martes, 23 de mayo de 2017

ARTÍCULO (Magazine No. 574)

TAIJI, QIGONG Y ESQUEMA CORPORAL

Por: Josnil Rojas, 2017


Como cualquier otra disciplina de tipo deportiva o de terapia psicofísica, la práctica del Taiji y del Qigong tiene efectos sobre la psicomotricidad de las personas, entendiéndose por psicomotricidad como “…una función del ser humano que sintetiza psiquismo y motricidad con el fin de permitir al individuo adaptarse de manera flexible y armoniosa al medio que le rodea.” (De Liévre y Staes, 1992 c.p. Berruezo, 2008, p. 32).

Un proceso clave para la psicomotricidad es el desarrollo del esquema corporal porque éste actúa como una compuerta que hace posible el despliegue de los elementos psicomotores: la lateralidad, el tono muscular, la independencia motriz, la coordinación, el control respiratorio, el equilibrio, la estructuración espacial y la estructuración temporal. Todos ellos condicionan nuestra manera de estar en nuestro propio cuerpo y en el mundo.

En el caso de los más jóvenes, la práctica del Taiji y del Qigong puede apalancar el asentamiento de los elementos psicomotores que son necesarios para el descubrimiento y conocimiento del propio cuerpo. Entre los adultos estas disciplinas permiten proteger la capacidad funcional del organismo y, en ambos grupos etarios, recuperar y mantener la salud, tanto física como mental.

En el presente artículo abordaremos el tema del esquema corporal.

El esquema corporal.
También se le denomina somatognosia o imagen de sí mismo, y de acuerdo a Ballesteros (1982) es la “… representación que tenemos de nuestro cuerpo, de los diferentes segmentos corporales, de sus posibilidades de movimiento y de acción, así como de sus diversas limitaciones.” (c.p. Cobos, 2006, p. 46).

También se le ha definido como una “…organización dinámica y plástica de las sensaciones del propio cuerpo en relación con los datos del mundo exterior, y como núcleo de la personalidad y centro de la relación sujeto-mundo exterior, de cuya riqueza y equilibrio depende la evolución armónica del sujeto en el plano motor, intelectivo y afectivo”. (Gazzano, 1989 c.p. Hernández T., 2011, p. 48).

El esquema corporal se construye lentamente desde el nacimiento hasta la pubertad, a través de un mecanismo que consiste en integrar las sensaciones provenientes del propio cuerpo con la información que se origina en el ambiente, y tiene como objetivo final lograr un ajuste adecuado entre el cuerpo y el medio.

El desarrollo del esquema corporal o imagen de sí mismo es un proceso clave para la organización de la personalidad.

Danderfer y Montenegro (2012), refieren que el esquema corporal se construye en cuatro etapas:

1ra etapa (desde el nacimiento hasta los 2 años de edad): en esta etapa el niño logra de forma progresiva el control necesario para el paso del enderezamiento y movimiento de la cabeza al enderezamiento del tronco, para luego pasar a la posición sedente con la consecuente liberación de las manos. Después, y gracias a la disociación en el uso de los miembros, logra reptar y posteriormente gatear.

Con el gateo aparece la primera emancipación del niño.

2da etapa (2 a 5 años): en estas edades el niño poco a poco consigue aprender a dominar el movimiento de todo su cuerpo, logrando con el paso del tiempo que sus movimientos y desplazamientos sean más precisos y coordinados.

3ra etapa (5 a 7 años): durante este periodo logra mayor desarrollo en el control de su postura y respiración, consigue diferenciar la derecha de la izquierda, así como el movimiento independiente de los brazos con relación al tronco.

4ta etapa (7 a 11 años): en esta última etapa se espera que el niño haya logrado la elaboración definitiva de su esquema corporal, por lo que en consecuencia ya debe estar en capacidad de tener consciencia de las diferentes partes de su cuerpo y saber cómo controlarlas. Gracias a esto se incrementa su autonomía como persona.

En nuestro cuerpo se producen cambios, algunos de estos debidos al paso del tiempo y otros pueden ser producidos por enfermedades o accidentes. En estos casos cabe hablar de “reconstrucción” de la imagen de sí mismo. 

De acuerdo a Hernández T. (2011) el esquema corporal facilita la formación de la identidad corporal y de la conciencia corporal. La primera consiste en la Conciencia del “yo” a través del cuerpo, y la segunda, hace posible el elaborar o planificar voluntariamente los gestos, permitiendo controlar y corregir los movimientos.

Identidad corporal                Conciencia corporal






Sobre este proceso de construcción y reconstrucción del esquema corporal inciden diversos factores, entre ellos se tienen la maduración neurológica y sensitiva, los procesos perceptivos, cognitivos y práxicos, el desarrollo del lenguaje y, finalmente, la interacción social. (Cobos, 2006). Todos estos factores pueden identificarse en la práctica del Taiji y del Qigong.

Durante la ejercitación de ambas disciplinas están involucrados procesos mentales básicos, como son la sensación, la percepción, la atención-concentración y la memoria, así como procesos mentales superiores, como el pensamiento y el lenguaje. Por otro lado, es desde el marco de la “interacción social” que se preparan y ofrecen las prácticas. Contar con un programa adecuado a las características de los participantes y cumplirlo con la guía de un instructor debidamente formado permitirá que los practicantes obtengan un mayor provecho.

Referencias bibliográfica:
Berruezo, P. (2008). El contenido de la psicomotricidad. Reflexiones para la delimitación de su ámbito teórico y práctico. Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado, 62 (22,2) , 19-34.
Cobos, P. (2006). El desarrollo psicomotor y sus desviaciones. España: Pirámide.
Dandenfer, R. y. (2012). Breviario. Reseñas, ideas y conceptos de la psicomotricidad. Argentina: Brujas.
Hernández T., MA. (2011). Psicomotricidad. Propuesta de práctica psicomotriz. Enfoque educativo. Caracas: Texto.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario