¿POR QUÉ LEEMOS POESÍA EN LAS
CLASES DE TAIJI-QIGONG?
V
Poesía y Tai Chi Chuan
“¡Cuán maravilloso es el Tai-chi chuan,
Cuyos movimientos siguen las leyes
de la naturaleza!
Continuo como una pulsera de jade,
Cada movimiento reposa en el
símbolo del Tai-chi.”
La
canción de la esencia y la aplicación del Tai Chi Chuan
Li I-yü
(1832-1892)
Tai Chi
(Taiji / 太极)
se traduce normalmente por “cosmos” o “universo”: los infinitos avatares del
Yin y del Yang. El símbolo de esta noción es el Taijitu (太极图 / “figura Taiji”). De manera que Tai Chi Chuan (Taijiquan
/ 太极拳) puede traducirse como
el arte marcial del Yin y el Yang o del “cosmos”. Pero muchas veces leemos que Tai Chi Chuan se traduce también como el
“Último Puño Supremo” o “Boxeo Supremo Absoluto” (o “Definitivo”). ¿Por qué la
discrepancia en las traducciones?
En
el Liezi (1), el tercero de los
grandes textos fundamentales del taoísmo “filosófico” –o del “pensamiento
poetizante”- (después del Daode Jing
y el Zhuangzi), podemos leer el
siguiente pasaje:
“El caos es la sustancia del Tao.
Pues bien, cuando culmina el movimiento, vuelve el reposo.
El reposo alcanza su punto culminante,
Y el reposo en su punto culminante vuelve al movimiento.
Las Cinco Referencias están en su punto culminante.
Eso es la Techumbre Suprema.
En la Techumbre Suprema queda concluida la Gran Blancura,
Se transforman y se unen el Yin y el Yang,
Se realizan los Cinco Agentes, aparecen los mil seres.
Pues bien, la Techumbre Suprema dispone y reparte;
Lo ligero y claro forma el Cielo,
Lo pesado y opaco forma la Tierra. Se manifiesta el Gran Tao.”
Por
“caos” debemos entender “vacío”: las potencialidades de ser indiferenciadas.
Las “Cinco Referencias” son los números Shu
(cuadrado mágico), esenciales para la formación del cosmos. Los “Cinco
Agentes” son los arquetipos de las fases de todo ciclo mutacional: Agua,
Madera, Fuego, Tierra y Metal. La “Gran Blancura”, en este texto, es una imagen
alquímica del principio de la condensación o precipitación de lo opaco y
pesado, lo que en occidente llamaríamos “materia”. Los “mil seres” es una
abreviación poética de la expresión “diez mil seres”, la totalidad de la
creación.
La
expresión “Techumbre Suprema” es una imagen poética del diagrama Taiji o Taijitu. También puede traducirse por la
“viga cumbrera suprema”. Es decir, que Taiji no es sólo los infinitos avatares
del Yin y el Yang, sino la ley secreta que rige sus relaciones y mutaciones.
Un
texto del Huainanzi (texto escrito
bajo el patrocinio de Liu An [179-122 A. C.], Rey de Huainan) nos habla de ésta
“ley secreta”:
“Hay un comienzo que aún no ha comenzado:
Comienza a descender el Aliento del Cielo,
Comienza a ascender el Aliento de la Tierra
El Yin y el Yang confusamente concertados,
Juntos retozan, se aprietan y se propagan en el universo.
Llevan en sí la Virtud, rebosan Armonía.
Confusamente, exuberante,
Trata de unirse en seres
Y aún no se ha formado en gérmenes.”
El
verso que habla de “Virtud” (capacidades inherentes), también dice que el Yin y
el Yang “rebosan Armonía”, lo cual significa que ya en el Taiji (la viga
cumbrera suprema), donde se reúnen y transforman el Yin y el Yang, está
presente la Virtud (Dé / 德) y la Armonía (Yöng / 雍), que no se trata de atributos
humanos proyectados en las cosas, sino, más bien, cualidades del Tao que co-pertenecen al hombre, y que éste hace consciente y expresa.
En
otras palabras, no se trata de que la poesía ponga en juego el sentido (el sentido del camino), sino
que ya el Tao, en tanto armónico, armonioso y armonizador, es poético, o mejor
dicho: poiético (el Camino es el
Sentido). Si el Taiji, la Techumbre
Suprema, expresa un Axis Mundi, un
eje de sentido, que revela y configura al cosmos y sus posibilidades de
infinitas transformaciones, entonces, el arte marcial del Tai Chi es la poética
de combate suprema, definitiva. La poética de las poéticas de la lucha.
El
Taijitu más antiguo y conocido data
de la dinastía Song (960-1279 D.C.), y es conocido como el Xiantian Taijitu, el “Taijitu de los primeros tiempos”. Se dice que
el pensador neoconfucionista Zhu Xi (1130-1200) fue uno de sus grandes
divulgadores. Este símbolo, conocido en China como el de los “peces Yin y
Yang”, es la imagen de ese cosmos taoísta regido por la ley poiética del Taiji.
El
Taijitu atribuido a Lai Zhide (1525-1604 –Dinastía Ming) o Laishi Taijitu, expresa con mayor énfasis la antigua idea taoísta
de Taiji como “viga cumbrera suprema”, la cual no sería, como en el chamanismo,
el “árbol del mundo”, sino el “aliento intermedio” (Chi /Qi), que hace posible
el movimiento y transformación del Yin y del Yang.
Ese
aliento intermedio es la manifestación del Wuji
(Vacío Primordial) en Taiji, puesto
que Taiji proviene de Wuji. Así lo observamos en el Wujitu o Zhouzhi Taijitu (Taijitu del maestro Zhou), atribuido a Zhou Dunyi
(1017-1073 D.C.), si bien parece que su creador fue el sabio taoísta Chen Tuan
o Chen Bo (陳 摶 / los
caracteres “Tuan” [摶] y “Bo”[搏] se parecen mucho),
quien habría nacido por lo menos medio siglo antes de Zhou Dunyi, a finales del
período de las Cinco Dinastías y los Diez Reinos (907-960 D. C.) y comienzos de
la dinastía Song (960-1279 D.C.).
El
Wujitu no sólo describe
simbólicamente la cosmogénesis taoísta sino, y principalmente, su ontología:
que el corazón del ser es vacuidad, y que de ahí proviene el aliento vital e
inagotable que anima a los “diez mil seres”.
En
el arte marcial del Tai Chi o Taijiquan, una de las metáforas (koans poéticos) que explican el arte
como un todo es “Hacer Taiji es estar en Wuji”,
que se entiende por lo antes dicho y, especialmente, por el Laishi Taijitu: si el espíritu (Shen)
está en Wuji (estado de meditación profunda), se puede navegar centrado y
sereno por los “infinitos avatares del Yin y el Yang”, como “capitán de la
propia alma”.
Las
otras tres metáforas cimeras del arte son: “Hacer Tai Chi es hacer Ma Bu” (Postura de Jinete), “Hacer Tai
Chi es tener Peng Jing” (fuerza
expansiva que nace en Dan Tien) y “Hacer Ta Chi es hacer Louxi Aobu” (“Romper el paso y Cepillar la rodilla”).
El
antiguo poema del Poste Universal,
citado por el maestro Kuo Lien-Ying en su libro Tai Chi C’huan. Aspectos marciales, hace referencia tanto al Taiji
como “viga cumbrera suprema” como a la práctica del Zhan Zhuang Gong (“Estar parado como un poste”), una forma de Qigong asociada con las prácticas
marciales chinas. (2) Citamos aquí sus primeros versos:
“El poste universal es una forma mística de arte marcial
Nunca se puede comprender como se practica en su totalidad
Aparece como un abrazo, con una sonrisa en la cara
Aplicando un vigor interior
Estoy relajado sin recurrir a la fuerza
Como nubes flotando al viento por todas partes
Uso fuerzas del universo, y mi fuerza se hace sólida
La potencia viene de la respiración.”
Uno
de los problemas de las traducciones de las poesías antiguas relativas a las
artes marciales, es que muchas veces las hacen personas no lo suficientemente
versadas en poesía, especialmente la china antigua y/o en la imaginería
marcial. Incluso, hay quien las traduce tratando de conceptualizar las
imágenes, es decir de “despoetizar” el texto. Como vimos con las traducciones
posibles del primer verso del Daode Jing,
realizadas por Alan Watts, el idioma chino y la escritura ideográfica se
prestan para múltiples interpretaciones y traducciones, con el peligro de que
las menos elaboradas empobrezcan el sentido de los versos. (3)
Veamos
como ejemplo de estas dificultades en la hermenéutica de la traducción poética,
dos versiones al castellano del poema Rencor,
del gran poeta de la dinastía Tang, Li Bai (701-762 D. C.). La primera versión
pertenece a Alfredo Gómez Gil y Cheng Guan Fu (Antología poética de la Dinastía Tang. Primer período de oro,
EDAF); el segundo a Chang Shiru (Poesía y
pintura de la Dinastía Tang –Antología selecta, China Intercontinental
Press).
RENCOR
“Al
quicio de un abierto vano
hay
sentada una belleza genuina.
Su
entrecejo está fruncido duramente
mientras
que sus ojos ahítos de lágrimas.
Nadie
sabe a quién odia… nadie.”
RENCOR
Tras
abrir la cortina de perla. La bella mujer,
Se
sienta silenciosamente, con las cejas fruncidas.
Puedes
ver sus mejillas surcadas por lágrimas,
Pero
no te enterarás a qué se debe tanto dolor.
El
hombre moderno cree que lo importante en todo conocimiento, son sus unidades
básicas de categorización: los conceptos –“unidades cognitivas de significado”-;
los cuales son hoy día cada vez más proclives a ser sintetizados en paquetes de
información (datos). De modo que el principal peligro que corren los antiguos
poemas chinos relativos a las artes marciales es el ser “traducidos” a discurso
conceptual, explicados –digámoslo
así- en terminología moderna.
Quizá,
la oposición fundamental que hace posible el nihilismo y su consumación en los
tiempos que vivimos, es la que contrapone a la metafísica occidental con la
poesía. Por ello Nietzsche dirá que “los conceptos son los cadáveres de las
vivencias y metáforas originarias”, (4) son “metáforas ya olvidadas que han
perdido su fuerza sensible”. Un concepto sería, apenas, “el residuo de una
metáfora”. Heidegger, a su vez, señala que los conceptos están hechos de
metáforas olvidadas y deterioradas por el empleo excesivo, muchas veces discordantes
o contradictorias entre sí, que son amalgamadas y comprimidas para un nuevo uso
no acorde con los sentidos etimológicos originales involucrados. Lo que se
traduce en una corrupción del sentido, y su eventual empobrecimiento.
Un
ejemplo fácil lo tenemos en la palabra “manufactura” que hoy se utiliza para
hablar de la producción industrial en serie, cuando su etimología evidente nos
habla de lo “hecho a mano”.
La
metáfora, potencia fundamental del lenguaje y piedra angular de toda poesía,
consiste en un desplazamiento de significaciones que se produce debido a un excedente de sentido. El concepto,
legitimándose en la exactitud y la funcionalidad, quiere amarrar el
significante (la palabra) remitiéndola a un solo y estrecho significado. Todo
ello a costa del sentido. El “olvido del ser” es también, el olvido del sentido.
Literalmente,
no tiene sentido traducir un lenguaje
poético a discurso conceptual. Los poemas, en tanto creadores de sentido (poiesis), portan un elemento
no-nihilista indispensable para la humanidad contemporánea que vive en los
tiempos del eclipse del alma, del nihilismo consumado. Y eso es lo que hace
importante para la humanidad de hoy y del futuro, a todas las artes y prácticas
poiéticas, entre éstas el Taijiquan y
el Qigong.
El
maestro Yang Jwing Ming, en su libro Teoría
del Taiji y fuerza marcial, cita quince de los poemas canónicos del
Taijiquan, que él considera los más conocidos y útiles. Antes, resume las
dificultades de la traducción de esos poemas: expresiones chinas que traducidas
literalmente carecen de sentido en otros idiomas, falta de conocimiento del
contexto histórico-cultural, las palabras chinas (monosilábicas) tiene
diferentes significados tanto oral como en escritura ideográfica (por eso se
tienen diferentes versiones de los poemas ya en los mismos idiomas chinos), la
pérdida de significado de algunos términos por el paso del tiempo y las
diferencias gramaticales entre los idiomas chinos y otras lenguas. Estos puntos
quizá sean los más importantes, pero, sabemos, no son los únicos. Pero el más
relevante de todos, sin lugar a dudas, es éste:
“[…] el traductor tiene que tener una experiencia y comprensión bastante similar, así como sentimientos similares, a los del autor original para poder transmitir el mismo significado”. (Yang Jwing Ming, Ob. Cit.)
En
el Clásico del Taijiquan, de Wang
Zong-Yue, leemos los siguientes versos:
“Colócate de pie como una balanza en equilibrio, (muévete) con viveza como la rueda de un carro”.
El
maestro Yang Jwing Ming pasa luego a explicar las metáforas en prosa moderna.
Como hombres de hoy, la explicación parece satisfacer nuestro conocimiento,
tenemos la sensación de haber resuelto el enigma satisfactoriamente.
Pero
recordemos lo que dijo el maestro Nan Lu, al hablarnos del verso “El tigre
alerta ronda la montaña”. La imagen tiene un quantum de Qi (Chi), de aliento
vital, produce un excedente de sentido tal, que, en comparación, muestra sin
ambages la esterilidad intrínseca de las conceptualizaciones. El intelecto
agradece los “fósiles” para catalogar, pero el corazón y el alma no obtienen
nada con qué nutrirse. El maestro Yang lo sabe, por eso hace la traducción
poética del verso y coloca el original en ideogramas, para aquel buscador que
quiera adentrarse en el enigma y desconfíe de las representaciones
conceptuales.
La
Canción del boxeo, de Wu
Ch’eng-ch’ing, comienza con el verso:
“Pon mucha atención cuando practiques esquivar, girar hacia atrás, presionar y empujar.”
En
la versión de Douglas Wile (Clásicos
perdidos del Tai-Chi, de finales de la Dinastía Ch’ing), se resaltan,
poniéndolas en cursiva, las palabras que se refieren a las cuatro estrategias
básicas del Taijiquan: Peng, Lu, Ji
y An. Sin embargo, la palabra que le
da sentido pleno a toda la canción es “atención”, que refiere por un lado a
“estar en Wuji”, es decir, receptivo (vacío)
y a la vez espontáneamente creativo, y por otro, al extenso cultivo de los Jin sensores o capacidades sensibles,
que son primordiales tanto para el desarrollo marcial del Taiji, como para su
servicio como arte del camino (del vivir). “Atención”, aquí, tiene que mucho ver
con la “alerta” del tigre de Nun Lu.
J.
L. Borges, conocedor de la importancia de la lengua, la literatura y los
arquetipos para el espíritu humano (la cultura), sabía que el “tigre” no sólo
es un animal real, también hay un “tigre” del alma, un “tigre” arquetipal donde
se entrelazan amorosamente la belleza y la letalidad, donde hacen Tao la
elegancia y la ferocidad. Para nuestra cultura, el tigre que vemos en un
documental o en el zoológico inmediatamente nos remite al tigre del poema de William
Blake (“Tigre, tigre, que te enciendes en luz / por los bosques de la noche”) y
a Sandokan, el “tigre de la Malasia”, y, sobre todo, a Shere Khan, el fabuloso
personaje de El libro de la selva de
Kipling. (5)
A
veces, un matiz en la traducción confiere a la imagen una sin igual fuerza y
profundidad. En Las Canciones de los Ocho
Senderos, atribuidas a T’ang Meng-hsien, podemos leer el comienzo de “La
canción de ‘Esquivar’” (según la traducción al castellano del libro de Wile Las transmisiones secretas de la familia
Yang):
“¿Cómo podemos explicar la energía de Esquivar?
Es como el agua que sustenta a una barca que se mueve.
Primero hacer sustancial el chi en el tan-tien.”
En
otras traducciones aparece así, quizá de una forma más escueta, pero que
resuena más en el alma:
“Peng Jing (“esquivar” o “rechazar”) es como un bote que flota en el agua.
Hunde el chi en el Tan Tien.”
En
un texto sobre las tradiciones que aportaron prácticas y documentos para el
desarrollo del Taijiquan (Los precursores
del Tai Chi Chuan. La creación de un arte marcial interno, de Douglas
Wile), aparece un manual de los “24 Caracteres Caligráficos”, de Ch’ang Nai-chou,
un arte marcial hoy extinto. La primera postura se llama “Ofreciendo el
Melocotón Sagrado de la Inmortalidad”. La mayoría de los interesados en
descifrar el enigma del nombre lo hacen para ver el aporte que puede hacer la
leyenda del “melocotón de la inmortalidad del otro lado del mar que sólo aparece
una vez cada mil años” a la técnica descrita (que tiene un dibujo descriptivo añadido),
y no a las energías (que incluye disposiciones de ánimo) que sugiere la imagen
de la leyenda y otras que resuenan con ésta. Es decir, se quedan en los aportes
meramente técnicos y funcionales, y no alcanzan a percibir los aspectos
“artísticos” (poiéticos). Buscan
datos exactos para descifrar la realización de una ejercitación y no el
arquetipo que la hace fértil poiéticamente,
creativa marcial y energéticamente.
Además
de los llamados “Clásicos del Tai Chi”, escritos en verso, la poesía se
entreteje con el arte marcial, entre otros aspectos, a través de los nombres de
los motivos marciales, los movimientos que forman parte de los esquemas o
formas. Un motivo como el de “Peinar (o “acariciar”) la Crin del Caballo
Salvaje”, no sólo es una fórmula secreta para aludir al Viento, puesto que el
movimiento es un arquetipo de la fase Madera en el Taijiquan, también el nombre
poético revela una imagen poderosa que alimenta la energía de las estrategias
básicas Ji (Chi /volverse contra el centro del contrario) y Tsai (desarraigar).
Algunos
cultores del Tai Chi, hablan de modernizar esos nombres. Argumentan que para
alguien de nuestro tiempo una “grulla blanca que abre sus alas” no significa
nada, más aún en latitudes donde no existen las grullas. Ese motivo del Tai Chi
Chuan pudiera ser sustituido por algo más cotidiano, accesible a toda persona
citadina, como pudiera serlo “El policía dirige el tránsito”.
No
está mal que se busquen experiencias cotidianas para ilustrar algunos
movimientos del Taijiquan, si para el común de las personas, sobre todo en
occidente, las imágenes poéticas chinas se muestran demasiado remotas en el
tiempo y, sobre todo, culturalmente. Pero no veo por qué han de sustituir a los
nombres poéticos. Hay que recordar que en el programa chino oficial de Wushu,
realizado bajo los dictados del Partido Comunista Chino, los nombres poéticos
de los movimientos marciales fueron sustituidos por nombres técnicos a la
usanza deportiva occidental. Pero no sólo privaron criterios deportivos, sino
también políticos, dado que la mayoría de esos nombres hacen referencia a
aspectos mitológicos, legendarios y religiosos de la China tradicional, cosa
que el Partido Comunista Chino quiso borrar de raíz, sobre todo durante la
“revolución cultural”.
Un
ejemplo de los extremos hasta donde llegó esta política aculturadora: en el
estilo Yang tradicional, la forma larga tiene 108 secuencias. (6) En el
programa estandarizado de Yang, la forma larga tiene 88 secuencias. Sin
embargo, ambas formas son casi idénticas. Pero el número “108” debía cambiarse,
pues remite a la tradición budista. Por eso también se popularizó el término
“Qigong” para las formas de cultivo del Qi, puesto que era una manera de evitar
las alusiones religiosas que conllevan la mayoría de los nombres de las
diversas tradiciones de trabajo energético.
Los
“modernizadores” en cuanto a la terminología del Tai Chi, ya lo hagan de buena
o mala fe, olvidan el poder energético, anclado en el inconsciente colectivo,
de la antigüedad del símbolo. Nuestro poeta, Rafael Cadenas, lo dice de esta
manera: que la poesía nos hace contemplar lo originario como si lo hubiésemos
olvidado.
Un
chamán chino sabe que un pictograma tiene un gran poder energético, sólo por su
antigüedad, cosa que no puede tener nunca un ideograma simplificado moderno. Lo
moderno se caracteriza por el deseo de romper los lazos con el pasado, pero en
el mundo de la energía y los arquetipos (Arche
significa “principio” y “origen”) lo antiguo significa cercanía al origen, a lo
primordial.
La
grulla, dice Robert Graves, es en toda Eurasia y especialmente en China, un
símbolo de la poesía. El policía de tránsito puede representar algo, pero
simboliza muy poco o nada.
La
antigüedad de la imagen poética le confiere “poder”, y a la vez la hace más
arcana, potenciando su uso como koan,
como enigma a movilizar el alma del buscador sincero hacia el descubrimiento de
la esencia del arte.
Debido
a que no se busca la belleza de la expresión sino más bien lo que puede
entenderse como explicaciones meramente técnicas, la mayoría de las
traducciones de los “Clásicos del Tai Chi” y otros textos poéticos, pocas veces
recuerdan lo que consideramos propiamente como lenguaje poético. Pero de vez en
cuando una imagen poética se deja colar en medio de las traducciones
explicativas.
“Hacer circular la energía es como guiar un hilo a través de la perla de nueve canales. Entonces nada puede bloquear su circulación.” (“Tratado del Maestro Wu Yu-hsiang”. Clásicos del Tai Chi. Edición a cargo de Waysun Liao. Ed. Oniro).
Para
el hombre moderno la belleza es adorno, es decir, algo meramente ornamental que
agrega placer estético, a lo sumo, pero totalmente superfluo desde el punto de
vista funcional, operativo. Para el hombre antiguo, la belleza es la mejor
posibilidad, la más intensa y armoniosa, que puede acaecerle a las entidades y
criaturas de nuestro mundo. La poesía, el arte original, no sólo produce
palabras y sentimientos hermosos, también es excelsamente operativa, hace
aparecer cosas –como decían los antiguos-, crea y guarda el sentido.
Roberto Chacón
(continuará...)
Notas:
(1)
Liezi (Lie Tse), atribuido a Lie Yukou (Liezi), un personaje de leyenda.
Data del siglo III y IV de nuestra Era, pero contiene textos más antiguos.
(2)
El Zhan Zhuang Gong se practica,
preferentemente, en la postura Wuji
(erguidos).
(3)
Al que quiera sumergirse en los problemas hermenéuticos inherentes a la
traducción, le recomiendo el libro Después
de Babel: aspectos del lenguaje y la traducción, de George Steiner.
(4)
Jesús Conill Sancho. El crepúsculo de la
metafísica, Ed. Antrophos.
(5)
J. L. Borges. “El tigre”. En El oro de
los tigres. Hoy día hay que repensar sobre la relación profunda entre
nuestra alma y el tigre (entre otras muchas que nos unen a las criaturas
vivientes que comparten el planeta con nosotros), dado que este felino se
encuentra en el umbral de la extinción.
(6)
La forma larga de la Familia Yang tiene 103 movimientos.
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