LA SANACIÓN ESPIRITUAL
Alguna
vez te has preguntado ¿por qué los seres humanos experimentamos procesos de
enfermedad? ¿Qué es lo que hace que perdamos la buena salud? ¿Te encuentras
dentro del grupo de los que viven con condiciones crónicas? ¿Has sentido que la
medicina alopática se reduce al tratamiento de síntomas?
En
este encuentro con El Sanador Interno compartiré mis reflexiones en torno a esas
interrogantes.
Para
las tradiciones asiáticas enmarcadas en los principios del Taoísmo, el ser de
humanidad tiene tres dimensiones: Celeste, humana y terrestre. Atendiendo a ese
orden de existencia, experimentamos la vida en la Tierra en cumplimiento de un
designio que viene del cielo.
Así
venimos a este mundo para cumplir con una misión, luego de lo cual debemos
partir de este plano a través del proceso que conocemos como muerte física, en
la cual nuestro ser espiritual deja su cuerpo terrestre para seguir
evolucionando en otras dimensiones de la existencia.
En
ese proceso de vida, el ser de humanidad atraviesa por diversas situaciones y
pruebas que pueden comprometer el cumplimiento de su designio celeste, una de
ellas es la perdida de la autenticidad y conexión con su verdad interna como
consecuencia de las programaciones sociales.
Una
de las situaciones que pueden afectar la consecución del plan de vida de las
personas son los procesos que la sociedad occidental clasifica bajo el rótulo
de “enfermedad”.
La enfermedad como proceso
adaptativo de la salud
En
un contexto, el que las personas han sido educadas y modeladas para que sean
útiles a la “sociedad”, mas no necesariamente felices, es fácil que aparezca la
enfermedad como un proceso adaptativo de la salud en la vida de muchas
personas.
Así
la enfermedad puede ser vista como llamado de atención del ser verdadero o
auténtico al ser social que se está manifestando en este plano, para que se
conecte con su esencia interior y actúe coherentemente dando cumplimiento a lo
que vino a hacer en su vida.
De
ahí que para la Medicina Tradicional China (MTCh) la palabra enfermedad no
existe, su conocimiento ancestral define los procesos de perdida de la salud
como estados de desarmonía, y los procesos de sanación se daban en la búsqueda
de reestablecer la armonía interna o equilibrio dinámico del paciente o persona
tratada.
De
hecho, los tratados de MTCh sostienen que un buen médico es aquel que previene
la enfermedad, tratándola antes de que aparezca. Este enfoque de la salud
también atribuye a los órganos del ser humano el manejo de emociones, por lo
que un desequilibrio en el plano emocional tendrá como consecuencia una
alteración en los procesos físicos del órgano y por consiguiente un desequilibrio
en la salud de la persona.
Desde
la antigüedad los chinos saben que el miedo y el autoritarismo agotan la
energía del riñón, la ira afecta al hígado; el hastío, la crueldad y la euforia
no son buenos para el corazón; la obsesión daña al páncreas y la tristeza
perjudica al pulmón.
Por
el contrario la responsabilidad y la voluntad reflejan la armonía del elemento
agua, propia de la actividad del riñón.
La
creatividad, la decisión y la asertividad hablan de un elemento madera,
correspondiente al hígado, en equilibrio.
La
alegría y la bondad en una persona revelan que su elemento fuego, representado
por el corazón, está en armonía al menos en su dimensión emocional y
espiritual.
La
reflexión pone de manifiesto el equilibrio dinámico del elemento tierra,
representado por el bazo páncreas.
Finalmente,
el recuerdo y la inspiración refieren un movimiento saludable del metal, propio
de la actividad del pulmón.
De
ahí que los chinos antiguos sabían que cualquier proceso de perdida de la
armonía partía de una base espiritual y emocional, es decir el desequilibrio
venía de lo sutil a lo material. Entonces, su enfoque de tratamiento
contemplaba el tratamiento de estas perturbaciones desde sus orígenes. A través
de una visión holística, integradora, trataban los desequilibrios que
perturbaban la salud de los pacientes.
En
base a este conocimiento, resulta apropiado aplicar una visión integradora para
superar cualquier desequilibrio en nuestra salud que nos pueda afectar a lo
largo de nuestra vida, más aún si se trata de una de esas enfermedades
crónicas.
Nada
pierdes con intentar escuchar a tu sanador
interno relacionarte con tu síntoma desde la amabilidad, simplemente
sonríele a tu enfermedad y pregúntale qué es lo que te quiere mostrar, o qué es
lo que tienes que aprender de ese proceso.
Ten
presente que tu sanación pasa por armonizar tu dimensión espiritual y emocional
soltando viejos resentimientos y rencores, para poder agradecer y asimilar la
enseñanza que la enfermedad te trae a tu vida, lo que te permitirá avanzar exitosamente
en tu camino de vida.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario