martes, 4 de junio de 2019

ARTÍCULO (Magazine No. 603)


¿POR QUÉ LEEMOS POESÍA EN LAS CLASES DE TAIJI-QIGONG?
(III)

Poesía y Arte Marcial Chino

“No hay árbol de la iluminación
No hay tampoco un espejo claro en el estante
Originalmente todo es vacío
Entonces ¿dónde se posan las partículas de polvo?”
Huineng

Como ya se dijo en el apartado anterior, poco entendemos a las artes marciales chinas (Kungfu/Wushu) si se les separa del contexto cultural de la China tradicional, en el cual la poesía cumplía un papel determinante. Desde el punto de vista del pensamiento tradicional chino, las artes marciales chinas constituyen poéticas del combate.

Para poder comprender la anterior aseveración, hay que pensar en el significado de “arte” antes de la creación de la “estética” y de las “bellas artes”, nociones que se desarrollan a partir del advenimiento de la Edad Moderna europea. (1) Hasta tiempos relativamente recientes, en el Oriente se manejaba la noción pre-moderna de “arte”, cosa que comenzaría a cambiar bajo la influencia de la modernidad europea.

En Japón, por ejemplo, el arte del arreglo floral (Ikebana / Kadō) o la Ceremonia del Té (Chadō) son disciplinas artísticas al mismo nivel de la pintura y la poesía. Todas estas pertenecen por derecho propio al “Camino del arte”: Geidō (2)


Ikebana

“Arte” viene del latín Ars: trabajo que exige creatividad y dedicación. Proviene a su vez de la raíz indoeuropea ar-: ajustar, colocar, hacer. Ars tiene relación con la palabra griega τέχνη (téchne), dado que los romanos traducían la segunda por la primera. Τέχνη proviene de la raíz indoeuropea teks-: tejer, fabricar. Téchne refiere a la destreza y habilidad para realizar un oficio. Los términos antiguos más apropiados serían las virtudes (areté: excelencia) y los dones necesarios para la maestría.

Cuando Ars y Téchne estuvieron cercanas, como palabras, a sus orígenes indoeuropeos, sus campos semánticos coincidieron en buena medida. Pero su evolución histórica las fue separando hasta hacerlas hoy casi antagónicas: Arte y Técnica.

Tanto Ars como Téchne apuntaban en sus orígenes a la habilidad en diversos campos, no sólo en el de la producción “estética”. Todavía resuena en nuestra lengua ese uso no restringido de las palabras arte y técnica, como cuando decimos “arte de la guerra” o “arte de la conversación”, y en el segundo caso, “técnica amatoria” o “técnica de baile”.

Τέχνη es el modo humano de realizar ποίησις (poiesis). Heidegger dirá de la poiesis que es la actividad de traer lo no-presente a lo presente, de tal manera que producir el ser (crear), es abrirlo a su “verdad”, alumbrarlo. La Phýsis (natura naturans) es fundamentalmente creación: nacer, hacer brotar, crecer (Physis: “lo que surge por sí mismo”). La palabra griega antigua téchne originariamente remite a ese “traer” o “alumbramiento” de la poiesis, de tal manera que señala un saber de tipo poético y, por ende, también un pensamiento poetizante, como el que caracteriza a Lao Tzé (Lao Zi) y a Heráclito de Éfeso, entre otros.

El arte como téchne y la Physis se corresponden o co-pertenecen de un modo misterioso, al decir de Heidegger. Esa co-pertenencia parece hacer referencia a la “luz”, en el alumbramiento o poiesis del ser. Pero Heidegger resalta que su co-pertenencia poiética se refiere a una “apertura” o des-ocultamiento del ser, que se aclara gracias a la luz, pero que no es traída ni configurada por ésta, puesto que la oscuridad también requiere de esa apertura. Los griegos llamaban A-létheia a ese dejar libre lo despejado, el ser como no-ocultamiento. Des-ocultamiento que (paradójico para nosotros pero no para gente que entendía los aparentes sentidos contrapuestos de palabras como phármakon) requiere siempre del ocultamiento. De ahí que Heidegger, en el texto ya señalado, cite estas palabras de Heráclito: “A lo que surge de sí mismo, le es propio el ocultarse”. Entonces, A-létheia: “desocultamiento en el ocultarse”.

Τέχνη, como saber, implicaba una visión capaz de captar en el presentarse del ente (poiesis), ese desocultamiento ocultante que encierra ofreciendo la verdad de lo creado (A-létheia). Ese destello del ser, ese borboteo inicial de sentido, es lo que recuerda el poeta-chamán de la Grecia arcaica, el maestro de verdad que memora aquello digno de ser recordado. Por ello, el poeta, y por extensión el artista, es por excelencia, el abanderado en la guardianía del ser, la misión primordial a que está destinada la humanidad.

El proceso de secularización que se iniciaría con el advenimiento de las póleis griegas fue separando las distintas artes de sus funciones rituales, haciéndolas proclives a discursos que postularán la unidad de las artes, así como a definir su separación de las “artesanías” (producciones que necesitaban menos saber y habilidad, y todavía ligadas a funciones prácticas cotidianas). En ese proceso el “don” (divino) comienza a perder sentido como cualidad indispensable para la producción artística. Y las “virtudes” (excelencias) se convierten en las habilidades técnicas que se pueden aprender a través de métodos adecuados. La diferencia entre la poiesis de physis y la de la téchne dará paso a la oposición entre la naturaleza y el artificio, lo cual se evidencia con mayor énfasis en el despliegue histórico del sentido constituyente del término latino Ars. Recordemos que la téchne originaria indicaba un saber humano, pero no desligado ni de lo sagrado ni de la naturaleza.

Por una paradoja del destino, la palabra derivada “técnica”, señala hoy un tipo de saber práctico de tipo mecánico, un método para la manipulación de los entes, signado por los imperativos de la eficacia y el rendimiento.

Ya con Platón, el discurso en prosa de la filosofía comienza a desplazar a la poesía del sitial central en la cultura griega clásica. Las “ideas” desplazan a las imágenes poéticas (y pictóricas), y así, los artistas terminan expulsados de la polis ideal, como se resuelve en La república. Con Aristóteles (Poética) comienza a esbozarse el discurso “estético” o saber sobre las artes, que ya en la Época Moderna dará pie, como discurso legitimador, a la institución del arte. Ya en la teoría aristotélica sobre el arte se esboza un discurso que neutraliza, reduce y depaupera el hecho artístico, el de la mímesis (todo arte imita la naturaleza), lo cual dice mucho sobre la busca real de toda “estética”, como parte constitutiva de la metafísica occidental. (3) De ese modo, la téchne paso de ser la poiesis privilegiada –como poesía- dado que daba cuenta del ser y el sentido en la gloria del ente, a ser un remedo de las entidades producidas por la naturaleza, como natura naturata (lo creado). Así, el arte es apartado de la creación (ser) y reducido a un mero artificio derivado, a re-presentar los entes, a la re-creación.

Griegos y chinos desarrollaron sus culturas en base a la noción artística de “armonía”. La armonía podía palparse de modo directo en la naturaleza, pero era en el arte donde alcanzaba sus cimas más elevadas.

Para los griegos antiguos, la cuerda tensada entre las puntas de un arco, templada por la tracción de las fuerzas opuestas, representaba la idea de armonía, pues era capaz de dar una nota musical, un sonido hermoso, transfigurándose así los antagonismos en arte. Para los chinos del orbe tradicional, según su cosmogonía taoísta, el universo estaba constituido por los infinitos avatares del Yin y del Yang. Es decir, las metamorfosis continuas y armónicas de las polaridades básicas complementarias. Armonía, en este pensamiento arcaico, significa la capacidad de resonancia de sentido del cosmos, en el cual lo desarmónico también tiene su lugar, encuentra “sentido”.

“Areté” (αρετή) significaba “virtud”, para los griegos antiguos, pero no en un sentido moralista, que es a lo que el cristianismo tiende a reducir esa noción, sino como “excelencia”. Era uno de las nociones claves en la paideia (παιδεια), la educación de la polis. La raíz etimológica de areté es la misma que la de αριστος (aristós, “mejor”), que designa el cumplimiento acabado del propósito o función.

“Te” (De), para los chinos de la antigüedad, también significa “virtud”. Pero tampoco significa “rectitud moral”, sino “virtualidad” natural (capacidades inherentes, potencialidades de ser), el Tao tal como se da en la vida real (corriente generatriz, fecundante); sería, según Allan Watts, la “notable naturalidad desinteresada y no codificada en el manejo de las cuestiones sociales y políticas”. Su campo semántico también contiene los significados de “calidad individual”, “fuerza interior” e “integridad”.

En el politeísmo antiguo, el “don” no sólo se refería al talento (capacidad) y la vocación innatas. El ámbito sagrado, y en especial el cielo como orbe de los divinos, guarda herméticamente la mitad del sentido de nuestra vida, de modo que ésta siempre tiene una mitad invisible e inaprensible para los mortales. El “don” era un regalo de los dioses a los hombres, porque el darlo a uno equivalía entregarlo a todos, el don siempre implica la entrega a los demás. A través del don, el hombre re-velaba un destello de lo invisible, de la mitad del destino sólo conocida por los inmortales, cuyo carácter inaccesible nos condena a la ser unilaterales, incompletos. A ese destello lo llamamos “sentido”. Heidegger dirá: “el poeta nombra lo sagrado”.

La areté como excelencia también significaba el cultivo de los dones de cada persona, de manera de ofrendarlos a los dioses, pues lo único que podían hacer lo hombres con el destino era embellecerlo, hacerlo armonioso, digno de admiración, y así cumplirlo a cabalidad. En ese hacerlo bello –re-velar el don en su más alto grado-, los mortales daban a los divinos el regalo de poder contemplar el destino humano como una totalidad armónica, plena de sentido. Esta ofrenda a los dioses que consistía en devolverles sus regalos (los dones) enriquecidos y madurados es concomitante a la “ofrenda a los muertos revertida” sobre la que escribiera Elías Canetti: el arte como el regalo que damos los mortales a quienes nos sucederán, a la humanidad venidera.

Por su parte, la palabra Gongfu (Kungfu: “habilidad refinada”), que ha sido conocida principalmente por las artes marciales chinas, pero que no es exclusivo de éstas, tiene que ver con ese cultivo del don al que hacíamos referencia al hablar del mundo griego arcaico. Refiere a lo que Beethoven expresó de la siguiente manera: “el genio se compone del dos por ciento de talento y del noventa y ocho por ciento de perseverante aplicación.”

El maestro Shi Yan Ming dice sobre el Gongfu (功夫):

“‘Gong fu’ también significa ‘desde temprano en la mañana hasta tarde en la noche afila tu navaja’. Fíjate en las palabras chinas. Primero ‘gong’ (‘logro’ / ‘éxito’ / ): está hecha de dos partes. La parte izquierda también se pronuncia ‘gong’, como ‘gongzuo’, ‘trabajar’ (). El lado derecho es ‘li’ y significa ‘poder’ (). Si le quitas el pequeño trazo que sobresale en la punta te quedas con ‘dao’: ‘cuchillo’. El otro carácter ‘fu’ se usa en muchas palabras: ‘zhangfu’ ‘marido’, también ‘esposa’; ‘furen’, una forma muy tradicional y respetuosa de un hombre para llamar a su esposa. También los doctores son llamados ‘dafu’. Antes de la dinastía Qing, los guerreros y la gente que llegaba a pelear montaba caballos y usaban las artes marciales en contra de sus enemigos, en ese tiempo, si tú querías ser diferente tenias que tener el mejor gongfu, mira el carácter de ‘fu’ () es muy similar al carácter ‘tian’ (). ‘Tian’ significa ‘cielo’; la diferencia es un trazo pequeño que sobresale hasta arriba. (4) Significa que tienes que sobresalir, ir más allá, llegar a ser especial como si tu cabeza estuviera más arriba que el cielo. Se los cuernos de un toro. Un toro tiene millones de pelos, ¿quién quiere ser eso? Sé los cuernos, si no puedes ser los cuernos se las patas. Mucho poder o inclusive los ojos o la cola del toro, empuja hacia arriba, más alto.” (5)

En otras palabras, Gongfu significa cultivar las virtudes (Te / capacidades) de tal manera que superes al Cielo (los dones en bruto, sin pulir ni refinar). El maestro Shi Yan Ming completa la idea diciendo:

“No solamente la palabra gongfu tiene que ver con artes marciales; si sabes cómo cocinar, tu gongfu en la cocina es bueno. Si sabes cómo tocar un instrumento musical, tu gongfu musical es muy bueno, si sabes cómo escribir, tu gongfu literario es muy bueno. Alguien con un buen gongfu para escribir puede escribir de cabeza o inclusive de manera horizontal mientras camina. Puedes escribir ‘rosa es negro’ o ‘rojo es blanco’. Una pluma pequeña puede llegar a ser una navaja bien afilada. De tu boca puede salir un conocimiento fantástico para ayudar y enseñar a la gente, para ayudar al mundo y tener relaciones maravillosas con el mundo pero también puedes usar tu boca para decir cosas horribles y destruir gente, destruirte a ti mismo, destruir relaciones y al mundo. Tu boca es la espada que puede matar a una persona o dar a alguien un buen beso, amor. Todo es Gongfu.” (5)

El término Wushu (Arte Marcial Chino / ) revela en su ideografía la conversión de las técnicas de combate (en el sentido moderno, meramente funcionales) en caminos de autorrealización, en artes de vida (poéticas del combate). “Shu” (), en su acepción antigua, significa “arte” (en su sentido pre-moderno, donde está implícita la noción de “vía” o “camino”).

El significado de “Shu” es arte o técnica. Su ideograma representa un árbol (o madera) trabajado, del cual se desprende una astilla. Esta imagen nos revela que “Shu”, en sus orígenes, se asemejaba al término griego téchne y al latino ars, pues hacía referencia a habilidad, dedicación, a la maestría. Por extensión, también se refiere a las virtudes y los dones.




Los pictogramas del cual deriva el ideograma “mù” (árbol / ) nos muestra la imagen del árbol como pilar entre el Cielo y la Tierra, como gran intermediario, con sus ramas ofreciéndose al firmamento y sus raíces hundiéndose en el suelo. Tomemos en cuenta que en el chamanismo el “árbol del mundo” funge de eje del cosmos, permitiendo la comunicación con los señores celestes y las entidades del inframundo.

La “astilla” (/ trazo diăn) que se desprende del “árbol” en el ideograma “shu”, remite a la poiesis, lo no presente traído a la presencia por la fragua del arte. Sugiere también el refinamiento, la re-velación de la esencia del ente, que sólo es posible en la elaboración artística. Como en el ideograma “Xīn” ( / Corazón), el trazo diăn superior representa al Cielo, que, en el caso de ideograma “Xīn” asiste al corazón () en el cosmos regido por el Yin y el Yang (los trazos diăn a derecha e izquierda). Se trataría de la puesta en acto de la “Creatividad del Cielo”, el aliento intermedio que, proveniente de Wuchi, el Vacío primigenio, hace posible el movimiento cambiante del Yin y el Yang y el alumbramiento del ser.

Escribe el maestro Shi Yan Ming sobre el término “Wu” ():

“El carácter ‘Wu’ está hecho de dos caracteres: ‘alabarda’ (Ge / / que es una especie de arma / también: ‘lanza’) y ‘parar’ (Zhi /), lo que significa: ‘parar de usar armas’. Para de usar el arte mental o el arte físico en contra de otra gente y en contra de ti mismo.”

En otras palabras, el arte marcial es una poética del combate no porque sea un modo de hacer “estética” (“bonita”) la violencia, sino porque es capaz de transmutar ésta en una posibilidad de guardianía del ser, en poiesis (creación) y temple del vivir.
Roberto Chacón

(Continuará…)

Notas:
1. El “arte” como campo de estudio, institución y, a la vez, como mercado, que nacería con el mundo moderno y se consolidaría tal como hoy lo conocemos a partir de la modernidad, se constituye, por un lado, a partir de sus instituciones emblemáticas: museos, academias, escuelas de arte, etc. Y por otro, necesita de la producción de discursos sobre estética, saberes sobre los diversos campos del arte. El “arte” tal como se le concibe en nuestra época, sólo pudo darse así en un mundo desacralizado, pero, paradójicamente, como se distingue al arte como la producción humana más excelsa y misteriosa, se le vuelve a re-sacralizar en un paradójico Topus Uranus donde se le separa de la vida, neutralizándolo en aquello que tiene de inquietante y liberador, y, al mismo tiempo, se le configura como –también paradójicamente- mercado de objetos invaluables.
2. Termino moderno japonés para arte es “geijitsu”.
3. Según la teoría de la mímesis, las artes marciales serían “imitaciones” de combates reales.
4. “Fü” () significa “conocimiento”, “virtud”, “lo único que puede traspasar el Cielo (Tian / ). Por extensión se usa para marido. La razón es que se representa de forma semejante a un hombre con un alfiler al pelo cortando su trazo vertical. (Manual de escritura en caracteres chinos. Pedro Geinos. Miraguano ediciones. Madrid, 1999.)
5. “¿Qué es Kung Fu?” Shi Yan Ming. Nei Dan Magazine No. 585. 31-10-17. Inserción de ideogramas nuestra.




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