martes, 17 de enero de 2017

EDITORIAL (Magazine No. 558)


¡Un Feliz Año Nuevo para todos nuestros colaboradores y lectores!

La Asociación China va a celebrar el Año Nuevo Chino (Sábado 28 de enero) en la Plaza Bolívar de Caracas con un gran evento público que comenzará a las 12 M, y donde participará Nei Wai-Jia Venezuela. La organización presentará el Abanico 17 de Yang Simplificado (Grupo), el Abanico 18 de Yang Taijiquan (Grupo) y el Abanico 24 de Chen Taijiquan, con Nelson Navea como solista. Están todos invitados.


En nuestras secciones semanales, presentamos este nuevo año "365 Meditaciones Tao" de Ming Dao Deng, con el texto "Comienzo" y de la sección "Cuento", con el texto del Panchatantra "El león y el chacal".

En este número del boletín Nei Dan, primero del año, traemos, en nuestra sección Videos de la Quincena: Como no todo es Tai Chi. Colaboraciones: "I Say a Little Prayer" (Aretha Franklin); "Misaaki Hiroi - Fabricante de juguetes japonés"; y "¿Qué es un gato?". Música: Enya. "A Day Without Rain", "The Celts" y "Watermark" (álbumes)

Estrenamos una nueva sección mensual en este boletín No. 558: "Tai Chi Soul" de mi autoría, con el texto "Hacer alma: Arte y Tai Chi Chuan". En la sección "Palabras y reflexiones" (Diana Albornoz) traemos el texto "Destino".

En la sección "Artículos" les traemos el escrito "Oriente y Occidente" (Daisetz T. Suzuki).

También les traemos hoy, en nuestra sección "Artículos del Archivo Nei Dan" el texto "¿Existe la brujería?" (Adaliz Buitriago).


ÍNDICE EDITORIALES

NOTICIAS NEI WAI-JIA Y MÁS (Magazine No. 558)


RECOMENDACIONES DEL MAGAZINE:

CINE:
  • Autómata (Antonio Banderas, Dylan McDermtt y Robert Forster / Dir.: Gabe Ibáñez / TV Filme / Fox)
  • Justicia roja (Richard Gere y Bai Ling / Dir.: Jon Avnet / TV Filme / Cine Canal)
  • El largo camino a la libertad (Idris Elba, Tony Kgoroge y Jamie Bartlett / Dir.: Justin Chadwick / TV Filme / HBO Signature)


BLOG DE LA SEMANA (Por Katherine Chacón): https://blogdebienestar.com/ Bello blog que da consejos sobre salud, nutrición, deporte, y más...



(Humor)

________________
BLOGS:

TWITTER: @taijiparatodos / @nwjvenezuela


E-MAILS:
nwjvenezuela@gmail.com / neidanmagazine@yahoo.com

_________________

NOTICIAS NEIWAIJIA VENEZUELA

NEI  WAI-JIA VENEZUELA EN LA CELEBRACIÓN DEL AÑO NUEVO CHINO
Evento organizado por la Asociación China

LUGAR: PLAZA BOLÍVAR DE CARACAS
DÍA: SÁBADO 28 DE ENERO
HORA: 12 M
PROGRAMA NEI WAI-JIA VENEZUELA:
-Forma de Abanico de 17 Secuencias de Yang Simplificado (Grupo)
-Forma de Abanico de 18 Secuencias de Yang Taijiquan (Grupo)
-Forma de Abanico de 24 Secuencias de Chen Taijiquan (Nelson Navea: solista)

¡ENTRADA GRATUITA!


_________________

_________________

OTRAS NOTICIAS

_________________

VENTA DE ZAPATOS FEIYUE WUSHU-KUNG FU. TALLA 40. Precio: 21.000 Bs. Más información: inwulinca@yahoo.com (Profesor Orlando Acevedo).


_________________

ARTÍCULOS (Magazine No. 558)

OCCIDENTE Y ORIENTE (*)

Por Daisetz T. Suzuki
Muchos grandes pensadores de Occidente, cada uno desde su propio punto de vista, han tratado este tema tan gastado por el tiempo, “Oriente y Occidente”; pero, por lo que yo sé, ha habido un número comparativamente escaso de autores del Extremo Oriente que hayan expresado sus opiniones como orientales. Este hecho me ha llevado a escoger este como una especie a lo que seguirá inmediatamente.


Basho (1644-94), un gran poeta japonés del siglo XVII, compuso un poema de diecisiete sílabas conocido como haiku o Hokku.

Cuando miro con cuidado
¡Veo florecer la nazuna
Junto al seto!

Es probable que Basho fuera caminando por el campo cuando observo algo junto al seto. Se acercó entonces, lo miró detenidamente, y descubrió que era nada menos que una planta silvestre, insignificante y generalmente inadvertida por los caminantes. Este es el hecho simple que el poema describe, sin que se exprese en ningún momento un sentimiento específicamente poético, a no ser quizá en las dos últimas silabas, en japonés kana. Esta partícula, ligada con frecuencia a un nombre, un adjetivo o un adverbio, significa cierto sentimiento de admiración, elogio, tristeza o alegría, y puede verterse en ocasiones justamente a otras lenguas mediante un signo de admiración. En este haiku todo el verso termina con este signo.

El sentimiento que prevalece en las diecisiete, o más bien quince sílabas y el signo de admiración al final quizá no sea comunicable para quienes conocen el idioma japonés. Trataré de explicarlo lo mejor posible. El poeta mismo podría no estar de acuerdo con mi interpretación, pero esto no importa mucho si sabemos que cuando menos hay alguien que lo entiende lo mismo que yo.

En primer lugar, Basho era un poeta de la naturaleza, como lo son la mayoría del los poetas orientales. Aman tanto la naturaleza que se sienten uno con ella, sienten todos los latidos de las venas de la naturaleza. La mayoría de los occidentales tienden a separarse de la naturaleza. Piensan que este y el hombre nada tienen en común a no ser algunos aspectos deseables y que la naturaleza sólo existe para ser utilizada por el hombre. Pero para los orientales, la naturaleza está muy cercana. Este sentimiento por la naturaleza surge al descubrir Basho una planta nada llamativa, casi despreciable, que florecía junto al viejo seto descuidado, al lado del remoto camino campestre, tan inocentemente, tan sin pretensiones, sin desear ser advertida, por nadie. Y sin embargo, cuando se la mira, ¡qué tierna, qué llena de gloria y de esplendor divinos aparece, más gloriosa que Salomón! Su humildad misma, su belleza sin ostentación, provoca la admiración sincera. El poeta puede leer en cada pétalo el más profundo misterio de la vida o del ser. Basho pudo no tener conciencia de ello, pero estoy seguro que en su corazón, en ese momento, vibraba un sentimiento parecido a lo que los cristianos llaman amor divino, que alcanza las mayores profundidades de la vida cósmica.

Las alturas del Himalaya pueden provocar en nosotros un sentimiento de temor sublime; las olas del pacífico pueden sugerirnos algo de infinitud. Pero cuando la propia mente se abre poética, mística o religiosamente, se siente, como Basho, que en cualquier tallo de hierba silvestre hay algo que trasciende de hecho todos los sentimientos humanos venales y bajos, que nos eleva a un nivel semejante en esplendor al de la Tierra Pura. La magnitud no tiene nada que ver en estos casos. A este respecto, el poeta japonés tiene un don específico que le permite descubrir algo grande en las pequeñas cosas, algo que trasciende todas las medidas cuantitativas.

Alfred Lord Tennyson

Tal es el Oriente. Veamos ahora qué puede ofrecer Occidente en una situación semejante. Escojo a Tennyson. Puede que no sea un típico poeta occidental, que debe ser seleccionado para compararlo con el poeta del Lejano Oriente. Pero el corto poema que citamos tiene algo muy cercano al de Basho. El poeta dice así:

Flower in the crannied wall,
I pluck you out of thre crannies;-
Hold you here, root and all, in my hand.
Little flower -but in I could understand
What you are, root and all, and all in all,
I should known what God and man is.

Flor en el muro agrietado,
Te arranco de las grietas; -
Te tomo, con todo y raíces, en mis manos,
Florecilla -pero si pudiera entender
Lo que eres, con todo y tus raíces, y, todo en todo,
Sabría qué es Dios y qué es el hombre.

Hay dos puntos que quiero subrayar en estas líneas:
1. El hecho de que Tennyson arranca la flor y la sostiene en sus manos, “con todo y raíces” y la mira, quizá intensamente. Es muy probable que experimentara un sentimiento parecido al de Basho, quien descubrió una flor de nazuna en el seto, al borde del camino. Pero la diferencia entre los dos poetas es que Basho no arranca la flor. La mira simplemente. Está absorto en sus pensamientos. Siente algo en su espíritu, pero no lo expresa. Deja que un signo de admiración diga todo lo que quiere decir. Porque no tiene palabras para expresarlo; su sentimiento es demasiado pleno, demasiado profundo y no quiere conceptualizarlo.

Tennyson, en cambio, es activo y analítico. Primero arranca la flor de lugar donde crece. La separa de la tierra a la que pertenece. A diferencia del poeta oriental, no deja quieta a la flor. Tiene que arrancarla de la pared agrietada, “con todo y raíces”, lo que significa que la planta debe morir. No le importa, al parecer, su destino; su propia curiosidad debe quedar satisfecha. Como algunos científicos, quiere hacer la disección de la planta. Basho ni siquiera toca la nazuna, simplemente la mira, la mira con “cuidado”. Eso es todo. Se mantiene inactivo, en contraste con el dinamismo de Tennyson.

Quiero subrayar este punto aquí, y puede que tenga ocasión de volver a referirme a ello. Oriente es silencioso, mientras que Occidente es elocuente. Pero el silencio oriental no significa sencillamente ser mundo, y quedarse sin palabras o sin habla. El silencio es, muchos casos, tan elocuente como las palabras. Occidente gusta del verbalismo. No sólo eso. Occidente transforma la palabra en carne y hace que está encarnación burda y voluptuosamente, en su arte y religión.

2. ¿Qué hace después Tennyson? Mirando la flor arrancada que probablemente empieza a marchitarse, se formula interiormente la pregunta: “¿Te entiendo?” Basho no se muestra inquisitivo en absoluto. Siente que todo el misterio se revela en su humilde nazuna, el misterio que ahonda en la fuente de toda existencia. Se siente embriagado por este sentimiento y lo expresa en un grito inefable, inaudible.

A diferencia de esto, Tennyson sigue con su reflexión: “Si pudiera entender lo que eres, sabría qué es Dios y qué es el hombre”. Su llamado al entendimiento es característicamente occidental. Basho acepta, Tennyson resiste. La individualidad de Tennyson permanece aparte de la flor, “Dios y el hombre”. No se identifica ni con Dios ni con la naturaleza. Permanece siempre aparte de ellos. Su conocimiento es lo que ahora llama “científicamente objetivo”. Basho es completamente “subjetivo”. (Esta no es la palabra adecuada, porque siempre se opone al objeto. Mi “sujeto” es lo que me gusta llamar “subjetividad absoluta”.) Basho permanece en esta “subjetividad absoluta” en la cual Basho contempla la nazuna y la nazuna contempla a Basho. No hay empatía, no simpatía ni identificación.

Basho dice: “miro con cuidado” (en japonés “yoku mireba”). Las palabras “con cuidado” implican que Basho no es ya un observador, sino que la flor ha cobrado conciencia de sí misma y se expresa silenciosamente y elocuentemente. Y esta elocuencia silenciosa o silencio elocuente por parte de la flor encuentra un eco humano en las diecisietes sílabas de Basho. Sean cuales fueren la profundidad del sentimiento, el misterio de la expresión y aun la filosofía de “subjetividad absoluta” que ellas haya, son inteligibles para los que han experimentado realmente todo esto.

En Tennyson, hasta donde yo puedo juzgarlo, no hay en primer lugar una profundidad de sentimiento; es todo intelecto, lo que resulta típico de la mentalidad occidental. Es un partidario de la doctrina del logos. Tiene que decir algo, tiene que abstraer o intelectualizar su experiencia concreta. Tiene que salir del campo de los sentimientos al campo del entendimiento y debe sujetar la vida y sentimiento a una serie de análisis para satisfacer el espíritu occidental de investigación.

He seleccionado a estos dos poetas, Basho y Tennyson, como ejemplos de dos puntos de vista básicos y característicos sobre la realidad. Basho pertenece a Oriente y Tennyson a Occidente. Al compararlos descubrimos que cada uno expresa su trasfondo tradicional. Al compararlo descubrimos que cada uno expresa su trasfondo tradicional. Según esto, la mentalidad occidental es: analítica, selectivas, diferencial, inductiva, individualista, intelectual, objetiva, científica, generalizadora, conceptual, esquemática, impersonal, legalista, organizadora, impositiva, auto-afirmativa, dispuesta a imponer su voluntad sobre los demás, etc. Frente a estos rasgos occidentales los de Oriente pueden caracterizarse así: sintética, totalizadora, integradora, no selectiva, deductiva, no sistemática, dogmática, intuitiva (más bien, afectiva), no discursiva, subjetiva, espiritualmente individualista y socialmente dirigida al grupo, etc.

Para simbolizar personalmente estas características de Oriente y Occidente, debo a ir Lao-tseé (siglo IV a.c), un gran pensador de la antigua China. Lo tomo como representante de Oriente y lo que él llama las multitudes pueden representar a Occidente. Cuando digo “las multitudes” no tengo la intención de atribuir a Occidente, con un sentido peyorativo, el papel de las multitudes de Lao-tsé, tal como las describía el viejo filósofo.

Lao-tsé se retrata a sí mismo como si fuera un idiota. Parece que no supiera nada, que no le afectara nada. No sirve prácticamente para nada en este mundo utilitario. Casi es incapaz de expresión. No obstante, hay algo en él que lo convierte en algo distinto de un espécimen de simplón ignorante. Sólo exteriormente lo parece.

Daisetz T. Suzuki

Occidente, en contraste con esto, tiene un par de ojos agudos, penetrantes, hundidos en las órbitas, que examinan el mundo exterior como los de un águila que se remonta a lo más alto del cielo. (De hecho, el águila es el símbolo nacional de cierta potencia occidental). Y en su nariz prominente, sus labios delgados, el conjunto de su contorno facial, todo sugiere una intelectualidad altamente desarrollada y una disposición a actuar. Esta disposición es comparable con la del de león. En verdad, el león y el águila son los símbolos de Occidente.

 Chuang-tzé, del siglo III a.c., relata la historia de konton (hun-tun), Caos. Sus amigos debían muchos de sus logros a Caos y querían agradecérselo. Discutieron entre sí y llegaron a una conclusión. Observaron que Caos no tenía órganos sensoriales para distinguir el mundo exterior. Un día le dieron los ojos, otro día las nariz, en una semana, lograron transformarlo en una persona sensible como ellos. Mientras se felicitaban por su buen éxito, Caos murió.

Oriente es caos y Occidente es el grupo de amigos agradecidos, bien intencionados, pero incapaces de distinguir claramente las cosas.

En muchos sentidos, Oriente parece ser indudablemente como tonto y estúpido, porque los orientales no son tan analíticos ni tan demostrativos y no tantas señales tangibles, visibles, de inteligencia. Son caóticos y aparentemente indiferentes. Pero saben que sin este carácter caótico de la inteligencia, su propia inteligencia natural no tendrá mucha utilidad para vivir junto al modo humano. Los miembros individuales fragmentarios no pueden laborar armónica y pacíficamente junto a no ser que estén en relación con el infinito mismo que, en realidad, subyace a cada uno de los miembros finitos. La inteligencia pertenece a la cabeza y su labor es más notable y quisiera lograr mucho, mientras que Caos permanece silencioso y tranquilo tras toda la turbulencia superficial. Su verdadera significación llega a ser reconocible para los participantes.

El Occidente, de mentalidad científica, aplica su inteligencia a inventar todo tipo de artefactos para elevar el nivel de vida y ahorrarse lo que considera esfuerzo o trabajo desagradable o innecesario. Trata, pues, de “desarrollar” los recursos naturales a los que tiene acceso. A Oriente, por otra parte, no le importa dedicarse a un trabajo doméstico o manual de cualquier tipo; aparentemente se siente satisfecho con el estado “subdesarrollado” de la civilización. No le gusta pensar únicamente en máquinas, convertirse en esclavo de la máquina. Este amor al trabajo es quizá característico de Oriente. La historia de un agricultor, tal como la cuenta Chuang-tze, es muy significativa y sugestiva en muchos sentidos, aunque supone que el incidente debió tener lugar hace más de dos mil años en China.

Chuang-tzé fue uno de los grandes filósofos en la antigua China. Debería ser estudiado más de lo que es en la actualidad. Los chinos no son tan especulativos como los hindúes y tienden a olvidar a sus propios pensadores. Mientras que Chuag-tzé es muy conocido como el más grande estilista entre los literatos chinos, sus pensamientos no son apreciados como merecen. Fue un gran recolector o compilador de relatos que quizá se han generalizado en su época. Es probable, sin embargo, que también inventará muchos cuentos para ilustrar sus ideas sobre la vida. He aquí un relato, que ilustra espléndidamente la filosofía del trabajo del Chuang-tsé, sobre un campesino que se negaba a usar la palanca para sacar agua del pozo.

Un campesino cavó un pozo y utilizaba el agua para irrigar su finca. Empleaba una cubeta ordinaria para sacar agua del pozo, como lo hace casi toda la gente primitiva. Un paseante, al verlo, le preguntó al campesino por qué no utilizaba una palanca para ese fin; es un instrumento que ahorra esfuerzo y puede realizar mayor trabajo que el método primitivo. El agricultor dijo: “Sé que ahorra trabajo y es precisamente por esta razón por la que no utilizo ese instrumento. Lo que temo es que el uso de ese instrumento me haga pensar sólo en la máquina. La preocupación por las máquinas crea en uno el hábito de la indolencia y la pereza.”

Los occidentales se preguntan a veces por que los chinos han desarrollado muchas ciencias y útiles mecánicos. Esto resulta extraño, afirman, ya que los chinos son conocidos por sus descubrimientos e invenciones como el magneto, la pólvora, la rueda, el papel y otras cosas. La principal razón es que los chinos, y otros pueblos asiáticos, aman la vida, tal como se vive y no quieren convertirlas en un medio de lograr alguna otra cosa, lo que desviaría el curso de la vida por un canal muy diferente. Les gusta el trabajo por el trabajo mismo aunque, objetivamente hablando, el trabajo significa realizar algo. Pero al trabajar gozan su trabajo y no tienen prisa por terminarlo. Los instrumentos mecánicos son mucho más eficientes y realizan más. Pero la máquina es impersonal y no creadora, y no tiene significado.

Mecanización significa intelección y, como el intelecto es principalmente utilitario, no hay esteticismo espiritual ni espiritualidad ética en la máquina. La razón que inducía al campesino de Chuang-tzé a no preocuparse por las máquinas está aquí. La máquina lo apura a uno a terminar el trabajo y a alcanzar el objetivo para el que está hecha. El trabajo o labor no tiene valor por sí mismo salvo como medio. Es decir, la vida pierde aquí su carácter creador y se convierte en un instrumento, el hombre es ahora un mecanismo productor de bienes. Los filósofos hablan de la importancia de la persona; como lo vemos ahora, en nuestra edad tan industrializada y mecanizada, la máquina no lo es todo y el hombre queda casi completamente reducido a la servidumbre. Esto es, me parece, lo que temía Chuang-tsé. Por supuesto, no podemos hacer girar la rueda del industrialismo hacia atrás, hacia la era de la artesanía primitiva. Por es bueno que tengamos en cuenta la importancia de las manos y también los males que surgen de la mecanización de la vida moderna, que acentúa demasiado al intelecto, a expensas de la vida como un todo.

Esto en cuanto a Oriente. Unas cuantas palabras ahora sobre Occidente. Denis de Rougemont, en su Man's Western Quest menciona a “la persona y la máquina” como característica de los dos rasgos prominentes de la cultura occidental. Esto es significativo, porque la persona y la máquina son conceptos contradictorios y Occidente se esfuerza por lograr su reconciliación. No sé si los occidentales lo hacen consciente o inconscientemente. Sólo me referiré al modo en estas dos ideas heterogéneas funcionan actualmente en la mentalidad occidental. Hay que observar que la máquina contrasta con la filosofía del trabajo de Chuang-tzé, y las ideas occidentales de libertad individual y responsabilidad personal son contrarias a las ideas orientales de libertad absoluta. No voy a entrar en detalles. Sólo trataré de resumir las contradicciones a las que Occidente se enfrenta y padece:

1) La persona y la máquina suponen una contradicción y por esta contradicción Occidente atraviesa por una gran tensión psicológica, que se manifiesta en diversas direcciones en su vida moderna.

2) La persona implica individualidad, responsabilidad personal, mientras que la máquina es el producto de la intelección, la abstracción, la generalización, la totalización, la vida en grupo.

3) Objetiva e intelectualmente o hablando en el sentido de una mentalidad preocupada por la máquina, la responsabilidad personal no tiene sentido. La responsabilidad se relaciona lógicamente con la libertad y en la lógica no hay libertad, porque todo está controlado por las reglas rígidas del silogismo.

4) Además, el hombre como producto biológico está regido por leyes biológicas. La herencia es un hecho y ninguna persona puede cambiarla. No nazco por mi propia y libre voluntad. Los padres me hacen nacer por su libre voluntad. El nacimiento planeado no tiene sentido en realidad.

5) La libertad es otro absurdo. Vivo socialmente, en un grupo, lo que limita todos mis movimientos, mentales y físicos. Aun al estar solo no soy libre en absoluto. Tengo toda clase de impulsos, que no siempre están bajo mi control. Algunos impulsos me arrastran, a pesar de mí mismo. Mientras vivamos en este mundo limitado, no podemos hablar de ser libre ni de hacer lo que queramos. Aun este deseo es algo que no es nuestro.

6) La persona pueda hablar de libertad, pero la máquina lo limita en todos sentidos, porque ese hablar no va más allá de sí mismo. El hombre occidental está desde un principio constreñido, restringido, inhibido. Su espontaneidad no es en absoluto suya, sino de la máquina. La máquina no tiene un carácter creador; opera sólo en la medida o en tanto que algo que se le introduce lo hace posible. Nunca actúa como “la persona”.

7) La persona es libre sólo cuando no es persona. Es libre cuando se niega y es absorbida en el todo. Para ser más exactos, es libre cuando es ella misma y, sin embargo, no es ella misma. Si no se entiende plenamente esta contradicción aparente, no se está calificado para hablar de libertad ni de responsabilidad ni de espontaneidad. Por ejemplo, la espontaneidad de que hablan los occidentales, especialmente algunos analistas, no es ni más ni menos que la espontaneidad infantil o animal y no la espontaneidad de la persona plenamente madura.

8) La máquina, el behaviorismo, el reflejo condicionado, la inseminación artificial, la automatización en general, la vivisección, la bomba H están -todas y cada una- íntimamente relacionadas y forman los eslabones sólidos y bien ligados de una cadena lógica.

9) Occidente trata de lograr la cuadratura del círculo. Oriente trata de hacer que un círculo equivalía a un cuadro. Para el zen el círculo es un círculo y el círculo es un cuadrado.

10) La libertad es un término subjetivo y no puede interpretarse objetivamente. Cuando tratamos de hacerlo, nos enredamos en contradicciones inextricables. Por tanto, afirmo que hablar de libertad en este mundo objetivo de limitaciones omnipresentes es una tontería.

11) En Occidente, “sí” es “sí” y “no” es “no”; “sí”  nunca puede ser “no” o viceversa. Oriente hace que el “sí”  se deslice hacia el “no” y el “no”  hacia el “sí”; no hay una división precisa entre “sí”  y “no”. Es la naturaleza de la vida que es así. Sólo en lógica es inerradicable la división. La lógica fue creada por los hombres para contribuir a las actividades utilitarias.

12) Cuando Occidente capta este hecho, inventa conceptos tales como los conocidos en física como complementariedad o principio de la incertidumbre, cuando no puede explicar ciertos fenómenos físicos. Por muy bien que logre crear concepto tras concepto, no puede atrapar los hechos de la existencia.

13) La religión no nos interesa aquí, pero puede ser de interés afirmar lo siguiente: el cristianismo, que es la religión de Occidente, habla del Logos, la Palabra, la carne y la encarnación y la temporalidad tempestuosa. Las religiones de Oriente buscan la excarnación, el silencio, la absorción, la paz eterna. Para el zen, la encarnación es excarnación; el silencio ruge como el trueno; la Palabra es no-Palabra, la carne es no-carne; aquí-ahora equivale al vacío (sunyata) y la infinitud. (*)

(*) Fuente: Daisetz T. Suzuki, “Oriente y Occidente”, Conferencia sobre budismo Zen, en Budismo zen y psicoanálisis, México, Fondo de Cultura Económica, 1982, pp. 9-19.


http://temakel.net/node/521


TAI CHI SOUL Roberto Chacón (Magazine No. 558)

HACER ALMA: ARTE Y TAI CHI CHUAN

A Paco Casado, in memoriam

“Quien se conoce y conoce al otro no puede obviar
que Oriente y Occidente son inseparables.”
J. W. Goethe

El sí-mismo [self] es también «la meta de la vida»,
pues es la expresión más completa de la
combinación del destino que se llama individuo.”
C. G. Jung

Si hay algo que revela en profundidad el arte marcial es que el sentido estético no es un mero adorno de nuestro “ser en el mundo” sino, literalmente, asunto de vida o muerte. En la conocida polaridad que hizo posible -al decir de Nietzsche- la tragedia ática, lo apolíneo y lo dionisiaco, la desmedida vitalidad de lo existente, representada por Dionisos, es embellecida y mesurada a través de las formas e imágenes artísticas, representadas por Apolo. Pero si Dionisos es también una personificación de Hades, el señor del inframundo, según dice Heráclito, Apolo resulta no ser menos letal, ya que a él se referían los griegos como el “dios que hiere de lejos”; y si Febo* era la deidad patrona de la sanación, también lo era de la muerte súbita y la enfermedad.

Dionisos cabalgando un leopardo

Reflexionando en lo anteriormente dicho, cobran pleno sentido las palabras con que da comienzo del ensayo “El destierro de Helena” de Albert Camus:

“Bien puede comprenderse que si los griegos llegaron a la desesperación en esos lugares, ello fue siempre a través de la belleza y de lo que esta tiene de opresivo. En esa dorada infelicidad culmina la tragedia.” (Cursivas nuestras)

Muchas veces no se entiende el pensamiento y el pathos trágico. Se le quiere comprender desde el punto de vista de la autoestima, que es un problema del Ego y no del alma. Tener la entereza, el temple y la honestidad de ver lo terrible de nuestra existencia, es la condición necesaria para poder transmutarla. Los griegos antiguos que se reconocían como mortales, hicieron de la más espantosa de nuestras limitaciones (la muerte), la mayor de las virtudes: la raíz de la intensidad del vivir, motivo de envidia para las divinidades inmortales.

En el Prefacio a su libro Tai Chi Chuan. Meditación en movimiento, el maestro francés de Taijiquan, Jean-Claude Sapin, compara las búsquedas espirituales hindúes y chinas con las de los artistas occidentales. Los segundos nada tienen que envidiar a los primeros, afirma Sapin, con la diferencia de que rara vez tomamos a nuestros artistas por “maestros”, en el sentido que tal palabra tiene en Oriente.

Sapin cuenta una anécdota respecto a la convergencia de las búsquedas de los artistas occidentales y los maestros orientales:

Cezanne: La casa del ahorcado
“En lo que a mí respecta, me siento deudor de un simple calendario de Correos por haberme hecho comprender ciertos ejercicios de meditación relacionados con el tai chi chuan. En la primera página, se permitía el lujo de reproducir un cuadro de Cezanne: La casa del ahorcado. El pintor invirtió de tal manera la perspectiva en este paisaje que todas las líneas del espacio se proyectan a partir de un punto central, que es exactamente el ojo del espectador funcionando como un tai chi. Precisando un poco más, el espacio del cuadro de Cezanne espera la mirada para llegar a ser, para nacer. ¡Cezanne, maestro taoísta al alcance de nuestros ojos!”

He tenido y tengo importantes maestros a lo largo de mi vida, tanto en literatura y música como en filosofía, Qigong o Tai chi. Guillermo Sucre y Rafael Cadenas, Friedrich Nietzsche y Albert Camus, Sauchin Chang y Javier Vásquez, entre otros, conforman los astros del firmamento de sentido de mi existencia. Sin embargo, el que considero el primero y más importante de todos es, sin dudas, el gran compositor francés Claude Debussy. Su música siempre ha sido para mí una epifanía y una re-velación, donde lo que se devela es, justamente, el misterio. Él dio el acabado definitivo a mi amor por Oriente, culminación de un extraño llamado que proviene insondable desde los más lejanos confines de nuestro mundo, y que desde temprana edad encontró un nido en mi corazón.

El repertorio de piezas que interpreto en el piano no es muy extenso. Pero a diferencia de muchos pianistas cuya preferencia se manifiesta por Federico Chopin, y, en menor medida, por J. S. Bach, buena parte de mi repertorio lo conforman piezas de Claude Debussy, como es de suponerse. Por lo menos seis de sus Preludios, incluido La catedral sumergida, y entre las piezas de mayor dificultad, el Arabesque No. 1 y una de sus Imágenes para piano: Homenaje a Rameau.

Los conocedores chinos siempre han afirmado que la música de Debussy es la que más se acerca a lo que ellos entienden por arte musical. Como dice el pianista chino Lang Lang en una de sus entrevistas, la música china es por naturaleza, “impresionista”. Ciertamente, pero a la manera del gran Claudio de Francia, y menos en la de Ravel, a pesar de toda la chinoiserie de la que hacen gala muchas de las composiciones de éste último artista.

Al decir de crítico Constant Lambert, Debussy usaba las escalas pentatónicas y la hexatónica o de tonos enteros (sugerida por la música javanesa), para moverse con entera libertad a través de todo el espectro musical, para fluir y flotar (feng-liu), como dirían los chinos.

La hexatónica es sin duda la sonoridad característica del misterio debussiano. Mientras que la fuerza primordial de la pentatonía le permitió usar sus escalas y sonoridades en una amplia paleta expresiva que va desde el encanto melódico que escuchamos en el Preludio La niña de los cabellos de lino, hasta la potencia tímbrica y armónica presente en los tres bocetos sinfónicos para orquesta titulados El mar.

Theodor Adorno llama la atención sobre una característica esencial de la música de Debussy: las sonoridades antiguas y ancestrales están unidas a una expresión de austeridad y, sobre todo, de severidad. Las voces de lo primigenio y de lo arcaico, siempre están teñidas de tintes trágicos y resonancias abismales.

Claude Debussy

Otra anécdota de Sapin, esta vez referida al violinista Isaac Stern, quien estuvo presente cuando el famoso equipo de Guoshu chino hizo una gira por Europa que culminó con su presentación en los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936. Al observar la exhibición de dos artistas marciales chinos, Stern dijo emocionado: “Sí, pero nosotros tenemos a Mozart”. Sapin ve en esta reflexión de Stern, una comprensión profundad de la similitud de búsquedas que une al arte marcial oriental y las bellas artes occidentales.

Esto lo podemos apreciar en este hermoso video de animación de la Forma de Beijing (24 Yang) acompañada con música de J. S. Bach.


Si encontramos convergencias, resonancias y correspondencias entre las obras de los artistas modernos de Occidente y los maestros del Oriente, todavía resalta mayor la afinidad entre los intérpretes de artes marciales y los de otras artes. El ejecutante de Wushu, así como el instrumentista musical, el actor y el bailarín, entre otros, es un artista de lo que se ha denominado “la velada única”. Su arte no está plasmado en una obra de cierta duración, como la de pintores, poetas y literatos, escultores, etc., sino que debe realizarse en cada presentación, (cada vez) en un único performance, de modo que su arte siempre está en continua evolución y constantemente sometido a las cambiantes circunstancias externas e internas que le acaecen al intérprete. Cada presentación exige un constante estudio y trabajo preparatorio, innumerables ensayos y correcciones. De manera que el espectador sólo ve, ante determinada interpretación, la punta del iceberg de un largo y sostenido trabajo, cuyos logros y limitaciones se le revelan en una “velada única”.

En mi caso, además de practicante de Tai Chi  Chuan y Chi Kung, también soy pianista. Al tocar mi piano o al hacer Tai Chi recuerdo las palabras de Allan Watts, quien señala que en inglés, tocar el piano se dice play the piano, que traducido literalmente significa “jugar el piano”. Del mismo modo se dice ejecutar una forma de Tai Chi: play the Tai Chi, “jugar al Tai Chi”. Lo lúdico es parte esencial del “sentido estético”, pues nos jugamos la vida con la Creación como escenario privilegiado. El arte es un juego, pero un juego muy serio, severo.

A veces, al sentarme frente al piano y tocar la melodía pentatónica que sirve de introducción al Preludio Bruyères ("Brezos") de Debussy, me siento como el personaje de Charlie Marlow, al comienzo de la novela El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad: “la palma de la mano hacia afuera, de modo que con los pies cruzados ante sí parecía un Buda predicando, vestido a la europea y sin la flor de loto en la mano”.

Claude Debussy: Bruyères (Interpreta A. B. Michelangeli)

En el blog “La idea del Norte” (http://www.laideadelnorte.com/) leemos este texto sobre el pianista, que muy bien pudiese aplicarse también al “taichichero”.

“Para mí, un pianista es un héroe -independientemente de sus cualidades- y por tanto es siempre digno de admiración y respeto. Es un héroe porque batalla solo y, para colmo, contra sí mismo. Sin descanso. El desempeño de su actividad es absorbente y exigente en alto grado y de manera continua, y al mismo tiempo, le obliga a ser autoexigente. Es una dialéctica severa, dura y, al final, al fondo, lo mires como lo mires, lo veas o no, solitaria. Un pianista es alguien ante el espejo. De ahí el combate consigo mismo. Un pianista está solo, tanto -y de tal manera son las exigencias de su trabajo y la autoexigencia del mismo- que a veces no es consciente de que lo está: solo. Y su única recompensa es la entrega de lo mejor de sí mismo a los otros. Dicho de otro modo, su premio es regalar algo profundo a los otros. Un pianista encuentra en el camino difíciles obstáculos y duras pruebas. Los peores obstáculos nacen de él mismo. Por ejemplo: la vanidad. Otro ejemplo: su gestión de las metas, del fracaso, y del éxito. Mantener la vanidad a raya es tarea muy difícil y, si no se consigue a cierta edad, la vida hace la tarea por ti, dándote una lección inolvidable. La solución de todos los problemas y escollos que un pianista encuentra en el camino está en uno mismo, y eso requiere conocerse, que es una tarea tan sumamente difícil como enriquecedora y que, como una partitura compleja, requiere su técnica, tiempo, paciencia, oído. Y silencio. Un pianista tiene que congeniar con el silencio. Música callada, soledad sonora. De ese silencio surge una voz, la suya, que le muestra quién es y le proyecta a los otros. Es entonces cuando ha llegado a casa, a la meta, y desde allí ya está en condiciones de empezar.”

Sabemos, por la tradición de la tragedia legada por los antiguos helenos, que todo héroe es en esencia trágico. A pesar de sus virtudes –Areté- el héroe no tiene otro final que el de caer abatido, siempre en pos del cumplimiento de su destino. El héroe trágico es una imagen severa y ejemplar de todos los hombres en tanto mortales, como se referían los antiguos a nuestra raza. De todos los que en medio de la incertidumbre y el desamparo de nuestra condición, tenemos por horizonte vital la certeza de nuestra mortalidad.

Pero ningún artista –incluyendo el marcial- quiere ser un “héroe” en el sentido hiperbólico y anti trágico que usualmente le damos. Si algo emparenta a los maestros del Oriente y a los artistas es que se definen más bien como buscadores, como seguidores del camino y realizadores de su destino.

Hacer alma es una frase cara a los seguidores de Jung. Otra forma de decirlo es la de “lograr el sí-mismo”, el arquetipo de todos los arquetipos, la individuación. A semejanza de la enseñanza de Gurdjieff, esa frase nos señala también que no todos los hombres poseen alma, al menos en su sentido pleno, y que si se logra tener alma –lograr el self- y ésta no se cuida, se puede perder de modo irremediable.

Nuestra época ha sido llamada fáustica, en el sentido que hemos vendido nuestra alma a poderes demoníacos, al dominio material sobre la Tierra. Por ello, a pesar de toda la ganga mediática sobre espiritualidad y el auge del New Age (o justamente por eso), vivimos en tiempos oscuros, en los tiempos del “eclipse del alma”.

Hacer alma presupone el hierosgamos o matrimonio sagrado entre anima y animo, los aspectos femeninos y masculinos de nuestro psiquismo. Lo que los chinos denominarían como el Tao entre el alma Hum (Yang) y el alma Po (Yin). Lograr el sí-mismo (self), tal como indica Jung, es encontrar el centro de nuestro ser, que engloba tanto lo inconsciente (Ello) como lo consciente (Ego).

Paradójicamente, es el logro del sí-mismo lo que abre las puertas de la cosmicidad, a la intimidad con el cosmos, pues sólo el que logra hacer alma puede tener acceso al Anima Mundi.

Al hacer un taolu (forma o estructura) de Tai Chi, ¿no recorremos un laberinto circular, siguiendo el hilo de Aridna del Qi, en busca del centro –Dan Tien? Tengamos en cuenta, además, lo que dice el maestro Wong Kiew Kit, que Tai Chi significa cosmos, y que esta palabra conforma su más sencilla y certera traducción.

La belleza constituye un rapto del alma. La imagen bella nos saca de nuestra identidad convencional y su temporalidad profana, confrontándonos con nuestra condición efímera, fundamento de la intensidad del vivir. Un indicio sobre la presencia de hombres desalmados es su ser insensibles a lo bello, el ser carentes en absoluto de “sentido estético”. En ellos no hay alma susceptible de rapto alguno, nada les conmueve y difícilmente sientan compasión por los otros seres y entes que les rodean.

Los griegos antiguos tenían una metáfora para ilustrar en qué consistía la belleza. Decían que la tensión exacta entre fuerzas opuestas, como entre una cuerda y un arco tensado, era la condición necesaria para el surgimiento de la armonía, de la belleza.

Así que también la hermandad trágica de Dionisos y Apolo, ya presente en Oráculo de Delfos, ombligo del mundo espiritual griego, es imprescindible para ese Tao del alma, tan caro a todo arte, incluyendo el marcial, entre belleza y mortalidad.

Evelyn de Morgan: Helena de Troya

En el Agamenón de Esquilo, parte de su Orestía, leemos lo siguiente sobre Helena de Troya, la imagen de la belleza superlativa e inigualable:

“No, no es indigno que por tal mujer troyanos y aqueos sufran indecibles miserias. En hermosura iguala a las diosas inmortales.”

Y al entrar Helena en Ilión (Troya), nos es descrita de esta manera:

“Alma serena como la calma de los mares; belleza que realza espléndido atavío; ojos que hieren como hiere el dardo; flor de amor para los corazones venenosa”.

Pequeña Serenata Nocturna. W. A. Mozart.

Tai Chi 24 Chen Style. Performing Jojo Hua.

“Marlow calló, se sentó aparte, concentrado y silencioso, en la postura de un Buda en meditación.” (J. Conrad. El corazón de las tinieblas).

Nota:

*Epíteto de Apolo. Su significado original era “brillante”.