martes, 15 de octubre de 2019

ARTÍCULOS DEL ARCHIVO NEI DAN (Magazine No. 609)

EL ZORRO Y EL CENTAURO (y Fin)

El Tai Chi, además, es la puerta de entrada a nuestro mundo contemporáneo, para el resto de las artes de vivir taoístas, en especial para las “artes de cámara”, y más específicamente las referidas a los biorritmos humanos. El taoísmo, a través de sus artes de vida, pone énfasis en la armonía del hombre y sus ritmos (desde los pulsos y la respiración a las fases de la vida humana) con los diversos ciclos naturales (día y noche, mes lunar, estaciones, etc.).

Karl Kraus

Si las citadas artes del Camino (Tao) abren las puertas para un “cuidado colectivo de los ritmos y tempos”, el cultivo del conjunto de todas las artes ayudará, en general, a un cuidado profundo e intenso del lenguaje y las imágenes. Karl Kraus dijo alguna vez, que un signo de puntuación correctamente colocado pudo haber evitado que los japoneses bombardearan Shanghai (1937). Esto, que puede parecer una hiperbólica exageración, valga la redundancia, es verdaderamente una afirmación sobre la responsabilidad ante la vida de la escritura y el arte. Luego, Elías Canetti expresará esto mismo de la siguiente manera: * “Ya no hay nada que hacer. Pero si de verdad fuera escritor, debería poder impedir la guerra.”.* El maltrato y devaluación del lenguaje y de las imágenes por los medios de comunicación es el fundamento de sus usos perversos por parte de políticos y empresarios. Así, por ejemplo, al aniquilamiento de un pueblo se le llama “limpieza étnica”; y a una guerra de conquista se la nombra “Operación Libertad”, del mismo modo que un slogan de comida chatarra dice “Me encanta”, mostrando la imagen jugosa de una hamburguesa que ningún consumidor llegará a ver jamás; o como una transnacional maderera altamente contaminante, lanza una propaganda donde aparece un hermoso bosque repleto de animales en vías de extinción.

Elías Canetti

Canetti, entre otros escritores, nos dice que todo artista es un guardián de las metamorfosis, las imágenes y los mitos, de aquellos primordiales (arquetipos) encarnadas en los avatares del devenir humano y natural. Ante el atropello de las imágenes por los mass-media, el artista debe ayudar a las comunidades a resguardar el misterio y la revelación profunda que encierran, desarmando también el engaño y la burla de la propaganda, y dando aliento, además, a sus semejantes ante la violencia del terror y el anonadamiento psíquico.

La cultura verdadera entreteje las almas a través de formas y símbolos, y por ello tiene como centro al arte. Lo militar sustituye las formas por el orden, la más de las veces arbitrario y mecánico, y por ello tiene como obsesión la velocidad. La cultura centra sus valores en la creatividad y el buen vivir. Lo militar es la cumbre del poder ligado a destrucción, muerte, avasallamiento y terror (lo que es lo mismo que decir, el poder anti divino, demoníaco, que no crea ni da vida, sino destruye y mata). Es la versión moderna e inconsciente de la Guerra Santa, donde no se mata y se destruye en nombre de Dios, sino en nombre del hombre que creyéndose señor de la Creación, pero no encontrando sentido en su vivir, prefiere la destrucción, y matar o dejarse matar.

El nihilismo, entonces, es la gran lógica que legitima el exterminio, del mismo modo que nuestra civilidad está fundamentada y agenciada por las lógicas de poder como dominio geo estratégico del modelo militar. Sólo así se comprende que en un marco de precaria sustentabilidad de nuestra especie sobre el planeta Tierra, hayamos derivado en una “sociedad de consumo”, que no es sino la manera “civil” de realizar la producción continua y su inmediata destrucción (en este caso por “consumación” y vencimiento programado), que los nazis tenían como meta industrial-militar de las guerras interminables que preparaban (contra “enemigos hereditarios”, razas inferiores, por “espacio vital”, etc.).

Esto sin contar todas las búsquedas militares actuales para el exterminio o el control máximo: guerra climática y geo-guerra (usar con fines militares huracanes, inundaciones, terremotos, etc.), guerra biológica, guerra química, guerra electroquímica (control genético), control mental con ondas electromagnéticas, control de los alimentos a escala mundial a través de transgénicos, etc.

Albert Camus

El pensamiento de Albert Camus vio en este dilema entre el poder-control asesino, y la fertilidad vital de la cultura, la diferencia fundamental entre el “espíritu histórico” y el alma del artista, entre el nihilista y el rebelde. En el pensamiento nihilista, se es capaz de matar al hombre de hoy, en nombre de alguna ideología, para que pueda nacer el hombre que ésta promete para el mañana. En el alma del rebelde, se prefiere sacrificar la propia vida hoy, si así se salva la vida de otro hombre, cualquiera, aquí y ahora.

La verdadera lucha asimétrica estriba ahora no en ganar guerras sin ganar batallas, como expreso Kutusov, sino en ganar la paz sin guerras (expresas o solapadas), en transmutar el “campo” del modelo militar dominante, en un fértil campo de civilidad y cultura, de dinámicas de paz, creatividad y libertad. En este sentido, cada uno de nosotros como individuo y como colectividad, debe hacer todo lo posible por mesurar el lenguaje elevándolo por sobre la pugna descalificadora y la amenaza de muerte social y política, por rescatar la conversación abierta y fructífera, la tolerancia y el buen vivir, de una manera artística, buscando el desmontaje del modelo militar en toda mente y corazón, y en las prácticas cotidianas. Para así comenzar a resolver las diferencias y conflictos que nos separan en tanto hombres, no sólo restringiendo las posibilidades de la violencia sino generando, a partir de las diferencias, cooperación, civismo y mutua comprensión.

Nuestra civilización industrial, tal como hoy se desarrolla no es sustentable. Esto se sabe desde el siglo XIX, cuando Thomas Malthus alertó sobre el crecimiento geométrico de la población y el crecimiento aritmético de los recursos alimenticios. Resolver este callejón sin salida evolutivo e histórico, es la misión más importante de la humanidad actual. Como hace 80.000 años, cuando una catástrofe prehistórica puso en peligro a la especie humana, son las facultades de comunicación auténtica y de cooperación las que pueden sacarnos del atolladero donde estamos. No la guerra, ni el genocidio, ni la extinción masiva.

El general de la antigua China, Sun Tzu (722-481 a. C.) no conoció las posibilidades del exterminio bélico que hoy nos amenaza. Sin embargo, sus palabras sobre los resultados de la guerra siguen teniendo validez en nuestra actualidad:

“Un soberano no puede poner en pie un ejército en arrebato de ira, ni un general debe luchar sobrecogido por el resentimiento. Porque si es posible que un hombre irritado recobre su serenidad y que el que padece úlceras sea curado, un Estado que ha sido aniquilado no puede rehacerse, y los muertos no pueden volver a la vida” (Sun Tzu. El arte de la guerra).

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AMA TU RITMO
Ama tu ritmo y rima tus acciones, bajo
su ley, así como tus versos; eres un
universo de universos y tu alma una
fuente de canciones.

La celeste unidad que presupones,
hará brotar en ti mundos diversos, y al
resonar tus números dispersos
pitagoriza en tus constelaciones.

Escucha la retórica divina, del pájaro
del aire y la nocturna irradiación
geométrica adivina;

Mata la indiferencia taciturna
y engarza perla y perla cristalina en
donde la verdad vuelca su urna.
Rubén Darío

Comenzamos este texto rapsódico con la Guerra Asimétrica, la cual quería relacionar de cierta manera con características del Tai Chi Chuan. Ahí quedó flotando esa importante frase de Kutusov, de que se pueden ganar guerras sin ganar batallas. Luego aparecieron Rommel y Pancho Villa. Uno, porque al llevar la blitzkrieg hasta sus límites llegó a las fronteras de la Guerra de 4ta generación; y el otro, porque viniendo de la guerrilla, también llevó tácticas de guerra irregular al terreno de la guerra convencional. Luego derivamos hacia el pensamiento de Paul Virilio y su reflexión sobre el modelo militar subyacente a nuestra civilización actual. Lo cual nos permitió hablar de algunas de las características del Tai Chi Chuan y del arte en general, en cuanto a la regeneración cultural necesaria para desactivar el modelo militar civilizatorio moderno, cuyo núcleo lo conforman la velocidad, la manipulación mediática y el terror.

Un amigo mío, Oscar González B., sostiene la teoría de que el arquetipo del Centauro, a través de la importancia de los llaneros en nuestra historia, tiene mucho que ver con el alma colectiva de los venezolanos, para bien y para mal. Dada la importancia de los “hombres a caballo” (gauchos, llaneros, vaqueros) desde la Texas mejicana hasta la Patagonia, bien pudiéramos extender esta idea a casi toda Latinoamérica. De ahí el Centauro de los Llanos (José Antonio Páez) y el Centauro del Norte (Pancho Villa), entre otros. En la mitología griega, los centauros, mitad hombres y mitad caballos, son los protagonistas de una serie de confrontaciones, la “centauromaquia”, que simbolizan el enfrentamiento del hombre civilizado con la naturaleza salvaje. Los centauros son una raza salvaje, brutal y pendenciera. La alegría, simpatía y buen humor que se les adjudica a los del signo astrológico de Sagitario, no hace más que disimular estas características. ¿No somos “un poco” así, nosotros, los latinoamericanos?

Sólo dos centauros mitológicos poseen características distintas de sus hermanos de raza: Folo y Quirón. Quirón es hijo del titán Cronos (transformado en caballo en el momento de la concepción) y la oceánide Fílira. Este centauro era inteligente, sabio, y de carácter afable. Fue preceptor de los grandes héroes mitológicos griegos, como Aquiles, Áyax, Teseo, Jasón, Aristeo, Acteón y Heracles (Hércules). También lo fue del sanador divino, Asclepios. En una pelea contra los centauros, Hércules lo hiere sin querer, con una flecha untada con la sangre de Hydra, un veneno mortal. Dado que Quirón era inmortal, la herida de la flecha no lo mató, pero nunca pudo curar la herida producida. Así se transformó en el “curador herido”, aquel que buscando los remedios para curar su herida incurable, consigue formas de sanar a los otros.

Desde un punto de vista imaginal, Pancho Villa -un Quirón inconsciente- puede ser visto como el “preceptor” de Rommel, el héroe por antonomasia de la Alemania Nazi y también, de la resistencia a Hitler y su régimen. Como todos los héroes mitológicos, el final de Rommel no pudiera ser más trágico.** Sin embargo, hay que considerar que él era un héroe más al estilo de Odiseo (Ulises), cuyas virtudes estriban más en la inteligencia y la astucia, que en la fuerza y el coraje, como es el caso de Heracles o Áyax. Los latinoamericanos nos identificamos más con estas virtudes típicas del zorro, o del conejo, tal como aparecen en los cuentos de Tío Tigre y Tío Conejo, donde éste último burla la fuerza y ferocidad del primero gracias a su inteligencia y zamarrería.

La viveza y pillería del latinoamericano, es también una puerta al cultivo del pensamiento lateral, no lineal, como una forma no sólo de parodia de las formas dominantes de pensamiento, sino del desmontaje de las lógicas lineales del poder producidas por el modelo militar civilizatorio. Pero a veces, esa pillería y viveza se vuelve contra nosotros mismos, como en esas fábulas donde el zorro se pasa de astuto y cae víctima de sus propias estratagemas. En especial, el engañarse a sí mismo es la peor astucia que puede idear el zorro, tal como la podemos leer en la fábula de “El Zorro y las Uvas”.

Los latinoamericanos gustamos de considerar que otros pueblos son tontos, que son “pendejos” (por supuesto, esto también se aplica a otras naciones hermanas, y en una misma nación, a los habitantes de otras comarcas). Esto no hace sino incrementar el resentimiento contra los extranjeros, porque es obvio que estos “pendejos”, especialmente cuando vienen de países del primer mundo, explotan y sacan provecho de los nativos, en una medida tal que ninguna burla o engaño que se les haga puede resarcir de modo alguno.

Latinoamérica es un continente rico en materias primas, acuíferos y biodiversidad, codiciados por los imperios mundiales. Hoy día nos estamos uniendo bajo el temor de que cada país del continente, por sí solo, sería totalmente incapaz de defenderse ante un ataque de alguna potencia determinada a controlar alguna fuente de materia prima, agua o recursos biológicos. Estamos entonces ante el dilema clásico de hacer una “muralla” que nos defienda de enemigos potenciales, es decir, de crear nuestro propio complejo tecnológico-industrial-militar-mediático***; o de seguir creando y armonizando una cultura superior, que nos dé primeramente riquezas de vida y convivencia, y que también pueda asimilar y transmutar en aliado y amigo a cualquier invasor.

Es un dilema porque las posibilidades reales de la cultura, del hacer alma colectiva, estriban en el desmantelamiento del modelo militar subyacente y sus desalmadas lógicas de dominio (velocidad, engaño, terror). Solo así tendremos una cultura que sea norte y fundamento de una auténtica civilización, y no un remedo material de civilidad que se erige titánicamente contra toda cultura y vida.

Kitsune

Así como de China nos vienen los mitos del dragón celeste de la buena suerte y amigo de los hombres, del Japón nos viene la leyenda de Kitsune, el benévolo y mágico zorro de nueve colas. Hace travesuras y a veces hasta se convierte en embaucador, como todos los zorros, pero son animales iluminados, de gran sabiduría y longevidad, que poseen el don de la metamorfosis y de la videncia, de penetrar los sueños de los humanos, de volverse invisibles y de crear ilusiones casi indistinguibles de la realidad. Son además, de buen augurio, y entre sus virtudes está la de ser fiel guardián y amigo. Son especialmente invocados para cuidar templos y ayudar a los lugareños contra espíritus malignos. Los kitsune son los sirvientes de Inari, Diosa shinto de la fertilidad, el arroz, los zorros y la agricultura. Hasta tal punto se relacionan, que en ciertos santuarios, Inari se representa como un zorro.

Si es verdad que el Centauro y el Zorro, como arquetipos, nos tocan como latinoamericanos, hemos de ser capaces de realizar una poderosísima alquimia para transmutar el mero salvajismo y el carácter pendenciero de los centauros, en la imagen altamente pedagógica de un Quirón, un sanador colectivo y preceptor de sanadores. Del mismo modo, en lugar de cultivar una viveza y una astucia vuelta contra nosotros hasta el punto del autoengaño, quizá tendríamos que poder invocar a un kitsune criollo, guardián de nuestra alma colectiva, cuidador de nuestros dones de metamorfosis, fertilidad y sabiduría, y dador de virtudes fundamentales como la amistad.

La verdadera cultura abriga y se decanta por el “amor fati”, un verdadero sentido del destino (el sentido del camino). En cambio, toda guerra representa un albur, un ciego arrojarse al azar. La “fe de la espada” es lo mismo que declararse esclavo de las contingencias. Ya lo señaló hace más de 2.000 años el Oráculo de Delfos, cuando el Rey Creso, de Lidia, lo consultó, preguntándole si debía ir a la guerra contra Persia. El oráculo le respondió: “Creso, si cruzas el río Halys (que hace frontera entre Lidia y Persia), destruirás un gran imperio”. Creso lo interpretó favorablemente e invadió Persia, pero fue derrotado y Lidia terminó cayendo en manos persas. Quizá, el oráculo pudiera interpretarse como que el imperio que se iba a perder era el de la paz, porque, como se dice en artes marciales, el mejor combate es aquel que se evita.

Joseph Goebbels

La Alemania nazi sigue seduciendo nuestros corazones, al decir de Otto Dietrich zur Linde, porque en un mundo nihilista la única fe que subsiste es la de la espada, la fe en el poder brutal y en el mero caos. Es la fe inhumana en un dios ciego y sin mente como Nyarlathotep, el Caos Reptante, de los Mitos de Cthulhu de H.P. Lovecraft. Por eso todavía hoy, ese mago negro llamado Joseph Goebbels nos interpela, como a su auditorio nacionalsocialista de febrero de 1943, sobre la guerra total:

“-¿Quieren ustedes la guerra total?
-Si fuera necesario, ¿quieren ustedes una guerra más total y más radical que lo que hoy no podríamos ni siquiera imaginar?
[…]
-Yo les pregunto: ¿Aprueban ustedes las más radicales medidas en contra de ese pequeño grupo de farsantes traficantes quienes pretenden hacer creer que hay paz en medio de la guerra y que usan las necesidades de las naciones para sus egoístas propósitos personales? ¿Están ustedes de acuerdo que aquellos que menoscaban el esfuerzo de la guerra deban perder sus cabezas?
[…]
-Hagamos que nuestra consigna sea: ¡Pueblo levántate y haz que la tormenta se desate!”
(Discurso sobre la Guerra Total. 18-02-1943)

Goebbels interpela al “lado oscuro de la fuerza” que hay en cada uno de nosotros. La guerra se libra entonces en nuestros corazones, donde el mal acecha al alma solitaria, al decir de Arthur Machen. Quizá debamos entonces recordar las palabras del Dr. Malcolm Sayer (Robin Williams), al final de la película Despertares (Penny Marshall), para poder decirle “¡No!”, de corazón, sin dudas y temores, a esa encarnación moderna del Dr. Fausto, que fue el reichminister Goebbels:

“El espíritu humano es más poderoso que cualquier droga y eso es lo que debemos alimentar. Trabajo, familia… son las cosas más importantes, las que tenemos olvidadas, las más sencillas. Y es verdad, sin tener enfermedad alguna, estamos dormidos, hacemos las cosas mecánicas, no nos sorprendemos de las cosas cotidianas, no nos maravillamos como si fuera la primera vez que la viéramos, las cosas más sencillas las tenemos olvidadas. Hay que alimentar nuestro espíritu, en las cosas que nos gustan, trabajo, familia, leer un libro, pasear, bailar, descubrir cosas nuevas, sacar fotos, pintar, ver un cuadro, hacer deporte, soñar, pensar, un baño en la playa, ver un amanecer o un atardecer, ayudar al prójimo…”
Roberto Chacón
Nei Dan Magazine No.361 (01-05-12)
Sección "Artículos"

Notas:
*“La profesión de escritor” (ensayo). Elías Canetti. Siguiendo el sentido de estas ideas, un artista marcial del Tai Chi pudiera decir que un movimiento correctamente bien ejecutado pudiera evitar la guerra que cada minuto nos amenaza. Es el “efecto mariposa” llevado al espíritu humano: si el aleteo de una mariposa en Brasil puede provocar un tifón en Japón, como afirma la física del caos, entonces también es posible que un movimiento de Tai Chi bien ejecutado (así como una coma bien puesta, una nota bien tocada, una palabra bien pronunciada, un trazo bien dibujado, etc.) provoque un proceso de paz y reconciliación de magnitud mundial.
**Rommel fue acusado por sus enemigos en el partido nazi como participante en la conspiración para matar a Hitler, en 1944. Se le indujo al suicidio como un modo de proteger su nombre de la acusación de traición, y a su familia de posibles retaliaciones. “Trágico” apunta aquí a todos aquellos dilemas sin solución que jalonan la vida de los hombres: es evidente que el suicidio obligado de Rommel está enmarcado en el dilema básico de que no se puede ser, a la vez, el héroe de una tiranía y el héroe de los que luchan en su contra.
***Nada menos que Dwigth D. Eisenhower, al terminar su segundo mandato como presidente de los EEUU, alertó sobre el inmenso poder del complejo militar-industrial, y el peligro que esto representaba para la democracia y las libertades civiles. Al respecto dijo: “Sólo una ciudadanía alerta e informada puede obligar al engranaje de la inmensa maquinaria industrial y militar de defensa con nuestros métodos y objetivos pacíficos, de modo que la seguridad y la libertad puedan prosperar juntas.” De manera que, recordando la “muralla china” y uniéndolo con lo que dijo Eisenhower, quizá las primeras víctimas de tal complejo industrial-militar-tecnológico-mediático latinoamericano, seamos nosotros mismos.



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