martes, 14 de julio de 2020

TAI CHI SOUL Roberto Chacón (Magazine No. 618)

LA PAZ SEA CONTIGO (y Fin)


“Todo pasa; sólo la serenidad permanece.”

Lao-Tsê (Lao Zi)

 

“Alma serena, como la calma de los mares”

Esquilo

Agamenón

La pianista china Zhu Xiao-Mei dice que existe una afinidad entre J. S. Bach y Lao Zi. En alemán “bach” significa “arroyo”, y ya sabemos la importancia del agua en el pensamiento del gran sabio taoísta. Ella habla de lo fundamental que es la postura, de estar bien asentado y sacar el sonido del vientre, no sólo para interpretar el piano, sino especialmente para tocar las obras de Bach. Esa serenidad tan característica de la música de Bach, exenta de dramatismo y ampulosidad, también está presente en el Tai Chi Chuan, e igualmente tiene por fundamento la postura, el estar asentados sobre nuestro Dan Tien y enraizados en la tierra.

 Zhu Xiao-Mei 

El hexagrama número 11 del I Ching es T’ai, “La Paz”. Se describe como el trigrama “Tierra” estando sobre el trigrama “Cielo”. La tierra tiende a bajar y el cielo a subir, de modo que la convergencia de ambos produce la paz. En nosotros sería como si el psiquismo, el alma, se pusiese debajo del cuerpo. (2) Toda convergencia produce un centro, y el centro es la posibilidad de la mesura. “El que sabe cómo detenerse no correrá peligro”, dice el Tao de la paz, comentado por Wang Cheng (No. 32). Benito Juárez lo dijo así: “el respeto al derecho ajeno es la paz”. La mesura es lo opuesto al titanismo de nuestra civilización descentrada, que no conoce límites, razón por la cual se asoma constantemente al abismo de la autodestrucción, del Apocalipsis.

T’ai, “La Paz”

“En la tierra los mortales; en el cielo los divinos” (Heidegger). Para las religiones más antiguas, todo en la vida de los hombres está signado por los dones divinos. Eran regalos de las divinidades a los invitados, a los que estaban de paso. Nuestra perspectiva humana lo traduce siempre en virtudes y maldiciones (no entiende que las “maldiciones” también son obsequios de las divinidades). Nuestra ansia de sabiduría hace que las personas con tendencias religiosas expliquen estas “maldiciones” como pruebas para el “aprendizaje”. Pero el desaprendizaje también es un don necesario, como el olvido.

 

No creo que las divinidades nos traten como alumnos, de los cuales los más aventajados recibirían una premiación extra. No, los dones son para el temple, para el forjamiento del ánimo. Los griegos decían que lo único que se podía hacer con el destino es embellecerlo. El trabajo del hombre, su misión sagrada es devolver esos dones como ofrendas, llevarlos a tal nivel de excelencia que estos sean dignos de ser recibidos por los dioses, y también, por los mortales que vendrán. Es lo que los chinos llaman Kung Fu.

 

El secreto de los dones lo tienen las divinidades, sólo ellos pueden saber en qué consisten sus obsequios. Para nosotros, los dones son en gran parte invisibles. Pero en el arte, vislumbramos algo de su secreto. 

El amor también nos revela el obsequio divino. En la película La terminal (Steven Spielberg / 2004), el protagonista, Viktor Navorski (Tom Hanks), le dice a la azafata Amelia Warren (Catherine Zeta-Jones) que él vive atrapado en la terminal del aeropuerto John F. Kennedy por cumplirle una promesa a su padre…, y por esperarla a ella. Su odisea estacionaria le ha permitido conocer el amor, aunque termine perdiéndolo al final del filme. Pero, ¿realmente lo perdió? 

En el filme El guerrero pacífico (Peacefull Warrior / Víctor Salva / 2006) (1), el personaje de Sócrates dice a su discípulo: “Un guerrero encuentra el amor en lo que hace”. El maestro Osho escribe, como partícipe de la misma conversación: “El amor no es una relación entre dos personas, es un estado de paz dentro de ti.”

Peace Piece, Bill Evans Tribute by Kurt Frederick Fischer

Osho dice que no todos podemos ser poetas o pintores, pero que podemos hacer de nuestra vida una poesía o una pintura. Nuestro eximio poeta, Armando Rojas Guardia, ha escrito un hermoso texto al respecto titulado “¿Qué es vivir poéticamente?” (3) La última entrevista de Michel Foucault tiene por título “¿Por qué la vida no podría ser una obra de arte?” (4). El Tai Chi Chuan, como arte marcial de paz, es un arte de vida, que debería permear todo el vivir del practicante sincero. Como todas las artes, también es una forma de poesía y de pintura. (5) De modo que cualquier mortal tiene la oportunidad de entrever los dones que le han conferido las divinidades, y de devolvérselas como exquisitas ofrendas.

 

IN SEARCH OF AN ELEGY

I’ll have it spare as the reverence you feel for silence

in your long melodic lines, where the music cries

 

in the sacred spaces you leave between the notes…

I’ll have the long curve of your back bending over

 

your shadow on the keys as you play “Turn Out

the Stars”, written for your father when he died,

 

Blue Notes stretching out as if you’d have them last

forever in the Renaissance portrait you painted

 

for an abstract world…I’ll have the moon take noise

out of the music because—like Debussy—you

 

knew that though notes are many, the truest follow

the yellow leaf falling through the stillness of autumn

 

light, always searching for songs that never stop to kiss

…I’ll have Scott La Faro’s bass, pulsing with ‘bright

 

darkness’ and Paul Motian’s brushed percussion keep

you safe from your too intricate “figure in the carpet”,

 

and I’ll challenge your Muse, “why confine this prayer

to heaven—why not let kindred souls here on earth

 

share the best of what you do and are, let them find

with you that though we die a little everyday, we can

 

as easily declare, that we grow stronger day by day.

-For Bill Evans-

Larsen Bowker

 

(EN BUSCA DE UNA ELEGIA

 

Lo tendré libre como la reverencia que sientes por el silencio

en tus largas líneas melódicas, donde la música llora

 

en los espacios sagrados que dejas entre las notas ...

Tendré la larga curva de tu espalda inclinada

 

tu sombra en las teclas mientras juegas "Apagar

las estrellas ", escrito para tu padre cuando murió,

 

Las notas azules se extienden como si las tuviera al final

para siempre en el retrato renacentista que pintaste

 

para un mundo abstracto ... haré que la luna tome ruido

fuera de la música porque, como Debussy, tú

 

sabías que aunque las notas son muchas, las más verdaderas siguen

la hoja amarilla cayendo a través de la quietud del otoño (6)

 

ligero, siempre buscando canciones que nunca paran de besarse

... tendré el bajo de Scott La Faro, pulsando con ‘brillante

 

la oscuridad’ y la fortaleza de percusión cepillada de Paul Motian

estás a salvo de tu "figura en la alfombra" demasiado intrincada,

 

y desafiaré a tu musa, "¿por qué limitar esta oración?

al cielo, ¿por qué no dejar almas gemelas aquí en la tierra?

 

comparte lo mejor de lo que haces y de lo que eres, deja que encuentren

contigo que aunque muramos un poco todos los días, podemos

 

declarar tan fácilmente que nos hacemos más fuertes día a día.)

Larsen Bowken

 

El maestro Osho afirma que la paz interior se alcanza aceptando y absorbiendo lo que nos causa dolor, sin rechazarlo. La transformación y la liberación sólo son posibles si hay comunión con el alma sufriente. Eso exige un diálogo íntimo, sincero, con nuestro sufrimiento.

 

El Tai Chi Chuan y el Chi Kung son “lenguajes” que permiten entrar en diálogo con nuestra violencia y el sufrimiento que la alimenta. Partiendo de un verso de Hölderlin –“Desde que somos diálogo”-, Heidegger dice que el lenguaje es esencial únicamente como diálogo. Y como también ha afirmado que la lengua es poesía en un sentido esencial, no podemos sino resaltar esa reverberación semántica por la cual se nos revela que el verdadero diálogo tiene que ser poiético, artístico.

 

Como hemos señalado anteriormente, el conjunto de jazz es puesto como arquetipo de conversación armoniosa, creativa e integrada, sinérgica y eurítmica, en El tao de la conversación (Michael Kahn). Pero en las agrupaciones de jazz se cumplen algunos requisitos imprescindibles para que pueda darse la conversación auténtica: en primer lugar, en los grupos de jazz todos se escuchan realmente entre sí; la mutua escucha retroalimenta a los músicos, a tal punto que puede decirse que para el jazzista, no hay nota equivocada o fuera de lugar. (8) El estereotipo del jazzista como un narcisista musical, un ególatra casi sumergido en el solipsismo, es absolutamente falsa. En segundo término, el jazzista es un músico que no sólo busca perennemente su propia voz a través del instrumento que ejecuta (su sonoridad personal), sino que, además, la busca justamente porque tiene una historia que contar, como dicen en el ambiente del jazz: se individúa al contar musicalmente su propia historia; por ende, tiene algo que contar. En tercer lugar, el jazzista busca realzar la conversación grupal a través de la excelencia de su interpretación, de la calidad de la poiésis que ofrenda a sus colegas y a su público. Sucede como en el Suajili (Swahili), donde cada interlocutor o escritor tiene por imperativo de excelencia el elevar la lengua y acercarla lo más posible a la que exhiben sus grandes poetas.

 

La música es poesía sonora sin palabras. Y, particularmente, el jazz constituye la poesía de la espontaneidad, del aquí y ahora, del estado de ánimo que voy siendo, de la inspiración y el duende. En la serie documental de Ken Burns, Jazz, la historia (Capítulo No. 11 “La aventura”), habla el violinista de jazz Matt Glaser sobre el saxofonista Sonny Rollins. Glaser fue a ver un espectáculo de Rollins por allá en los años noventa. Era un sábado anterior al domingo de Pascua. Al finalizar el mismo, Rollins tocó uno de sus temas favoritos. Era cerca de la medianoche y el saxofonista tenía como 15 minutos tocando un largo solo. Diez segundos antes de la medianoche, Sonny introdujo en su improvisación un tema popular de la Pascua estadounidense. Para Glaser esa anécdota revela la profunda conexión del jazzista con su entorno y su momento, el aquí y ahora.

Bill Evans – Peace Piece (Piano Cover by Josh Cohen)

Michael Gilman escribió un pequeño artículo sobre la relación de la música con el Tai Chi Chuan (7). En ese texto nos hace ver uno de los aspectos donde la música y el Tai Chi se emparentan. La forma (taolu) en el Tai Chi funciona como la partitura en la interpretación del piano. Los grandes maestros de la composición académica son Bach, Beethoven, Mozart (por citar los grandes “clásicos”), mientras que en Tai Chi seguimos a los grandes maestros: Chen, Yang, Wu, Sun…

 

En su libro 108 Insights en el Tai Chi Chuan: perlas ensartadas, Michael Gilman nos habla de la afinidad del jazz con el Tai Chi (Perla No. 6). Para este autor y maestro, la afinidad es pedagógica. Tanto en el jazz como en el Tai Chi, primero se imita, luego se asimila, y finalmente se innova. Sin embargo, para mí, la principal afinidad del jazz con el Tai Chi estriba en la improvisación, en la espontaneidad, con su dosis impredecible de inspiración, rapto, etc., en la ejecución instrumental –para el jazz- y en el combate, en el caso del Tai Chi Chuan. En ambos casos, se busca la excelencia técnica y el máximo de habilidad no para el control y el cálculo de ego, sino para ofrendarlos a fuerzas que provienen del misterio.

 

El relato de Karlfried Dürckheim (Hara) sobre el abad de un monasterio Zen (Maestro Hayashi) quien le obsequió una pintura realizada al momento, nos ilustra sobre la finalidad de la excelencia técnica desde el punto de vista de las artes del camino. Las mismas no son puestas bajo el mando de una voluntad ordenadora, de un proyecto egóico, sino se ofrendan a las potencias de lo ignoto que se manifiestan a través de estas técnicas y principios reiteradamente pulidas y afinadas (Kungfu). Cuando Dürckheim observó la excelencia de la pintura realizada, casi sin esfuerzo (Wu-Wei), preguntó al maestro “¿Qué hay que hacer para devenir Maestro?”, Hayashi le contestó:

 

“Basta con dejar que salga el maestro que hay en nosotros. Sí, es así de sencillo, hay que dejar que salga.” (Hara. Pp: 40-42).

 

Y como reitera Osho, cada Maestro que surge, cada iluminado, es absolutamente distinto de cualquier otro, es un ser humano absolutamente singular, autorrealizado. Su estado es el de estar completamente individuados, ajenos a toda la mentalidad colectivista del rebaño humano. Si según el Zen de Rinzai, la iluminación es zazen (meditación sentados), el Tai Chi, que es meditación en movimiento y se hace “sentados” (“Hacer Tai Chi es hacer Mabu” / Posición de Jinete), participa de la misma correspondencia: cada vez que lo practicamos vislumbramos nuestra propia naturaleza, y ese camino lo recorre cada cual a su manera, siendo tan propio y solitario como el acaecer de la muerte.

 

En el Tai Chi Chuan existe ese camino paradójico donde conviven el estudio técnico regido por el canon que constituyen los grandes creadores del arte y los máximos exponentes del mismo, y la posibilidad de improvisación infinita, las posibilidades de variación imprevisibles al adaptarse el arte al aquí y al ahora, a las siempre diferentes circunstancias del combate, el terreno y el clima, y los estados de ánimo.

 

Por su capacidad armónica, el Tai Chi es puesto como ejemplo de concreción de la teoría de los “campos formativos” de Rupert Sheldrake, por Rüdiger Dahlke (El mensaje curativo del alma):

 

“Sheldrake postuló la existencia de los campos formativos, llamados así porque transmiten dichas relaciones sin necesidad de transferir materia o información. […] Esto es especialmente evidente en el Tai Chi […]. Cuando un grupo se mueve como un único ser se genera una fuerza inmensa; es por eso por lo que los escuadrones militares marchan más fácilmente al mismo paso. Una prueba de la enorme fuerza que puede llegar a poseer la armonía, la resonancia, es el peligro de hundimiento de los puentes por los que pasan columnas militares en marcha.” (El mensaje curativo del alma. Pp. 32-33.)

 

Pero si nos quedamos con esta imagen de la fuerza comunal de la “armonía del Tai Chi” (demasiado cercana al “orden” militar), perdemos de vista que este arte tiene por meta interior lo que Jung llamó “individuación”, cosa que -otra paradoja- es la llave que abre la puerta a la “conciencia cósmica” (iluminación). Por el “camino del medio” entre ambos polos correspondientes, el practicante de Tai Chi debe buscar su propia manera de interpretar no sólo las formas, sino los principios del arte. Tener su propia “voz”, porque inmerso en su “viaje interior”, tiene algo que decir a través de las motivos y las “fuerzas” (“energías”) constitutivas del Tai Chi. Por esta vía se explica no sólo la variedad de estilos y sub-estilos del arte, sino la diferente manera de interpretar de exponentes que no sólo comparten un mismo estilo, sino la misma enseñanza de un maestro.

 

El diálogo es el camino hacia la paz. El arte de la amistad se basa en la conversación. Para que ello sea posible, las personas deben individuarse lo más profundamente que puedan. La gente no puede ser representada como UN pueblo, como “la voluntad general” (hoy, la “opinión pública”). Ese “pueblo” unánime puede terminar convertido en una masa uniforme como insinúa el slogan nazi: “Un pueblo, un Reich, un Führer”. Para Octavio Paz lo que caracteriza al pueblo llano son justamente sus variadas y multifacéticas tipologías, sus arquetipos plurales de lo humano.

 

El “Himno a la alegría” beethoveniano (Novena Sinfonía), según señalamos, representa una “voluntad popular” demasiado unísona, una sola voz multiplicada. Debussy siempre escuchará marchas militares debajo de los temas de Beethoven. Digamos que no son marchas prusianas si no, más bien, marchas revolucionarias, como La marsellesa. Sin embargo, esa representación de la diversidad humana como una sola voz algo dice de nuestros tiempos, signados por el hombre masa y la unidimensionalidad.

 

Para su ópera Le diable dans le beffroi (El diablo en el campanario), Debussy había imaginado que el único personaje cantante era la muchedumbre (el diablo sólo silbaba). En una carta a su amigo Louis Laloy escribe sobre la idea de “pueblo” en la ópera Boris Godunov, de Modest Músorgski y en Los maestros cantores, de Richard Wagner, comparándolas con lo que él quería hacer en su obra:

 

“El pueblo en Boris no forma una verdadera muchedumbre; es una vez un grupo que canta, otra vez otro y aún un tercero, cada uno a su turno y la mayor parte de las veces al unísono. En cuanto al pueblo de los Maestro Cantores, no es una muchedumbre, sino un ejército, poderosamente organizado a la alemana y que marcha en filas. Lo que yo quisiera hacer, es algo más disperso, más dividido, más suelto, más impalpable, algo inorgánico en apariencia y sin embargo ordenado en el fondo: una verdadera muchedumbre humana en la que cada voz es libre y donde todas las voces reunidas producen sin embargo una impresión y un movimiento de conjunto.” (Juan Allende-Blin. En busca del Debussy perdido).

 

De manera que si queremos encontrar paz intersubjetiva en nuestro tiempo, tenemos que aceptarnos en nuestra pluralidad constitutiva, en nuestras diferencias, y abrirnos a diálogos sin fin, signados por las artes de la conversación. Peace Piece nos convoca a la conversa (versar juntos), como muchas otras obras de arte, además de las innumerables cosas que nos unen e interpelan en este puntito azul perdido entre los astros del universo.

 

ELEGY FOR BILL EVANS, 1929-1980

 

Music your hands are no longer here to make

Still breaks against my ear, still shakes my heart.

Then I feel that I am still before you.

You bend above your shadow on the keys

That tremble at your touch or crystallize,

Water forced to concntrate. In meditation

You close your eyes to see yourself more clearly.

 

Now you know the source of sound,

The element bone and muscle penetrate

Hoping to bring back beauty.

Hoping to catch what lies beyond our reach,

You hunted with your fingertips.

My life you found, and many other lives

Which traveled through yor hands upon their journey.

Note by note we followed in your tracks, like

Hearing the rain, eyes closed to feel more deeply.

We stood before the mountains of your touch.

 

The sunlight and the shade you carried us

We drank, tasting our bitter lives more sweetly

From the spring of song that never stops its kiss.

 

Bill Zavatsky (9)

 

(ELEGÍA POR BILL EVANS [1929-1980]

 La música que tu sabia mano

ya no está para extremar

aún habla a mi oído, y me conmueve

como si estuviera enfrente tuyo.

Ve cómo te inclinas sobre tu sombra,

aplicado a las teclas que rezuman tu toque

quedando ellas de cristal,

agua conjurada a concentrarse;

y cómo, meditando a ojos cerrados,

te ves más claramente.

Ahora ya conoces el venero

que es dador de los sonidos.

El hueso y la carne traspasaron el umbral

con el deseo de rescatar la belleza

y traerla de vuelta,

esperando alcanzar aquello que

–saliendo del alcance de las manos–

tus dedos solían atrapar.

Encontraste mi vida y la de muchos

y en tu jornada las tomaste a cuestas.

Nota a nota te hemos sentido,

también a ojos cerrados

como a la lluvia que cae,

y al pie de la montaña sutil de tu armonía

perseveramos.

Luz no usada nos trajiste y mil matices.

Nosotros bebimos,

creyendo más dulce nuestra amarga vida,

de la fuente de canción

cuyo beso ya no acaba.)

Bill Zavatsky

Versión de David Noria

 

Peace Piece Cover by St. Avant-Garde

Me tomo un descanso antes de escribir el final de este ensayo. Hace poco, debido a desacuerdos con algunos vecinos, desenvaine mi vieja espada e hice redoblar los tambores que llaman a la batalla. Apenas ayer, decidimos todos los involucrados enterrar las hachas de guerra y fumar las pipas de la paz, y así llegar a los acuerdos necesarios en lo que respecta a los problemas comunes que nos aquejan. Días atrás falleció una vecina muy querida que todos llamábamos “La Negra”. Un amigo de la infancia la describió como “la madre de todos”. Eso era para los que la conocimos. La sonrisa eterna de La Negra, estaba presente en la reunión vecinal, convocándonos a la reconciliación. Bajo la égida de su espíritu maternal, cariñoso y amable, retomamos los caminos pacíficos, las vías de la concordia.

 

Me llama Peace Piece. Entonces me siento al piano para interpretarla una vez más. Mi gato Maik surge de la nada y camina elegante sobre las teclas del piano. “El hombre tiene dos medios para refugiarse de las miserias de la vida: la música y los gatos” (Albert Schweitzer). Luego se acuesta sobre mi regazo y ronronea. Me viene a la mente un “meme”: “Paz es el ronroneo de un gato”. La frase de Víctor Hugo “Dios creó al gato para que el hombre pudiera acariciar al tigre”, es totalmente verídica respecto a mi gato, que es un Shere Khan en miniatura. No es de extrañar, compartiendo el tigre y el gato un 96% de su ADN. Además, también está hecho para el amor, como dice la niña Norah sobre el rey de los felinos, en el poema El Tigre, de Borges. 


Un pajarillo pasa por nuestra ventana y Maik, en un parpadear, se lanza vertiginoso hacia éste. Vuelto al estado silvestre en un santiamén, no voltea a verme al igual que hizo en el extraordinario filme La vida de Pi (Ang Lee / 2012), el tigre “Richard Parker”, cuando él y Piscine Patel llegan a las costas de México y el felino se sumerge en la jungla.

 

Quiero escuchar a Evans tocar la pieza. Prendo la computadora y busco Peace Piece en Youtube. Mientras la escucho, leo un comentario de Anthony McArthur:

 

“Irás a donde tienes que ir. Verás lo que hay que ver. Y de vez en cuando escucharás cosas que te harán sentir feliz de estar vivo y maravillarte de la belleza de ser humano. Este es uno de esos momentos que vibra a través de todas las paredes del tiempo. Comparta la forma en que esto lo hace sentir con sus seres queridos. Que cada palabra que uses sea como una nota que se reproduce como en esta canción.”

 

Amén. Descansa en paz mi poeta del alma, que éstas palabras mías y de otros a quienes he convocado, están hiladas con un ramo de olivo como un homenaje a ti y a tu maravillosa pequeña obra maestra, Peace Piece. Que la paz sea contigo también, amigo lector.

 

La paz se revela por las batallas”, y la más ardua de las batallas es la de individuarse, que se pueda ser lo que uno es en alto grado, con excelencia. Que se nos permita madurar en lo que más propiamente somos.

 

“Ser nadie más que tú mismo —en un mundo que se esfuerza día y noche en convertirte en alguien más— implica luchar la batalla más dura que alguien puede luchar; y nunca dejar de pelear.”

E. E. Cummings

 

Ese enemigo es lo que Osho llama la mente del rebaño humano. Adversario que está encarnado en cada uno de nosotros, que nos representa y pasa por ser el centro de nuestra individualidad: el Ego (Yo). Pero, como dice Budha, este Ego no es nada, es mera ilusión.

 

“Quien no encaja en el mundo, está siempre cerca de encontrarse a sí mismo”

Hermann Hesse

 

De modo que no hay batalla, ni enemigo alguno. Siempre estuvimos en la paz. Ella –la paz- viaja con nosotros y nos brinda cobijo, aparece como anfitriona en todos nuestros hogares, habitando la serenidad más abisal de lo que somos, aquella que a veces nos está permitido visitar en la más profunda meditación, pero que siempre emerge para darnos albergue, para ampararnos, aún en medio de las batallas que nos presenta Maya, y de la precariedad e incertidumbre radical de nuestra condición de mortales. Sólo desde esa paz es que se puede mirar directamente a los ojos de la muerte, al momento de partir en nuestro último viaje.

 

Venimos al mundo, en la mayoría de los casos, en medio de la gran alegría de nuestros padres, familiares y sus amigos. Nuestra muerte estará teñida de los colores del dolor y la tristeza. En la muerte estamos solos, y es porque nuestro deceso es el momento máximo de la individuación, en ese ahí y ahora, ella –la muerte- es únicamente nuestra, idiosincrática e intransferible.

 

Es un gesto profundamente hermoso que un artista se haya exigido dar lo mejor de sí hasta el último aliento, entregándole al público un intenso e inigualable momento de alegría y fervor, como hizo Bill Evans en los conciertos que dio poco antes de su fallecimiento. Podemos pensar que fue un “suicidio” que revertía no sólo la ofrenda a los muertos que todo artista verdadero hace, según las palabras de Elías Canetti, sino que hizo de la antesala de su propia muerte un acontecimiento de alegría sin par, como ocurre con el alumbramiento de un nuevo ser para una familia cualquiera. Si Thomas de Quincey hubiese conocido el final de Evans, hubiese escrito El suicidio como una de las Bellas Artes, cosa que hubiera regocijado el corazón intenso del maestro Camus. “Haz de tu despedida una ofrenda”, parece decirnos la música de Bill, como en los acordes finales de Peace Piece.

 

-“El suicidio siempre es una opción. Es la clave de la libertad”, nos dice Fernando Savater. (10)

 

Puede que hayamos madurado un poco en todo este tiempo en que he intentado montar Peace Piece (jugarla) y, a la vez, escribir sobre la pieza, compartiendo las resonancias multicolores que hicieron que mi alma y corazón danzaran al escucharla, interpretarla y leer sobre ella y su creador, el legendario Bill Evans.

 

“Maduros están los frutos, en fuego sumergidos, cocidos

y probados en la tierra y es una ley

que todo se adentre, igual que las serpientes,

proféticamente, soñando en

los montes del cielo.”

Mnemosyne de Friedrich Hölderlin

 

El cieno se ha asentado y el agua luce clara y transparente. Hemos dejado que las cosas pasen, como dicen los taoístas, y así, también nos hemos dejado ser un poco más en nuestra más elevada posibilidad. Estamos, quizá, ya lo suficientemente individuados, ciertamente algo más templados (afinados), como para poder escuchar con el alma las Variaciones Goldberg, la obra maestra de J. S. Bach, interpretadas por la eximia pianista Zhu Xiao-Mei, como si se tratase de un arroyo que suavemente desciende al mar de la serenidad.

Bach Goldberg Variationen BWV 988 Zhu Xiao Mei

 

Roberto Chacón

 

Notas:

(1) Basada en la novela Way of the Peacefull Warrior, de Dan Millman.

(2) Podemos imaginar diversas “convergencias” análogas: el “mundo” colocándose debajo de la “tierra” (Heidegger); la personalidad poniéndose bajo la sombra (Jung), etc.

(3) Armando Rojas Guardia. Sección “Artículo” del Magazine Nei Dan No. 613 (https://robertochikung.blogspot.com/2020/03/articulo-magazine-no-613.html). Tomado de Prodavinci.

(4) Michel Foucault. Sección “Artículo” de Nei Dan Magazine No. 614 (https://robertochikung.blogspot.com/2020/03/articulo-magazine-no-614.html). Tomado de Pijamasurf.

(5) Ver en la sección “Artículo” (2019) del Magazine Nei Dan mi ensayo “¿Por qué leemos poesía en las clases de Taiji-Qigong?”.

(6) Se trata de una referencia al Preludio No. 2 del II Libro de Preludios para piano de Debussy, Feuilles mortes (Hojas muertas).

(7) “Música y Tai Chi”, Nei Dan Magazine No. 566. Sección “Artículos” (https://robertochikung.blogspot.com/2017/03/articulo-magazine-no-566.html)

(8) Una anécdota de Herbie Hancock al respecto: Hancock tocaba en cierta ocasión con Miles Davis y se sintió muy molesto consigo mismo porque se equivocó al tocar unos acordes al piano. Al final del concierto fue a pedirle disculpas a Davis por su error. Davis lo escuchó extrañado y le dijo que él no había escuchado ninguna equivocación, que cuando escuchó los acordes de Hancock los sintió como una oportunidad no prevista para explorar un nuevo terreno de improvisación, y así lo hizo. Al final le dijo a Hancock: “En el jazz no existen las notas equivocadas”.

(9) Extraído de Where X Marks the Spot, 2006. Copyright © por Bill Zavatsky.

(10) “Coronavirus. Fernando Savater: ‘Vamos a seguir siendo lo mismo, pero un poco peor’”. Entrevista a Fernando Savater. La Nación. 30-07-2020. Por Hugo Alconada Mon.




2 comentarios:

  1. La paz sea contigo, no hay más palabras.

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  2. Leo este Magazine como el agua del riachuelo de la montaña acaricia las piedras

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