“Estamos en septiembre y sin embargo mis flores están tan frescas
como en junio. Amherst se ha convertido en el Edén. Cerrar los ojos es viajar.
Las estaciones lo comprenden. !Qué triste ser un Artículo! Es decir, no tener
alma.”
Emily Dickinson
EL PEQUEÑO MUNDO DE NUESTROS ASUNTOS COTIDIANOS
ES EL COSMOS EN MINIATURA
Emily Dickinson fue uno
de los artistas norteamericanos más profundos e imaginativos, y sin embargo
vivió la mayor parte de su vida en los catorce acres de su hogar en Amherst,
Massachussets. Desde allá contempló al mundo entero, naturaleza, cultura,
pasiones humanas y expresión artística. En sus treinta tempranos, ella
sintetizó su vida en una carta dirigida a Thomas Wentworth Higgison, quien fue
el primero en reconocer su daimon y genio creativo. Escribió: “Usted me
pregunta por las Colinas Compañeras, señor, y por el Ocaso… y un Perro”.
La absoluta transparencia
y sofisticada inocencia que hay en esta carta se hacen potentes cuando la
leemos en nuestro tiempo de engaños e intencionada opacidad. Higginson
describió su primer encuentro con Dickinson en una carta: “Ella se acercó a mí
con dos azucenas, que en una suerte de actitud infantil, puso en mi mano
diciendo con una voz de niña asustada y sin aliento: “Ellas son mi
presentación”. Sin duda esas azucenas venían de su jardín, que se extendía
hacia un lado de su casa.
Durante nueve años
practiqué la psicoterapia a una cuadra de la tumba de Emily Dickinson y viví
cerca de su hogar. En un verano, mi esposa instaló su caballete en el jardín de
Dickinson, pintando sus impresiones de un solo árbol. Solamente una vez hicimos
un tour por la casa, con un talentoso y sensitivo irlandés, al cual ofendí sin
intención. Dickinson fue igualmente sensitiva, tanto, que algunos eruditos han
hecho carrera del estudio de sus neurosis.
Emily Dickinson vivió la
filosofía de William Blake: Ver al mundo en un grano de arena y a la eternidad
en una hora. El universo se extendía frente a ella en los catorce acres de
jardines, céspedes y colinas que podía ver a la distancia, tal como hoy en día
podemos hacerlo desde las habitaciones superiores de su hogar.
Cada artista parece tener
acceso a una hendidura especial en la opacidad del cosmos, una grieta a través
de la cual pueden percibir la totalidad para así construir su filosofía y su
vida. ¿Acaso nosotros no podemos también ser capaces de mirar nuestros pequeños
mundos percibiendo el Universo – el Todo, manifestado en lo ordinariamente
Pequeño? De esa manera nuestras vidas recobrarían sus propias dimensiones,
medidas por el tiempo y la eternidad, el lugar y el infinito.
Se requieren ojos
calibrados para el ancho mundo que puedan observar el evento o artículo más
común y vislumbrar en ellos las incursiones de la eternidad. Esta capacidad le
otorga sentido a los días comunes y nos libera de la innecesaria tarea de
encontrar sentido fuera de nuestras propias limitadas vidas. Todo lo que se
requiere es imaginación, la perspectiva poética, ojos que a través de las
sensaciones alcancen a ver la esencia emocional e intelectual.
Como la sensitiva y tímida de Amherst, si vivimos completa e intensamente podemos encontrar el sentido de la vida, aún dentro de los límites de nuestras ordinarias existencias particulares.
Thomas Moore
(Traducido de su obra Original Self)
Nei Dan Magazine No. 223 (03-03-09)
Sección: "Del diario de Nani" (María Margarita López)
Traducción MM
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