martes, 17 de octubre de 2017

EDITORIAL (Magazine No. 584)


En nuestras secciones quincenales, presentamos "365 Meditaciones Tao" de Ming Dao Deng, con el texto "Festividad" y en la sección "Cuento": "La leyenda del café" (tradición etíope).

En este número del boletín Nei Dan, traemos, en nuestra sección Videos del Mes: Cómo no todo es Tai Chi: 
Colaboraciones: La golondrina (final de La pandilla salvaje) / La cueva de los sueños olvidados (documental de Werner Herzog) / Sobrevivientes del Holocausto. Los niños de Nicolás Winton (Documental) 
Música: Edgar Varése: Amériques / Ionisation / Poema electrónico.

En las secciones de autor traemos: la sección "Caleidoscopio" (Yilda Conquista), con la quinta parte del  texto "¿Es posible desranchificarnos" (Yilda Conquista y Roberto Chacón).

En la sección "Artículo" les ofrecemos la última parte del escrito "El poder de la quietud. Entrevista a Yu Yong Nian" por Karim Nimri. Este escrito versa sobre el Zhan Zhuang (Qigong de estar parado como un árbol), su historia y sus aplicaciones terapéuticas.

También les traemos hoy, en nuestra sección "Artículos del Archivo Nei Dan" el texto "El Tai Chi Chuan y los deportes de alto impacto" (Roberto Chacón).


ÍNDICE EDITORIALES

NOTICIAS NEI WAI-JIA Y MÁS (Magazine No. 584)

DONDE ENCONTRARNOS
_________________

NOTICIAS NEIWAIJIA VENEZUELA


NEI WAI JIA VENEZUELA

CICLO: TALLERES DE TAIJI-QIGONG EN PDVSA LA ESTANCIA

TALLER: TAIJI-QIGONG PARA NIÑOS EN PDVSA LA ESTANCIA


Facilitadora: Josnil Rojas
Día: Domingo 29-10-17
Hora: 2:00 a 3:00 pm
Lugar: Jardines de PDVSA La Estancia.
Edad: Niños entre 6 y 10 años de edad
Costo: GRATUITO.
Más información:
Programa Chi-qi para niños y jóvenes: https://realidadyjuego.wixsite.com/chiq


 _________________

TAI CHI GRATUITO EN PDVSA LA ESTANCIA

Profesor: Roberto Chacón (Nei Wai Jia Venezuela)

Horario: 2:00 a 3:00 p.m.

Día: Todos los domingos

Lugar: Jardines de PDVSA La Estancia

Costo: GRATIS

Más información

  • 0412 9838183 (Roberto Chacón)
  • robertochikung@yahoo.com 
  • Facebook e Instagram de PDVSA La Estancia
  • @pdvsalaestancia (twitter)


_________________

CÁTEDRA DE EMPUJE DE MANOS (TUI  SHOU)

Profesor:
  • Hernani Jiménez
Horario:
  • Sábados de 11:30 AM a 12.30 PM
Costo
  • Gratuito para alumnos inscritos en la Cátedra de Sun.
  • 2.500 Bs. Alumnos de Nei Waijia Venezuela.
  • 5.000 Bs. Alumnos nuevos.
  • Promoción: no se cobrará inscripción los dos primeros meses de funcionamiento de la Cátedra.
Comienzo:
  • Sábado 07 de octubre 2017
Más información:

_________________


____



LAS PRÁCTICAS DE ESTA ESFERA SE REANUDARÁN EN ENERO DEL 2018


    _________________

    _________________

    OTRAS NOTICIAS
    _________________


    LECTURA DEL I CHING Y CARTAS ASTRALES: HERIBERTO STARS AND CHANGES


    _________________


    VENTA DE ESPADA Y SABLE DE METAL PARA TAI CHI CHUAN. Bs. 150 Dólares (precio de referencia).
    Interesados comunicarse con Flor Guardia: 0416 6051560 / guardiaflor@gmail.com




    _________________

    VENTA DE ESPADA RETRÁCTIL: Bs. 20.000.
    Interesados contactar a Josnil Rojas al 0416-6385938 o al correo electrónico Josnil.rojas@gmail.com



    _________________

    VENTA DE VIDEOS (DVD) INSTRUCCIONALES DE WUSHU (TAI CHI CHUAN, XINGYI QUAN, BAGUA ZHANG, ETC.) TRAIDOS DE LA REPÚBLICA POPULAR CHINA. Más información: inwulinca@yahoo.com (Profesor Orlando Acevedo) / 0212 5716748.


    VENTA DE CHAQUETA DE SEDA CON DRAGÓN DORADO FONDO NEGRO O VERDE TALLAS S-M-L-XL. Bs. 60 mil. Más información: inwulinca@yahoo.com (Profesor Orlando Acevedo) / 0212 5716748.




    VENTA DE CHAQUETAS DE SEDA UNICOLOR, COLORES BEIGE, NEGRO, AMARILLO Y AZUL. TALLAS S-M-L-XL. Bs. 50 mil. Más información: inwulinca@yahoo.com (Profesor Orlando Acevedo) / 0212 5716748.



    VENTA DE CHAQUETA CHINA QIN, ELEGANTE Y DELICADA, FORRADA, SEDA, COLOR VERDE, VIVOS CUELLO, MANGAS, PECHO Y RUEDO. TALLA M. Bs. 50 mil. Más información: inwulinca@yahoo.com (Profesor Orlando Acevedo) / 0212 5716748.






    VENTA DE CHAQUETA TIBETANA MOTIVO MULTICOLOR. CONFECCIONADA EN LINO, FORRADA EN SEDA. TALLA M. Bs. 50 mil. Más información: inwulinca@yahoo.com (Profesor Orlando Acevedo) / 0212 57167.






    VENTA DE CHAQUETA HAN, LINO, COLOR BEIGE, MOTIVOS TRADICIONALES, TALLA M. Bs 50 mil. Bs. Más información: inwulinca@yahoo.com (Profesor Orlando Acevedo) / 0212 57167.



    VENTA DE SABLE DE MADERA PULIDA MARRÓN- Bs. 75 mil. Más información: inwulinca@yahoo.com (Profesor Orlando Acevedo) / 0212 57167.




    VENTA DE JUEGO DE ESPADA/SABLE DE MADERA COLOR CAOBA, OSCURA. Bs. 65 mil. PRECIOS POR SEPARADO Bs. 75 mil. Más información: inwulinca@yahoo.com (Profesor Orlando Acevedo) / 0212 57167.






    VENTA DE ZAPATOS FEIYUE WUSHU-KUNG FU. TALLA 40. Precio: 21.000 Bs. Más información: inwulinca@yahoo.com (Profesor Orlando Acevedo) / 0212 57167.


    _________________


    ARTÍCULO (Magazine No. 584)

    EL PODER DE LA QUIETUD (y Fin)

    Entrevista a Yu Yong Nian por Karim Nimri
    ¿Y cómo un estilo tan marcadamente marcial llega a convertirse en una ciencia de cultivo de la salud, de yangsheng?
    Por una parte, después de la Liberación se prohibió la práctica de las artes marciales. Y aunque había mucha gente interesada en el aspecto marcial, como Yao Zong Xun o Wang Xuan Jie, a otros nos interesaba el zhan zhuang no sólo como terapia, sino también como medio de preservación de la salud, de yangsheng. Yo era médico, no podía ir buscando pelea por ahí (ríe), y cada vez me interesaba más investigar y profundizar en el aspecto de la prevención y el tratamiento de enfermedades.



    Entonces este grupo de investigación de los aspectos curativos del zhan zhuang creado por Wang Xiang Zhai en el 47, ¿cómo investigaba? ¿Leyendo libros...?
    En aquel entonces no había libros, no había material... Había textos antiguos budistas y taoístas, pero no había nuevas publicaciones más precisas. Las referencias a la práctica en los libros antiguos es muy vaga. Y las publicaciones recientes eran libritos que enseñaban posturas y nada más, nada concreto.

    Pero en 1981 se publica Jian Shen lian fa, su primer libro sobre zhan zhuang como técnica de cultivo de la salud. La primera edición vendió 120.000 ejemplares, y la segunda más de 275.000.
    Sí, en general era una explicación teórica del zhan zhuang. También incluía algunos casos médicos, pero poca cosa. En publicaciones posteriores es cuando se incluyen historias médicas.

    Tengo entendido que la aplicación del zhan zhuang en clínicas empezó en los años 50. Por lo visto Wang Xiang Zhai fue invitado a hospitales y clínicas de toda China a enseñar zhan zhuang como terapia. ¿En qué momento se comienza a tratar a enfermos con esta técnica? ¿Cómo fue el proceso?
    Después de la Liberación, en el año 47, coincidiendo con la época de Tai Miao, mucha gente venía al parque para curarse de sus problemas de salud. Básicamente hacíamos zhan zhuang, y después los que estaban enfermos o más débiles se iban y nos quedamos los demás y practicábamos tui shou, empuje de manos.

    Entiendo que este cambio se dio por la prohibición del gobierno de practicar artes marciales, y que entonces Wang Xiang Zhai enfocó la practica más hacia el tratamiento de enfermos...
    Sí, así es, y con mucho éxito además. Como decía, mucha gente venía por esa razón, con problemas como artritis, o con la típica afección del hombro que no te permite levantar el brazo, gente que venía en silla de ruedas empujados por familiares… esta gente después de medio mes o un mes ya recuperaban movilidad en el miembro o empezaban a caminar por su cuenta. En ese momento empecé a comprender que casos que veía a diario en el hospital y que no se resolvían, en el parque empezaban a mejorar enseguida.

    Entonces en la sección de Fisioterapia del hospital creamos un nuevo departamento nuevo llamado “ejercicios de recuperación” (Ti liao ke).


    Al principio no había muchos pacientes, pero pronto empezó a llenarse. En la quinta planta de aquel hospital de medicina occidental teníamos una sala enorme donde practicábamos zhan zhuang por las mañanas. A pesar de que había mucho escepticismo funcionaba mucho el boca a boca, y en poco tiempo teníamos muchísima gente.


    ¿Y qué paso con la práctica marcial, simplemente desapareció, o se mantuvo de alguna manera?
    En Tai Miao la mayoría entrenaba zhan zhuang para la salud, pero también había un grupo que entrenaba en casa de Yao Zong Xun, en Xi Dan. Allí todos los alumnos eran jóvenes que aprendían lucha, pero de manera casi clandestina, porque no estaba permitido.

    Esto no significa que hubiera un cambio en la mentalidad de Wang Xiang Zhai, fue algo que se dio por las circunstancias políticas. Pero el caso es que poco a poco los que practicaban yangsheng cada vez eran más y los que entrenaban lucha menos, y así la práctica fue evolucionando hacia la curación y prevención de enfermedades. De cualquier manera los resultados terapéuticos eran muy buenos.

    ¿Qué tipo de enfermedades se trataban?
    Todo eran enfermedades crónicas. Hipertensión, artritis, enfermedades coronarias, digestivas, insomnio... Con el insomnio daba unos resultados estupendos.

    ¿Cual fue la reacción del entorno médico?
    No hubo una respuesta concreta... En un principio simplemente creamos aquella sala de rehabilitación con ejercicios en el Hospital del Ferrocarril de Pekín. Otros hospitales no tenían estas cosas, pero después poco a poco se fueron incorporando actividades parecidas a otros hospitales, sólo que solían llamarlo genéricamente Qigong.

    ¿En qué se diferenciaban la terapia Qigong y la terapia zhan zhuang?
    Al principio eran muy similares. Todos practicábamos posturas estáticas de pie, sentados o tumbados. Después apareció el sanatorio de Beidahe y empezó a llamársele Qigong en los parques, y en los hospitales de medicina china lo llamaron Qigong, no zhan zhuang. En 1967 invitaron a Wang Xiang Zhai a ir al Instituto de Investigación de Medicina China y se creó el departamento de investigación de Qigong. Se le llamaba Qigong pero se practicaba zhan zhuang igual que en el Hospital de Guananmen y el de Baoding.

    ¿Entonces al comienzo la practica era la misma pero con diferentes nombres? Porque luego siguieron trayectorias diferentes...
    Sí, eso es. En los años 60, se celebró un simposio en Xiao Tang Shan de todos los sanatorios y departamentos de rehabilitación del país, y fui a hablar del zhan zhuang. Después estuve en Shanghai y allí también presentamos el zhan zhuang, y fue a partir de entonces cuando se aceptó en todas estas instituciones como terapia, pero lo llamaron Qigong porque el nombre ya tenía una fama, y sin embargo el zhan zhuang no.

    Luego llegó el boom del Qigong y aparecieron muchísimos sistemas, unos buenos y otros auténticos timos. Como esos que hacen fagong, que emiten Qi con las manos y cambian la composición del agua, o que te dicen que mandan Qi desde Pekín a un paciente que está en Hong Kong y lo curan... (ríe) Todo eso es falso, es un engaño... Eso empezó a pasar hará unos cuarenta años.


    Y de repente paso algo muy gracioso, porque si decías que eso era falso nadie te creía, todo el mundo estaba muy excitado con estas cosas. Entonces llegó Li Hong Zhi y creó el Falun Gong. Él también enseñaba sobre la base del zhan zhuang, pero le incorporó cosas como la “rueda Falun”, las órbitas, etc. Prometían cosas espectaculares al final todo resultó ser falso y muy peligroso.

    Los primeros pasos de la terapia Qigong son muy positivos y muy útiles desde el punto de vista terapéutico. El problema son con los grados superiores, como “abrir la puerta del cielo”, la micro- órbita, la macro-órbita... Estas cosas pueden dar muchos problemas. Al practicar Qigong te centras en la línea central, en el Vaso Concepción, mientras que cuando practicas zhan zhuang lo fundamental son las cuatro extremidades. Es mejor no concentrarse en el centro y no controlar la respiración. La respiración natural es lo mejor para que el cerebro se relaje. Las extremidades son lo más importante, es donde centramos nuestro trabajo, ya que a través de ellas conectamos con nuestros centros (órganos) internos y desarrollamos su capacidad, su potencialidad. Las extremidades inferiores son mas importantes. La tecnología ha hecho que el hombre desarrolle mucho más la capacidad de movimientos de los miembros superiores, sin embargo en las piernas hay mucho mas potencial.

    ¿Conocía el tipo de terapia Qigong original? ¿Cómo era?
    El Qigong en la antigüedad eran  métodos de yangsheng, de cultivo de la salud, utilizado por intelectuales y gente de nivel cultural alto. A mi manera de ver toda esta cultura del yangsheng procede fundamentalmente del Dao De Jing de Lao Zi. Una parte muy importante del Dao De Jing trata sobre el tema del cultivo de la vida o de la salud. Entender esto es muy importante.


    ¿Y la aportación budista?
    En el budismo lo principal es la postura sedente. La tradición cultural china aporta esta joya que es la meditación de pie, con una vocación a veces marcial, pero siempre centrada en el desarrollo de la energía global integrada en el medio.

    Pero el sistema de entrenamiento que según la tradición introdujo Bodhidharma en Shaolin incluía posturas de pie...
    Sí, eso es cierto, pero las primeras alusiones a la meditación de pie existen en la cultura china desde mil años antes, en el Clásico del Emperador Amarillo y, sobre todo, en el Dao De Jing.

    Posteriormente la práctica única del zhan zhuang, que quizá era demasiado dura y demasiado elemental evolucionó hacia la práctica en movimiento, y de ahí salieron lo que después se han llamado artes marciales internas. Estos estilos trabajan sobre el movimiento, y el Qigong sobre la quietud.

    ¿Cuál es la realidad del zhan zhuang como terapia  hoy en día?
    Actualmente como terapia se utiliza en muy pocos sitios. Dentro de la esfera médica se siguen utilizando mucho la acupuntura y el tuina, pero las prácticas estáticas están en declive.

    ¿Podemos hablar de retroceso?
    Por lo menos no está en la posición a la que llegó hace unos años. En los hospitales se puede decir que casi ha desaparecido. Ahora la práctica es más a nivel personal, en casa, en algunas escuelas, o con maestros en los parques. Desde luego no goza del reconocimiento de hace unos años.


    ¿A qué posición cree usted que debería aspirar el zhan zhuang?
    Se debería divulgar y fomentar su práctica mucho más, porque muchas enfermedades crónicas no se curan con medicamentos, pero con el zhan zhuang uno puede reequilibrarse eficazmente sin tener que recurrir a tratamientos a menudo muy agresivos.

    La evolución del zhan zhuang se está dando a un nivel privado, no a nivel público, no a nivel estatal. En la esfera privada está creciendo muchísimo el interés, sobre todo en el extranjero. Porque en China todo lo que ha ocurrido con Falun Gong tienen mucho peso, todavía está demasiado reciente. La situación del Da Cheng Quan se ha visto afectada por todo esto. Pero no debemos perder de vista que el zhan zhuang más que como terapia o sistema de lucha, es la mejor manera de prevenir la enfermedad, y este es el valor por el que hay que apostar, es un extraordinario método de conservación y fortalecimiento de la salud. 


    Karim Nimri es doctor en Acupuntura. Vive en China desde 2005. Ha estudiado medicina tradicional, y fue discípulo del fallecido maestro de Yiquan Ai Xin Jue Luo Ji Quan y actualmente del Dr. Yu Yong Nian, con quien estudia Zhan Zhuang Gong. Gestiona en la actualidad el proyecto NexusChina.
    Revista Tai Chi Chuan No.20. Invierno 2009



    ARTÍCULOS (ÍNDICE)

    CALEIDOSCOPIO Yilda Conquista (Magazine No,. 584)

    ¿ES POSIBLE DESRANCHIFICARNOS? (V)

    “Desde el lienzo de Arturo Michelena,
    que todos contemplamos siendo niños, Francisco de Miranda
    nos mira inquisitivamente dentro de su prisión de La Carraca:
    sus ojos nos juzgan, nos interpelan, nos demandan y nosotros,
    en nuestras pobres vidas de hombres y mujeres del siglo XXI,
    nunca estamos a la altura de aquel juicio,
    aquella interpelación y aquella demanda.”
    Armando Rojas Guardia
    Discurso de Incorporación a la Academia Venezolana de la Lengua

    “Todos los caminos desembocan en negra podredumbre”.
    Georg Trakl
    Grodeck

    En esta serie de escritos hemos tratado de dilucidar algo medular sobre el arte venezolano, y, por ende, sobre el alma profunda de nuestro gentilicio. Puede que nuestro arte sólo sea una nota al pie de página del gran libro del arte mundial, un párrafo en el tomo dedicado al arte occidental, y un capítulo breve en la sección correspondiente al arte hispanoamericano. Pero para nosotros, esa empresa artística “nacional” –si es que esta última palabra tiene todavía sentido- sigue representando una interrogante esencial sobre nuestra condición y nuestro porvenir.

    Si poéticamente habita el hombre, según el verso de Hölderlin, ¿habitamos nosotros estas tierras equinocciales que llamamos (nuestro) país? Lo cual significa preguntar aún más incisivamente: ¿Existe realmente un núcleo poiético “venezolano” –una “masa crítica” artística- que configure un horizonte de sentido lo suficientemente amplio y profundo para que podamos decir que constituimos realmente un pueblo histórico? [1]

    Friedrich Hörderlin

    El hecho de que buena parte de nuestro estamento cultural se haya dedicado durante largo tiempo a la instauración de una mitología ciclópea (por lo titánico y lo unidimensional) basada en las guerras independentistas, con el fin de justificar –que nos es igual que dar sentido- nuestra existencia como nación y como pueblo, dice mucho sobre la endeblez y precariedad de esa poiesis primigenia entre nosotros.

    Una vez que esa mitología historicista se entronizó como religión oficial, comenzó la segunda fase, la fase “teocrática” para la “solución final” del problema planteado. Aparecieron entonces los sumos sacerdotes, los magos y los profetas de la religión de Estado. Así, el horizonte de sentido para que un pueblo histórico habite la tierra y se reconozca portavoz de un destino fue sustituido por delirios identitarios y fantasías milenaristas. Los enigmas -las obras de arte- entorno a los cuales deberíamos reunirnos a dialogar y memorar –a hacer comunidad- yacen sepultados y olvidados por violentas consignas y emblemas sanguinarios (por patrioteros), ídolos vacuos para el adoctrinamiento y la movilización de las masas, cuyo objetivo último –tipo “destino manifiesto”- ha sido revelado únicamente a un caudillo militar con ínfulas mesiánicas, hoy vergonzosamente deificado.

    Si nuestro devenir cultural puede describirse análogo a una odisea (una odisea todavía por escribirse y con un final incierto), entonces toca decir que hoy nos encontramos en el capítulo histórico que corresponde al encuentro de Ulises con Circe, la hechicera que convierte a los hombres en cerdos. Sólo un hechizo, a la vez ideológico y atávico, tipo “flautista de Hamelin”, ha hecho posible que en nombre de la democracia marchen las masas enceguecidas hacia la teocracia, como escribiera Camus en El destierro de Helena; lo cual constituye el camino inverso, retrógrada y contrario, al que siguieron los antiguos helenos cuando surgió entre ellos la polis democrática, hace más de dos mil quinientos años.

    ¿Somos o hemos sido algo más que una horda bárbara dando vueltas en torno a una torre petrolera, según la imagen de Armando Rojas Guardia? En La peste de Camus, aparece un personaje, Joseph Grand, un modesto empleado municipal que nunca encuentra las palabras adecuadas para expresarse. Luego nos enteramos que Grand también es escritor. No cesa de escribir y re escribir el comienzo de su novela, buscando darle la forma exacta a la frase inicial

    “En una hermosa mañana del mes de mayo, una elegante amazona recorría en una soberbia jaca alazana, las avenidas floridas del Bosque de Bolonia”.

    Por su obsesión con la palabra precisa Grand parece una parodia de Flaubert y su mot juste. Pero este personaje esconde una peculiar heroicidad, [2] esa que compete especialmente al artista y al pensador, como la de Karl Kraus aplicándose meticulosamente a la corrección de textos porque sentía como causa primera del bombardeo que por aquel entonces sufría Shanghai, el descuido generalizado en la puntuación y en la redacción de textos publicados; o la del compositor Oliver Messian, quien escribió su famoso Cuarteto para el fin de los tiempos estando como prisionero en un campo de concentración nazi. Se trata entonces de ese asumir plena y trágicamente el destino del artista, esa consciencia de la responsabilidad del creador que hizo escribir a Elías Canetti en 1939 “Si de verdad fuera escritor debería poder impedir la guerra”. Ese compromiso vital con la poiesis es lo que hace pensar al Dr. Rieux, protagonista de La peste, sobre Grand:

    “El doctor [...] comprendió de pronto lo que Grand había querido decir: debía de estar escribiendo un libro o algo parecido. Ya en el laboratorio todo esto tranquilizaba a Rieux. Sabía que esta impresión era estúpida, pero no alcanzaba a comprender que la peste pudiera instalarse verdaderamente en una ciudad donde podía haber funcionarios modestos que cultivaban manías honorables. Más exactamente, no podía imaginar el lugar que ocuparían esas manías en medio de la peste y por lo tanto le parecía que, prácticamente, la peste no tenía porvenir entre nuestros conciudadanos.”

    Son suficientes los hombres que conocemos que cultivan hoy día esas “manías” artísticas y literarias en medio de la peste que nos azota en la Venezuela de inicios del siglo XXI, y por eso podemos declarar con convicción que esa peste no tiene verdadero porvenir entre nosotros. Quizá por eso, desde las persecuciones y asesinatos de artistas y la destrucción de sus obras por los totalitarismos clásicos (léase nazismo, fascismo, estalinismo y maoísmo) hasta las órdenes de Boves y Zamora de asesinar a quienes supieran leer y escribir o tocar el piano, la “peste” del alma –de cualquier signo o ideología- ha intentado destruir al arte y sus cultores, así como a la inteligencia comprometida con la verdad.

    Karl Kraus

    Si nuestro arte y el pensar que le es concomitante ha alcanzado cierto grado de maduración, es porque en su núcleo activo hay –todavía- un germen fecundador de pathos trágico, de coraje para contemplar el lado sombrío y letal de nuestra alma colectiva, ese inframundo inherente a todo destino colectivo; y, también, dedicación integra al oficio –a la alquimia artística- para poder re-velar nuestros horrores y pesadillas más secretos al común de los conciudadanos y al resto de la humanidad, como si de relucientes tesoros del alma se tratase.

    Todo arte, en tanto tiene que mostrar algo de la contradicción, el horror y la muerte inherentes a la vida humana, siempre tendrá alguna vena trágica, por más optimista y reconciliatorio que pretenda ser. Pero el arte verdaderamente trágico nos re-vela que no hay reconciliación posible, que nuestra condición mortal está signada por el fracaso, la contradicción, el desamparo, la pérdida, el dolor y la finitud. La conciencia de fracaso es inherente al pathos trágico. Armando Rojas Guardia, nuestro gran poeta, en su Discurso de Incorporación a la Academia Venezolana de la Lengua, señala lo siguiente:

    “La única manera de revertir la negatividad de nuestro sentimiento de fracaso es encararlo, no reprimiéndolo, ni disfrazándolo, ni edulcorándolo con nuevas posturas épicas que nos alejan de nuestra realidad histórica truncada. Con la psicología de las masas colectivas ocurre algo análogo a lo que pasa con la psicología individual: López Pedraza afirma que son tres los factores psíquicos que impiden que el individuo se deslinde de la óptica triunfalista y llegue a situarse en una madura y profunda ‘consciencia del fracaso’, más allá de la tesitura psíquica dentro de la cual la indiscriminada y avasalladora aspiración al éxito mantiene al sujeto en la imposibilidad de acceder a niveles cada vez más altos de consciencia y libertad. Esos factores son: la huella psicológica del ‘eterno adolescente’, con sus aspiraciones encandiladas por el brillo heroico; la superficialidad de la histeria, cuya sofocación intrapsíquica hace permanecer a la persona en un frenesí cotidiano donde no puede auscultarse de verdad a sí misma; y el comportamiento psicopático, cuyo vacío existencial sólo puede ser llenado por la imitación compulsiva de modelos gregarios. Efectivamente, también a nivel colectivo se producen esos tres factores y, de ese modo, un sujeto social, como el venezolano, no puede mirar de frente su propio fracaso y convertirlo en kairós, es decir, en oportunidad creadora. Oportunidad para repensarse a sí mismo, para escoger de manera inédita sus prioridades, para elegir, por ejemplo, una modernidad o una posmodernidad que de verdad le incumba (porque hay una modernidad triunfalista, esclava de la religión del éxito, incapaz también de una fértil ‘consciencia de fracaso’: la palabra loser encierra toda una mitología abyecta que predomina, en muchos aspectos y con otros revestimientos culturales, en la igualmente adolescente, histérica y psicopática contemporaneidad norteamericana).”

    En esas palabras podemos apreciar cuánto daño hacen a nuestra alma colectiva todas las mamparas ideológicas y los discursos heroicos que irresponsablemente se disfrazan de animados idearios optimistas para proyectar lejos de nosotros el sentimiento de fracaso histórico que reconocemos latente en nuestra psique común. Todos los desarrollismos [3] que hemos padecido comienzan por mentirnos al plantearnos una fácil, segura y eficaz “solución final” para resolver el problema de nuestra marginalidad constitutiva, y, peor aún, al enseñarnos a buscar en la lejanía o en individuos o grupos condenados a la exclusión política o social, y no en nosotros mismos como colectivo, las causas de nuestros males recurrentes.

    Armando Rojas Guardia

    Luis Pérez Oramas ha dicho que Francisco de Miranda es el origen de la melancolía patria (La república baldía). Y su afamado retrato sería también “el ícono de nuestras impulsiones eurocéntricas” (Ibidem). El ser cosmopolita de Miranda es la causa de su pérdida, de su caída, que es lo que objetivamente describe el cuadro, dice Pérez Oramas. Esta obra también funge como un autorretrato del propio Michelena, pintor a quien por su valor artístico, se le concedieron honores y glorias en el extranjero, pero que terminó incomprendido por sus conciudadanos, atrapado en medio de los estrechos horizontes de la sociedad caraqueña de entonces. De modo que es factible conjeturar que Michelena, también un “afrancesado”, [4] “se identificase con la efigie hundida del prócer que surgía de sus propios pinceles y pigmentos.” (Ibidem).

    Arturo Michelena

    Sorprendentemente, Miranda en La Carraca también es el retrato de Eduardo Blanco, autor de la pretendida Ilíada de nuestra mitología independentista: Venezuela heroica. Pues fue él quien sirvió de modelo para el Miranda de Michelena. Esto hace pensar que en el origen mismo de nuestra titánica mitología, la melancolía ha jugado un papel esencial. Cronos, el Saturno de los romanos, es el dios principal de la primera generación de titanes, y la melancolía suele ser llamada el “mal de Saturno”.


    Venezuela heroica suele ser ensalzada como el equivalente vernáculo de la Ilíada griega; sí, quizá..., pero una Ilíada sin Helena (la belleza por la cual ofrendar la vida), sin Héctor (un contrincante a quien admirar por su humanidad y valor) y, sobre todo, sin una reflexión profunda sobre el pecado de hybris (desmesura), en el que terminan cayendo hasta los héroes más encumbrados. Por eso Pérez Oramas escribe:

    “[…] Venezuela heroica en la que se consagra la mitología bolivariana de nuestra independencia, la versión personalista de nuestra emancipación centrada en la figura monumental y excluyente de Bolívar, cuya cima de gloria reposa precisamente sobre la cavidad sombría del gran precursor afrancesado.” (Luis Pérez Oramas. Ob. Cit.)

    En nuestra titanomaquia emancipadora, Miranda en La Carraca funge también como la imagen acusadora que nos recuerda nuestra particular caída, la edad de hierro o tiempo de enanos que sobrevino después de la Era de los héroes y semidioses de la independencia, según el texto de Armando Rojas Guardia que colocamos como epígrafe. Esta imagen que hiere continuamente nuestra autoestima nacional, a la vez explica la decadencia anímica –la melancolía- que necesariamente tiñe y arruina las almas de un pueblo expulsado del paraíso de las gestas y glorias heroicas.

    Debido a que, como en una modalidad del pecado original, hagamos mucho o dejemos de hacer, siempre quedamos ante nosotros mismos como unos herederos sin merecimientos, esa misma herencia que estamos obligados a agradecer sempiternamente, nos guste o no, se trueca entonces en una especie de secular maldición.

    Miranda nos contempla severo desde las alturas de su cuadro-prisión y nos dice admonitoriamente: “¡Bochinche, bochinche! Esta gente no es capaz sino de bochinche”. Así que nuestra Edad de Hierro vernácula es el tiempo del bochinche sin fin. [5] Tomemos en cuenta que Miranda dijo esta frase al ser capturado por oficiales patriotas comandados por Bolívar, acusado de traición, para luego ser entregado a los españoles. De modo que esas palabras revelan un núcleo de “bochinchismo” que anidaba ya en el ojo del “huracán revolucionario” independentista, y por el cual podemos entender el advenimiento de una posguerra donde los héroes libertadores se trocaron en autócratas, señores de la guerra latifundistas y devastadores tenaces de las pocas y endebles instituciones que quedaron de la colonia o que nacieron luego de la emancipación.

    Pero, más allá de las instituciones como tales, el campo mismo donde es posible la democracia moderna, el espacio público, en aquello embrionario que parecía gestarse en la alborada de nuestra nacionalidad, fue desde el inicio de nuestra vida “republicana”, -como la Cartago conquistada por los romanos- arrasado hasta sus cimientos. Recordemos que además los romanos araron durante semanas la quemada tierra resultante, para luego sembrar sal en ésta de modo que no volviese a crecer nada en aquel yermo. De ahí nuestra paradójica república, históricamente carente de verdadera res (cosa) pública, y, tal vez, hasta cierto punto estéril para su advenimiento y maduración.

    El “bochinchismo” es el síntoma predominante de una sociedad dominada no por los valores heroicos precisamente, sino por su sombra: la admiración por las habilidades y astucias del pícaro y el pillo. Una sociedad precaria, entonces, pues las personas que la constituyen han sido descritas como “anarquistas individualistas” (¡todo lo contrario de “socialistas”!), mostrando además, graves rasgos paranoides. [6] Como ya hemos afirmado antes, debajo de toda esta sintomatología florece el mal de la bilis negra, la melancolía.

    Visto así, el “bochinchismo” –cuya “fase superior” es el bochinche revolucionario- configura nuestro particular y vernáculo modo de ser inauténticos, de no afrontar la nuez de nuestros pecados y maldiciones. Los “huracanes revolucionarios” pretenden ingenuamente barrer de un sólo golpe todos nuestros males, acumulados por centurias, pero en esa vuelta a cero –al ojo ciclópeo del huracán- lo que hacemos es una y otra vez cumplir nuestras compulsiones más oscuras, teñidas de los resentimientos más atávicos, arrasando con ello todos los brotes y retoños de espacio público e institucionalidad que se nos exige como nación moderna. De ahí que “revolución” sea entre nosotros un eufemismo hiperbólico para decir “involución”; constituyendo ese círculo vicioso entre modernización desarrollista y regresión, jamás resuelto satisfactoriamente, parte esencial de nuestro subdesarrollo.

    En nuestra nación, donde lo moderno cosmopolita aparece en pugna paradigmática con lo vernáculo arcaizante, Miranda en La Carraca representaría la melancolía del héroe cosmopolita “vencido por la realidad vernácula, acre, infernal, telúrica”, y donde su “vuelta a la patria” representaría en sí misma una imposibilidad: la regresión tras haber vivido fuera (Pérez Oramas Ob. Cit.).

    “[Miranda] es quien encarna la única vía de éxito aceptada sin resquemor por las élites nacionales –haber sido ungido fuera-, pero que con ello se condena a su propia exclusión. Es el diferente en un país igualitario. Es el otro en la república de los iguales; en la patria de los «mismos» es el «paria» extranjero.” (Pérez Oramas Ob. Cit.).

    El venezolano cosmopolita es un exiliado, ante todo en su interior, lo que antecede y condiciona cualquier posible expatriación. Excluido en su propio país, condenado al ostracismo, a no ser reconocido y escuchado por su prójimo, está, por ende, predestinado al destierro, cuyo signo más evidente son las recurrentes “vueltas a la patria” acaecidas durante nuestra historia independiente. Tomemos en cuenta que antes del encierro de Miranda en La Carraca, el Generalísimo estuvo toda su vida en diáspora, donde fue aclamado y reconocido desde Washington a Moscú, para finalmente caer abatido en su esperado retorno al país, en lo que debía ser el término triunfal y dichoso de su odisea, su “vuelta a Ítaca”, al hogar.

    Luis Pérez Oramas

    Que haya acontecido todo lo contrario con Miranda, nuestro primordial héroe cosmopolita, configura un arquetipo de nuestra alma escindida, que se cristalizará repetidamente, con sus variantes, en nuestro devenir histórico. Pero en esto radica también la tentación demoniaca del modernizador excluido, el cual queriendo ser aceptado y recibido por sus pares, puede terminar entregándose vilmente a las fuerzas irracionales como dijera Mariano Picón-Salas, sirviendo y justificando, la más de las veces como “propagandista del odio”, desde intentonas de neo-colonización hasta el “cesarismo democrático” o el socialismo con rostro bestial. Como en el síndrome del converso, termina siendo a veces más bárbaro que los centauros y titanes autóctonos, constituyéndose en una amenaza engañosamente distinta y no menos letal, dada la mala consciencia del renegado.

    Si seguimos la argumentación del ensayo de Oscar González Matar al centauro, el “complejo de Lorenzo Barquero” es la forma simbiótica que alcanza formar, en el alma del venezolano, al centauro cosmopolita. [7] Es un centauro pretendidamente civilizador, como el mitológico Quirón, preceptor de héroes como Hércules y Teseo, entre otros. Pero a diferencia de Quirón, el centauro sabio –en el complejo Barquero- no educa a nadie, y lo que realmente alcanza a ser es a servir de alcahuete de pillos y de pícaros. El complejo de Lorenzo Barquero es el del sabihondo latinoamericano –que presume de saber mucho y/o de saber más de lo que sabe. En este “complejo” se rechaza de plano la ignorancia, aliento vivificador de toda busca de la verdad y límite para toda inflación e infatuación del conocimiento.

    Este rechazo constituye también la negación radical de nuestros estancamientos, involuciones y arcaísmos psíquicos, de modo que agencia no sólo la perpetuidad de los centauros en nuestro psiquismo, sino su crecimiento desmedido en nuestra sombra (todo aquello que nuestro Yo rechaza como propio, el aspecto inconsciente de nuestra personalidad), y su cada vez más acentuada tendencia a expresarse como posesión, individual y colectiva.

    Quirón

    Buena parte de nuestra inteligentzia, metafóricamente hablando, ha tratado de buscar vías teoréticas para la transformación del “complejo Barquero” en un auténtico Quirón preceptor de héroes, así como en la antigüedad se buscaban medios para educar al gobernante filósofo, o, en el período barroco, al rey ilustrado. González, en su ensayo, propone que el centauro que hay que matar, según la frase de Lorenzo Barquero en Doña Bárbara, es a ese Quirón estéril y pomposo que todos llevamos dentro, y que nos condena a la tiranía caótica de los centauros. Quizá, lo que habría es que transmutar –alquímicamente hablando- a ese Quirón no en un preceptor de héroes (es decir, en un alimentador de nuestras mitologías titánicas, lo que es igual a condenarlo a seguir siendo alcahuete de pillos y de pícaros), sino en “el curador herido”. En una de las narraciones de la mitología griega, Quirón, por equivocación, fue herido por Hércules (cuando este batallaba con los centauros) con una flecha envenenada con la sangre de la Hidra. El veneno de la Hidra era incurable pero Quirón tenía el preciado don de la inmortalidad, así que no podía ni morir ni sanar. Entonces se dedicó a buscar remedios para su doloroso mal. Así se transformó en un importante terapeuta, que fracasando en buscar remedios para su padecimiento, encontraba formas de sanar los males de los demás. Finalmente, Prometeo intercambia su mortalidad por la inmortalidad de Quirón, y la muerte puso fin a la dolorosa existencia del “centauro sabio”. Este mito nos recuerda la función terapéutica, en grado elevado, como sanadora de almas, del arte y la cultura que entreteje sus diálogos formadores en torno a los acontecimientos poiéticos, los verdaderamente memorables; y también nos ofrenda una posibilidad de toma de consciencia a través del fracaso y de su puesta en obra alquímica.

    El principal mal que corroe las almas es la inautenticidad. A la inautenticidad vernácula, que se regodea en complejos atávicos y salidas folklóricas, le corresponde una inautenticidad cosmopolita, modernizante. El optimismo superficial que exhiben todos los desarrollismos esconde la inextricable relación que existe entre melancolía y modernidad. Paradoja esta que establece en rápido bosquejo el sino trágico de nuestro tiempo, puesto que paralelamente a la fe renovada en el hombre y el optimismo de los procesos de liberación humana y crecimiento y difusión de conocimientos puestos en marcha con los “nuevos” tiempos, el Anima Mundi se sumerge en un largo eclipse, propagándose por doquier una tristeza difusa pero profunda que hace perder a los hombres el gusto por vivir.

    Se habla de que el mundo moderno nace junto con una verdadera epidemia de melancolía, de ahí que la mayoría de los textos clásicos sobre el tema sean escritos entre los siglos XVI y XVIII. Como muestra de esa co-pertenencia entre modernidad y melancolía, citemos el libro La melancolía en tiempos de modernidad, de David Lara Catalán, quien titula su segundo capítulo: “La modernidad y su rasgo más significativo: la melancolía”.

    La España de los siglos XVI al XVII, la del Siglo de Oro, es también la España apestada profundamente de melancolía, sobre todo a través de la larga decadencia que sufrió la nación, junto a su imperio colonial, a todo lo largo del período barroco. Una melancolía doble, reduplicada: por un lado, sufriendo aquella que cundió por el mundo occidental después del Renacimiento, debida –a groso modo- a la pérdida del mundo teocéntrico medieval. Por otro, la melancolía proveniente del fracaso estruendoso de la fanática postura anti moderna que convirtió a España en el centro de la contrarreforma. Así, mientras la Europa del norte marchaba hacia el capitalismo industrial y la construcción del mundo moderno, los españoles se aferraron obtusamente al mantenimiento de una sociedad de castas centrada en valores heroicos periclitados, donde lo único que importaba era la jerarquía de la sangre, la propiedad de los abolengos y linajes. Una España, a fin de cuentas, contraria y cerrada a los nuevos avances de la industria, la tecnología y la ciencia, y también a las nuevas formas de sociedad que surgían en una Europa en plena transformación; así, languideció tristemente a los largo de casi dos centurias, encallada en los arrecifes de pasadas glorias, añorando los viejos tiempos que ya no volverían.
    Yilda Conquista y Roberto Chacón

    (Continuará...)

    Notas:
    [1] Histórico no porque aparece en la historia, como los kaskas de tiempo de los hititas, por ejemplo, o que hace historia en el sentido que libra guerras y precipita acontecimientos, como los hunos, sino porque al erigir un mundo habitando la tierra, gana un destino dentro del concierto de la humanidad y su devenir terrestre.
    [2] La “heroicidad” del pensador y el artista es distinta de la del arquetipo del héroe, pues aquellos convierten su condición mortal, su indefensión y desamparo existencial, asumidas con autenticidad, en las llaves para poder ofrendar ánimo, vitalidad y sentido no sólo a sus contemporáneos, sino a los hombres venideros. Podemos establecer una analogía entre esa “heroicidad” sin héroe (a falta de una palabra mejor) y la marcialidad de un arte interno chino como el Taijiquan, que está basado no en la fuerza o la rapidez, sino en la suavidad.
    [3] Nótese que nuestro “eurocentrismo” tiene por “norte” primeramente a Francia, luego a Inglaterra o Alemania, y, más recientemente, a los EEUU o a Rusia (que desde cierto punto de vista no son estrictamente europeos). Pero España jamás ha fungido para nosotros como modelo eurocentrista. Entonces, nosotros también creemos en una España exoeuropea, que “África comienza en los Pirineos”; de modo que de un modo esencial, por la lengua y por la marginalización constitutiva, y no por las pretensiones raciales, somos verdaderamente “afro descendientes”.
    [4] ¿No serán nuestros compulsivos desarrollismos, los modos infantiles y delirantes de salir de “la huella psicológica del ‘eterno adolescente’, con sus aspiraciones encandiladas por el brillo heroico; la superficialidad de la histeria, cuya sofocación intrapsíquica hace permanecer a la persona en un frenesí cotidiano donde no puede auscultarse de verdad a sí misma; y el comportamiento psicopático, cuyo vacío existencial sólo puede ser llenado por la imitación compulsiva de modelos gregarios.”?
    [5] El bochinche es a la carnavalización, lo que el melodrama a la tragedia.
    [6] Axel Capriles M. La picardía del venezolano o el triunfo de Tío Conejo. Ed. Taurus, 2014.
    [7] Una imagen cercana a ese “centauro cosmopolita” nuestro la podemos ver en el filme Andrei Rublev de Tarkovsky: el príncipe tártaro, un gran conocedor del arte cristiano al que no le importa discutir de arte montado a caballo en medio de la saqueada catedral de Kiev. Recordemos que una de las etapas del “Comandante Eterno” (el “último de los hombres a caballo”) era la de injertar en sus discursos, largos listados de sus lecturas “filosóficas” que iban desde Mariátegui y Lenin, hasta Heidegger y Chomsky.