martes, 5 de mayo de 2020

LA COLUMNA DE BILL DOUGLAS (Magazine No. 615)


TAI CHI: EL EJERCICIO SUPREMO PARA TERAPEUTAS MASAJISTAS

(Y PARA TODO EL MUNDO)



Mis profesores asistentes y yo hemos enseñado en varias Escuelas de Masaje Terapéutico, en universidades públicas y privadas, y sin embargo no estoy entrenado en esa materia, pues soy instructor de Tai Chi y de Chi Kung. Muchos se preguntarán qué tienen que ver estas dos disciplinas con el masaje, y la mejor respuesta es: absolutamente todo. El Tai Chi y el Chi Kung están diseñados para ayudar a evitar la recurrencia de lesiones debidas al estrés, para reducir o eliminar dolores crónicos, bajar niveles de estrés, mejorar el humor, optimizar equilibrio y fuerza, y centrar la atención, de manera de maximizar la ejecución, en todas las formas concebibles. Pueden también expandir ampliamente la práctica y la plenitud del masaje.


El Tai Chi y el Chi Kung proporcionan simultáneamente varios beneficios que enaltecen la experiencia del masaje en varios niveles, no sólo para los clientes sino también para el masajista. Los sanadores deben primero sanarse a ellos mismos, de lo contrario sus habilidades sanadoras se debilitan.  El doctor Andrew Weil, exitoso autor y médico educado en Harvard, quien ahora promueve las terapias holísticas, integradoras, ilustra este punto dirigiendo nuestra atención al corazón humano. El corazón humano primero se alimenta a sí mismo con oxígeno, antes de alimentar cualquiera otra parte del cuerpo y no es porque el corazón sea egoísta sino porque es sabio. En algún nivel el corazón sabe que él no puede servir verdadera y efectivamente a sus clientes (los órganos del cuerpo), a menos que él, el corazón, esté operando en su nivel mas alto de funcionamiento.

Los buenos maestros de Tai Chi y Chi Kung rápidamente descubren que la calidad de la instrucción que ofrecen a sus estudiantes o clientes depende absolutamente del tiempo que se tomen para sanarse a sí mismos con las herramientas que enseñan. Esto significa que debemos disponer de tiempo para lograr nuestra propia sanación. A menudo, inconscientemente, pensamos que si hemos escogido como vocación las artes sanadoras, entonces, estaremos sanados por ósmosis. En realidad, en esto hay un núcleo de verdad, porque las investigaciones indican que cuando estamos comprometidos en labores altruistas, nuestra salud puede mejorar, pero hasta dónde, es algo relativo. Ya se trate de un masajista terapéutico o de un maestro de Tai Chi, el tomar tiempo para hacer verdad el “sánate a ti mismo”, es la clave de la calidad como profesional.

El sistema nervioso central es la puerta a través de la cual debe pasar todo lo que generamos, lo que somos. Si el sistema nervioso está sobrecargado con el estrés del día o de la semana, todo lo que ofrezcamos a nuestros clientes o allegados, será sombrío, nublado. Todos sabemos que en algunos días estamos “en nivel máximo” y que los estudiantes o clientes se quedan con la sensación de haber vivido una verdadera experiencia de cambio favorable. Sin embargo, en otros días, apenas encontramos ese lugar de claridad. En los deportes este estado se llama estar “en la zona”. Todos sabemos de qué se trata, pero no sabemos cómo lograrlo. La práctica del Tai Chi y el Chi Kung está específicamente diseñada para ayudarnos, no para llegar a esa zona ocasionalmente, sino para, en forma creciente, movernos y vivir en la zona todos los días.

¿Cómo sucede esto?  El Tai Chi y el Chi Kung pertenecen a la Medicina Tradicional China, como la acupuntura (ahora reconocida por la Asociación Médica Americana) y la medicina china basada en el uso de yerbas. Lo que los tres tienen en común en la comprensión de la existencia del flujo de energía sutil que se mueve a través del cuerpo. Es la bio-energía, que anima los tejidos, en forma parecida a la electricidad que da energía a su hogar o computador. Cuando el flujo natural de energía vital, o Chi, como lo llaman los chinos, está bloqueado, nuestros sistemas de salud disminuyen. Hay dos razones para que esta energía se bloquee. Una, por accidentes externos, pues, por supuesto, si una pierna se nos rompe, el flujo de energía se afecta. Pero la razón número uno es un estrés interno mal manejado.

La foto Kirlian ilustra este punto, mostrando cómo el estrés corporal producido por la nicotina y la cafeína perturba el flujo de la energía vital. Un estado relajado está representado por el flujo suave e igual del Chi o energía vital exhibido.

De manera que sabemos lo que es estar “en la zona” y sabemos que el estrés y los químicos que lo producen pueden llevarnos a estar “fuera de la zona”. Pero, ¿cómo estar “en la zona”? La práctica del Tai Chi y el Chi Kung produce lo que los chinos llaman Chi suave, lo cual nos da la manera de cultivar ese estado de estar “en la zona”. La práctica diaria le da al ejecutante la sensación de estar más y más en la zona, verdaderamente, y no como un encuentro accidental y ocasional.

Un efecto colateral de este estado relajado es que más Chi, o bio energía, está fluyendo a través de nosotros, lo cual puede ser medido por varios aparatos. No es sólo que fluye más energía sino que lo hace de una manera balanceada. El resultado es que nos sentimos mejor y pensamos más claramente y que además la energía que el cliente recibe de nosotros es más clara y saludable. Quizás no se sepa por qué lo que emana del trabajo corporal de una persona se siente mejor que el de otra, pero con el paso de los meses de práctica, podemos sentir que nuestro toque personal tiene cada vez mayor demanda.

Una de mis antiguas estudiantes tiene tal demanda que está obligada a seleccionar a sus clientes; si después de unas pocas semanas sus clientes no están practicando Tai Chi, Qigong, Yoga u otro arte marcial interno, para manejar su propio estrés, ella no los admite en su clase, pues con razón ella dice: ¿por qué gastar mis tendones trabajando el estrés acumulado que se ha ignorado en toda la semana? Exigiendo que sus clientes manejen su propia energía interna y su estrés, ella puede llevar la práctica a un nivel más profundo y sutil. En lugar de vivir inconscientemente y acumulando las mismas cargas, una y otra vez, sus clientes hacen equipo con ella para ser llevados a niveles cada vez más altos de salud y crecimiento personal.

Al estar en una clase de Tai Chi, estamos en una situación de interconexión. En mis clases públicas de Tai Chi le pido a los terapeutas masajistas que traigan sus tarjetas y las repartan entre los estudiantes de Tai Chi y comento que es excelente que los masajistas estén en la clase porque allí están mejorando sus instrumentos. En mi libro mejor vendido, The Complete Idiot’s Guide to Tai Chi & Qigong le pido a los instructores que refieran a sus estudiantes a terapias de masajes y a los masajistas que refieran a sus clientes a las clases de Tai Chi.

Además de optimizar la efectividad a través del flujo de energía expandido y al uso ideal por parte de los clientes de herramientas de manejo del estrés diario, el Tai Chi y el Qigong pueden añadir poder y reducir la posibilidad de lesión en la práctica. Los maestros de Tai Chi se paran con las rodillas ligeramente dobladas y el sacro ligeramente caído, lo cual borra un poco la curva de la espalda baja y transfiere la presión de la parada y del trabajo de la espalda a los muslos. Esto puede hacer que los muslos se sientan un poco tensos al principio, pero eso está bien, porque los muslos tienen los huesos y los músculos más fuertes del cuerpo.

Otro aspecto fortalecedor del Tai Chi y el Qigong es la enseñanza del “poder sin esfuerzo”. En Tai Chi enseñamos el ejercicio llamado “el brazo que no se dobla”. Después de aprender cómo facilitar el flujo de Chi o energía vital a través del cuerpo, con terapias de relajación sentado llamadas “Qigong sentado”, se aprende un ejercicio físico que enseña cómo resistir la presión en un estado de relajación. Un estudiante dobla el brazo de otro estudiante, aún cuando éste resista con todo su poder muscular, pero luego, el mismo estudiante se relaja, respira, cierra sus ojos y visualiza un sedoso flujo de energía que entra en su cabeza, a través de su cuello, hombro, brazo y finalmente sale de sus dedos relajados. Entonces el otro estudiante trata de nuevo de doblarle el brazo, pero no puede. Esto permite la práctica del esfuerzo sin esfuerzo. Los movimientos de Tai Chi al principio parecen causar tensión, porque el aprendizaje de algo nuevo es estresante, pero con el tiempo, el estudiante aprende a realizar todos los movimientos vitales de una manera relajada y, sin embargo, poderosa.

A medida que se aprende el arte del poder sin esfuerzo, se encuentra que uno puede trabajar, no sólo más profunda y prolongadamente sino también con menos daño residual. Los ligeros ajustes posturales que el Tai Chi enseña le quitan mucha presión al cuerpo durante el día. Por ejemplo, al dejar caer el sacro, y doblar las rodillas en la postura de movimiento llamada “posición de jinete” (Mabu), se alivia la presión sobre hombros y cuello, porque a medida que uno baja, se relaja o se hunde en esa posición, los hombros bajan con respecto al cuello y la cabeza se levanta, al mismo tiempo que el mentón se mete un poco.

Digamos que la cabeza es un melón que pesa unos cuatro kilos y que ese peso presiona sobre hombros y cuello. Durante el día, en forma inconsciente, “sacamos” la cabeza más allá del nivel de los hombros; en el Tai Chi, cuando elevamos la cabeza y metemos el mentón, la presión sobre los hombros inmediatamente comienza a disminuir.

Otra previsión de daño por estrés repetido es logrado por el Tai Chi a través del suave flujo, sin impactos, de sus movimientos, que rotan el cuerpo, abarcando un 95% de las formas en que el cuerpo humano puede moverse. Ningún otro ejercicio, aún el nado, que solamente emplea el 65% de las rotaciones posibles, llega al nivel del Tai Chi en ese sentido. Resultado: estimulación del flujo de energía, de la circulación y la micro-circulación, desprendimiento de depósitos de calcio, estímulo del flujo de los aceites y químicos naturales hacia las diversas articulaciones y tejidos a través del cuerpo.
Finalmente, y como algo muy importante, la práctica diaria del Tai Chi y el Qigong limpia el sistema nervioso, o la mente, de las tensiones y estrés acumulados, lo cual causa el 70% de todas las enfermedades, de la mayoría de las muertes y le cuesta a la industria trescientos billones de dólares, solamente en EEUU. Limpiando el estrés, con un recreo de Tai Chi antes del trabajo, nos preparamos para tomar en menor cantidad las cargas que traen clientes y compañeros de trabajo. Esto es importante para todo el que esté en cualquiera de las actividades de sanación. Los psicólogos tiene la más alta rata de suicidio entre los profesionales, porque acumulan las cargas de sus pacientes, que se descargan en ellos todo el día. No están entrenados para “descargar”. Tai Chi y Qigong son los supremos “descargadores” y “descargadores preventivos” que el hombre conoce. Por supuesto, también podemos querer una terapia de masaje semanal para complementar del diario régimen de Tai Chi y Qigong.

Al des-estresarnos, encontraremos que todo lo que hagamos será más suave, fácil y libre de esfuerzo. El cuerpo no sólo funcionará mejor, sino que también nos hará conscientes de problemas mucho antes de que ellos se vuelvan irreversibles. Las interacciones humanas se enriquecerán y se expandirán, personalmente, y en la práctica profesional. Si las personas pueden elegir entre un excelente terapeuta masajista, relajado y agradable y un excelente terapeuta masajista, distante y distraído, siempre elegirán al primero.

Tai Chi y Qigong pueden ser la más sencilla y efectiva decisión, (también de tipo económico), que pudiéramos hacer por nosotros mismos.

El autor: Bill Douglas es un experto en Tai Chi, coautor de varios libros, incluyendo un best seller: Guía de Tai Chi y Qigong para el idiota perfecto. Es autor del libro Cómo ser un exitoso profesor de Tai Chi. Contáctelo en http://www.worldtaichiday.org/ (Traducción: María Margarita López)




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