LA ANSIEDAD DEPORTIVA, UNA BREVE
CARACTERIZACIÓN
Josnil Rojas
Las artes marciales tienen su origen en el
continente asiático e impregnadas por las filosofías Budistas y Taoístas se
empleaban para el combate. El trasladado de éstas del hemisferio oriental al occidental
trajo como consecuencia la descontextualización cultural de las mismas, pasando
a ser consideradas en occidente como “deportes marciales”, ligadas a términos
como “competencia”, “ganador” y “lucha” (Foster, 1986 en Columbus & Rice,
1991); mientras que en el oriente, son un complemento físico para las artes
médicas y el complemento físico activo de las artes meditativas (Reid, 1989), llegándose a considerar que la práctica de
las artes marciales promueven conductas beneficiosas para el desenvolvimiento
cotidiano: auto-control, incremento del darse cuenta de la realidad interna y
externa, incremento de la auto-confianza, de la auto-eficacia y de la
auto-estima (Armas, 1996; Quam, 1989 en Seitz, Olson, Locke & Quam, 1990).
Entre la gama de artes marciales chinas conocidas ha
cobrado gran auge el Tai Chi Chuan, estilo Yang. Este es un boxeo simbólico que
en la antigüedad se empleaba para defender la vida del practicante, de su
familia y su propiedad (Armas, 1996). En la actualidad, su práctica implica el
manejo del pensamiento y del cuerpo, a través de movimientos lentos y fluidos
para que la energía fluya alcanzándose así la armonía cuerpo-mente.
La práctica del Tai Chi ofrece la oportunidad de
callar, de entrar en contacto con nuestro cuerpo, el cual maneja el lenguaje
del silencio lleno de sentimientos, emociones y sensaciones que expresan
nuestra esencia de seres humanos. El contenido afectivo y cognitivo presente en
nuestro interior puede ser a veces armónico y otras veces no, dando origen al
combate interno, y este necesario combate se producirá en el momento en que el
ejecutante tome consciencia de los mensajes que recibe de su cuerpo y pueda
acertadamente traducirlos, logrando así “despertar”.
Pese a todo su bagaje filosófico y de ser
actualmente un camino para incrementar el bienestar físico, mental y espiritual,
el Tai Chi, así como otras artes marciales, ha sido introducido al terreno de
los encuentros deportivos.
Una competencia de Tai Chi puede ser percibida con
mentalidad oriental u occidental. Desde lo oriental se trata de una oportunidad
para enfrentar los propios miedos, por ejemplo a ser evaluado por criterios
externos, es decir, se trata de una ocasión para hacer que el centro sea uno y
no los demás, mientras que desde lo
occidental se violenta la filosofía que sustenta a esta disciplina, se compite
contra el “otro”, la humildad se debilita, y el ejecutante puede llegar a
experimentar ansiedad deportiva.
Todo escenario de competencia, independientemente
del área o aspecto de la vida donde se produzca, genera inquietud. En el caso
de las competencias deportivas se habla de ansiedad deportiva o competitiva, y
ésta ha sido definida como la tendencia a percibir las situaciones competitivas
como amenazantes, debido a la anticipación de una pobre ejecución, y a
responder con sentimiento de aprehensión o tensión (Martens, 1977 en Halvari &
Gjesme, 1995; Felsten & Wilcox, 1992).
La ansiedad deportiva suele ser abordada a la luz
del enfoque multidimensional de la ansiedad, según éste la ansiedad competitiva
es de naturaleza multidimensional y presenta dos componentes, el somático y el
cognitivo.
La ansiedad somática consiste en la manifestación
física de la angustia a través de la tensión muscular, presentando como
antecedentes pensamientos de corta duración y condicionados, es decir, que se
disparan al entrar en el ambiente de competición y debería desaparecer una vez
que la ejecución ha comenzado (Jones, 1995; Hardy, 1992; Whelan, Mahoney &
Meyers, 1991).
La ansiedad cognitiva está tipificada como
preocupaciones, auto verbalizaciones e imágenes negativas, así como
expectativas negativas acerca de la ejecución, todo esto condicionado por el
nivel de autoconfianza, las expectativas de éxito y las percepciones que se tienen
de la habilidad propia y de los oponentes (Lane, Rodger & Karageorghis,
1997; Jones, 1995; Terry, Coakley & Karageorghis, 1995).
Se ha encontrado como principal componente cognitivo
de la ansiedad deportiva el miedo al fracaso y, como principal componente
somático, la respuesta “fight-fligth” o respuesta de “lucha-huida”.
Investigadores han reportado que la ansiedad
somática (asociada a las respuestas fisiológicas) es una respuesta puntual que
se genera cuando el atleta ingresa al lugar de la competencia, mientras que la ansiedad
cognitiva se prolonga en el tiempo, comenzando a manifestarse desde dos semanas
antes del evento deportivo, manteniéndose generalmente estable durante el
desarrollo del mismo, hasta una vez concluido el mismo, por lo que esa
dimensión cognitiva-emocional no debe escapar de un programa de preparación
deportiva. Todo el entrenamiento físico y la preparación técnica llevada a cabo
pueden derrumbarse ante un estado emocional mal canalizado.
La ansiedad deportiva puede ser experimentada antes,
durante y después de un encuentro deportivo (Halvari
& Gjesme, 1995).
-Etapa de pre-competición: en esta etapa
la ansiedad puede agudizarse de 24 a 3 horas antes del evento.
-Etapa de competición: en relación a la
ansiedad durante la competición, y su relación con el nivel y calidad de la
ejecución, los estudios han arrojado hallazgos contradictorios. En algunos
casos se ha encontrado que las personas con un alto nivel de ansiedad tienen un
mayor número de errores que aquellos con bajo nivel de ansiedad, en otros, no
se han apreciado diferencias significativas en la ejecución de personas con
bajos y altos niveles de ansiedad, y finalmente, en la práctica se ha
comprobado el modelo de la “U” invertida de Yerkes y Dodson (1908). Según este
modelo existe un punto óptimo de rendimiento el cual está en función del nivel
de motivación existente en el individuo. Si la motivación es baja o
exagerada las ejecuciones son pobres o inadecuadas, no así si el nivel de
motivación se encuentra en un punto medio.
-Estas inconsistencias en los hallazgos
podrían deberse a fallas metodológicas, pues cada deporte posee sus propias
fuentes de angustia y por lo tanto, los resultados no deben generalizarse a
todas las actividades deportivas. También hay que considerar las
características individuales como edad, sexo, desarrollo cognitivo, rasgos de
personalidad, entre otros. Todos estos elementos apuntan hacia la importancia
de abordar la ansiedad deportiva de forma idiográfica.
-Post-competición: se produce una vez
concluida la participación, cuando el resultado de la ejecución ya es conocido.
El deportista en este momento hace evaluaciones de su actuación acompañadas por
respuestas de satisfacción o de insatisfacción. El éxito o fracaso percibido
genera estados de ansiedad o de emocionalidad. Halvari & Gjesme (1995),
encontraron que los puntajes de ansiedad precompetencia obtenidos por un grupo
de deportistas se elevaron después de la competencia.
Los síntomas cognitivos y somáticos
experimentados por un competidor se presentan dentro de un continuo
debilitativo-facilitativo, influenciado éste por la dirección que la persona dé
a su ansiedad. Dos competidores pueden estar reportando los mismos síntomas
fisiológicos antes de un evento y sin embargo, cada uno darle una
interpretación distinta, uno de manera facilitativa, favoreciendo su ejecución
y el otro de forma debilitativa, entorpeciendo el alcance de su meta (Jones,
1995). Nuevamente, se presenta una evidencia de que la dimensión
cognitiva-emocional es una variable mediadora que al ser controlada adecudamente
puede ayudar al competidor a lograr una óptima ejecución.
Con relación a las fuentes de
ansiedad, los deportistas han reportado diversos orígenes de la misma, entre
ellos se señalan el miedo a fallar, la evaluación social (particularmente la proveniente
del entrenador), la poca preparación y el no tener control sobre el ambiente (Hardy,1992).
Además de estas fuentes existen otras ligadas al tipo de deporte, a la edad y
sexo del ejecutante, a la experiencia previa en competencias y si la participación
es grupal o individual (Lane, Rodger & Karageorghis, 1997). Por ejemplo, un
estudio reveló que la preocupación por la evaluación social del entrenador es
muy común entre deportistas novatos, lo que el entrenador diga y piense produce
preocupación, así como pérdida de habilidad para la ejecución (Hardy, 1992).
Con respecto al sexo, se ha encontrado que en los hombres la ansiedad está
influenciada por la percepción de triunfo o derrota, mientras que en las
mujeres está más influenciada por la importancia de la buena ejecución en
relación a sus ejecuciones previas, es decir que los primeros tienden a
comparar sus ejecuciones con otros mientras que las segundas lo hacen consigo
mismas (Lane, Rodger & Karageorghis, 1997).
Antes y durante una competencia se
generan una serie de cambios somáticos y emocionales mediados por variables
como el foco de atención, destrezas de afrontamiento, complejidad de la tarea,
familiaridad con la tareas y nivel de destreza del atleta (Hardy, 1992; Whelan,
Mahoney & Meyers, 1991). Cada uno de estos aspectos deben ser maximizados
de acuerdo a las características propias del deportista y del deporte que practica.
Dentro de las teorías consideradas
para abordar los periodos de ansiedad se encuentra la Teoría de la Autoeficacia
de Bandura, coincidiendo algunos investigadores deportivos en señalar que la
auto-confianza es un predictor importante de la ejecución. Bandura (1977 en LaGuardia
& Labbé, 1993), expresa que los estados de expectativa sobre la eficacia
personal están basados en las ejecuciones pasadas propias, en experiencias
vicarias y en el grado de excitación emocional experimentado por la persona,
por lo que estos datos deben ser combinados para elaborar una representación
más exacta de las expectativas de eficacia en eventos específicos. Las
expectativas conforman un mecanismo anticipatorio que permite prever
resultados, y en la medida que éstas se cumplan las conductas de la persona se
fortalecen.
Entre las intervenciones o técnicas
empleadas para regular o controlar las reacciones cognitivas y somáticas se
tienen, desde la propuesta de Bandura (1987), el aprendizaje por experiencia
directa y el aprendizaje vicario. A través de la primera, la persona al actuar recibe una respuesta corrrespondiente de su entorno,
pasando a establecer una asociación entre la acción y la reacción, sin llegar a
producirse ésta de manera automática, primero se realiza un procesamiento
cognitivo de la información. Mediante la segunda forma de aprendizaje se
observan las consecuencias de los actos emitidos por otras personas, e igual
que en aprendizaje por experiencia directa, se establece una relación entre las
respuestas y las consecuencias. Además aquí se adquiere aprendizaje afectivo
porque en el observador se producen reacciones emocionales acordes con las
emociones manifestadas por el modelo observado.
Cuando en el entrenamiento de
auto-control se emplea el aprendizaje vicario hay que considerar los atributos
del modelo, éste debe manifestar competencia en sus actos y es recomendable que
se asemeje al observador. También hay que tomar en cuenta las características
del observador, ya que éstas lo hacen más o menos sensible a las influencias
del modelo (Bandura, 1987).
Otras intervenciones que se han
aplicado desde otras posturas teóricas, son el entrenamiento en relajación
progresiva, la distracción cognitiva, el biofeedback o retroalimentación y el
entrenamiento en inoculación del estrés. De acuerdo con el modelo de
multiprocesos, algunos tipos de técnicas para manejar la ansiedad son más
efectivas que otras. Por ejemplo, se sabe que el entrenamiento en relajación
reduce la ansiedad somática y que el control de pensamientos reduce
significativamente la ansiedad cognitiva. También, que para reducir la ansiedad
cognitiva pre-competencia resultan efectivas la distracción de la atención y la
concentración, y que para reducir la ansiedad somática ayuda la visualización o
ensayo mental (Terry, Coakley & Karageorghis, 1995).
En el caso del Tai Chi, resulta
interesante ver que algunas técnicas ideadas para el control de la ansiedad
competitiva forman parte de su práctica.
Por ser una forma de meditación de
movimientos suaves y fluidos lleva implícito el control de la respiración y de
la tensión muscular, siendo la primera
una forma de reducir la ansiedad cognitiva a través de la distracción de
la atención y la segunda, una forma de reducir la ansiedad somática.
Debido a que las figuras que
conforman los esquemas son representaciones de elementos de la naturaleza o de
acciones cotidianas se hace uso de la visualización para reproducirlas. Entre
esas figuras se tienen por ejemplo “acariciar la crin del caballo”, “la
serpiente se arrastra”, “la grulla blanca extiende sus alas”, “abrir la
ventana”, “las manos tocan el laud”, “agarrar la pelota”, entre otras.
Visto así se podría concluir dos
cosas, por un lado, que en el caso de un practicante de Tai Chi con ansiedad
deportiva ya existen técnicas de autocontrol, las cuales solo requerirían ser
potenciadas y ajustadas a las manifestaciones de ansiedad particulares del
ejecutante y, por otro, que la práctica del Tai chi favorecería a deportistas
de otras disciplinas, sería un complemento que aportaría elementos para
gestionar sus angustias antes, durante y después de un evento deportivo.
Referencias bibliográficas
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