraqueño que me distinguiera leyendo alguno de mis escritos en los que narro
episodios de mi vida y de las vidas de los integrantes de la familia que me
recibió al nacer, podría percibir la atmósfera espiritual que ha envuelto a
Caracas desde comienzos del siglo XX hasta el presente.
Mi infancia y
adolescencia abarcan las décadas treinta y cuarenta de aquel siglo. La
apacibilidad y el ritmo lento de la ciudad de entonces permitía que en una
espaciosa casa muy cercana a la Plaza Bolívar habitaran tres generaciones
familiares que, regalo supremo del destino, convivían armoniosamente y
disfrutaban del privilegio de compartir almuerzos y cenas, posibilitados para
hacerlo por las pequeñas distancias desde las respectivas sedes de trabajo o
estudio. Después de la comida de la noche, eran voluntad y costumbre de la
familia construir la magia de la sobremesa, momento que a veces se despojaba de
su ser cotidiano y, embellecido por evocaciones profundas, alcanzaba las
alturas de las epifanías.
Los recuerdos
convertidos en palabras, surgían cada vez más bellos de la atmósfera onírica de
la memoria y luego regresaban al humo dormido que los envuelve, siempre a la
espera de ser despertados una y otra vez.
En aquel tiempo, o
al menos en aquel grupo humano que rodeó mi infancia, se observaba la
reverencia al pater familias, dignidad que mi abuelo ejerció y mantuvo
no con la fuerza de la autoridad que le correspondía sino a través del inmenso
amor que durante toda su vida prodigó a su descendencia.
Aquellas comidas y
sobremesas evocadas no tenían lugar simplemente porque era fácil asistir a
ellas; hacer presencia era también una forma de corresponder al amor y al
respeto debidos a aquel médico cariñoso y bueno que se sentaba a la cabecera de
la mesa, como sacerdote que ante un altar oficia una ceremonia sagrada.
Esa escena está en
el centro de mi evocación de abuelos, padres y tíos; imagen en la que mi alma
resume los valores más profundos que ligaban a los integrantes de la familia.
Había personas y
circunstancias que favorecían la ocurrencia de eventos como el mencionado y que
también reflejan la atmósfera espiritual de aquel tiempo. Dos mujeres insignes
constituían el núcleo del grupo de ayuda en las labores domésticas, Julia
Hernández Olaizola, la cargadora, nieta de esclavos, que había llegado a la
casa en 1907 y Soledad Ibarra, la cocinera, también nieta de esclavos, a
quien mi abuelo había salvado la vida
cuando era su paciente y que se había integrado al servicio de la casa
alrededor de 1916.
Soledad, la
artífice de los deliciosos condumios que se llevaban a aquella mesa, no dormía
en la casa sino en una pensión cercana, y en las frías madrugadas caminaba,
tranquila y segura, al Mercado de San Jacinto a comprar verduras, vegetales,
frutas, todo fresquísimo, granos de nuestra tierra, carnes no refrigeradas,
pollos y gallinas vivos...el material para que una maestra de la cocina como
ella hiciera maravillas. Llegaba a preparar el desayuno: arepas hechas del maíz
que cocinaba y molía, café recién molido colado "en media" y leche
traída en burro por el lechero, vertidas en cántaros y que más tarde vino en
frascos, cuando apareció el moderno aparato refrigerador, y Julia se dirigía a
la pulpería de la esquina a comprar la mantequilla y el queso para el día, que
el pulpero servía en un papel de estraza.
La fama de Soledad
como gran cocinera criolla estaba extendida dentro del numeroso grupo de
familias amigas. Hayacas, asado negro, olleta de gallo, hervido de gallina,
pasteles de pollo, empanadas, dulces de almíbar y jaleas, salidos de sus manos,
eran insuperables. Así opinaban quienes los habían degustado, incluyendo a
señoras aficionadas al quehacer culinario y consideradas como verdaderas
maestras en el arte.
El otro apoyo era
Julia, la cargadora de tres generaciones, colaboradora principal de mi abuelo
en el cuidado de mi abuela durante la gravedad que la llevó a su muerte. Alma
buena y compasiva que amaba a los seres humanos, admiradora de la belleza del
canto y el color de los canarios y del esplendor efímero de las flores que
daban sus matas, que ordenadas en escalones, formaban su hermoso jardín.
¡Qué recuerdos tan
gratos me dejaron los paseos en tranvía junto con Julia! A veces llegábamos al
Calvario, a veces a Catia, en donde vivían amigos suyos. ¿Cuál preocupación
podía albergar mi madre, si yo había salido de paseo con una de mis abuelas?
Julia me
acompañaba en mi mesita infantil para enseñarme buenos modales al comer, y
cuando mi estatura hizo posible que compartiera la mesa de los adultos, era
ella la encargada de llevarme a la cama cuando se hacía evidente que mi deseo
de seguir escuchando aquellos cuentos maravillosos había sido derrotado por el
sueño. Además me ayudaba a acostarme y a arropar a mis numerosos muñecos, paso
sin el cual, decía yo, no podía dormirme.
Julia y Soledad,
amor, agradecimiento, fidelidad, columnas que contribuyeron a sostener el
equilibrio y la felicidad de mi familia.
Quizás una
intuición precoz me hizo presentir el valor espiritual que para el resto de mi
vida significaría el privilegio de haber compartido mesa y sobremesa con
aquellos seres cuya cordial conversación me encantaba, y que al partir sólo me
dejaron buenos recuerdos, pero ahondando en el pensamiento he encontrado que en
mi impulso de atender y guardar esos instantes estaba presente además un
sentimiento religioso: la escena, plasmada en grandes obras de arte, en la que
Jesucristo comparte la Ultima Cena rodeado de sus discípulos e instituye el
misterio de la transubstanciación, necesariamente ha estado muy metida en mi
imaginario cristiano, y junto a mi temprana apreciación del valor de la armonía
entre los seres, son ellas las que le han otorgado a la visión de los
integrantes de mi familia alrededor de una mesa presidida por mi abuelo, la
poderosa fuerza lumínica que solo tienen los momentos memorables de nuestra
vida.