martes, 18 de julio de 2017

EDITORIAL (Magazine No. 580)


Por razones técnicas no pudimos publicar el boletín Nei Dan durante las dos últimas semanas. Este percance, aunado a la situación país, la cual ha puesto a nuestras disciplinas rectoras -Tai Chi Chuan y Qigong- en una situación de merma, como explica el Hexagrama 41 del I Ching (Sun), constituyen las razones principales por la cual hemos tomado la decisión de transformar a Nei Dan Magazine de un semanario a un quincenario, que publicaremos la primera y tercera semana de cada mes. Esto obliga a que nuestras secciones semanales se cambien a quincenales y las quincenales a mensuales, así como nuestras secciones "El sanador interno", "Tai Chi Soul", "Palabras y reflexiones", "Del diario de Nani", y "Caleidoscopio" se publiquen cada dos meses. La excepción sería la sección "Qigong de los ideogramas", que puede seguir siendo mensual.

En nuestras secciones quincenales, presentamos "365 Meditaciones Tao" de Ming Dao Deng, con el texto "Renovación" y en la sección "Cuento": "La carne de la lengua" (Noemí Plaza).

En este número del boletín Nei Dan, traemos, en nuestra sección Videos del Mes: Como no todo es Tai Chi:  Colaboraciones: "Para qué discutir con madame - Rita Payés & Joan Chamorro" / "What Is Meditation - Krishnamurti" / "Tipos de nubes" . Música: Orchestra Harlow con Ismael Miranda: Abran paso / Dónde vas Chichí / Vengo virao.

En las secciones mensuales traemos: la sección "Caleidoscopio" (Yilda Conquista), con la cuarta parte del texto "¿Es posible desranchificanos?" (Yilda Conquista y Roberto Chacón). También traemos la sección "Qigong de los Ideogramas: trazos para la ofrenda y la vitalidad" (Ivonne Duhart) con el escrito "Wang: el Emperador".

En la sección "Artículo" les ofrecemos el escrito "Ansiedad deportiva, una breve caracterización" de nuestra colaboradora Josnil Rojas.

También les traemos hoy, en nuestra sección "Artículos del Archivo Nei Dan" el texto "El jade" (Anuchy Ulloa).


ÍNDICE EDITORIALES

NOTICIAS NEI WAI-JIA Y MÁS (Magazine No. 580)

DONDE ENCONTRARNOS
BLOGS:

TWITTER: @taijiparatodos / @nwjvenezuela

INSTAGRAM:
taichiparatodos / Nei Wai-Jia

E-MAILS:
nwjvenezuela@gmail.com / neidanmagazine@yahoo.com
  
_________________

NOTICIAS NEIWAIJIA VENEZUELA

NEI WAI JIA VENEZUELA

CURSO DE ESPADA TRADICIONAL DE TAIJIQUAN DEL MAESTRO DAI TZI SHE (TAI CHE SHE)

FACILITADOR: PROFESOR ELÍ LAUREANO

HORA: 9:00 a.m. a 12:00 m.

DÍA: DOMINGO 23 DE JULIO 2017 / REPASO: DOMINGO 30

COSTO: Alumnos de Nei Waijia y Wuxing: 4.000 Bs. / Otros: 5.000 Bs. (a pagar el día del curso)

LUGAR: Terreno de prácticas de Nei Waijia Caracas, centro del Parque del Este de Caracas.

Más información: 0416 8132769 / wuxingchuan@gmail.com

___________


 TAI CHI EN PDVSA LA ESTANCIA

Profesor: Roberto Chacón (Nei Wai Jia Venezuela)

Horario: 2:00 a 3:00 p.m.

Día: Domingo

Lugar: Jardines de PDVSA La Estancia

Costo: GRATIS

Más información

  • 0412 9838183 (Roberto Chacón)
  • robertochikung@yahoo.com 
  • Facebook e Instagram de PDVSA La Estancia
  • @pdvsalaestancia (twitter)

_________________



____


_________________

_________________

OTRAS NOTICIAS
_________________

VENTA DE ESPADA Y SABLE DE METAL PARA TAI CHI CHUAN. Bs. 150 Dólares (precio de referencia).
Interesados comunicarse con Flor Guardia: 0416 6051560 / guardiaflor@gmail.com




_________________

VENTA DE ESPADA RETRÁCTIL: Bs. 20.000.
Interesados contactar a Josnil Rojas al 0416-6385938 o al correo electrónico Josnil.rojas@gmail.com



_________________

VENTA DE VIDEOS (DVD) INSTRUCCIONALES DE WUSHU (TAI CHI CHUAN, XINGYI QUAN, BAGUA ZHANG, ETC.) TRAIDOS DE LA REPÚBLICA POPULAR CHINA. Más información: inwulinca@yahoo.com (Profesor Orlando Acevedo) / 0212 5716748.


VENTA DE CHAQUETA DE SEDA CON DRAGÓN DORADO FONDO NEGRO O VERDE TALLAS S-M-L-XL. Bs. 60 mil. Más información: inwulinca@yahoo.com (Profesor Orlando Acevedo) / 0212 5716748.




VENTA DE CHAQUETAS DE SEDA UNICOLOR, COLORES BEIGE, NEGRO, AMARILLO Y AZUL. TALLAS S-M-L-XL. Bs. 50 mil. Más información: inwulinca@yahoo.com (Profesor Orlando Acevedo) / 0212 5716748.



VENTA DE CHAQUETA CHINA QIN, ELEGANTE Y DELICADA, FORRADA, SEDA, COLOR VERDE, VIVOS CUELLO, MANGAS, PECHO Y RUEDO. TALLA M. Bs. 50 mil. Más información: inwulinca@yahoo.com (Profesor Orlando Acevedo) / 0212 5716748.






VENTA DE CHAQUETA TIBETANA MOTIVO MULTICOLOR. CONFECCIONADA EN LINO, FORRADA EN SEDA. TALLA M. Bs. 50 mil. Más información: inwulinca@yahoo.com (Profesor Orlando Acevedo) / 0212 57167.






VENTA DE CHAQUETA HAN, LINO, COLOR BEIGE, MOTIVOS TRADICIONALES, TALLA M. Bs 50 mil. Bs. Más información: inwulinca@yahoo.com (Profesor Orlando Acevedo) / 0212 57167.



VENTA DE SABLE DE MADERA PULIDA MARRÓN- Bs. 25 mil. Más información: inwulinca@yahoo.com (Profesor Orlando Acevedo) / 0212 57167.




VENTA DE JUEGO DE ESPADA/SABLE DE MADERA COLOR CAOBA, OSCURA. Bs. 65 mil. PRECIOS POR SEPARADO Bs. 35 mil. Más información: inwulinca@yahoo.com (Profesor Orlando Acevedo) / 0212 57167.






VENTA DE ZAPATOS FEIYUE WUSHU-KUNG FU. TALLA 40. Precio: 21.000 Bs. Más información: inwulinca@yahoo.com (Profesor Orlando Acevedo) / 0212 57167.


_________________


ARTÍCULO (Magazine No. 580)

LA ANSIEDAD DEPORTIVA, UNA BREVE CARACTERIZACIÓN
Josnil Rojas


Las artes marciales tienen su origen en el continente asiático e impregnadas por las filosofías Budistas y Taoístas se empleaban para el combate. El trasladado de éstas del hemisferio oriental al occidental trajo como consecuencia la descontextualización cultural de las mismas, pasando a ser consideradas en occidente como “deportes marciales”, ligadas a términos como “competencia”, “ganador” y “lucha” (Foster, 1986 en Columbus & Rice, 1991); mientras que en el oriente, son un complemento físico para las artes médicas y el complemento físico activo de las artes meditativas (Reid, 1989),  llegándose a considerar que la práctica de las artes marciales promueven conductas beneficiosas para el desenvolvimiento cotidiano: auto-control, incremento del darse cuenta de la realidad interna y externa, incremento de la auto-confianza, de la auto-eficacia y de la auto-estima (Armas, 1996; Quam, 1989 en Seitz, Olson, Locke & Quam, 1990).

Entre la gama de artes marciales chinas conocidas ha cobrado gran auge el Tai Chi Chuan, estilo Yang. Este es un boxeo simbólico que en la antigüedad se empleaba para defender la vida del practicante, de su familia y su propiedad (Armas, 1996). En la actualidad, su práctica implica el manejo del pensamiento y del cuerpo, a través de movimientos lentos y fluidos para que la energía fluya alcanzándose así la armonía cuerpo-mente.

La práctica del Tai Chi ofrece la oportunidad de callar, de entrar en contacto con nuestro cuerpo, el cual maneja el lenguaje del silencio lleno de sentimientos, emociones y sensaciones que expresan nuestra esencia de seres humanos. El contenido afectivo y cognitivo presente en nuestro interior puede ser a veces armónico y otras veces no, dando origen al combate interno, y este necesario combate se producirá en el momento en que el ejecutante tome consciencia de los mensajes que recibe de su cuerpo y pueda acertadamente traducirlos, logrando así “despertar”.

Pese a todo su bagaje filosófico y de ser actualmente un camino para incrementar el bienestar físico, mental y espiritual, el Tai Chi, así como otras artes marciales, ha sido introducido al terreno de los encuentros deportivos.

Una competencia de Tai Chi puede ser percibida con mentalidad oriental u occidental. Desde lo oriental se trata de una oportunidad para enfrentar los propios miedos, por ejemplo a ser evaluado por criterios externos, es decir, se trata de una ocasión para hacer que el centro sea uno y no los demás,  mientras que desde lo occidental se violenta la filosofía que sustenta a esta disciplina, se compite contra el “otro”, la humildad se debilita, y el ejecutante puede llegar a experimentar ansiedad deportiva.

Todo escenario de competencia, independientemente del área o aspecto de la vida donde se produzca, genera inquietud. En el caso de las competencias deportivas se habla de ansiedad deportiva o competitiva, y ésta ha sido definida como la tendencia a percibir las situaciones competitivas como amenazantes, debido a la anticipación de una pobre ejecución, y a responder con sentimiento de aprehensión o tensión (Martens, 1977 en Halvari & Gjesme, 1995; Felsten & Wilcox, 1992).

La ansiedad deportiva suele ser abordada a la luz del enfoque multidimensional de la ansiedad, según éste la ansiedad competitiva es de naturaleza multidimensional y presenta dos componentes, el somático y el cognitivo.

La ansiedad somática consiste en la manifestación física de la angustia a través de la tensión muscular, presentando como antecedentes pensamientos de corta duración y condicionados, es decir, que se disparan al entrar en el ambiente de competición y debería desaparecer una vez que la ejecución ha comenzado (Jones, 1995; Hardy, 1992; Whelan, Mahoney & Meyers, 1991).

La ansiedad cognitiva está tipificada como preocupaciones, auto verbalizaciones e imágenes negativas, así como expectativas negativas acerca de la ejecución, todo esto condicionado por el nivel de autoconfianza, las expectativas de éxito y las percepciones que se tienen de la habilidad propia y de los oponentes (Lane, Rodger & Karageorghis, 1997; Jones, 1995; Terry, Coakley & Karageorghis, 1995).

Se ha encontrado como principal componente cognitivo de la ansiedad deportiva el miedo al fracaso y, como principal componente somático, la respuesta “fight-fligth” o respuesta de “lucha-huida”.

Investigadores han reportado que la ansiedad somática (asociada a las respuestas fisiológicas) es una respuesta puntual que se genera cuando el atleta ingresa al lugar de la competencia, mientras que la ansiedad cognitiva se prolonga en el tiempo, comenzando a manifestarse desde dos semanas antes del evento deportivo, manteniéndose generalmente estable durante el desarrollo del mismo, hasta una vez concluido el mismo, por lo que esa dimensión cognitiva-emocional no debe escapar de un programa de preparación deportiva. Todo el entrenamiento físico y la preparación técnica llevada a cabo pueden derrumbarse ante un estado emocional mal canalizado.

La ansiedad deportiva puede ser experimentada antes, durante y después de un encuentro deportivo (Halvari & Gjesme, 1995).

-Etapa de pre-competición: en esta etapa la ansiedad puede agudizarse de 24 a 3 horas antes del evento.

-Etapa de competición: en relación a la ansiedad durante la competición, y su relación con el nivel y calidad de la ejecución, los estudios han arrojado hallazgos contradictorios. En algunos casos se ha encontrado que las personas con un alto nivel de ansiedad tienen un mayor número de errores que aquellos con bajo nivel de ansiedad, en otros, no se han apreciado diferencias significativas en la ejecución de personas con bajos y altos niveles de ansiedad, y finalmente, en la práctica se ha comprobado el modelo de la “U” invertida de Yerkes y Dodson (1908). Según este modelo existe un punto óptimo de rendimiento el cual está en función del nivel de motivación existente en el individuo. Si la motivación es baja o exagerada las ejecuciones son pobres o inadecuadas, no así si el nivel de motivación se encuentra en un punto medio.

-Estas inconsistencias en los hallazgos podrían deberse a fallas metodológicas, pues cada deporte posee sus propias fuentes de angustia y por lo tanto, los resultados no deben generalizarse a todas las actividades deportivas. También hay que considerar las características individuales como edad, sexo, desarrollo cognitivo, rasgos de personalidad, entre otros. Todos estos elementos apuntan hacia la importancia de abordar la ansiedad deportiva de forma idiográfica.

-Post-competición: se produce una vez concluida la participación, cuando el resultado de la ejecución ya es conocido. El deportista en este momento hace evaluaciones de su actuación acompañadas por respuestas de satisfacción o de insatisfacción. El éxito o fracaso percibido genera estados de ansiedad o de emocionalidad. Halvari & Gjesme (1995), encontraron que los puntajes de ansiedad precompetencia obtenidos por un grupo de deportistas se elevaron después de la competencia.

Los síntomas cognitivos y somáticos experimentados por un competidor se presentan dentro de un continuo debilitativo-facilitativo, influenciado éste por la dirección que la persona dé a su ansiedad. Dos competidores pueden estar reportando los mismos síntomas fisiológicos antes de un evento y sin embargo, cada uno darle una interpretación distinta, uno de manera facilitativa, favoreciendo su ejecución y el otro de forma debilitativa, entorpeciendo el alcance de su meta (Jones, 1995). Nuevamente, se presenta una evidencia de que la dimensión cognitiva-emocional es una variable mediadora que al ser controlada adecudamente puede ayudar al competidor a lograr una óptima ejecución.

Con relación a las fuentes de ansiedad, los deportistas han reportado diversos orígenes de la misma, entre ellos se señalan el miedo a fallar, la evaluación social (particularmente la proveniente del entrenador), la poca preparación y el no tener control sobre el ambiente (Hardy,1992). Además de estas fuentes existen otras ligadas al tipo de deporte, a la edad y sexo del ejecutante, a la experiencia previa en competencias y si la participación es grupal o individual (Lane, Rodger & Karageorghis, 1997). Por ejemplo, un estudio reveló que la preocupación por la evaluación social del entrenador es muy común entre deportistas novatos, lo que el entrenador diga y piense produce preocupación, así como pérdida de habilidad para la ejecución (Hardy, 1992). Con respecto al sexo, se ha encontrado que en los hombres la ansiedad está influenciada por la percepción de triunfo o derrota, mientras que en las mujeres está más influenciada por la importancia de la buena ejecución en relación a sus ejecuciones previas, es decir que los primeros tienden a comparar sus ejecuciones con otros mientras que las segundas lo hacen consigo mismas (Lane, Rodger & Karageorghis, 1997).

Antes y durante una competencia se generan una serie de cambios somáticos y emocionales mediados por variables como el foco de atención, destrezas de afrontamiento, complejidad de la tarea, familiaridad con la tareas y nivel de destreza del atleta (Hardy, 1992; Whelan, Mahoney & Meyers, 1991). Cada uno de estos aspectos deben ser maximizados de acuerdo a las características propias del deportista y del deporte que practica.


Dentro de las teorías consideradas para abordar los periodos de ansiedad se encuentra la Teoría de la Autoeficacia de Bandura, coincidiendo algunos investigadores deportivos en señalar que la auto-confianza es un predictor importante de la ejecución. Bandura (1977 en LaGuardia & Labbé, 1993), expresa que los estados de expectativa sobre la eficacia personal están basados en las ejecuciones pasadas propias, en experiencias vicarias y en el grado de excitación emocional experimentado por la persona, por lo que estos datos deben ser combinados para elaborar una representación más exacta de las expectativas de eficacia en eventos específicos. Las expectativas conforman un mecanismo anticipatorio que permite prever resultados, y en la medida que éstas se cumplan las conductas de la persona se fortalecen.

Entre las intervenciones o técnicas empleadas para regular o controlar las reacciones cognitivas y somáticas se tienen, desde la propuesta de Bandura (1987), el aprendizaje por experiencia directa y el aprendizaje vicario. A través de la primera, la persona al actuar  recibe una respuesta corrrespondiente de su entorno, pasando a establecer una asociación entre la acción y la reacción, sin llegar a producirse ésta de manera automática, primero se realiza un procesamiento cognitivo de la información. Mediante la segunda forma de aprendizaje se observan las consecuencias de los actos emitidos por otras personas, e igual que en aprendizaje por experiencia directa, se establece una relación entre las respuestas y las consecuencias. Además aquí se adquiere aprendizaje afectivo porque en el observador se producen reacciones emocionales acordes con las emociones manifestadas por el modelo observado.

Cuando en el entrenamiento de auto-control se emplea el aprendizaje vicario hay que considerar los atributos del modelo, éste debe manifestar competencia en sus actos y es recomendable que se asemeje al observador. También hay que tomar en cuenta las características del observador, ya que éstas lo hacen más o menos sensible a las influencias del modelo (Bandura, 1987).

Otras intervenciones que se han aplicado desde otras posturas teóricas, son el entrenamiento en relajación progresiva, la distracción cognitiva, el biofeedback o retroalimentación y el entrenamiento en inoculación del estrés. De acuerdo con el modelo de multiprocesos, algunos tipos de técnicas para manejar la ansiedad son más efectivas que otras. Por ejemplo, se sabe que el entrenamiento en relajación reduce la ansiedad somática y que el control de pensamientos reduce significativamente la ansiedad cognitiva. También, que para reducir la ansiedad cognitiva pre-competencia resultan efectivas la distracción de la atención y la concentración, y que para reducir la ansiedad somática ayuda la visualización o ensayo mental (Terry, Coakley & Karageorghis, 1995).

En el caso del Tai Chi, resulta interesante ver que algunas técnicas ideadas para el control de la ansiedad competitiva forman parte de su práctica.

Por ser una forma de meditación de movimientos suaves y fluidos lleva implícito el control de la respiración y de la tensión muscular, siendo la primera  una forma de reducir la ansiedad cognitiva a través de la distracción de la atención y la segunda, una forma de reducir la ansiedad somática.

Debido a que las figuras que conforman los esquemas son representaciones de elementos de la naturaleza o de acciones cotidianas se hace uso de la visualización para reproducirlas. Entre esas figuras se tienen por ejemplo “acariciar la crin del caballo”, “la serpiente se arrastra”, “la grulla blanca extiende sus alas”, “abrir la ventana”, “las manos tocan el laud”, “agarrar la pelota”, entre otras. 


Visto así se podría concluir dos cosas, por un lado, que en el caso de un practicante de Tai Chi con ansiedad deportiva ya existen técnicas de autocontrol, las cuales solo requerirían ser potenciadas y ajustadas a las manifestaciones de ansiedad particulares del ejecutante y, por otro, que la práctica del Tai chi favorecería a deportistas de otras disciplinas, sería un complemento que aportaría elementos para gestionar sus angustias antes, durante y después de un evento deportivo.


Referencias bibliográficas

Armas, J. (1996). La práctica del Taijiquan: sus efectos sobre la salud, la prevención y resistencia a la enfermedad. 1er curso nacional teórico-práctico. Aplicación clínica y social de la Psiconeuroinmunología. Caracas: Fundasinein.
Bandura, A. (1987). Pensamiento y acción. Barcelona: Martínez Roca.
Columbus, P. & Rice, D. (1991). Psychological research on the martial arts: An addendum to Fuller´s review. British Journal of Medical Psychology, 613-618.
Felsten, G. & Wilcox, K. (1992). Why is life stress ignored in studies of "stress" and athletic performante? Perceptual and Motor Skills, 74, 800-802.
Halvari, H. & Gjesme, T. (1995). Trait and state anxiety before and after competitive performance. Perceptual and Motor Skills, 81, 1059-1074.
Hardy, L. (1992). Psychological stress, performance, and injury in sport. British Medical Bulletin, 48, 2, 615-629.
Jones, G. (1995). More than just a game: Research developments and issues in competitive anxiety in sport. British of Psychology, 86, 449-478.
LaGuardia, R. & Labbé, E. (1993). Sel-efficacy and anxiety and their relationship to training and race performance. Perceptual and Motor Skills, 77, 427-433.
Lane, A., Rodger, J. & Karageorghis, C. (1997). Antecedents of state anxiety in Rugby. Perceptual and Motor Skills, 84, 427-433.
Reid, D. (1989). El Tao de la Salud, el Sexo y la Larga Vida. Barcelona: Urano.
Seitz, F., Olson, G., Locke, B. & Quam, R. (1990). The marcials arts and mental health: challenge of managing energy. Perceptual and Motor Skills, 70, 459-464.
Terry, P., Coakley, L. & Karageorghis, C. (1995). Effects of intervention on precompetition state anxiety in elite junior tennis players: the relevance of the matching hypothesis. Perceptual and Motor Skills, 81, 287-296.
Whelan, J., Mahoney, M. & Meyers, A. (1991). Performance enhancement in sport: a cognitive behavioral domain. Behavior therapy, 22, 307-327.



CALEIDOSCOPIO Yilda Conquista (Magazine No. 580)

¿ES POSIBLE DESRANCHIFICARNOS? (IV)

“[…] / Pues la sombra a la sombra regresa, somnolienta,
y ahoga la vigilia angustiosa del espíritu.”
John Keats
Oda a la melancolía

“Yo soy el tenebroso —el viudo —el sin consuelo,
Príncipe de Aquitania de la torre abolida,
murió mi sola estrella —mi laúd constelado
ostenta el negro Sol de la Melancolía.”
Gérard de Nerval
El desdichado

Mi futura cama tranquila: / Aquí se cerrarán mis ojos cansados,
/ Y todo el sufrimiento reposa / En la sombra refrescante de la muerte.
Pobres habitantes de la noche, / […]”
Elizabeth Carter
Oda a la melancolía

Nuestro continente cultural tiene por eje de sentido la lengua castellana. El árabe, el visigodo, lenguas africanas e indoamericanas han realizado aportes lexicales (circunscribiéndonos a la lengua) pero no han cambiado la naturaleza del idioma, cuyas raíces se hunden, larga y profundamente, en la matriz indoeuropea.

La naciente nación Estado americana y sus necesidades de legitimidad histórica y de identidad, muchas veces ha tomado, para ser satisfechas, el autodestructivo camino de volverse contra el continente cultural al que se pertenece (el continente de la lengua), como ha sucedido con una buena parte de los países iberoamericanos a lo largo de su breve historia. Independizarse de España también pasó por cortar los lazos culturales con la metrópolis. No sólo España fue rechazada y despreciada, lo fue toda la hispanidad y la mancomunidad -en el sentido de commonwealth: riqueza en común- de la lengua.

Luego, orientadas nuestras repúblicas hacia la Europa industrializada y, más tarde, hacia los EEUU, y no hacia nuestros vecinos hispanohablantes y España, las nacientes repúblicas no hicieron otra cosa sino aislarse unas de otras, y así, insularizadas, existir bajo la maldición endémica de los “cien años de soledad”.

Si, como decía Unamuno, la lengua es la sangre del espíritu, nuestra familia espiritual quedó entonces herida de muerte, nuestra mancomunidad histórica y cultural, fracturada y dispersada. De tal forma que nuestro matricidio simbólico –el de la lengua madre- pareciese haber sido, paradójicamente, la matriz de nuestras feroces luchas fratricidas, desde las guerras de independencia hasta las guerras civiles y revoluciones cruentas del siglo XX, donde también deberíamos incluir la Guerra de Sucesión, las Guerras Carlistas y la Guerra Civil, acaecidas en España. Expulsados del paraíso de la verdadera “riqueza común”, anonadados por una orfandad despiadada, y casi enloquecidos como los constructores de Babel tras su dispersión, no tardaron en formarse a lo largo y ancho de nuestro continente los seculares bandos, irreconciliables pero especulares, de los Caín y Abel criollos, o mejor dicho: de los Justo Brito y Juan Tabares.*

Cuando esas necesidades de legitimidad histórica y de identidad se han llevado a extremos paranoides, se comienza a caer en arcaísmos desfachatados y en la glorificación de todo tipo de atavismos y resentimientos crónicos. La identidad perdida se termina cosificando en términos étnicos –biologicistas- y de territorio, y desde ahí, desde los imperativos de “la sangre y la tierra”, se pasa a deslegitimar el universo cultural como un todo.

Desde el punto de vista de la primacía de nuestro orbe cultural, en tanto Venezuela no existía de facto, como territorio independiente de España, hasta 1821, cuando pasó a formar parte de la Gran Colombia, la historia de la pintura venezolana hasta esa fecha es también la de la pintura hispánica, si es que hemos de creer que la creación de una nueva nación Estado supone una real ruptura con respecto al universo cultural al que pertenece. Desde esa perspectiva, Velásquez y Goya son tan pintores nuestros como Reverón y Michelena. Por ende, es imposible entender a estos últimos si no se tiene en cuenta sus nexos y derivaciones respecto a aquellos.

La Guerra de Independencia de la que nace la mitología militarista y heroico-titánica de los próceres, fue realmente una guerra civil, una guerra de secesión, en las cuales las provincias americanas pertenecientes al imperio español terminaron independizándose del mismo. Casi la cuarta parte de la población venezolana murió directa o indirectamente por causa del conflicto, y su economía, destruida casi en su totalidad, tardaría décadas en recuperar los niveles que tenía en tiempos de la colonia.

La emigración a oriente de Tito salas

Hasta 1913, cuando Tito Salas pinta La emigración a oriente (hoy día en la Casa de Bolívar de Caracas), la temática trágica de las guerras fratricidas, la separación violenta y el largo aislamiento de nuestra mancomunidad cultural lingüística, la ruina, miseria y el despoblamiento del país, no fueron tocadas por nuestros artistas y literatos sino de un modo hiperbólicamente épico y triunfalista. Para captar lo que todo aquello significó en toda su decisiva importancia leamos lo que dijo Mariano Picón Salas al respecto:

“Episodios tan trágicos como el de la guerra a muerte y de la gran emigración del año 1814, ante el avance y reconquista española, me parecen decisivos para la formación del alma criolla”

Grabado perteneciente a la serie Los desastres de la guerra de Goya

Realmente no nos hace falta una iconografía de la catástrofe humana que significó para nuestros países las guerras de independencia y las posteriores guerras civiles que enlutaron nuestro gentilicio a lo largo del siglo XIX, tenemos bastante con la serie de grabados Los desastres de la guerra, de Goya.** Si bien, la caída espiritual e intelectual que tales conflagraciones representan para nuestra alma colectiva quizá quede resumido en su óleo Duelo a garrotazos.

Goya: Duelo a garrotazos

Duelo a garrotazos (o La riña) es una de las “Pinturas Negras” (1820 ¿?) de Goya, obras realizadas al óleo con las cuales decoró su casa, conocida como la “Quinta del Sordo”. Otra de esas pinturas llama nuestra atención con respecto a lo aquí indagado: Saturno devorando a sus hijos. Saturno es una deidad titánica del antiguo paganismo romano, directamente relacionada con la melancolía. La figura horrible y decrépita del titán, el atroz acto caníbal, el hijo devorado en cierto grado de adultez, convertido en un despojo sanguinolento, resaltan sobre el fondo totalmente oscuro del cuadro. Aún más que el grabado La melancolía de Durero, esta pintura de Goya nos entrega la imagen esencial del “mal de Saturno”.

Goya: Saturno devorando a sus hijos

Enrique Bernardo Núñez afirma que en los galeones españoles arribó a las Américas el pícaro don Pablos (célebre personaje de la picaresca española), y que dejó en estas tierras larga y nutrida descendencia. Lo mismo podemos afirmar de Saturno, aunque paradójicamente este último sea un filicida. Se ha dicho que el pícaro y el héroe cristiano son polaridades de una misma vertiente psíquica, y probablemente ambos tengan un trasfondo melancólico, que terminen siendo personajes que destacan sobre un escenario de bilis negra. El pícaro prospera a través de la larga decadencia española, en la época barroca, que sería denominada por nuestro poeta Alejandro Oliveros como la “Era del desengaño”. Nuestro gentilicio iberoamericano se formó en el crisol de aquella época olvidada, la que llamamos despectivamente “colonial”, como si con esa etiqueta pudiéramos exorcizar de una vez para siempre nuestro enigmático pasado fundacional.

Durero: La melancolía

Los iberoamericanos, pero especialmente los venezolanos, hemos creado una mitología de tipo historicista con nuestros libertadores. En esa particular vertiente de historia mitologizada, los próceres de la independencia se oponen a los capitanes hispánicos que realizaron la conquista de América, del mismo modo como los dioses olímpicos se oponen a los titanes. Los primeros son “libertadores”, que rompen los yugos creados por los segundos, los conquistadores. De igual modo, en la antigua religión helénica, los titanes reinaban en el caos, mientras que los olímpicos ordenaron el mundo y lo hicieron habitable para los humanos.

Esta oposición ampliamente difundida y enfatizada esconde el hecho que la mitología heroica de los próceres es también una mitología titánica -donde el “libertador” sustituye al “conquistador”- que servirá de prototipo imaginario para toda exaltación y encumbramiento de personajes importantes en otros ámbitos, como el cultural o el científico, en detrimento de las transformaciones culturales y cognoscitivas, ese asentarse, macerarse y destilarse civilizatorio, que dependen del aporte y la entrega de muchos a través de los años y las centurias.

La concepción que se tiene de estos héroes es titánica porque sus narrativas épicas los presentan surgiendo solitarios de la nada, como auténticas fuerzas de la naturaleza, y, sin ayuda de nadie, dejan tras de sí una obra ciclópea (militar, política, artística, científica) en medio del caos, como pirámides perdidas en medio de la jungla.

Ya los griegos habían señalado la similitud entre los titanes y los héroes de su mitología. Si los primeros representan el poderío irracional de las fuerzas primordiales, los segundos no son otra cosa que guerreros dedicados a la destrucción y el saqueo, importantes en la guerra pero incómodos y amenazantes en tiempos de paz. Tanto titanes como héroes mitológicos se caracterizan por su falta de moderación, y esa hybris o desmesura es lo que finalmente los hace caer. Ambas figuras arquetípicas son refractarias a la vida en familia y en comunidad, al buen vivir del común de los mortales.

En términos de psicología profunda, si carecemos de un imaginario cultural donde sean posibles mitos de tipo olímpico, donde las cristalizaciones del psiquismo aparezcan claramente formadas y relacionadas, eso sólo puede significar que nuestra alma carece de las imágenes fundamentales para entenderse y darse forma de un modo plenamente humano. El arte, donde las imágenes colectivas son puestas en juego, relacionadas y matizadas, puede entonces cumplir una de sus funciones más elevadas, que es la de servir como una terapéutica pública, núcleo de una paideia para una ciudadanía sana. He ahí una de las consecuencias nefastas de la glorificación de la barbarie, de la reducción oficial del arte a kitsch y del imperio global –con sus énfasis locales- de lo impoético.

Esa mitología heroica nacionalista elevada a religión Estatal, ha llevado finalmente a los fenómenos de posesión colectiva como los que vivimos actualmente, donde un arengador cuartelario cualquiera, sin una sola hazaña bélica en su historial, se cree él mismo y, lo que es verdaderamente sorprendente y nefasto, hace creer a las masas, que es un Bolívar reencarnado. También esto es una forma de perpetuar nuestro profundo trasfondo melancólico. No sólo es nuestra autoestima, como señalara Rojas Guardia en su Discurso de Incorporación a la Academia Venezolana de la Lengua, la que es disminuida por los cantares altisonantes de la gesta independentista, sino nuestra alma toda, exiliada de la Edad de Oro y condenada a una Edad de Hierro vivida como inframundo tercermundista.

Arturo Michelena: Miranda en La Carraca

Miranda en La Carraca es la alegoría más conocida de la melancolía vernácula, de nuestro particular modo de manifestar el dolor de existir, de nuestra desolación interior. La pone en evidencia tanto como el último párrafo del cuento de desconsolado y furioso telurismo El hombre y su verde caballo (1947) de Antonio Márquez Salas:

“Él, Genaro, marcharía entonces, con su pierna sana y firme, llevando a su mujer y a sus hijos sobre el lomo de su verde caballo, al encuentro del sol glorioso de la noche.”

¿Miranda en La Carraca simboliza nuestra posibilidad de universalidad cosmopolita prisionera de los atavismos más endémicos y vetustos? ¿Figura al chivo expiatorio de una revolución nunca resuelta convertida en endemia incurable y venganza insaciable? ¿O nos señala que estamos encarcelados por nuestros propios ideales desarraigados, que todo cosmopolitismo nos condena al exilio y que toda universalidad presupone el destierro?

Resalta en el cuadro, a primera vista, la profunda soledad del personaje. El generalísimo Francisco de Miranda, “el venezolano más universal” (Bolívar), fue el prisionero más ilustre del Penal de las Cuatro Torres, que formaba parte del complejo del Arsenal de La Carraca, en Cádiz, donde moró de 1813 a 1816, año de su muerte. En su Anatomía de la melancolía (1621), Robert Burton señala como una de los síntomas de la melancolía, la soledad.

“En cuanto a su afición a la soledad [la de los melancólicos], un autor se pregunta si se debe a goce o a temor. Por mi parte, diré que se debe a entrambas cosas, aunque es el miedo y la tristeza el móvil predominante.”

Debido al fracaso imperial europeo y a la contrarreforma, la España barroca (siglos XVI, XVII y XVIII), junto a su imperio de ultramar, se aisló del resto de Europa y se transformó en una sociedad rígida y cerrada. Luego de la independencia, nuestros cien años de soledad han significado un siglo más de melancolía, la maduración del Saturno vernáculo.

Venezuela, configurada desde la independencia por el biotipo de los llaneros, también heredó de estos su propensión a la melancolía, a la que el desierto y la estepa, donde resalta el desamparo del hombre y su soledad existencial, junto al bochorno de los trópicos, ayudaron a consolidar. Llano, tierra de hombres solos, como escribe Jeaninne Fiasson en su libro Llanos: tierras brutales, significa también territorio de hombres melancólicos, de centauros de bilis negra.

“Melanelio, siguiendo a Galeno, Ruffo y Ecio, la describe como «una enfermedad muy maligna y pertinaz que hace degenerar a los hombres en bestias»”. (R. Burton. Ob. Cit.)

Aquí rozamos apenas el lado más oscuro e infernal ligado a nuestro ser histórico signado por la melancolía: el mal es una pasión del alma solitaria, escribe Arthur Machen en su enigmática y turbadora novela, El pueblo blanco. Todavía lo ignoramos todo sobre nuestra evidente vocación por el mal, cegados como estamos por la luz incandescente de nuestros ideales bolivarianos y las virtudes heroicas que le son inherentes.

De la descendencia del pícaro don Pablos tenemos a los modernos malandros, quienes se presentan a sí mismos como “bandidos sociales” (Eric Hobsbawm), héroes populares cuya mitificación ha llegado hasta el culto de María Lionza (la “Corte Malandra”), y cuya jerga ha sido elevada a argot dominante por el discurso oficial populista. Esto no hace sino ocultar el carácter totalmente despiadado del malandraje, que se ha palpado en episodios como la Tragedia de Vargas (1999) y en la altísima tasa de homicidios que se ha producido en Venezuela en los últimos años. En la actualidad, debido a este proceso ciego de virulenta infección de elementos del hampa en el cuerpo social, estamos a un paso de convertir en héroes a asesinos y genocidas, como ocurrió en Indonesia a partir de las matanzas de los años de 1965-66, tal como lo muestra el documental The Act of Killing de Joshua Oppenheimer.

El malandro Ismael de la Corte Malandra

Del mismo modo como el pícaro surge a la sombra de los valores heroicos, asimismo el pathos de la melancolía teje sus redes subterráneas bajo las alegrías fatuas de la picardía y el humor criollo. La alegría vernácula muchas veces va unida a una tristeza sin nombre; y en la crueldad de las burlas, sobre todo las auto infligidas, podemos vislumbrar a veces como asoma la enfermedad enmascarada tras la risotada.

Sobre el pícaro y su carácter escindido en dos polos extremos, que lo hacen aparecer como salvador y diablo a la vez, Axel Capriles dice en su libro La picardía del venezolano o el triunfo de Tío Conejo, lo siguiente:

“No obstante la actitud benevolente que habitualmente tenemos hacia el pícaro, nuestra empatía con su alegría y humor, nos hace olvidar su aspecto diabólico y destructivo, su cara primitiva y sangrienta.”

De modo semejante, a veces olvidamos en qué se transformaron los héroes de la independencia en la post guerra decimonónica:

“Cuando Eduardo Blanco transformó la dolorosa y sangrienta guerra civil de la independencia en arrebato lírico e idealizada epopeya de dimensiones míticas, el autor de Venezuela heroica olvidó mencionar que los eximios héroes, cuya determinación y valentía transformaron para siempre el horizonte político y social del continente latinoamericano, fueron, también, los mismos que, una vez en el poder, dispusieron del tesoro público como de la cosa privada, que impidieron el desarrollo de las instituciones y del Estado de derecho, que impusieron la arbitrariedad, la fuerza y los laureles militares por encima de la competencia y la probidad como criterios para dirigir los destinos de la nación.” (Axel Capriles. Ob. Cit.)

En el “bolivarianismo”*** parecen reunirse todas las promesas de los metarrelatos modernos: hermandad entre los pueblos, liberación de todas las opresiones, justicia social, etc. Por ende, su “sombra” ha de ser profunda y terrible. Como Manuel Caballero ha señalado, el culto a la personalidad del bolivarianismo sólo ha servido para preparar el advenimiento de Estados de tendencia fascistoide donde el poder lo detenta un líder mesiánico, profeta y sumo sacerdote de la religión oficial bolivariana.

La crítica de Marx a Bolívar parte del hecho de que el filósofo detestaba el bonapartismo, pues se trata de una forma de sustraer al común de las personas, especialmente a los trabajadores, su papel en las transformaciones históricas, el cual es apropiado en exclusividad y, por ende, tergiversado, por el líder carismático. Para Marx es un sinsentido hablar de bonapartismo de izquierda o de derecha, pues, en menor o mayor medida, siempre resulta ser el síntoma resaltante de un amplio proceso reaccionario.

En tierras de melancólicos, de gente con sus egos empobrecidos, los paranoicos con tendencias megalomaniacas parecen destinados a ser emperadores, “libertadores”, beneméritos, comandantes eternos, líderes del Tercer Mundo...

El culto a la personalidad y los líderes carismáticos son sólo las formas extremas de como en nuestras naciones, el espacio público se ve reducido a lo político y lo político a la representación, oficial y/o mediática, de las élites poderosas. Resulta también, el modo supremo de entrega del poder como “dominación” (Max Weber), a las fuerzas irracionales. Constituyendo esto la “antimodernidad” política por antonomasia.

Recordando el advenimiento del nazismo, movimiento anti moderno por excelencia, Mariano Picón-Salas escribe: “La «Voluntad de poder» sobre la que muchos intelectuales teorizaban sin realizarla, se entregaba ahora a las fuerzas irracionales. Los oradores de cervecería, los demagogos de los asilos de noche, comenzaron a trocarse en ‘führers’.” (M. Picón-Salas. Lealtad del intelectual).

Otra de las contracaras de las “culturas picarescas” es la primacía de la desconfianza en las relaciones interpersonales, el ser recelosos y suspicaces al extremo con nuestro prójimo. Esto llega a tal punto, que en estudios de CENDES se llegó a hablar de “sociedad paranoide” en el caso de los venezolanos. Esto configura un caldo de cultivo de primer orden para el auge de todo tipo de intolerancias, especialmente si son estimuladas por el Estado, movimientos políticos y mass-media. No nos extrañe entonces los brotes actuales de xenofobia, racismo, homofobia y discriminación clasista y de género, y también, las aparición de fenómenos del tipo “caza de brujas”, la busca de chivos expiatorios para los males sociales y los fracasos revolucionarios, la promoción de “enemigos del pueblo” al estilo del Emmanuel Goldstein de la novela 1984 de Orwell.

“Otro síntoma general es el recelo o desconfianza, que hace interpretar equivocada o exageradamente todo acto o expresión, motivando un enojo infundado. Debido a estas suspicacias los sujetos de que tratamos se muestran malhumorados, caprichosos y rezongadores por el más fútil motivo o aun sin motivo alguno. Si se les dice algo en broma, lo toman en serio. Si no reciben el saludo, la invitación o los cumplidos que esperan, se consideran despreciados y humillados, lo cual les produce vivo pesar durante algún tiempo. Si dos personas conversan, cuchichean o ríen refiriendo algún suceso, al instante se dan por aludidos y creen que sus actos son objeto de comentario condenador o burlesco. Si ellos mismos intervienen en la conversación, interpretan maliciosamente cuanto oyen y basta que su interlocutor tosa en ese momento para que vean en ello un signo de mal agüero. (Burton Ob. Cit.)

Este “síntoma” de la melancolía converge y refuerza uno de los aspectos que más llama la atención en nuestra gente: el resentimiento.

Por supuesto, también esto constituye un excelente caldo de cultivo para la guerra civil. Fenómeno recurrente debido a que esas heridas de nuestro ser colectivo constituyen un paraje de nuestra alma desolada que ninguna guerra civil o revolución pueden curar, ni tan siquiera mejorar en grado alguno. Diríamos más bien que terminan agravando y profundizando el mal.

“Si Marte orienta su destino, serán aficionados a las guerras, combates, duelos; intransigentes, enérgicos e irascibles.” (Burton Ob. Cit.)****

Dios Marte (Ares)

Debido a nuestra guerra civil fundacional, la guerra de independencia, pareciese que cualquier “vuelta al origen” (mito de la restauración) inmediatamente nos devolviera al escenario catastrófico de las guerras civiles. De modo que para nuestro imaginario colectivo, “revolución” es una palabra que no remite, más que como disfraz modernista, a nuestro ser contemporáneo, es decir, a la Revolución Francesa, sino más bien a nuestro origen fratricida, a la guerra civil libertadora, especialmente en sus fases iniciales: la guerra de colores y la guerra a muerte (1812-1820).

Recordemos que casi paralelamente a los brotes independentistas iberoamericanos, se desencadenó la llamada Guerra de Independencia Española, en ese entonces invadida por el Imperio napoleónico. Para algunos historiadores, esta fue la primera guerra popular prolongada (llamadas también “guerras de liberación”), llevada adelante en buena parte por un vasto movimiento guerrillero y signada por grandes levantamientos populares. También fue una guerra donde los niveles de crueldad y desprecio por la vida humana mostrado por ambos bandos, alcanzó niveles insospechados, donde aspectos völkish (populacho), como xenofobia radical, intolerancias religiosas y políticas, y fenómenos masivos del tipo “turba” (saqueos, linchamientos, violaciones, matanzas indiscriminadas, etc.), salieron a relucir tanto en franceses como en españoles.

Grabado de la serie Los Desastres de la Guerra (Goya)

Estas “guerras de independencia” libradas a ambos lados del Atlántico, han servido profusamente al designio de las clases gobernantes españolas e iberoamericanas, para crear la idea –o “ilusión”- de nación unificada, que se ha utilizado como mitología fundacional y legitimadora de un Estado nación sin verdadero piso histórico que la respalde, ya sea por la variedad de sus etnias y culturas constituyentes (España), o sea dada por su inexistencia como pueblos históricos claramente diferenciados (países iberoamericanos).

Siendo principalmente una guerra internacional –donde España pasó a formar alianza con Portugal e Inglaterra contra Francia-, la guerra de independencia española también fue, por una parte, una revolución, y por otra, una guerra civil entre absolutistas (partidarios de Fernando VII) y liberales o “afrancesados”. Los guerrilleros, en buena parte conservadores absolutistas, lucharon contra los franceses bajo el grito reaccionario de “religión, patria y Rey”, pues, desgraciadamente, los mismos que llevaban a España las ideas modernas y liberales de la Revolución Francesa, eran también los que saqueaban, violaban, masacraban y humillaban al pueblo español. De ahí nacerían las llamadas “dos Españas”, que medirían sus fuerzas con obstinado furor en la Guerra Civil de 1936-39.

Picasso: Guernica

Las semejanzas y diferencias aparentes entre la guerra de independencia venezolana y la guerra de independencia española, con sus correspondencias, influjos y resonancias son dignas de un estudio mayor, pero son de resaltar dos aspectos. Uno versa sobre la aparente divergencia entre las revoluciones implicadas en las guerras de independencia aludidas, pues la española se haría contra las ideas modernas, mientras que las iberoamericanas se realizarían en nombre de los postulados de la Revolución Francesa. De modo que parte del encarnizado rechazo a la España monárquica y del “afrancesamiento” de nuestras élites políticas y culturales en el siglo XIX puede ser explicado por este hecho. Sin embargo, es de hacer notar el gran parecido no sólo entre ambas guerras, sino en sus resultados, pues el absolutismo Borbón fue restaurado –con algunas reformas- en la España de la postguerra, mientras que la aristocracia criolla de la tierra –los “mantuanos” en Venezuela- pasó a regir los destinos de nuestras naciones, ya sin intromisión de la Corona española, y, como clase, sólo fue remozada y ampliada con los estamentos militares surgidos de la guerra de independencia.

Nuestras repúblicas quedarían enfrentadas –Atlántico de por medio- con la restauración europea del Ancien Régime absolutista tras el Congreso de Viena de 1815, pero habría que preguntar cuánto de verdadera res-pública logró ponerse en práctica en esas jóvenes naciones. Cuánto del “antiguo régimen” español, como pudieran ser los atavismos de casta o la excesiva fiscalización burocrática, fue heredado sin cambios apreciables por nuestros países, y cuánto de arbitrariedad y autoritarismo (caudillismo, compadrazgo, institucionalidad débil) fue agregado por los estamentos criollos dominantes tras las guerras de liberación. En otras palabras, habría que preguntarse si nuestras repúblicas no conformaron una especie de Ancien Régime arruinado y barbarizado, disfrazado bajo un tenue maquillaje ilustrado, aún más arbitrario y elitista que las monarquías absolutas de la Europa post napoleónica.

Goya: Grabado Los sueños de la razón produce monstruos, de la serie Caprichos.

El otro aspecto a resaltar es el hecho de que buena parte de los jefes guerrilleros españoles eran bandidos o desertores cercanos al bandidaje, o, que combatían a los franceses y, a la vez, también se dedicaban al pillaje, siendo que muchos de ellos se enriquecieron durante la guerra.***** Esto establece un paralelismo con muchos jefes patriotas sudamericanos, especialmente los provenientes de territorios “fronterizos” como el llano y la pampa, que, gracias a la guerra de independencia pasaron de bandoleros y cuatreros, a ser generales y coroneles latifundistas: los caudillos decimonónicos, que por sus laureles, heredan el prestigio de una aristocracia militar de tipo napoleónico, pero que se comportaron de hecho como simples “señores de la guerra”.

Yilda Conquista y Roberto Chacón
(Continuará…)


Notas:
*En las mitologías abundan gemelos rivales, cuya confrontación indica la escisión polarizada de la psique. El caso más relevante es el de Rómulo y Remo. La fundación de Roma se produce en conjunción a la muerte de Remo a manos de su hermano. El patrono de Roma fue Marte, dios de la guerra.

**No es una mera casualidad que el año que la Capitanía General de Venezuela deja de existir (1824) sea también el año del comienzo del exilio de Goya en Burdeos, ciudad donde muere en 1828.

***El chavismo sólo es una variante extrema, primitiva y mal elaborada del bolivarianismo o culto a Bolívar, que comenzó a gestarse luego de su deceso.

****Si Venezuela surgió como nación independiente el 19 de abril de 1810, entonces pertenece al signo astrológico de Aries, cuyo planeta es Marte, siendo regido por Ares, el dios de la guerra griego (el Marte de los romanos).


*****Este punto ha sido resaltado por algunos historiadores españoles, que señalan que los jefes guerrilleros de la guerra contra Napoleón Bonaparte, agregaron un fuerte acento personalista a la ya caudalosa tradición hispánica al respecto. Esa tradición culminaría en la dictadura de Franco, “Caudillo de España por la Gracia de Dios”.