'SI QUIERES EMBRIAGUEZ, ¡ACEPTA
TAMBIÉN LA RESACA!': UN PEQUEÑO TEXTO DE HERMANN HESSE
La diversidad y la contradicción es
inherente a nuestra condición humana, y he aquí el misterio y la grandeza de la
propia vida.
En
nuestro día a día no solemos dar cabida a la contradicción o, dicho de otra
manera, estamos más o menos habituados a inclinarnos por una sola de las muchas
facetas que tiene la vida.
En
el budismo proclama que el ser humano acostumbra a su mente a pensar la
realidad únicamente desde la dualidad de los opuestos: blanco o negro, bueno o
malo, verdad o mentira, etc., cuando lo cierto es que la vida en el mundo está
hecha de muchos más matices que esos dos extremos.
El
filósofo Vladimir Jankélévitch plantea
esta situación: si un comando nazi
llega a mi casa preguntando por una persona que se esconde en mi armario, ¿cuál
es mi obligación moral? ¿mentir o decir la verdad? Si miento, la persona se
salva; decir la verdad, en cambio, equivale para ella a una sentencia de
muerte.
Como
vemos, este ejemplo hipotético muestra ya que experimentar la vida desde la
severidad de ciertas dualidades va, de hecho, en contra de la existencia en sí.
Al respecto podríamos citar también un pasaje de ¿Tener o ser?, de Erich
Fromm, en donde el psicólogo plantea que si lo propio de la vida son el
cambio, la transformación y el desarrollo, el apego a ese tipo de conceptos
ideales al final va en contra del flujo natural de la existencia es decir, no
le permite a la persona desplegar su existencia con la soltura que la vida
requiere.
Pintura
de Hermann Hesse
En
ese sentido, compartimos ahora un elocuente apunte de Hermann Hesse, uno de los escritores en lengua alemana más
destacados del siglo XX. En buena medida, la gran aceptación que tuvo Hesse
tanto en su tiempo como en épocas posteriores se explica por el talento que
tuvo para tocar algunas de las preguntas esenciales del ser humano en relación
con el problema de la existencia, preguntas que, por otro lado, todos tarde o
temprano nos hacemos. ¿Qué es la
vida? ¿Por qué estamos vivos? ¿Cuál es el propósito de la existencia? ¿La vida
humana tiene sentido? Si tiene sentido, ¿éste es intrínseco, o es necesario
inventarlo o improvisarlo? Si la vida no tiene sentido, ¿es posible asignarle
arbitrariamente alguno?
Bajo
el prisma de la literatura, Hesse elaboró estas preguntas sirviéndose de
personajes atravesados además por otras preocupaciones muy propias de su
tiempo: la crisis de la sociedad europea de entreguerras, el derrumbe de
modelos como el gobierno imperial o la familia patriarcal-burguesa, la
imposición ya inevitable de los valores de las sociedades industriales y
mecanizadas, entre otros.
Hesse
publicó, además, varios apuntes que nada tenían que ver con la ficción y que se
publicaron todos juntos en el libro publicado en español como El caminante pero que, vale la
pena mencionarlo, originalmente en alemán tiene como título Wanderung, una
palabra que incluso en inglés conserva la raíz que alude no tanto a una
caminata sino más bien al vagabundeo, esto es, al caminar sin rumbo fijo y sin
otra intención más que encontrar cierta inesperada correspondencia entre un
paseo y el errar de la conciencia.
En
relación con la dualidad de la que hablábamos, en El caminante Hesse incluyó un apunte que lleva por
subtítulo “Tiempo lluvioso” y
el cual podría caracterizarse como una elaboración en torno a su propio
malestar. De algún modo Hesse captó ahí un momento de inconformidad consigo
mismo o con el mundo y el cual, por lo que se lee, estuvo motivado justamente
por el afán de vivir la vida bajo nociones sumamente rígidas, como si la
existencia tuviera que ser necesariamente de cierta forma y ajustarse a ciertos
parámetros.
Con
todo, Hesse entiende y resuelve su malestar de una forma prodigiosa y, al mismo
tiempo, sensata, pues se da cuenta de que su mejor alternativa es simplemente
abrazar la diversidad propia de la vida, contradictoria quizá, incomprensible
por momentos, pero después de todo
inseparable de la experiencia que tenemos de ella. Escribe Hesse:
"Sé por qué es así. No es el
vino que bebí ayer, ni que haya dormido en una mala cama, ni tampoco el tiempo
lluvioso. Han aparecido unos demonios y han desafinado una por una todas las
cuerdas de mi ser. Ha vuelto el temor, el miedo de las pesadillas infantiles,
de los cuentos, del destino de los colegiales. El temor, el acoso de lo
inalterable, la melancolía, el tedio. ¡Qué insulso es el mundo! ¡Qué horrible
tener que levantarse mañana, volver a comer, volver a vivir! ¿Por qué hemos de
vivir? ¿Por qué es el hombre tan tímido y bonachón? ¿Por qué no yacemos desde
hace tiempo en el mar?
Ni siquiera ha crecido la hierba.
No se puede ser vagabundo y artista y al mismo tiempo un burgués sano y cuerdo.
Si quieres embriaguez, ¡acepta también la resaca! Si quieres sol y bellas
fantasías, ¡acepta también la suciedad y el hastío! Todo está dentro de ti, el
oro y el barro, el deleite y la pena, la risa infantil y la angustia moral.
¡Acéptalo todo, no te aflijas por nada, no intentes rehuir nada! No eres un
burgués, tampoco eres un griego, no eres armónico y dueño de ti mismo, eres un
pájaro en plena tormenta. ¡Déjala rugir! ¡Déjate llevar! ¡Cuánto has mentido!
¡Cuántas miles de veces, incluso en tus libros y poesías, has fingido ser el
armonioso y sabio, el feliz, el iluminado! ¡Lo mismo han fingido ser los héroes
al atacar en la guerra, mientras las entrañas temblaban! ¡Dios mío, qué
simiesco y fanfarrón es el hombre, sobre todo el artista, sobre todo el poeta,
sobre todo yo!"
Como
podemos observar, la solución que Hesse encontró ante las “contrariedades” de
la vida es en última instancia sencilla: la entrega de lleno y sin reservas a
todo lo que se nos presenta, sin conceptos de por medio, sin expectativas, sin
ideas previas que tengan como propósito apresar la vastedad de significantes de
la existencia pero quizá, por encima de todo, sin la pretensión de querer
controlar lo incontrolable.
En
este sentido, para retomar una de las imágenes en el texto de Hesse, cabría
preguntarse: ¿cómo podríamos nosotros, simples seres humanos, contener esta
tormenta que es la vida? Y, por otro lado, ¿por qué querríamos hacerlo?
Como
nota final vale la pena mencionar que El caminante fue publicado en español por
la extinta editorial Bruguera, en su colección “El libro amigo”, en la década
de los años 70 del siglo pasado, y reeditado algunas veces en los años
posteriores. No obstante, desde entonces ninguna otra casa ha retomado dichos
textos en nuestra lengua.
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