martes, 20 de agosto de 2019

ARTÍCULO (Magazine No. 605)

¿POR QUÉ LEEMOS POESÍA EN LAS CLASES DE TAIJI-QIGONG?
V

Poesía y Tai Chi Chuan

¡Cuán maravilloso es el Tai-chi chuan,
Cuyos movimientos siguen las leyes de la naturaleza!
Continuo como una pulsera de jade,
Cada movimiento reposa en el símbolo del Tai-chi.”
La canción de la esencia y la aplicación del Tai Chi Chuan
Li I-yü (1832-1892)

Tai Chi (Taiji / 太极) se traduce normalmente por “cosmos” o “universo”: los infinitos avatares del Yin y del Yang. El símbolo de esta noción es el Taijitu (太极 / figura Taiji). De manera que Tai Chi Chuan (Taijiquan / 太极拳) puede traducirse como el arte marcial del Yin y el Yang o del “cosmos”. Pero muchas veces leemos que Tai Chi Chuan se traduce también como el “Último Puño Supremo” o “Boxeo Supremo Absoluto” (o “Definitivo”). ¿Por qué la discrepancia en las traducciones?

En el Liezi (1), el tercero de los grandes textos fundamentales del taoísmo “filosófico” –o del “pensamiento poetizante”- (después del Daode Jing y el Zhuangzi), podemos leer el siguiente pasaje:

“El caos es la sustancia del Tao.
Pues bien, cuando culmina el movimiento, vuelve el reposo.
El reposo alcanza su punto culminante,
Y el reposo en su punto culminante vuelve al movimiento.
Las Cinco Referencias están en su punto culminante.
Eso es la Techumbre Suprema.

En la Techumbre Suprema queda concluida la Gran Blancura,
Se transforman y se unen el Yin y el Yang,
Se realizan los Cinco Agentes, aparecen los mil seres.
Pues bien, la Techumbre Suprema dispone y reparte;
Lo ligero y claro forma el Cielo,
Lo pesado y opaco forma la Tierra. Se manifiesta el Gran Tao.”

Por “caos” debemos entender “vacío”: las potencialidades de ser indiferenciadas. Las “Cinco Referencias” son los números Shu (cuadrado mágico), esenciales para la formación del cosmos. Los “Cinco Agentes” son los arquetipos de las fases de todo ciclo mutacional: Agua, Madera, Fuego, Tierra y Metal. La “Gran Blancura”, en este texto, es una imagen alquímica del principio de la condensación o precipitación de lo opaco y pesado, lo que en occidente llamaríamos “materia”. Los “mil seres” es una abreviación poética de la expresión “diez mil seres”, la totalidad de la creación.

La expresión “Techumbre Suprema” es una imagen poética del diagrama Taiji o Taijitu. También puede traducirse por la “viga cumbrera suprema”. Es decir, que Taiji no es sólo los infinitos avatares del Yin y el Yang, sino la ley secreta que rige sus relaciones y mutaciones.

Un texto del Huainanzi (texto escrito bajo el patrocinio de Liu An [179-122 A. C.], Rey de Huainan) nos habla de ésta “ley secreta”:

Hay un comienzo que aún no ha comenzado:
Comienza a descender el Aliento del Cielo,
Comienza a ascender el Aliento de la Tierra
El Yin y el Yang confusamente concertados,
Juntos retozan, se aprietan y se propagan en el universo.
Llevan en sí la Virtud, rebosan Armonía.
Confusamente, exuberante,
Trata de unirse en seres
Y aún no se ha formado en gérmenes.”

El verso que habla de “Virtud” (capacidades inherentes), también dice que el Yin y el Yang “rebosan Armonía”, lo cual significa que ya en el Taiji (la viga cumbrera suprema), donde se reúnen y transforman el Yin y el Yang, está presente la Virtud ( / ) y la Armonía (Yöng / ), que no se trata de atributos humanos proyectados en las cosas, sino, más bien, cualidades del Tao que co-pertenecen al hombre, y que éste hace consciente y expresa.

En otras palabras, no se trata de que la poesía ponga en juego el sentido (el sentido del camino), sino que ya el Tao, en tanto armónico, armonioso y armonizador, es poético, o mejor dicho: poiético (el Camino es el Sentido). Si el Taiji, la Techumbre Suprema, expresa un Axis Mundi, un eje de sentido, que revela y configura al cosmos y sus posibilidades de infinitas transformaciones, entonces, el arte marcial del Tai Chi es la poética de combate suprema, definitiva. La poética de las poéticas de la lucha.

El Taijitu más antiguo y conocido data de la dinastía Song (960-1279 D.C.), y es conocido como el Xiantian Taijitu, el “Taijitu de los primeros tiempos”. Se dice que el pensador neoconfucionista Zhu Xi (1130-1200) fue uno de sus grandes divulgadores. Este símbolo, conocido en China como el de los “peces Yin y Yang”, es la imagen de ese cosmos taoísta regido por la ley poiética del Taiji.





El Taijitu atribuido a Lai Zhide (1525-1604 –Dinastía Ming) o Laishi Taijitu, expresa con mayor énfasis la antigua idea taoísta de Taiji como “viga cumbrera suprema”, la cual no sería, como en el chamanismo, el “árbol del mundo”, sino el “aliento intermedio” (Chi /Qi), que hace posible el movimiento y transformación del Yin y del Yang.


Ese aliento intermedio es la manifestación del Wuji (Vacío Primordial) en Taiji, puesto que Taiji proviene de Wuji. Así lo observamos en el Wujitu o Zhouzhi Taijitu (Taijitu del maestro Zhou), atribuido a Zhou Dunyi (1017-1073 D.C.), si bien parece que su creador fue el sabio taoísta Chen Tuan o Chen Bo ( / los caracteres Tuan [] y Bo[] se parecen mucho), quien habría nacido por lo menos medio siglo antes de Zhou Dunyi, a finales del período de las Cinco Dinastías y los Diez Reinos (907-960 D. C.) y comienzos de la dinastía Song (960-1279 D.C.).


El Wujitu no sólo describe simbólicamente la cosmogénesis taoísta sino, y principalmente, su ontología: que el corazón del ser es vacuidad, y que de ahí proviene el aliento vital e inagotable que anima a los “diez mil seres”.

En el arte marcial del Tai Chi o Taijiquan, una de las metáforas (koans poéticos) que explican el arte como un todo es “Hacer Taiji es estar en Wuji”, que se entiende por lo antes dicho y, especialmente, por el Laishi Taijitu: si el espíritu (Shen) está en Wuji (estado de meditación profunda), se puede navegar centrado y sereno por los “infinitos avatares del Yin y el Yang”, como “capitán de la propia alma”.




Las otras tres metáforas cimeras del arte son: “Hacer Tai Chi es hacer Ma Bu” (Postura de Jinete), “Hacer Tai Chi es tener Peng Jing” (fuerza expansiva que nace en Dan Tien) y “Hacer Ta Chi es hacer Louxi Aobu” (“Romper el paso y Cepillar la rodilla”).

El antiguo poema del Poste Universal, citado por el maestro Kuo Lien-Ying en su libro Tai Chi C’huan. Aspectos marciales, hace referencia tanto al Taiji como “viga cumbrera suprema” como a la práctica del Zhan Zhuang Gong (“Estar parado como un poste”), una forma de Qigong asociada con las prácticas marciales chinas. (2) Citamos aquí sus primeros versos:

“El poste universal es una forma mística de arte marcial
Nunca se puede comprender como se practica en su totalidad
Aparece como un abrazo, con una sonrisa en la cara
Aplicando un vigor interior
Estoy relajado sin recurrir a la fuerza
Como nubes flotando al viento por todas partes
Uso fuerzas del universo, y mi fuerza se hace sólida
La potencia viene de la respiración.”

Uno de los problemas de las traducciones de las poesías antiguas relativas a las artes marciales, es que muchas veces las hacen personas no lo suficientemente versadas en poesía, especialmente la china antigua y/o en la imaginería marcial. Incluso, hay quien las traduce tratando de conceptualizar las imágenes, es decir de “despoetizar” el texto. Como vimos con las traducciones posibles del primer verso del Daode Jing, realizadas por Alan Watts, el idioma chino y la escritura ideográfica se prestan para múltiples interpretaciones y traducciones, con el peligro de que las menos elaboradas empobrezcan el sentido de los versos. (3)

Veamos como ejemplo de estas dificultades en la hermenéutica de la traducción poética, dos versiones al castellano del poema Rencor, del gran poeta de la dinastía Tang, Li Bai (701-762 D. C.). La primera versión pertenece a Alfredo Gómez Gil y Cheng Guan Fu (Antología poética de la Dinastía Tang. Primer período de oro, EDAF); el segundo a Chang Shiru (Poesía y pintura de la Dinastía Tang –Antología selecta, China Intercontinental Press).

RENCOR
“Al quicio de un abierto vano
hay sentada una belleza genuina.
Su entrecejo está fruncido duramente
mientras que sus ojos ahítos de lágrimas.
Nadie sabe a quién odia… nadie.”

RENCOR
Tras abrir la cortina de perla. La bella mujer,
Se sienta silenciosamente, con las cejas fruncidas.
Puedes ver sus mejillas surcadas por lágrimas,
Pero no te enterarás a qué se debe tanto dolor.

El hombre moderno cree que lo importante en todo conocimiento, son sus unidades básicas de categorización: los conceptos –“unidades cognitivas de significado”-; los cuales son hoy día cada vez más proclives a ser sintetizados en paquetes de información (datos). De modo que el principal peligro que corren los antiguos poemas chinos relativos a las artes marciales es el ser “traducidos” a discurso conceptual, explicados –digámoslo así- en terminología moderna.

Quizá, la oposición fundamental que hace posible el nihilismo y su consumación en los tiempos que vivimos, es la que contrapone a la metafísica occidental con la poesía. Por ello Nietzsche dirá que “los conceptos son los cadáveres de las vivencias y metáforas originarias”, (4) son “metáforas ya olvidadas que han perdido su fuerza sensible”. Un concepto sería, apenas, “el residuo de una metáfora”. Heidegger, a su vez, señala que los conceptos están hechos de metáforas olvidadas y deterioradas por el empleo excesivo, muchas veces discordantes o contradictorias entre sí, que son amalgamadas y comprimidas para un nuevo uso no acorde con los sentidos etimológicos originales involucrados. Lo que se traduce en una corrupción del sentido, y su eventual empobrecimiento.

Un ejemplo fácil lo tenemos en la palabra “manufactura” que hoy se utiliza para hablar de la producción industrial en serie, cuando su etimología evidente nos habla de lo “hecho a mano”.

La metáfora, potencia fundamental del lenguaje y piedra angular de toda poesía, consiste en un desplazamiento de significaciones que se produce debido a un excedente de sentido. El concepto, legitimándose en la exactitud y la funcionalidad, quiere amarrar el significante (la palabra) remitiéndola a un solo y estrecho significado. Todo ello a costa del sentido. El “olvido del ser” es también, el olvido del sentido.

Literalmente, no tiene sentido traducir un lenguaje poético a discurso conceptual. Los poemas, en tanto creadores de sentido (poiesis), portan un elemento no-nihilista indispensable para la humanidad contemporánea que vive en los tiempos del eclipse del alma, del nihilismo consumado. Y eso es lo que hace importante para la humanidad de hoy y del futuro, a todas las artes y prácticas poiéticas, entre éstas el Taijiquan y el Qigong.

El maestro Yang Jwing Ming, en su libro Teoría del Taiji y fuerza marcial, cita quince de los poemas canónicos del Taijiquan, que él considera los más conocidos y útiles. Antes, resume las dificultades de la traducción de esos poemas: expresiones chinas que traducidas literalmente carecen de sentido en otros idiomas, falta de conocimiento del contexto histórico-cultural, las palabras chinas (monosilábicas) tiene diferentes significados tanto oral como en escritura ideográfica (por eso se tienen diferentes versiones de los poemas ya en los mismos idiomas chinos), la pérdida de significado de algunos términos por el paso del tiempo y las diferencias gramaticales entre los idiomas chinos y otras lenguas. Estos puntos quizá sean los más importantes, pero, sabemos, no son los únicos. Pero el más relevante de todos, sin lugar a dudas, es éste:

“[…] el traductor tiene que tener una experiencia y comprensión bastante similar, así como sentimientos similares, a los del autor original para poder transmitir el mismo significado”. (Yang Jwing Ming, Ob. Cit.)

En el Clásico del Taijiquan, de Wang Zong-Yue, leemos los siguientes versos:

“Colócate de pie como una balanza en equilibrio, (muévete) con viveza como la rueda de un carro”.

El maestro Yang Jwing Ming pasa luego a explicar las metáforas en prosa moderna. Como hombres de hoy, la explicación parece satisfacer nuestro conocimiento, tenemos la sensación de haber resuelto el enigma satisfactoriamente.

Pero recordemos lo que dijo el maestro Nan Lu, al hablarnos del verso “El tigre alerta ronda la montaña”. La imagen tiene un quantum de Qi (Chi), de aliento vital, produce un excedente de sentido tal, que, en comparación, muestra sin ambages la esterilidad intrínseca de las conceptualizaciones. El intelecto agradece los “fósiles” para catalogar, pero el corazón y el alma no obtienen nada con qué nutrirse. El maestro Yang lo sabe, por eso hace la traducción poética del verso y coloca el original en ideogramas, para aquel buscador que quiera adentrarse en el enigma y desconfíe de las representaciones conceptuales.

La Canción del boxeo, de Wu Ch’eng-ch’ing, comienza con el verso:

“Pon mucha atención cuando practiques esquivar, girar hacia atrás, presionar y empujar.”

En la versión de Douglas Wile (Clásicos perdidos del Tai-Chi, de finales de la Dinastía Ch’ing), se resaltan, poniéndolas en cursiva, las palabras que se refieren a las cuatro estrategias básicas del Taijiquan: Peng, Lu, Ji y An. Sin embargo, la palabra que le da sentido pleno a toda la canción es “atención”, que refiere por un lado a “estar en Wuji”, es decir, receptivo (vacío) y a la vez espontáneamente creativo, y por otro, al extenso cultivo de los Jin sensores o capacidades sensibles, que son primordiales tanto para el desarrollo marcial del Taiji, como para su servicio como arte del camino (del vivir). “Atención”, aquí, tiene que mucho ver con la “alerta” del tigre de Nun Lu.

J. L. Borges, conocedor de la importancia de la lengua, la literatura y los arquetipos para el espíritu humano (la cultura), sabía que el “tigre” no sólo es un animal real, también hay un “tigre” del alma, un “tigre” arquetipal donde se entrelazan amorosamente la belleza y la letalidad, donde hacen Tao la elegancia y la ferocidad. Para nuestra cultura, el tigre que vemos en un documental o en el zoológico inmediatamente nos remite al tigre del poema de William Blake (“Tigre, tigre, que te enciendes en luz / por los bosques de la noche”) y a Sandokan, el “tigre de la Malasia”, y, sobre todo, a Shere Khan, el fabuloso personaje de El libro de la selva de Kipling. (5)

A veces, un matiz en la traducción confiere a la imagen una sin igual fuerza y profundidad. En Las Canciones de los Ocho Senderos, atribuidas a T’ang Meng-hsien, podemos leer el comienzo de “La canción de ‘Esquivar’” (según la traducción al castellano del libro de Wile Las transmisiones secretas de la familia Yang):

“¿Cómo podemos explicar la energía de Esquivar?
Es como el agua que sustenta a una barca que se mueve.
Primero hacer sustancial el chi en el tan-tien.”

En otras traducciones aparece así, quizá de una forma más escueta, pero que resuena más en el alma:

“Peng Jing (“esquivar” o “rechazar”) es como un bote que flota en el agua.
Hunde el chi en el Tan Tien.”

En un texto sobre las tradiciones que aportaron prácticas y documentos para el desarrollo del Taijiquan (Los precursores del Tai Chi Chuan. La creación de un arte marcial interno, de Douglas Wile), aparece un manual de los “24 Caracteres Caligráficos”, de Ch’ang Nai-chou, un arte marcial hoy extinto. La primera postura se llama “Ofreciendo el Melocotón Sagrado de la Inmortalidad”. La mayoría de los interesados en descifrar el enigma del nombre lo hacen para ver el aporte que puede hacer la leyenda del “melocotón de la inmortalidad del otro lado del mar que sólo aparece una vez cada mil años” a la técnica descrita (que tiene un dibujo descriptivo añadido), y no a las energías (que incluye disposiciones de ánimo) que sugiere la imagen de la leyenda y otras que resuenan con ésta. Es decir, se quedan en los aportes meramente técnicos y funcionales, y no alcanzan a percibir los aspectos “artísticos” (poiéticos). Buscan datos exactos para descifrar la realización de una ejercitación y no el arquetipo que la hace fértil poiéticamente, creativa marcial y energéticamente.

Además de los llamados “Clásicos del Tai Chi”, escritos en verso, la poesía se entreteje con el arte marcial, entre otros aspectos, a través de los nombres de los motivos marciales, los movimientos que forman parte de los esquemas o formas. Un motivo como el de “Peinar (o “acariciar”) la Crin del Caballo Salvaje”, no sólo es una fórmula secreta para aludir al Viento, puesto que el movimiento es un arquetipo de la fase Madera en el Taijiquan, también el nombre poético revela una imagen poderosa que alimenta la energía de las estrategias básicas Ji (Chi /volverse contra el centro del contrario) y Tsai (desarraigar).

Algunos cultores del Tai Chi, hablan de modernizar esos nombres. Argumentan que para alguien de nuestro tiempo una “grulla blanca que abre sus alas” no significa nada, más aún en latitudes donde no existen las grullas. Ese motivo del Tai Chi Chuan pudiera ser sustituido por algo más cotidiano, accesible a toda persona citadina, como pudiera serlo “El policía dirige el tránsito”.

No está mal que se busquen experiencias cotidianas para ilustrar algunos movimientos del Taijiquan, si para el común de las personas, sobre todo en occidente, las imágenes poéticas chinas se muestran demasiado remotas en el tiempo y, sobre todo, culturalmente. Pero no veo por qué han de sustituir a los nombres poéticos. Hay que recordar que en el programa chino oficial de Wushu, realizado bajo los dictados del Partido Comunista Chino, los nombres poéticos de los movimientos marciales fueron sustituidos por nombres técnicos a la usanza deportiva occidental. Pero no sólo privaron criterios deportivos, sino también políticos, dado que la mayoría de esos nombres hacen referencia a aspectos mitológicos, legendarios y religiosos de la China tradicional, cosa que el Partido Comunista Chino quiso borrar de raíz, sobre todo durante la “revolución cultural”.

Un ejemplo de los extremos hasta donde llegó esta política aculturadora: en el estilo Yang tradicional, la forma larga tiene 108 secuencias. (6) En el programa estandarizado de Yang, la forma larga tiene 88 secuencias. Sin embargo, ambas formas son casi idénticas. Pero el número “108” debía cambiarse, pues remite a la tradición budista. Por eso también se popularizó el término “Qigong” para las formas de cultivo del Qi, puesto que era una manera de evitar las alusiones religiosas que conllevan la mayoría de los nombres de las diversas tradiciones de trabajo energético.

Los “modernizadores” en cuanto a la terminología del Tai Chi, ya lo hagan de buena o mala fe, olvidan el poder energético, anclado en el inconsciente colectivo, de la antigüedad del símbolo. Nuestro poeta, Rafael Cadenas, lo dice de esta manera: que la poesía nos hace contemplar lo originario como si lo hubiésemos olvidado.

Un chamán chino sabe que un pictograma tiene un gran poder energético, sólo por su antigüedad, cosa que no puede tener nunca un ideograma simplificado moderno. Lo moderno se caracteriza por el deseo de romper los lazos con el pasado, pero en el mundo de la energía y los arquetipos (Arche significa “principio” y “origen”) lo antiguo significa cercanía al origen, a lo primordial.

La grulla, dice Robert Graves, es en toda Eurasia y especialmente en China, un símbolo de la poesía. El policía de tránsito puede representar algo, pero simboliza muy poco o nada.

La antigüedad de la imagen poética le confiere “poder”, y a la vez la hace más arcana, potenciando su uso como koan, como enigma a movilizar el alma del buscador sincero hacia el descubrimiento de la esencia del arte.

Debido a que no se busca la belleza de la expresión sino más bien lo que puede entenderse como explicaciones meramente técnicas, la mayoría de las traducciones de los “Clásicos del Tai Chi” y otros textos poéticos, pocas veces recuerdan lo que consideramos propiamente como lenguaje poético. Pero de vez en cuando una imagen poética se deja colar en medio de las traducciones explicativas.

“Hacer circular la energía es como guiar un hilo a través de la perla de nueve canales. Entonces nada puede bloquear su circulación.” (“Tratado del Maestro Wu Yu-hsiang”. Clásicos del Tai Chi. Edición a cargo de Waysun Liao. Ed. Oniro).

Para el hombre moderno la belleza es adorno, es decir, algo meramente ornamental que agrega placer estético, a lo sumo, pero totalmente superfluo desde el punto de vista funcional, operativo. Para el hombre antiguo, la belleza es la mejor posibilidad, la más intensa y armoniosa, que puede acaecerle a las entidades y criaturas de nuestro mundo. La poesía, el arte original, no sólo produce palabras y sentimientos hermosos, también es excelsamente operativa, hace aparecer cosas –como decían los antiguos-, crea y guarda el sentido.
 Roberto Chacón
(continuará...)

Notas:
(1) Liezi (Lie Tse), atribuido a Lie Yukou (Liezi), un personaje de leyenda. Data del siglo III y IV de nuestra Era, pero contiene textos más antiguos.
(2) El Zhan Zhuang Gong se practica, preferentemente, en la postura Wuji (erguidos).
(3) Al que quiera sumergirse en los problemas hermenéuticos inherentes a la traducción, le recomiendo el libro Después de Babel: aspectos del lenguaje y la traducción, de George Steiner.
(4) Jesús Conill Sancho. El crepúsculo de la metafísica, Ed. Antrophos.
(5) J. L. Borges. “El tigre”. En El oro de los tigres. Hoy día hay que repensar sobre la relación profunda entre nuestra alma y el tigre (entre otras muchas que nos unen a las criaturas vivientes que comparten el planeta con nosotros), dado que este felino se encuentra en el umbral de la extinción.
(6) La forma larga de la Familia Yang tiene 103 movimientos.


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