CONTENIDO:
Recomendaciones
del Magazine
Blog
de la Semana (Katherine Chacón)
365
Meditaciones Tao (Ming Dao Deng)
Meditación:
El arte de recordar quién eres (Osho)
Cuento
___________________
RECOMENDACIONES
DEL MAGAZINE:
CINE:
- Puccini para principiantes (Elizabeth Reaser, Gretchen Mol y Justin Kirk / Dir.: Maria Maggenti / TV Filme / Sundance)
- El submarino fantasma (Ed Harris y David Duchovny / Dir.: Todd Robinson / TV Filme / ISAT)
- Trascender (Johnny Depp, Morgan Freeman y Rebecca Hall / Dir. Wally Pfister / TV Filme / Paramount)
BLOG DE LA SEMANA (Por Katherine Chacón): http://alluneedisbooks.blogspot.com/
“Un mundo de libros”, para los lectores…
365 MEDITACIONES TAO (Ming Dao Deng)
XXIII
恢
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Renovación
La ciudad sobre una colina,
Tierra intacta más allá.
Un campo en barbecho es
El secreto de la fertilidad.
En la ciudad, vemos millones de vidas representadas en las
ventanas, puertas y muchos pisos de cada edificio. Vemos excitación y las
glorias de la civilización. Pero no importa cuánto puedan disfrutar de la
ciudad quienes siguen el Tao, entienden la necesidad de retirarse a la
naturaleza.
En el campo encuentran la cualidad nutritiva de la libertad.
Pueden ver nuevas posibilidades y pueden deambular sin imposiciones sociales.
En el pasado, los pioneros veían las abiertas praderas y estaban llenos de
sueños sobre dominar la naturaleza con las glorias del hombre. Ahora entendemos
mejor: debemos preservar lo silvestre para nuestra supervivencia misma.
Necesitamos tiempo para tender el barbecho. Si no puedes dejar
la ciudad, al menos encuentra un poco de tiempo cada día para retirarte dentro
de ti mismo. Si puedes caminar en los campos o en las colinas, entonces mucho
mejor. Pero ninguno de nosotros puede mantener la fertilidad de nuestro ser sin
renovarnos.
“En tu
conciencia meditativa, la muerte desaparece exactamente igual que la oscuridad
desaparece cuando se deja entrar luz.
La
meditación permite que entre la luz, y la muerte ha resultado ser la mayor ficción.
Solo
desde el exterior parece que alguien está muriendo.
Desde el
interior nadie ha muerto jamás, y ahí es donde está el origen de tu vida.”
CUENTO
Por
Noemí Plaza
Hubo
una vez en otro tiempo un rey rico y poderoso y una reina; una reina delgada,
pálida y triste. No tenía apetito alguno, ni por los alimentos ni por la vida.
El rey la observaba y no sabía cómo devolver la redondez al cuerpo que la reina
había poseído años atrás.
Un
día, mientras el rey miraba por la ventana de su palacio, vio pasar por el
jardín una mujer que respiraba vitalidad, una mujer bien plantada, de hermosas
carnes, de cuerpo generoso y mirada radiante. El rey reconoció en esa mujer a
la esposa del jardinero y quedó estupefacto. Su propia esposa tenía todo lo que
pudiera soñar, todo lo que una mujer pudiera desear y aun así, estaba flaca
como un clavo herrumbroso. El jardinero, en cambio, no ganaba más de lo
necesario para el sustento diario y tenía una mujer de formas abundantes...
El
rey salió de su palacio al encuentro del jardinero, hablándole de este modo:
-Tu
mujer está resplandeciente y la mía delgada al punto que parece enferma. Dime
cómo, de qué manera, alimentas a tu esposa.
-Yo
-respondió el jardinero- alimento todos los días a mi mujer con la carne de la
lengua.
-¿Eso
es todo?
-Sí
señor, eso es todo.
El
rey entró precipitadamente al palacio en busca de su cocinero, a quién ordenó:
-Me
vas a preparar un banquete a base de lenguas de todo tipo, sazonadas de todas
las maneras posibles. ¡Quiero una gama de sabores que sea digna de los
paladares más exigentes!
Al
día siguiente, las mesas estaban cubiertas con toda suerte de platos con
lenguas de buey, de ternera, lenguas de carnero, de conejo, de alondra, de
gorrión y de garza real. Lenguas tostadas, cocidas, asadas, rellenas, hervidas,
además de salsas confeccionadas con especias del mundo entero.
El
rey fue en busca de la reina y la acompañó, orgulloso de sí, hasta el salón de
banquetes. La invitó a servirse de los manjares, pero la desdichada, a la vista
de todas las lenguas, bañadas en jugos de colores extraños, sintió náuseas y se
retiró inmediatamente a su habitación.
El
rey, despechado, acudió nuevamente a su jardinero y le dijo:
-¡Tú
te llevarás a mi esposa, la reina, a tu casa por seis meses, y la tuya vendrá a
vivir al palacio!
Los
deseos de los reyes son órdenes. Así, a la mañana siguiente, se hizo el
intercambio.
Hay
que dejar correr el tiempo en la vida... en los cuentos, son suficientes dos
palabras. He aquí que los seis meses pasan volando.
La
reina regresó al palacio resplandeciente, con sus formas redondeadas y riéndole
a la vida. En cuanto a la mujer del jardinero, era apenas la sombra de lo que
fue. Estaba delgada y gris, su mirada estaba apagada y tenía un rostro que ya
no sabía sonreír.
El
rey, que no comprendió nada, pidió a las mujeres que le explicasen cómo era
posible tanta transformación.
-Cuando
mi marido regresa en la tarde -dijo la esposa del jardinero- está siempre de
buen humor. Durante la cena, me va contando su jornada: las flores que han
abierto sus pétalos, los arbustos que retoñaron, las frutas que maduraron, la
luna llena en medio de la noche. Cuando termina de cenar, toca música y canta,
cuenta historias y me recita poesía. Las veladas con él tienen la savia del paraíso.
-Así
es -afirmó la reina-. Siempre tiene una bella historia o una palabra dulce que
ofrecer y así embellecer la vida. Da, en fin, lo mejor de sí mismo, ¡la carne
de la lengua!
Nadie
sabe si el rey comprendió verdaderamente. Algunos dicen que desde ese día, las
dos mujeres escogieron vivir con el jardinero. Otros, más optimistas, dicen que
el rey aprendió a contar hermosos relatos… y que su reina vivió muy contenta el
resto de sus días.
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