EL
ZORRO Y EL CENTAURO (y Fin)
El
Tai Chi, además, es la puerta de entrada a nuestro mundo contemporáneo, para el
resto de las artes de vivir taoístas, en especial para las “artes de cámara”, y
más específicamente las referidas a los biorritmos humanos. El taoísmo, a
través de sus artes de vida, pone énfasis en la armonía del hombre y sus ritmos
(desde los pulsos y la respiración a las fases de la vida humana) con los
diversos ciclos naturales (día y noche, mes lunar, estaciones, etc.).
Karl Kraus
Si
las citadas artes del Camino (Tao) abren las puertas para un “cuidado colectivo
de los ritmos y tempos”, el cultivo del conjunto de todas las artes ayudará, en
general, a un cuidado profundo e intenso del lenguaje y las imágenes. Karl
Kraus dijo alguna vez, que un signo de puntuación correctamente colocado pudo
haber evitado que los japoneses bombardearan Shanghai (1937). Esto, que puede
parecer una hiperbólica exageración, valga la redundancia, es verdaderamente
una afirmación sobre la responsabilidad ante la vida de la escritura y el arte.
Luego, Elías Canetti expresará esto mismo de la siguiente manera: * “Ya no hay
nada que hacer. Pero si de verdad fuera escritor, debería poder impedir la
guerra.”.* El maltrato y devaluación del lenguaje y de las imágenes por los
medios de comunicación es el fundamento de sus usos perversos por parte de
políticos y empresarios. Así, por ejemplo, al aniquilamiento de un pueblo se le
llama “limpieza étnica”; y a una guerra de conquista se la nombra “Operación
Libertad”, del mismo modo que un slogan de comida chatarra dice “Me encanta”,
mostrando la imagen jugosa de una hamburguesa que ningún consumidor llegará a
ver jamás; o como una transnacional maderera altamente contaminante, lanza una
propaganda donde aparece un hermoso bosque repleto de animales en vías de
extinción.

Elías Canetti
Canetti,
entre otros escritores, nos dice que todo artista es un guardián de las
metamorfosis, las imágenes y los mitos, de aquellos primordiales (arquetipos)
encarnadas en los avatares del devenir humano y natural. Ante el atropello de
las imágenes por los mass-media, el artista debe ayudar a las comunidades a
resguardar el misterio y la revelación profunda que encierran, desarmando
también el engaño y la burla de la propaganda, y dando aliento, además, a sus
semejantes ante la violencia del terror y el anonadamiento psíquico.
La
cultura verdadera entreteje las almas a través de formas y símbolos, y por ello
tiene como centro al arte. Lo militar sustituye las formas por el orden, la más
de las veces arbitrario y mecánico, y por ello tiene como obsesión la
velocidad. La cultura centra sus valores en la creatividad y el buen vivir. Lo
militar es la cumbre del poder ligado a destrucción, muerte, avasallamiento y
terror (lo que es lo mismo que decir, el poder anti divino, demoníaco, que no
crea ni da vida, sino destruye y mata). Es la versión moderna e inconsciente de
la Guerra Santa, donde no se mata y se destruye en nombre de Dios, sino en
nombre del hombre que creyéndose señor de la Creación, pero no encontrando
sentido en su vivir, prefiere la destrucción, y matar o dejarse matar.
El
nihilismo, entonces, es la gran lógica que legitima el exterminio, del mismo
modo que nuestra civilidad está fundamentada y agenciada por las lógicas de
poder como dominio geo estratégico del modelo militar. Sólo así se comprende
que en un marco de precaria sustentabilidad de nuestra especie sobre el planeta
Tierra, hayamos derivado en una “sociedad de consumo”, que no es sino la manera
“civil” de realizar la producción continua y su inmediata destrucción (en este
caso por “consumación” y vencimiento programado), que los nazis tenían como
meta industrial-militar de las guerras interminables que preparaban (contra
“enemigos hereditarios”, razas inferiores, por “espacio vital”, etc.).
Esto
sin contar todas las búsquedas militares actuales para el exterminio o el control
máximo: guerra climática y geo-guerra (usar con fines militares huracanes,
inundaciones, terremotos, etc.), guerra biológica, guerra química, guerra
electroquímica (control genético), control mental con ondas electromagnéticas,
control de los alimentos a escala mundial a través de transgénicos, etc.
Albert Camus
El
pensamiento de Albert Camus vio en este dilema entre el poder-control asesino,
y la fertilidad vital de la cultura, la diferencia fundamental entre el
“espíritu histórico” y el alma del artista, entre el nihilista y el rebelde. En
el pensamiento nihilista, se es capaz de matar al hombre de hoy, en nombre de
alguna ideología, para que pueda nacer el hombre que ésta promete para el
mañana. En el alma del rebelde, se prefiere sacrificar la propia vida hoy, si
así se salva la vida de otro hombre, cualquiera, aquí y ahora.
La
verdadera lucha asimétrica estriba ahora no en ganar guerras sin ganar
batallas, como expreso Kutusov, sino en ganar la paz sin guerras (expresas o
solapadas), en transmutar el “campo” del modelo militar dominante, en un fértil
campo de civilidad y cultura, de dinámicas de paz, creatividad y libertad. En
este sentido, cada uno de nosotros como individuo y como colectividad, debe
hacer todo lo posible por mesurar el lenguaje elevándolo por sobre la pugna
descalificadora y la amenaza de muerte social y política, por rescatar la
conversación abierta y fructífera, la tolerancia y el buen vivir, de una manera
artística, buscando el desmontaje del modelo militar en toda mente y corazón, y
en las prácticas cotidianas. Para así comenzar a resolver las diferencias y
conflictos que nos separan en tanto hombres, no sólo restringiendo las
posibilidades de la violencia sino generando, a partir de las diferencias,
cooperación, civismo y mutua comprensión.
Nuestra
civilización industrial, tal como hoy se desarrolla no es sustentable. Esto se
sabe desde el siglo XIX, cuando Thomas Malthus alertó sobre el crecimiento
geométrico de la población y el crecimiento aritmético de los recursos
alimenticios. Resolver este callejón sin salida evolutivo e histórico, es la
misión más importante de la humanidad actual. Como hace 80.000 años, cuando una
catástrofe prehistórica puso en peligro a la especie humana, son las facultades
de comunicación auténtica y de cooperación las que pueden sacarnos del
atolladero donde estamos. No la guerra, ni el genocidio, ni la extinción
masiva.
El
general de la antigua China, Sun Tzu (722-481 a. C.) no conoció las
posibilidades del exterminio bélico que hoy nos amenaza. Sin embargo, sus palabras
sobre los resultados de la guerra siguen teniendo validez en nuestra
actualidad:
“Un soberano no puede poner en pie un
ejército en arrebato de ira, ni un general debe luchar sobrecogido por el
resentimiento. Porque si es posible que un hombre irritado recobre su serenidad
y que el que padece úlceras sea curado, un Estado que ha sido aniquilado no
puede rehacerse, y los muertos no pueden volver a la vida” (Sun Tzu. El arte de la guerra).
- 0 -
AMA
TU RITMO
Ama tu ritmo y
rima tus acciones, bajo
su ley, así como
tus versos; eres un
universo de
universos y tu alma una
fuente de
canciones.
La celeste
unidad que presupones,
hará brotar en
ti mundos diversos, y al
resonar tus
números dispersos
pitagoriza en
tus constelaciones.
Escucha la
retórica divina, del pájaro
del aire y la
nocturna irradiación
geométrica
adivina;
Mata la
indiferencia taciturna
y engarza perla
y perla cristalina en
donde la verdad
vuelca su urna.
Rubén
Darío
Comenzamos
este texto rapsódico con la Guerra Asimétrica, la cual quería relacionar de
cierta manera con características del Tai Chi Chuan. Ahí quedó flotando esa
importante frase de Kutusov, de que se pueden ganar guerras sin ganar batallas.
Luego aparecieron Rommel y Pancho Villa. Uno, porque al llevar la blitzkrieg
hasta sus límites llegó a las fronteras de la Guerra de 4ta generación; y el
otro, porque viniendo de la guerrilla, también llevó tácticas de guerra
irregular al terreno de la guerra convencional. Luego derivamos hacia el
pensamiento de Paul Virilio y su reflexión sobre el modelo militar subyacente a
nuestra civilización actual. Lo cual nos permitió hablar de algunas de las
características del Tai Chi Chuan y del arte en general, en cuanto a la
regeneración cultural necesaria para desactivar el modelo militar civilizatorio
moderno, cuyo núcleo lo conforman la velocidad, la manipulación mediática y el
terror.
Un
amigo mío, Oscar González B., sostiene la teoría de que el arquetipo del
Centauro, a través de la importancia de los llaneros en nuestra historia, tiene
mucho que ver con el alma colectiva de los venezolanos, para bien y para mal.
Dada la importancia de los “hombres a caballo” (gauchos, llaneros, vaqueros)
desde la Texas mejicana hasta la Patagonia, bien pudiéramos extender esta idea
a casi toda Latinoamérica. De ahí el Centauro de los Llanos (José Antonio Páez)
y el Centauro del Norte (Pancho Villa), entre otros. En la mitología griega,
los centauros, mitad hombres y mitad caballos, son los protagonistas de una
serie de confrontaciones, la “centauromaquia”, que simbolizan el enfrentamiento
del hombre civilizado con la naturaleza salvaje. Los centauros son una raza
salvaje, brutal y pendenciera. La alegría, simpatía y buen humor que se les
adjudica a los del signo astrológico de Sagitario, no hace más que disimular
estas características. ¿No somos “un poco” así, nosotros, los latinoamericanos?
Sólo
dos centauros mitológicos poseen características distintas de sus hermanos de
raza: Folo y Quirón. Quirón es hijo del titán Cronos (transformado en caballo
en el momento de la concepción) y la oceánide Fílira. Este centauro era
inteligente, sabio, y de carácter afable. Fue preceptor de los grandes héroes
mitológicos griegos, como Aquiles, Áyax, Teseo, Jasón, Aristeo, Acteón y
Heracles (Hércules). También lo fue del sanador divino, Asclepios. En una pelea
contra los centauros, Hércules lo hiere sin querer, con una flecha untada con
la sangre de Hydra, un veneno mortal. Dado que Quirón era inmortal, la herida
de la flecha no lo mató, pero nunca pudo curar la herida producida. Así se
transformó en el “curador herido”, aquel que buscando los remedios para curar
su herida incurable, consigue formas de sanar a los otros.
Desde
un punto de vista imaginal, Pancho Villa -un Quirón inconsciente- puede ser
visto como el “preceptor” de Rommel, el héroe por antonomasia de la Alemania
Nazi y también, de la resistencia a Hitler y su régimen. Como todos los héroes
mitológicos, el final de Rommel no pudiera ser más trágico.** Sin embargo, hay
que considerar que él era un héroe más al estilo de Odiseo (Ulises), cuyas
virtudes estriban más en la inteligencia y la astucia, que en la fuerza y el
coraje, como es el caso de Heracles o Áyax. Los latinoamericanos nos
identificamos más con estas virtudes típicas del zorro, o del conejo, tal como
aparecen en los cuentos de Tío Tigre y Tío Conejo, donde éste último burla la
fuerza y ferocidad del primero gracias a su inteligencia y zamarrería.
La
viveza y pillería del latinoamericano, es también una puerta al cultivo del
pensamiento lateral, no lineal, como una forma no sólo de parodia de las formas
dominantes de pensamiento, sino del desmontaje de las lógicas lineales del
poder producidas por el modelo militar civilizatorio. Pero a veces, esa
pillería y viveza se vuelve contra nosotros mismos, como en esas fábulas donde
el zorro se pasa de astuto y cae víctima de sus propias estratagemas. En
especial, el engañarse a sí mismo es la peor astucia que puede idear el zorro,
tal como la podemos leer en la fábula de “El Zorro y las Uvas”.
Los
latinoamericanos gustamos de considerar que otros pueblos son tontos, que son
“pendejos” (por supuesto, esto también se aplica a otras naciones hermanas, y
en una misma nación, a los habitantes de otras comarcas). Esto no hace sino
incrementar el resentimiento contra los extranjeros, porque es obvio que estos
“pendejos”, especialmente cuando vienen de países del primer mundo, explotan y
sacan provecho de los nativos, en una medida tal que ninguna burla o engaño que
se les haga puede resarcir de modo alguno.
Latinoamérica
es un continente rico en materias primas, acuíferos y biodiversidad, codiciados
por los imperios mundiales. Hoy día nos estamos uniendo bajo el temor de que
cada país del continente, por sí solo, sería totalmente incapaz de defenderse
ante un ataque de alguna potencia determinada a controlar alguna fuente de
materia prima, agua o recursos biológicos. Estamos entonces ante el dilema
clásico de hacer una “muralla” que nos defienda de enemigos potenciales, es
decir, de crear nuestro propio complejo tecnológico-industrial-militar-mediático***;
o de seguir creando y armonizando una cultura superior, que nos dé primeramente
riquezas de vida y convivencia, y que también pueda asimilar y transmutar en
aliado y amigo a cualquier invasor.
Es
un dilema porque las posibilidades reales de la cultura, del hacer alma
colectiva, estriban en el desmantelamiento del modelo militar subyacente y sus
desalmadas lógicas de dominio (velocidad, engaño, terror). Solo así tendremos
una cultura que sea norte y fundamento de una auténtica civilización, y no un
remedo material de civilidad que se erige titánicamente contra toda cultura y
vida.
Kitsune
Así
como de China nos vienen los mitos del dragón celeste de la buena suerte y
amigo de los hombres, del Japón nos viene la leyenda de Kitsune, el benévolo y
mágico zorro de nueve colas. Hace travesuras y a veces hasta se convierte en
embaucador, como todos los zorros, pero son animales iluminados, de gran
sabiduría y longevidad, que poseen el don de la metamorfosis y de la videncia,
de penetrar los sueños de los humanos, de volverse invisibles y de crear
ilusiones casi indistinguibles de la realidad. Son además, de buen augurio, y
entre sus virtudes está la de ser fiel guardián y amigo. Son especialmente
invocados para cuidar templos y ayudar a los lugareños contra espíritus
malignos. Los kitsune son los sirvientes de Inari, Diosa shinto de la
fertilidad, el arroz, los zorros y la agricultura. Hasta tal punto se
relacionan, que en ciertos santuarios, Inari se representa como un zorro.
Si
es verdad que el Centauro y el Zorro, como arquetipos, nos tocan como
latinoamericanos, hemos de ser capaces de realizar una poderosísima alquimia
para transmutar el mero salvajismo y el carácter pendenciero de los centauros,
en la imagen altamente pedagógica de un Quirón, un sanador colectivo y
preceptor de sanadores. Del mismo modo, en lugar de cultivar una viveza y una
astucia vuelta contra nosotros hasta el punto del autoengaño, quizá tendríamos
que poder invocar a un kitsune criollo, guardián de nuestra alma colectiva,
cuidador de nuestros dones de metamorfosis, fertilidad y sabiduría, y dador de
virtudes fundamentales como la amistad.
La
verdadera cultura abriga y se decanta por el “amor fati”, un verdadero sentido
del destino (el sentido del camino). En cambio, toda guerra representa un
albur, un ciego arrojarse al azar. La “fe de la espada” es lo mismo que
declararse esclavo de las contingencias. Ya lo señaló hace más de 2.000 años el
Oráculo de Delfos, cuando el Rey Creso, de Lidia, lo consultó, preguntándole si
debía ir a la guerra contra Persia. El oráculo le respondió: “Creso, si cruzas
el río Halys (que hace frontera entre Lidia y Persia), destruirás un gran
imperio”. Creso lo interpretó favorablemente e invadió Persia, pero fue
derrotado y Lidia terminó cayendo en manos persas. Quizá, el oráculo pudiera
interpretarse como que el imperio que se iba a perder era el de la paz, porque,
como se dice en artes marciales, el mejor combate es aquel que se evita.
Joseph Goebbels
La
Alemania nazi sigue seduciendo nuestros corazones, al decir de Otto Dietrich
zur Linde, porque en un mundo nihilista la única fe que subsiste es la de la
espada, la fe en el poder brutal y en el mero caos. Es la fe inhumana en un
dios ciego y sin mente como Nyarlathotep, el Caos Reptante, de los Mitos de
Cthulhu de H.P. Lovecraft. Por eso todavía hoy, ese mago negro llamado Joseph
Goebbels nos interpela, como a su auditorio nacionalsocialista de febrero
de 1943, sobre la guerra total:
“-¿Quieren
ustedes la guerra total?
-Si
fuera necesario, ¿quieren ustedes una guerra más total y más radical que lo que
hoy no podríamos ni siquiera imaginar?
[…]
-Yo
les pregunto: ¿Aprueban ustedes las más radicales medidas en contra de ese
pequeño grupo de farsantes traficantes quienes pretenden hacer creer que hay
paz en medio de la guerra y que usan las necesidades de las naciones para sus
egoístas propósitos personales? ¿Están ustedes de acuerdo que aquellos que
menoscaban el esfuerzo de la guerra deban perder sus cabezas?
[…]
-Hagamos
que nuestra consigna sea: ¡Pueblo levántate y haz que la tormenta se desate!”
(Discurso
sobre la Guerra Total. 18-02-1943)
Goebbels
interpela al “lado oscuro de la fuerza” que hay en cada uno de nosotros. La
guerra se libra entonces en nuestros corazones, donde el mal acecha al alma
solitaria, al decir de Arthur Machen. Quizá debamos entonces recordar las
palabras del Dr. Malcolm Sayer (Robin Williams), al final de la película Despertares (Penny Marshall), para poder
decirle “¡No!”, de corazón, sin dudas y temores, a esa encarnación moderna del
Dr. Fausto, que fue el reichminister
Goebbels:
“El
espíritu humano es más poderoso que cualquier droga y eso es lo que debemos
alimentar. Trabajo, familia… son las cosas más importantes, las que tenemos
olvidadas, las más sencillas. Y es verdad, sin tener enfermedad alguna, estamos
dormidos, hacemos las cosas mecánicas, no nos sorprendemos de las cosas
cotidianas, no nos maravillamos como si fuera la primera vez que la viéramos,
las cosas más sencillas las tenemos olvidadas. Hay que alimentar nuestro
espíritu, en las cosas que nos gustan, trabajo, familia, leer un libro, pasear,
bailar, descubrir cosas nuevas, sacar fotos, pintar, ver un cuadro, hacer
deporte, soñar, pensar, un baño en la playa, ver un amanecer o un atardecer,
ayudar al prójimo…”
Roberto Chacón
Nei Dan Magazine No.361 (01-05-12)
Sección "Artículos"
Notas:
*“La
profesión de escritor” (ensayo). Elías Canetti. Siguiendo el sentido de estas
ideas, un artista marcial del Tai Chi pudiera decir que un movimiento
correctamente bien ejecutado pudiera evitar la guerra que cada minuto nos
amenaza. Es el “efecto mariposa” llevado al espíritu humano: si el aleteo de
una mariposa en Brasil puede provocar un tifón en Japón, como afirma la física
del caos, entonces también es posible que un movimiento de Tai Chi bien
ejecutado (así como una coma bien puesta, una nota bien tocada, una palabra
bien pronunciada, un trazo bien dibujado, etc.) provoque un proceso de paz y
reconciliación de magnitud mundial.
**Rommel
fue acusado por sus enemigos en el partido nazi como participante en la
conspiración para matar a Hitler, en 1944. Se le indujo al suicidio como un
modo de proteger su nombre de la acusación de traición, y a su familia de
posibles retaliaciones. “Trágico” apunta aquí a todos aquellos dilemas sin
solución que jalonan la vida de los hombres: es evidente que el suicidio obligado
de Rommel está enmarcado en el dilema básico de que no se puede ser, a la vez,
el héroe de una tiranía y el héroe de los que luchan en su contra.
***Nada
menos que Dwigth D. Eisenhower, al terminar su segundo mandato como presidente
de los EEUU, alertó sobre el inmenso poder del complejo militar-industrial, y
el peligro que esto representaba para la democracia y las libertades civiles.
Al respecto dijo: “Sólo una ciudadanía alerta e informada puede obligar al
engranaje de la inmensa maquinaria industrial y militar de defensa con nuestros
métodos y objetivos pacíficos, de modo que la seguridad y la libertad puedan
prosperar juntas.” De manera que, recordando la “muralla china” y uniéndolo con
lo que dijo Eisenhower, quizá las primeras víctimas de tal complejo
industrial-militar-tecnológico-mediático latinoamericano, seamos nosotros
mismos.
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