martes, 20 de agosto de 2019

ARTÍCULOS DEL ARCHIVO NEI DAN (Magazine No. 605)

EL ZORRO Y EL CENTAURO (I)

“Sostengo que el ejército alemán perdió dos guerras mundiales
por obra del paso de ganso, de la pompa y la jactancia militares,
por obra de cosas tales como las bandas militares y las formaciones
en columna cerrada. Porque un ejército realmente eficaz debería
ser invisible e inaudible.
Alan Watts
Nueve Meditaciones

La guerra de guerrillas –eso que ahora llaman algo pomposamente como “guerra asimétrica”- ha existido desde los albores de la civilización misma, como último recurso de poblaciones inferiores desde el punto de vista militar, acosadas por un enemigo con ejércitos y recursos muy superiores. Para nosotros los latinoamericanos, nombres como los de Ernesto “Che” Guevara, Camilo Cienfuegos, Augusto César Sandino y Antonio Marín alias “Manuel Marulanda”, están unidos indisolublemente a la noción de la lucha guerrillera, dado que fueron grandes capitanes en este tipo de combate. Del mismo modo, más allá de nuestro continente, los nombres del líder chino Mao Zedong, el general vietnamita Vo Nguyen Giap, y, más recientemente, el líder talibán afgano, Mulá (Mohammad) Omar, siguen siendo íconos modernos de la lucha guerrillera.

Por otra parte, se olvida que la mayoría de los comandantes de las guerras de independencia americanas, fueran del norte o del sur, por razones obvias, fueron también maestros destacados de la guerra de guerrillas; siendo este tipo de guerra, más que las grandes batallas que tanto son ensalzadas por las historiografías oficiales, las que decidieron las derrotas de los ejércitos coloniales.

También es bueno recordar que los grandes jefes de la revolución mexicana, como José Doroteo Arango Arámbula, alias Francisco “Pancho” Villa, y Emiliano Zapata, antes de ser los afamados conductores de los grandes ejércitos revolucionarios que entraron en Ciudad de México en 1914, fueron durante gran parte de su vida militar eximios comandantes guerrilleros.


Asimismo, las guerras de los nativos americanos contra conquistadores, colonizadores, y, luego, contra las repúblicas “civilizadoras”, se llevó en gran medida en la forma de “guerra asimétrica”. Desde el arribo de Colón hasta el tiempo presente, desde Guaicaipuro y Lautaro, pasando por Namuncurá y Gerónimo, hasta el sub-comandante Marcos y el ELZN de Chiapas, la guerra de guerrillas ha sido el medio idóneo de los pueblos ancestrales amenazados, en su enfrentamiento desigual con la moderna civilización depredadora.

Sub-comandante Marcos
Debido a que la lucha guerrillera es por definición, la lucha de pueblos menos desarrollados contra ejércitos poderosos, la mayoría de las veces pertenecientes a potencias mundiales, poco se piensa en las naciones europeas, la mayoría de ellas con un historial imperialista y colonialista, como escenarios de luchas guerrilleras. Pero debido a la gran conflictividad que ha mostrado Europa a lo largo de su historia, también ha sido escenario de “guerras asimétricas” como otras regiones del mundo. Por ejemplo, en la “Guerra de los cien años” (1337-1453) entre Francia e Inglaterra, se destacó Bertrand du Guesclin por su maestría en las tácticas guerrilleras, que terminaron arrojando al invasor anglosajón de las tierras galas.

Son también famosas las luchas guerrilleras de los españoles contra la ocupación napoleónica, donde se destacaron comandantes como Juan Martín “el empecinado”, Francisco Chaleco y Moreno Baptista, entre muchos otros. Cuando la Grande Armée se retiraba de Moscú en 1814, el Mariscal Mijail Kutusov prefirió el hostigamiento continuo e implacable de sus partidas de cosacos sobre las columnas francesas, que sacrificar a sus hombres en batallas frontales (sabiduría militar y humanitaria que muchos le han criticado). Kutusov había estudiado las campañas de George Washington contra los ingleses, especialmente la del año 1776, dónde hizo uso de tácticas de guerra de desgaste y hostigamiento indirecto, lo que hizo decir al militar ruso: “se puede ganar una guerra sin ganar una batalla”.*

En la Segunda Guerra Mundial, los maquis franceses, los partisanos rusos y los guerrilleros yugoeslavos dirigidos por el gran comandante Josip Broz Tito (entre otras fuerzas irregulares de la resistencia europea), serían tan importantes para la derrota final del Tercer Reich como las victorias convencionales de los ejércitos soviéticos y anglo-norteamericanos.

Sin embargo, es poco conocido que grandes capitanes y teóricos importantes de la guerra de guerrillas y el combate no convencional provienen del Imperio Británico y del Reich Alemán. Siendo sus campañas, desarrolladas durante las dos conflagraciones mundiales, de las más exitosas que registre la historia de la “guerra asimétrica”. El más conocido entre éstos es el enigmático galés T. E. Lawrence (1888-1935), mejor conocido como Lawrence de Arabia, cuyas tácticas guerrilleras fueron la base del triunfo de los pueblos árabes en su rebelión contra el imperio otomano durante la primera guerra mundial.

Otro excéntrico militar inglés (nacido en la India), Charles Orde Wingate (1903-1944), comandó la “Fuerza Gedeón”, una unidad irregular compuesta de etíopes, abisinios, sudaneses, y británicos, que se infiltraron en la Etiopía ocupada por la Italia Fascista, y junto a la resistencia local, pusieron en jaque a la guarnición italiana, contribuyendo decisivamente a su derrota final, a su vez, la primera de las victorias aliadas durante la segunda guerra mundial. Luego, en el frente indo-birmano, creó a los “chindits” (fuerza irregular anglo-india), que operó exitosamente tras las líneas japonesas, demostrando que con una fuerza bien entrenada se podía arrebatar el dominio de la jungla a las tropas niponas. Su estrategia de la “penetración profunda” (columnas irregulares abastecidas por aire), que incluso podían construir bases fortificadas semi-permanentes en la retaguardia enemiga, ayudó de manera importante en el desplome final de los ejércitos japoneses en Birmania, junto con la hábil estrategia del mariscal Slim y su Ejército 14 (el “Ejército olvidado”). Murió en un accidente aéreo en 1944, sin ver a plenitud la victoria aliada y el valor de sus teorías militares.

Charles Orde Wingate
Por parte germana, tenemos al carismático Obersrturmbannführer de las Waffen-SS, Otto Skorzeny (1908-1975), creador y jefe de los comandos de las SS. El primer gran éxito que se apuntó fue la liberación de Benito Mussolini, prisionero del nuevo gobierno italiano pro aliado, en 1943. Luego, con menos suerte, puso en marcha un plan para capturar a Josip Broz Tito en su cuartel general, atacándolo con unidades de paracaidistas de las SS. En 1944 fue enviado por Hitler a Hungría para evitar que el regente de ese país, Miklós Horty, pactara con el Ejército Rojo. Skorzeny personalmente comandó la Operación Panzerfaust, un golpe de mano que obligó a Horty a dimitir, dejando el poder en manos del pro nazi Ferenc Szálasi. Luego, organizó a sus comandos para que se infiltraran, vestidos como soldados americanos, tras las líneas aliadas, para sembrar el caos y realizar acciones de sabotaje durante la ofensiva alemana en Las Ardenas (1944-45). Sus hombres consiguieron proezas notables, como montar guardia en un puente sobre el río Mosa durante todo un día, antes de ser capturados. Pero su operación corrió la misma suerte que la malhadada ofensiva germana. Sin embargo, se corrió el rumor de que Skorzeny iba tras el jefe aliado general Eisenhower, lo que obligó al mismo a pasar la Navidad de 1944 en total aislamiento, junto a otros importantes comandantes aliados. En ese entonces la inteligencia aliada lo consideró “el hombre más peligroso de Europa”. Hacia el final del derrumbe de Tercer Reich, Skorzeny se desempeñó como comandante de tropas convencionales en el frente oriental, demostrando gran valor y pericia, lo que le valió recibir la más alta condecoración alemana: La Cruz de Caballero con Hojas de Roble.

Otto Skorzeny
Luego de la guerra, organizó la guerrilla nazi Werwolf y la organización clandestina de ex camaradas ODESSA. Entrenó al ejército egipcio y sus unidades de comando, siendo asesor de Nasser. En Latinoamérica fue asesor de Perón y guardaespaldas de Evita. En 1960 creó y organizó una empresa en España para entrenar guerrillas y comandos, entre sus clientes se encontraban los servicios de seguridad sudafricanos y los de Gaddafi (se dice que también la Legión Extranjera Española y los Boinas Verdes estadounidenses).

Paul Emil Von Lettow-Vorveck
Quizá menos conocido que los anteriormente nombrados, el General-Mayor Paul Emil Von Lettow-Vorveck (1870-1964) es sin duda uno de los más exitosos comandantes de guerra irregular de la historia. En el África sub-sahariana, durante la primera guerra mundial, con trescientos alemanes y unos cinco mil soldados nativos o “askaris” (la Schutztruppe), Lettow-Vorveck no sólo defendió con éxito el territorio a su cargo (Tangañika, hoy parte de Tanzania) sino que se dio el lujo de invadir territorios coloniales vecinos pertenecientes a Inglaterra, Francia y Portugal, tales como Rhodesia, Angola, Zambia, Mozambique y Kenia. Desarrolló magistralmente una guerra de guerrillas con su pequeño ejército, derrotando a todos los comandantes aliados que fueron enviados en su contra, a cuyo mando servían contingentes de tropas aliadas muy superiores, formadas principalmente por ingleses, indios, sudafricanos, australianos, franceses, belgas, portugueses y tropas nativas, más los indispensables porteadores. Se dice que más de ochocientos mil hombres fueron enviados en su contra durante los cuatro años que duró la guerra, número que representó para los aliados una carga onerosa, habida cuenta que, hasta la llegada de las tropas norteamericanas, los aliados estaban en desventaja numérica en el frente occidental europeo. Sólo se rindió a los aliados al saber de la capitulación alemana de 1918, casi un mes después de la misma. Por no haber sido derrotado en el campo de batalla, fue el único comandante germano que hizo el desfile triunfal por la Puerta de Brandenburgo y la avenida Unter den Linden de Berlín en 1919. En la experiencia de su Schutztruppe, basó la Abwehr (Inteligencia de la Wehrmatch) la organización y táctica de los comandos “Brandenburgo”, que lograron sorprendentes éxitos, especialmente en el frente oriental, durante la segunda guerra mundial.

Trataremos ahora de la poca conocida influencia de la “guerra asimétrica” latinoamericana, en uno de los más famosos comandantes de guerra convencional del pasado siglo, heredero indiscutido de las “glorias africanas” de Paul Emil Von Lettow-Vorveck: el Mariscal de Campo alemán Erwin Rommel, el “Zorro del Desierto”.

Erwin Rommel (1891-1944) es quizá el comandante de la segunda guerra mundial que más ha capturado la imaginación de sus contemporáneos y de las generaciones posteriores, a pesar de haber servido bajo las órdenes del abominable régimen nazi, tipificado por la ONU como un “Estado criminal”. Su mítica figura es casi inseparable de una de las unidades militares más admiradas de la historia, el legendario Deutsches Afrikakorps (el cuerpo de ejército blindado alemán en África).

En un principio, allá por los años treinta, parecía que Rommel, dentro de la poderosa Wehrmacht que surgía en el beligerante Tercer Reich, no iba a jugar un papel muy destacado en vista de la futura conflagración europea. La Wehrmatch basaba su poderío en las panzerdivisionen, las novedosas divisiones blindadas que transformarían el arte de la guerra para siempre. Rommel había sido comandante de tropas de montaña durante la primera gran guerra, y quizá a lo que más podía ambicionar, con su hoja de servicio, era al mando de una división de montaña. Incluso, en los años de entre guerra había escrito un libro sobre el arma de infantería: La infantería al ataque. Por pura suerte el libro fue leído y recomendado por Hitler. Así que un buen día fue llamado por el Führer para que organizara el batallón de su guardia personal. Como jefe de esa unidad acompañó a Hitler durante la campaña de Polonia en 1939, constatando de primera mano el impacto bélico causado por las panzerdivisionen. Así que, con vistas a la futura campaña en occidente, pidió a Hitler el mando de una división blindada. Hitler le concedió el mando de la VII Panzerdivisión.

Erwin Rommel
Durante la campaña de Francia, la VII panzerdivisión llegó a ser conocida como “la división fantasma”, debido a que aparecía a cientos de kilómetros de donde suponían los aliados debía estar, y a que en más de una oportunidad el alto mando alemán perdió el contacto con la unidad, siendo difícil seguirle el rastro. Rommel llegó a avanzar 320 kilómetros en un día, un verdadero record en la historia militar. Su división fue la primera unidad germana en cruzar el río Mosa, en llegar al Canal de la Mancha, y en alcanzar Normandía. Al mando de la “división fantasma”, Rommel demostró que había nacido para ser un comandante de panzertruppe (tropas mecanizadas). No sólo entendió sino llevó a límites impensados, el concepto de blitzkrieg o “guerra relámpago”, a pesar de no formar parte del “clan” de Guderian, creador del arma blindada alemana. Tomado por la “locura” del ataque vertiginoso y las penetraciones en profundidad, se preocupó muy poco de mantener el contacto con las otras unidades alemanas, y así mismo se despreocupó de sus flancos y retaguardia expuestos y vulnerables. Mandando a sus tropas desde la misma vanguardia de un modo temerario, duro y enérgico, se dio el lujo, por proseguir su frenético avance, de desobedecer órdenes, cambiar planes de ataque y rutas de penetración, desconectándose a propósito de la comunicación con sus superiores, rayando así la abierta insubordinación (cosa que caracterizaría también a otros grandes comandantes de blindados, alemanes y aliados). Descubrió que la mera velocidad y la sorpresa eran armas en sí mismas, cosa que comprobó al lograr que unidades militares aliadas de mayor envergadura que su división se rindieran ante su inesperada y vertiginosa aparición.

(Continuará…)

*Nota: Al final de la guerra de Vietnam, el ex comandante de las fuerzas estadounidenses, General William Westmoreland, dijo amargamente que las Fuerzas Armadas de su país habían ganado todas las batallas, pero que finalmente habían perdido la guerra. Pensamos que, aún siendo estadounidense, no analizó las campañas militares de George Washington con la misma profundidad que el Mariscal ruso Kutusov; entonces no le habría parecido tan absurdo e injusto perder una guerra a pesar de haber ganado todas las batallas. Estoy seguro que Giap –el comandante vietnamita- compartía completamente la aseveración de Kutusov al respecto.
Roberto Chacón
Nei Dan Magazine No. 357 (27-03-12) 
Sección: "Artículos"


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