EL ZORRO Y EL CENTAURO (I)
“Sostengo que el ejército alemán
perdió dos guerras mundiales
por obra del paso de ganso, de la
pompa y la jactancia militares,
por obra de cosas tales como las
bandas militares y las formaciones
en columna cerrada. Porque un
ejército realmente eficaz debería
ser invisible e inaudible.
Alan
Watts
Nueve Meditaciones
La
guerra de guerrillas –eso que ahora llaman algo pomposamente como “guerra
asimétrica”- ha existido desde los albores de la civilización misma, como
último recurso de poblaciones inferiores desde el punto de vista militar,
acosadas por un enemigo con ejércitos y recursos muy superiores. Para nosotros
los latinoamericanos, nombres como los de Ernesto “Che” Guevara, Camilo
Cienfuegos, Augusto César Sandino y Antonio Marín alias “Manuel Marulanda”,
están unidos indisolublemente a la noción de la lucha guerrillera, dado que
fueron grandes capitanes en este tipo de combate. Del mismo modo, más allá de
nuestro continente, los nombres del líder chino Mao Zedong, el general
vietnamita Vo Nguyen Giap, y, más recientemente, el líder talibán afgano, Mulá
(Mohammad) Omar, siguen siendo íconos modernos de la lucha guerrillera.
Por
otra parte, se olvida que la mayoría de los comandantes de las guerras de
independencia americanas, fueran del norte o del sur, por razones obvias,
fueron también maestros destacados de la guerra de guerrillas; siendo este tipo
de guerra, más que las grandes batallas que tanto son ensalzadas por las
historiografías oficiales, las que decidieron las derrotas de los ejércitos
coloniales.
También
es bueno recordar que los grandes jefes de la revolución mexicana, como José
Doroteo Arango Arámbula, alias Francisco “Pancho” Villa, y Emiliano Zapata,
antes de ser los afamados conductores de los grandes ejércitos revolucionarios
que entraron en Ciudad de México en 1914, fueron durante gran parte de su vida
militar eximios comandantes guerrilleros.
Asimismo,
las guerras de los nativos americanos contra conquistadores, colonizadores, y,
luego, contra las repúblicas “civilizadoras”, se llevó en gran medida en la
forma de “guerra asimétrica”. Desde el arribo de Colón hasta el tiempo
presente, desde Guaicaipuro y Lautaro, pasando por Namuncurá y Gerónimo, hasta
el sub-comandante Marcos y el ELZN de Chiapas, la guerra de guerrillas ha sido
el medio idóneo de los pueblos ancestrales amenazados, en su enfrentamiento
desigual con la moderna civilización depredadora.
Sub-comandante
Marcos
Debido
a que la lucha guerrillera es por definición, la lucha de pueblos menos
desarrollados contra ejércitos poderosos, la mayoría de las veces
pertenecientes a potencias mundiales, poco se piensa en las naciones europeas,
la mayoría de ellas con un historial imperialista y colonialista, como
escenarios de luchas guerrilleras. Pero debido a la gran conflictividad que ha
mostrado Europa a lo largo de su historia, también ha sido escenario de
“guerras asimétricas” como otras regiones del mundo. Por ejemplo, en la “Guerra
de los cien años” (1337-1453) entre Francia e Inglaterra, se destacó Bertrand
du Guesclin por su maestría en las tácticas guerrilleras, que terminaron
arrojando al invasor anglosajón de las tierras galas.
Son
también famosas las luchas guerrilleras de los españoles contra la ocupación
napoleónica, donde se destacaron comandantes como Juan Martín “el empecinado”,
Francisco Chaleco y Moreno Baptista, entre muchos otros. Cuando la Grande Armée se retiraba de Moscú en
1814, el Mariscal Mijail Kutusov prefirió el hostigamiento continuo e
implacable de sus partidas de cosacos sobre las columnas francesas, que
sacrificar a sus hombres en batallas frontales (sabiduría militar y humanitaria
que muchos le han criticado). Kutusov había estudiado las campañas de George
Washington contra los ingleses, especialmente la del año 1776, dónde hizo uso
de tácticas de guerra de desgaste y hostigamiento indirecto, lo que hizo decir
al militar ruso: “se puede ganar una guerra sin ganar una batalla”.*
En
la Segunda Guerra Mundial, los maquis franceses, los partisanos rusos y los
guerrilleros yugoeslavos dirigidos por el gran comandante Josip Broz Tito
(entre otras fuerzas irregulares de la resistencia europea), serían tan
importantes para la derrota final del Tercer Reich como las victorias
convencionales de los ejércitos soviéticos y anglo-norteamericanos.
Sin
embargo, es poco conocido que grandes capitanes y teóricos importantes de la
guerra de guerrillas y el combate no convencional provienen del Imperio
Británico y del Reich Alemán. Siendo sus campañas, desarrolladas durante las
dos conflagraciones mundiales, de las más exitosas que registre la historia de
la “guerra asimétrica”. El más conocido entre éstos es el enigmático galés T.
E. Lawrence (1888-1935), mejor conocido como Lawrence de Arabia, cuyas tácticas
guerrilleras fueron la base del triunfo de los pueblos árabes en su rebelión
contra el imperio otomano durante la primera guerra mundial.
Otro
excéntrico militar inglés (nacido en la India), Charles Orde Wingate
(1903-1944), comandó la “Fuerza Gedeón”, una unidad irregular compuesta de
etíopes, abisinios, sudaneses, y británicos, que se infiltraron en la Etiopía
ocupada por la Italia Fascista, y junto a la resistencia local, pusieron en
jaque a la guarnición italiana, contribuyendo decisivamente a su derrota final,
a su vez, la primera de las victorias aliadas durante la segunda guerra
mundial. Luego, en el frente indo-birmano, creó a los “chindits” (fuerza
irregular anglo-india), que operó exitosamente tras las líneas japonesas,
demostrando que con una fuerza bien entrenada se podía arrebatar el dominio de
la jungla a las tropas niponas. Su estrategia de la “penetración profunda”
(columnas irregulares abastecidas por aire), que incluso podían construir bases
fortificadas semi-permanentes en la retaguardia enemiga, ayudó de manera
importante en el desplome final de los ejércitos japoneses en Birmania, junto
con la hábil estrategia del mariscal Slim y su Ejército 14 (el “Ejército
olvidado”). Murió en un accidente aéreo en 1944, sin ver a plenitud la victoria
aliada y el valor de sus teorías militares.
Charles
Orde Wingate
Por
parte germana, tenemos al carismático Obersrturmbannführer
de las Waffen-SS, Otto Skorzeny (1908-1975), creador y jefe de los comandos
de las SS. El primer gran éxito que se apuntó fue la liberación de Benito
Mussolini, prisionero del nuevo gobierno italiano pro aliado, en 1943. Luego,
con menos suerte, puso en marcha un plan para capturar a Josip Broz Tito en su
cuartel general, atacándolo con unidades de paracaidistas de las SS. En 1944
fue enviado por Hitler a Hungría para evitar que el regente de ese país, Miklós
Horty, pactara con el Ejército Rojo. Skorzeny personalmente comandó la
Operación Panzerfaust, un golpe de mano que obligó a Horty a dimitir, dejando
el poder en manos del pro nazi Ferenc Szálasi. Luego, organizó a sus comandos
para que se infiltraran, vestidos como soldados americanos, tras las líneas
aliadas, para sembrar el caos y realizar acciones de sabotaje durante la
ofensiva alemana en Las Ardenas (1944-45). Sus hombres consiguieron proezas
notables, como montar guardia en un puente sobre el río Mosa durante todo un
día, antes de ser capturados. Pero su operación corrió la misma suerte que la
malhadada ofensiva germana. Sin embargo, se corrió el rumor de que Skorzeny iba
tras el jefe aliado general Eisenhower, lo que obligó al mismo a pasar la
Navidad de 1944 en total aislamiento, junto a otros importantes comandantes
aliados. En ese entonces la inteligencia aliada lo consideró “el hombre más
peligroso de Europa”. Hacia el final del derrumbe de Tercer Reich, Skorzeny se
desempeñó como comandante de tropas convencionales en el frente oriental,
demostrando gran valor y pericia, lo que le valió recibir la más alta
condecoración alemana: La Cruz de Caballero con Hojas de Roble.
Otto Skorzeny
Luego
de la guerra, organizó la guerrilla nazi Werwolf y la organización clandestina
de ex camaradas ODESSA. Entrenó al ejército egipcio y sus unidades de comando,
siendo asesor de Nasser. En Latinoamérica fue asesor de Perón y guardaespaldas
de Evita. En 1960 creó y organizó una empresa en España para entrenar
guerrillas y comandos, entre sus clientes se encontraban los servicios de
seguridad sudafricanos y los de Gaddafi (se dice que también la Legión
Extranjera Española y los Boinas Verdes estadounidenses).
Paul Emil Von Lettow-Vorveck
Quizá
menos conocido que los anteriormente nombrados, el General-Mayor Paul Emil Von
Lettow-Vorveck (1870-1964) es sin duda uno de los más exitosos comandantes de
guerra irregular de la historia. En el África sub-sahariana, durante la primera
guerra mundial, con trescientos alemanes y unos cinco mil soldados nativos o
“askaris” (la Schutztruppe), Lettow-Vorveck no sólo defendió con éxito el
territorio a su cargo (Tangañika, hoy parte de Tanzania) sino que se dio el
lujo de invadir territorios coloniales vecinos pertenecientes a Inglaterra,
Francia y Portugal, tales como Rhodesia, Angola, Zambia, Mozambique y Kenia.
Desarrolló magistralmente una guerra de guerrillas con su pequeño ejército,
derrotando a todos los comandantes aliados que fueron enviados en su contra, a
cuyo mando servían contingentes de tropas aliadas muy superiores, formadas
principalmente por ingleses, indios, sudafricanos, australianos, franceses,
belgas, portugueses y tropas nativas, más los indispensables porteadores. Se
dice que más de ochocientos mil hombres fueron enviados en su contra durante
los cuatro años que duró la guerra, número que representó para los aliados una
carga onerosa, habida cuenta que, hasta la llegada de las tropas
norteamericanas, los aliados estaban en desventaja numérica en el frente
occidental europeo. Sólo se rindió a los aliados al saber de la capitulación
alemana de 1918, casi un mes después de la misma. Por no haber sido derrotado
en el campo de batalla, fue el único comandante germano que hizo el desfile
triunfal por la Puerta de Brandenburgo y la avenida Unter den Linden de Berlín
en 1919. En la experiencia de su Schutztruppe, basó la Abwehr (Inteligencia de
la Wehrmatch) la organización y táctica de los comandos “Brandenburgo”, que
lograron sorprendentes éxitos, especialmente en el frente oriental, durante la
segunda guerra mundial.
Trataremos
ahora de la poca conocida influencia de la “guerra asimétrica” latinoamericana,
en uno de los más famosos comandantes de guerra convencional del pasado siglo,
heredero indiscutido de las “glorias africanas” de Paul Emil Von
Lettow-Vorveck: el Mariscal de Campo alemán Erwin Rommel, el “Zorro del
Desierto”.
Erwin
Rommel (1891-1944) es quizá el comandante de la segunda guerra mundial que más
ha capturado la imaginación de sus contemporáneos y de las generaciones
posteriores, a pesar de haber servido bajo las órdenes del abominable régimen
nazi, tipificado por la ONU como un “Estado criminal”. Su mítica figura es casi
inseparable de una de las unidades militares más admiradas de la historia, el
legendario Deutsches Afrikakorps (el
cuerpo de ejército blindado alemán en África).
En
un principio, allá por los años treinta, parecía que Rommel, dentro de la
poderosa Wehrmacht que surgía en el beligerante Tercer Reich, no iba a jugar un
papel muy destacado en vista de la futura conflagración europea. La Wehrmatch
basaba su poderío en las panzerdivisionen,
las novedosas divisiones blindadas que transformarían el arte de la guerra para
siempre. Rommel había sido comandante de tropas de montaña durante la primera
gran guerra, y quizá a lo que más podía ambicionar, con su hoja de servicio,
era al mando de una división de montaña. Incluso, en los años de entre guerra
había escrito un libro sobre el arma de infantería: La infantería al ataque. Por pura suerte el libro fue leído y
recomendado por Hitler. Así que un buen día fue llamado por el Führer para que
organizara el batallón de su guardia personal. Como jefe de esa unidad acompañó
a Hitler durante la campaña de Polonia en 1939, constatando de primera mano el
impacto bélico causado por las panzerdivisionen.
Así que, con vistas a la futura campaña en occidente, pidió a Hitler el mando
de una división blindada. Hitler le concedió el mando de la VII Panzerdivisión.
Erwin Rommel
Durante
la campaña de Francia, la VII panzerdivisión llegó a ser conocida como “la
división fantasma”, debido a que aparecía a cientos de kilómetros de donde
suponían los aliados debía estar, y a que en más de una oportunidad el alto
mando alemán perdió el contacto con la unidad, siendo difícil seguirle el
rastro. Rommel llegó a avanzar 320 kilómetros en un día, un verdadero record en
la historia militar. Su división fue la primera unidad germana en cruzar el río
Mosa, en llegar al Canal de la Mancha, y en alcanzar Normandía. Al mando de la
“división fantasma”, Rommel demostró que había nacido para ser un comandante de
panzertruppe (tropas mecanizadas). No sólo entendió sino llevó a límites
impensados, el concepto de blitzkrieg o “guerra relámpago”, a pesar de no
formar parte del “clan” de Guderian, creador del arma blindada alemana. Tomado
por la “locura” del ataque vertiginoso y las penetraciones en profundidad, se
preocupó muy poco de mantener el contacto con las otras unidades alemanas, y
así mismo se despreocupó de sus flancos y retaguardia expuestos y vulnerables.
Mandando a sus tropas desde la misma vanguardia de un modo temerario, duro y
enérgico, se dio el lujo, por proseguir su frenético avance, de desobedecer
órdenes, cambiar planes de ataque y rutas de penetración, desconectándose a
propósito de la comunicación con sus superiores, rayando así la abierta
insubordinación (cosa que caracterizaría también a otros grandes comandantes de
blindados, alemanes y aliados). Descubrió que la mera velocidad y la sorpresa
eran armas en sí mismas, cosa que comprobó al lograr que unidades militares
aliadas de mayor envergadura que su división se rindieran ante su inesperada y
vertiginosa aparición.
(Continuará…)
*Nota:
Al final de la guerra de Vietnam, el ex comandante de las fuerzas estadounidenses,
General William Westmoreland, dijo amargamente que las Fuerzas Armadas de su
país habían ganado todas las batallas, pero que finalmente habían perdido la
guerra. Pensamos que, aún siendo estadounidense, no analizó las campañas
militares de George Washington con la misma profundidad que el Mariscal ruso
Kutusov; entonces no le habría parecido tan absurdo e injusto perder una guerra
a pesar de haber ganado todas las batallas. Estoy seguro que Giap –el
comandante vietnamita- compartía completamente la aseveración de Kutusov al
respecto.
Roberto Chacón
Nei Dan Magazine No. 357 (27-03-12)
Sección: "Artículos"
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