martes, 23 de mayo de 2017

ARTÍCULOS DEL ARCHIVO NEI DAN (Magazine No. 574)

“Entregarse plenamente es un hermoso y emocionante privilegio”
(dijo el profesor Mephesto, citando a Candy)
Terry Southern y Mason Hoffenberg

LA INGENUIDAD Y EL CINISMO APARECEN ANTE EL FRACASO DE NO LOGRAR LA INOCENCIA


Es necesario vivir una vida ética, sintiéndonos bien con nosotros mismos, para alcanzar algún grado de inocencia. A veces confundimos candidez e inocencia. Podemos pensar que es maduro ser cínico e inmaduro ser inocente. Pero la mayoría de nosotros necesita sentirse liberado del peso de un karma opresivo, libre de culpa, y de alguna manera, sin maldad a los ojos del mundo. Hay una clase de inocencia que es a la vez inteligente y sabia acerca de lo mundano.

La candidez es el fracaso de crecer y entrar en la vida adulta. Los norteamericanos son ingenuos de muchas maneras, a veces, identificándose con valores nobles mientras actúan de un modo ferozmente egoísta y violento. Parecemos creer en nuestros valores ingenuos y fallamos en ver la contradicción definitoria de nuestra cultura: nuestros ideales nobles unidos a las maneras atroces en que a menudo nos tratamos a nosotros mismos y a los demás. Nuestra candidez nos ciega y no vemos ni nuestros verdaderos valores ni los desastres que infligimos.

Esto no significa que todos somos villanos y que no hacemos el bien, pero estamos engañados por un “complejo de inocencia”, una imagen falsa que es más pulcra que lo que los hechos muestran. Nos creemos inocentes, y sin embargo, en todas las esferas, actuamos corruptamente. En muchas culturas la corrupción es un arte. Pero nosotros queremos tenerlo todo: una clara consciencia y libertad para actuar en forma desviada. El resultado es no sólo confundir a otros de culturas diferentes que tienen que tratar con nosotros, sino que en el fondo de nuestros corazones, nos negamos la inocencia genuina que necesitamos.


La confusión acerca de la inocencia tiene efectos desastrosos en nuestra conducta y actitudes. Si no nos sentimos inocentes, podemos caer en el cinismo, y luego, todos los valores se hacen irrelevantes. Ni siquiera trataríamos de llevar éticamente nuestros asuntos; llegaríamos a no sentir arrepentimiento alguno al dañar a otros. La ausencia de inocencia puede contribuir a un colapso de los valores.

Nacemos ingenuos pero podemos crecer con inocencia, que es algo que debe ser alcanzado. En el camino hacia la inocencia, podemos pasar a través de etapas en las cuales sintamos culpa o nos entretengamos con el mal –las almas pusilánimes no llegan fácilmente a la inocencia. Con coraje podemos conocer la realidad de la vida y hacer elecciones que promuevan nuestra inocencia, evitando al mismo tiempo la candidez o el cinismo.

Mis mentores en psicología arquetipal solían hablar de arquetipos divididos. Cuando un patrón constructivo vital falla, a menudo se divide en dos variantes extremas y destructivas. Cuando por ejemplo la fortaleza flaquea, la falla puede mostrarse como una vulnerabilidad excesiva de un lado y una agresividad extrema del otro. De modo similar, la inocencia fallida puede dividirse en ingenuidad y cinismo.


Cuando la inocencia está dividida, sus formas sintomáticas se alternan dentro de una misma persona o grupo. Cándido en un momento, cínico en otro. Un sentido de pureza puede cubrir nuestras acciones que están llenas de culpa. O una persona o grupo puede volverse el agresor cínico y el otro, la víctima ingenua. En todos los casos, el alma es mantenida afuera por estos complejos densos y ciegos. En tales condiciones podemos sentirnos manejados, fuera de control o simplemente ignorantes.

En alquimia, después de un largo y difícil proceso de separación y unión, se representa un ave blanca que sale volando de la retorta de la transformación. El ave puede ser vista como la inocencia que se alcanza después de una larga lucha llena de tentaciones de corrupción. Esta clase de inocencia solamente llega hacia el fin del proceso, después de mucho trabajo y experimentación. Se logra duramente, pero es signo de la evolución del alma.

La inocencia, ganada solamente después de años de lucha para obtener una vida profundamente ética, en medio de una cultura desgarrada entre ideales ingenuos y conductas cínicas, permite que nos aceptemos absolutamente: perdonándonos por nuestras pasadas ignorancia y estupidez y respirando el aire vigorizador de una verdadera pureza.
Thomas Moore
(Traducido de su obra Original Self)
Nei Dan Magazine No. 227 (31-03-09)
Sección: "El diario de Nani" (María Margarita López)
Traducción MM




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