TAIJI, QIGONG Y ESQUEMA CORPORAL
Por:
Josnil Rojas, 2017
Como cualquier otra disciplina de tipo deportiva o de
terapia psicofísica, la práctica del Taiji y del Qigong tiene efectos sobre la
psicomotricidad de las personas, entendiéndose por psicomotricidad como “…una
función del ser humano que sintetiza psiquismo y motricidad con el fin de
permitir al individuo adaptarse de manera flexible y armoniosa al medio que le
rodea.” (De Liévre y Staes, 1992 c.p. Berruezo, 2008, p. 32).
Un proceso clave para la psicomotricidad es el
desarrollo del esquema corporal porque éste actúa como una compuerta que hace
posible el despliegue de los elementos psicomotores: la lateralidad, el tono
muscular, la independencia motriz, la coordinación, el control respiratorio, el
equilibrio, la estructuración espacial y la estructuración temporal. Todos ellos
condicionan nuestra manera de estar en nuestro propio cuerpo y en el mundo.
En el caso de los más jóvenes, la práctica del Taiji
y del Qigong puede apalancar el asentamiento de los elementos psicomotores que
son necesarios para el descubrimiento y conocimiento del propio cuerpo. Entre
los adultos estas disciplinas permiten proteger la capacidad funcional del
organismo y, en ambos grupos etarios, recuperar y mantener la salud, tanto
física como mental.
En el presente artículo abordaremos el tema del
esquema corporal.
El
esquema corporal.
También se le denomina somatognosia o imagen de sí
mismo, y de acuerdo a Ballesteros (1982) es la “… representación que tenemos de
nuestro cuerpo, de los diferentes segmentos corporales, de sus posibilidades de
movimiento y de acción, así como de sus diversas limitaciones.” (c.p. Cobos,
2006, p. 46).
También se le ha definido como una “…organización
dinámica y plástica de las sensaciones del propio cuerpo en relación con los
datos del mundo exterior, y como núcleo de la personalidad y centro de la
relación sujeto-mundo exterior, de cuya riqueza y equilibrio depende la
evolución armónica del sujeto en el plano motor, intelectivo y afectivo”.
(Gazzano, 1989 c.p. Hernández T., 2011, p. 48).
El esquema corporal se construye lentamente desde el
nacimiento hasta la pubertad, a través de un mecanismo que consiste en integrar
las sensaciones provenientes del propio cuerpo con la información que se
origina en el ambiente, y tiene como objetivo final lograr un ajuste adecuado
entre el cuerpo y el medio.
El desarrollo del esquema corporal o imagen de sí
mismo es un proceso clave para la organización de la personalidad.
Danderfer y Montenegro (2012), refieren que el
esquema corporal se construye en cuatro etapas:
1ra etapa (desde el nacimiento hasta los 2 años de
edad): en esta etapa el niño logra de forma progresiva el
control necesario para el paso del enderezamiento y movimiento de la cabeza al
enderezamiento del tronco, para luego pasar a la posición sedente con la
consecuente liberación de las manos. Después, y gracias a la disociación en el
uso de los miembros, logra reptar y posteriormente gatear.
Con el gateo aparece la primera emancipación del
niño.
2da etapa (2 a 5 años):
en estas edades el niño poco a poco consigue aprender a dominar el movimiento
de todo su cuerpo, logrando con el paso del tiempo que sus movimientos y
desplazamientos sean más precisos y coordinados.
3ra etapa (5 a 7 años):
durante este periodo logra mayor desarrollo en el control de su postura y
respiración, consigue diferenciar la derecha de la izquierda, así como el
movimiento independiente de los brazos con relación al tronco.
4ta etapa (7 a 11 años):
en esta última etapa se espera que el niño haya logrado la elaboración
definitiva de su esquema corporal, por lo que en consecuencia ya debe estar en
capacidad de tener consciencia de las diferentes partes de su cuerpo y saber
cómo controlarlas. Gracias a esto se incrementa su autonomía como persona.
En nuestro cuerpo se producen cambios, algunos de
estos debidos al paso del tiempo y otros pueden ser producidos por enfermedades
o accidentes. En estos casos cabe hablar de “reconstrucción” de la imagen de sí
mismo.
De acuerdo a Hernández T. (2011)
el esquema corporal facilita la formación de la identidad corporal y de la
conciencia corporal. La primera consiste en la Conciencia del “yo” a través del
cuerpo, y la segunda, hace posible el elaborar o planificar voluntariamente los
gestos, permitiendo controlar y corregir los movimientos.
Identidad
corporal Conciencia
corporal
Sobre este proceso de construcción y reconstrucción
del esquema corporal inciden diversos factores, entre ellos se tienen la
maduración neurológica y sensitiva, los procesos perceptivos, cognitivos y
práxicos, el desarrollo del lenguaje y, finalmente, la interacción social. (Cobos, 2006) .
Todos estos factores pueden identificarse en la práctica del Taiji y del Qigong.
Durante la ejercitación de ambas disciplinas están
involucrados procesos mentales básicos, como son la sensación, la percepción,
la atención-concentración y la memoria, así como procesos mentales superiores,
como el pensamiento y el lenguaje. Por otro lado, es desde el marco de la
“interacción social” que se preparan y ofrecen las prácticas. Contar con un
programa adecuado a las características de los participantes y cumplirlo con la
guía de un instructor debidamente formado permitirá que los practicantes obtengan
un mayor provecho.
Referencias
bibliográfica:
Berruezo,
P. (2008). El contenido de la psicomotricidad. Reflexiones para la delimitación
de su ámbito teórico y práctico. Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado,
62 (22,2) , 19-34.
Cobos, P. (2006). El desarrollo psicomotor y sus
desviaciones. España: Pirámide.
Dandenfer, R. y. (2012). Breviario. Reseñas, ideas y
conceptos de la psicomotricidad. Argentina: Brujas.
Hernández T., MA. (2011). Psicomotricidad. Propuesta
de práctica psicomotriz. Enfoque educativo. Caracas: Texto.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario