martes, 15 de octubre de 2019

EL SANADOR INTERNO Adaliz Buitriago (Magazine No. 609)

LA SANACIÓN ESPIRITUAL


Alguna vez te has preguntado ¿por qué los seres humanos experimentamos procesos de enfermedad? ¿Qué es lo que hace que perdamos la buena salud? ¿Te encuentras dentro del grupo de los que viven con condiciones crónicas? ¿Has sentido que la medicina alopática se reduce al tratamiento de síntomas?

En este encuentro con El Sanador Interno compartiré mis reflexiones en torno a esas interrogantes.
Para las tradiciones asiáticas enmarcadas en los principios del Taoísmo, el ser de humanidad tiene tres dimensiones: Celeste, humana y terrestre. Atendiendo a ese orden de existencia, experimentamos la vida en la Tierra en cumplimiento de un designio que viene del cielo.

Así venimos a este mundo para cumplir con una misión, luego de lo cual debemos partir de este plano a través del proceso que conocemos como muerte física, en la cual nuestro ser espiritual deja su cuerpo terrestre para seguir evolucionando en otras dimensiones de la existencia.

En ese proceso de vida, el ser de humanidad atraviesa por diversas situaciones y pruebas que pueden comprometer el cumplimiento de su designio celeste, una de ellas es la perdida de la autenticidad y conexión con su verdad interna como consecuencia de las programaciones sociales.

Una de las situaciones que pueden afectar la consecución del plan de vida de las personas son los procesos que la sociedad occidental clasifica bajo el rótulo de “enfermedad”.

La enfermedad como proceso adaptativo de la salud
En un contexto, el que las personas han sido educadas y modeladas para que sean útiles a la “sociedad”, mas no necesariamente felices, es fácil que aparezca la enfermedad como un proceso adaptativo de la salud en la vida de muchas personas.

Así la enfermedad puede ser vista como llamado de atención del ser verdadero o auténtico al ser social que se está manifestando en este plano, para que se conecte con su esencia interior y actúe coherentemente dando cumplimiento a lo que vino a hacer en su vida.

De ahí que para la Medicina Tradicional China (MTCh) la palabra enfermedad no existe, su conocimiento ancestral define los procesos de perdida de la salud como estados de desarmonía, y los procesos de sanación se daban en la búsqueda de reestablecer la armonía interna o equilibrio dinámico del paciente o persona tratada.

De hecho, los tratados de MTCh sostienen que un buen médico es aquel que previene la enfermedad, tratándola antes de que aparezca. Este enfoque de la salud también atribuye a los órganos del ser humano el manejo de emociones, por lo que un desequilibrio en el plano emocional tendrá como consecuencia una alteración en los procesos físicos del órgano y por consiguiente un desequilibrio en la salud de la persona.

Desde la antigüedad los chinos saben que el miedo y el autoritarismo agotan la energía del riñón, la ira afecta al hígado; el hastío, la crueldad y la euforia no son buenos para el corazón; la obsesión daña al páncreas y la tristeza perjudica al pulmón.

Por el contrario la responsabilidad y la voluntad reflejan la armonía del elemento agua, propia de la actividad del riñón.

La creatividad, la decisión y la asertividad hablan de un elemento madera, correspondiente al hígado, en equilibrio.

La alegría y la bondad en una persona revelan que su elemento fuego, representado por el corazón, está en armonía al menos en su dimensión emocional y espiritual.

La reflexión pone de manifiesto el equilibrio dinámico del elemento tierra, representado por el bazo páncreas.

Finalmente, el recuerdo y la inspiración refieren un movimiento saludable del metal, propio de la actividad del pulmón.

De ahí que los chinos antiguos sabían que cualquier proceso de perdida de la armonía partía de una base espiritual y emocional, es decir el desequilibrio venía de lo sutil a lo material. Entonces, su enfoque de tratamiento contemplaba el tratamiento de estas perturbaciones desde sus orígenes. A través de una visión holística, integradora, trataban los desequilibrios que perturbaban la salud de los pacientes.

En base a este conocimiento, resulta apropiado aplicar una visión integradora para superar cualquier desequilibrio en nuestra salud que nos pueda afectar a lo largo de nuestra vida, más aún si se trata de una de esas enfermedades crónicas.

Nada pierdes con intentar escuchar a tu sanador interno relacionarte con tu síntoma desde la amabilidad, simplemente sonríele a tu enfermedad y pregúntale qué es lo que te quiere mostrar, o qué es lo que tienes que aprender de ese proceso.

Ten presente que tu sanación pasa por armonizar tu dimensión espiritual y emocional soltando viejos resentimientos y rencores, para poder agradecer y asimilar la enseñanza que la enfermedad te trae a tu vida, lo que te permitirá avanzar exitosamente en tu camino de vida.



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