VIDEOS DEL MES
COMO NO
TODO ES TAI CHI:
Colaboraciones:
Midnight Train to Georgia – Gladys Knight
and The Pips (Cortesía de Yilda Conquista).
“Método japonés para curar
cualquier enfermedad con los dedos” (Cortesía de Astrid Mendoza)
“Finlandia, el país más feliz del
mundo” (Cortesía de Alberto Quintero)
Música:
Claude Debussy: obras para voces y orquesta.
El
compositor francés Claude Debussy (1862-1918) es muy conocido por sus
composiciones para piano, como sus dos Libros de Preludios, Estampas, la Suite Bergamasque o los dos libros de Imágenes para piano, entre muchas otras.
También es muy conocido por sus obras para orquesta sinfónica, entre las que
podemos nombrar la suite Iberia, el Preludio a la Siesta de un Fauno, las Imágenes para Orquesta, los Nocturnos
y su gran lienzo sinfónico, La Mer.
Pero el universo compositivo debussiano está incompleto en gran medida sin su
obra vocal, quizá mucho menos conocida por el gran público: su obra lírica para
voz y piano como las Canciones de Bilitis
o Tres poemas de Stéphane Mallarmé,
por ejemplo; su única ópera estrenada en vida, la revolucionaria Pelléas et Mélisande; y sus
composiciones para voces y orquesta. De esta última categoría hablaremos hoy.
Debussy
contribuyó sustancialmente al universo lírico, generando una renovación del uso
de la voz en la música académica. Su busca de que la música ayudará delicadamente
a resaltar la sonoridad de la palabra y su prosodia (en lengua francesa) lo
convirtió en uno de los mejores compositores de obras para canto y piano. En
cuanto al drama lírico (ópera y afines), Debussy hace del recitativo una
intensa declamación de prosa poética. Pero esa “intensidad” la logro muchas
veces en base a sonoridades a media voz, delicadas, sugestivas, exentas de
énfasis, grandilocuencia o piruetas vocales. De su Pelléas et Mélisande descienden directamente obras como El castillo de Barba Azul, de Béla Bartók,
y buena parte de la ópera contemporánea, como la obra de la finlandesa Kaija
Saariajo.
La
música orquestal de Debussy, en sus óperas y dramas líricos, tiende a la
creación de atmósferas sutiles y al entrelazamiento delicado de motivos
sugerentes que evolucionan con la acción, de modo que insinúen los estados de
ánimo y las oscilaciones del espíritu en los personajes, tendiendo muchas veces
a apenas esbozarlos o mostrarlos de modo ambiguo. Esta forma de entender el arte
musical lo aleja del leitmotiv a la
usanza wagneriana, más apegado a la identidad de los motivos musicales con personajes,
ideas, situaciones, emociones o cosas. También toma distancia de la desmesura
titánica inherente a las búsquedas metafísicas y trascendentales del romanticismo
y post-romanticismo germánico, a favor de una música más sensorial e intuitiva, más cercana a la poesía que a la especulación filosófica.
“En lugar de convertir la música en una fuente de poder, como hicieron los alemanes, los franceses optaron por transformarla en una fuente de placer. Frente a lo sublime optaron por la belleza. Rechazaron maximizar lo emocional, lo expresivo y lo psicológico, como los alemanes, y trataron de apartar su música de las pasiones humanas más básicas. El resultado huía de lo flemático y sudoroso, que representaban Wagner y sus continuadores, en favor de la elegancia y lo exquisito. Para los alemanes, la música francesa derivó en algo frívolo, mientras los franceses veían a la alemana como un arte pretencioso. No fue un camino fácil, pues casi todos los compositores galos del momento sucumbieron al influjo de Wagner. La evolución de Debussy marcó la diferencia, pero también el camino con su ópera Pélleas et Mélisande.” (“11 Caminos para llegar a Debussy sin salir de casa”, Escaparate. EL PAÍS, 22-03-2018. https://elpais.com/elpais/2018/03/22/escaparate/1521739060_105022.html)
Debussy
siempre ha sido catalogado como un músico impresionista,
estableciéndose una analogía entre su música y el movimiento pictórico del
mismo nombre, cuyo representante más fiel fue Claude Monet. Pero en realidad,
Debussy estuvo conectado con los grandes movimientos artísticos de su tiempo,
sobre todo poéticos y pictóricos, desde la poesía parnasiana y el
prerrafaelismo, hasta la pintura de Cezanne y Gaugin o el Art Nouveau, pasando
por el arte oriental (estampas japonesas, música china y javanesa, etc.), William
Turner, Poe, el simbolismo, el impresionismo (sobre todo Degas) y el
modernismo, entre otros movimientos. En música, Bach, Mussorgsky, el Gamelán, Erik Satie y,
al final de su vida, el joven Stravinsky. He ahí la razón de que a Debussy no
le gustase que lo llamaran “impresionista”. Por otra parte, Debussy era también
un tradicionalista heterodoxo, que amaba e investigaba asiduamente sobre la
música del barroco francés, desde Saint-Colombe hasta Rameau y Couperin.
También le gustaba mucho la música renacentista (Palestrina y Orlando di Lasso)
y pre renacentista, como el Ars Antiqua (Escuela de Notre Dame). De algún modo
él representa al artista moderno según la definición de Baudelaire: mitad en el
presente, mitad en el pasado eterno.
La
primera obra que traemos hoy es La Demoiselle
élue (1887-1889), cantata para dos solistas (soprano y mezzosoprano), coro
femenino y orquesta, sobre el texto El
beato Damozel del poeta y pintor prerrafaelista inglés Dante Gabriel
Rossetti. Aunque Debussy estaba todavía bajo la influencia de Wagner en aquel
entonces, hizo todo lo posible por alejarse del compositor alemán y apegarse
más a lo que le insinuaba el texto poético, al componer la obra. El poema trata
de una damisela fallecida (Damozel) que contempla a su amante desde el cielo,
con su anhelo insatisfecho de reunirse con él en el paraíso.
El beato Damozel (Dante Gabriel Rossetti)
La
segunda es La Chute de la maison Usher
(La caída de la mansión Usher / 1908-
nunca fue terminada por Debussy), ópera en un acto basada en el cuento homónimo
de Edgar Allan Poe, con libreto de Debussy. Las voces son: una soprano, dos
barítonos y un tenor. Tras la muerte del compositor, varios investigadores musicales y directores de orquesta trabajaron para terminar su música, creando algunas versiones de la obra que se interpretan
como cantata. Desde 1979, se estrenó con la parte escénica, es decir, como
ópera. Por la época en que comenzó a ser compuesta, su sonoridad recuerda al Pelléas et Mélisande.
Existe
otra ópera de Debussy sobre texto de Edgar Allan Poe, Le diable dans le beffroi (El
diablo en el campanario / 1902 en adelante), la cual quedó también incompleta,
quedando más abocetada aún que La chute.
Esa ópera cómica, después de ser laboriosamente reconstruida y terminada, fue
estrenada en el 2012.
La
tercera es una de sus últimas composiciones, El martirio de San Sebastián (Le
Martyre de Saint Sébastien / 1911), drama sacro en 5 actos o “ventanas”,
con libreto de Gabriele d’Annunzio. La obra completa es para orquesta y coro,
una soprano y dos contraltos, un narrador, un actor que declama y un bailarín que
recita. En esta obra el compositor hace gala de una rica sonoridad que va de lo
áspero a lo sublime, incursionando audazmente en la politonalidad y
polimodalidad, atrevimientos que contrasta con arcaísmos y “orientalismos”
deliberados. Todo matizado por una riquísima instrumentación de variados y
exquisitos matices.
El martirio de San Sebastián (1577-78). El Greco.
Exceptuando
una obra de estudiante, la cantata El
hijo pródigo, Debussy no gustaba de hacer música religiosa. Tenía la
convicción de que tal música había terminado en el siglo XVI. Él declaraba que con
su música había creado una religión de naturaleza misteriosa; pero quizá era
inevitable que alguien que veía misterio en todo no se sintiese atraído alguna
vez por la temática religiosa. La obra se estrenó el 22 de marzo de 1911 en el
Teatro Chatelet de París, bajo circunstancias adversas. El Vaticano había
incluido las obras de d’Annunzio en el Índice
de libros prohibidos. El arzobispo de París prohibió El martirio de San Sebastián por dos razones: la identificación del
mártir cristiano con el dios pagano Adonis, y la representación de San Sebastián
por la bailarina rusa de origen judío, Ida Rubinstein, una de las estrellas de
los Ballets Rusos de Sergei Diaghilev.
Algunos
críticos catalogan El martirio como una
obra maestra, aunque también señalan que la música de Debussy se ve menoscaba
por la artificiosidad del texto de d’Annunzio, y que su poca valoración y
escaso conocimiento por parte del público se debe, en parte, al carácter
híbrido de la obra (ni cantata, ni ópera, ni ballet, ni teatro musical). La
mayoría de las veces, se interpreta como una suite orquestal de cuatro
movimientos o como una cantata, eliminando las partes para narrador, los
diálogos y las recitaciones.
Del
gran Claudio de Francia les traemos, entonces, tres de sus obras para voces y
orquesta: La Demoiselle élue, La Chute de la maison Usher y El martirio de San Sebastián.
La
Demoiselle élue. 1. Beginning 2. Chorus: “La Demoiselle
Elue s'appuyait” 3. La Demoiselle:
“Je voudrais qu'il fut déjà près de moi” 4. Chorus: “La lumière
tressaillit”. Maria Ewing (Demoiselle), Brigitte Balleys (Recitante). London
Symphony Chorus & Orchestra. Claudio Abbado, conductor.
La Chute de la maison Usher. Roderick
Usher: William Dazeley (Barítono), L’ami de Roderick: Eugene Villanueva
(Barítono), Le Médicin: Virgil Hartinger (Tenor), Lady Madeline: Lin Lin Fan
(Soprano). Göttinger
Symphonie Orchester. Christoph-Mathias Mueller, conductor.
Le Martyre de Saint Sébastien. I. La Cour des Lys. II. La Chambre magique. III.
Le Concile des faux dieux. IV. Le Laurier bléssé. V. Le Paradis. Recorded
live at the Lucerne Festival, Summer 2003 Concert Hall of the Culture- and
Convention Center Lucerne, 14. August 2003. Rachel Harnisch: soprano. Eteri
Gvazava: soprano. Schweizer Kammerchor / Chorus Master: Fritz Näf. Lucerne Festival Orchestra. Claudio Abbado,
conductor.
Si
quieren escuchar la versión completa de El
martirio de San Sebastián:
RESEÑA DE LIBROS
Un método para la salud: Wudang
Chikung.
Narcea:
Madrid, 1999.
Autor:
Sun Jun Qing.
El
Wudang Chikung es un tipo de chikung ligero que trabaja con ondas diminutas
capaces de penetrar profundamente y alterar la calidad de las cosas. Este es el
chikung que el Maestro Sun Jun Qing expone en su libro “Un método para la salud: Wudang Chikung. Un modo de vivir y alcanzar la
felicidad”.
Sun
Jun Qing nació en Shanghai el 24 de mayo de 1961, en el seno de una familia de
larga tradición en la medicina china. Destaca como maestro de chikung, sucesor
directo de la generación 19 de la escuela taoísta Wudang Longmen y de la
generación 25 del Tao Chikung, fundada por Lao Tse.
Es
el segundo hijo de Sun Haiyun, quien también fue su maestro, sucesor directo de
la generación 18 de la escuela Wudang Longmen y de la generación 24 del Tao
Chikung.
En
1991 se residenció en Japón para difundir métodos de salud y técnicas de
curación. Luego, en el año 2007, fijó su residencia en España, donde se ha
dedicado a la enseñanza y tratamientos en distintas provincias de ese país, así
como también en Italia, San Marino y Francia; impartiéndolos en los idiomas
correspondientes.
Este libro que se caracteriza por ser
principalmente un manual de práctica se divide en nueve capítulos.
Capítulo I: Nociones básicas del Yangsheng
Chikung. Estos ejercicios se dirigen a aprender a controlar las
sensaciones, sentimientos, fuerza y conciencia, lo cual se consigue
fortaleciendo el neichi (la energía que hay en el cuerpo) a través de la
respiración en estado de calma. Siete ejercicios. Se sugiere dedicar a cada uno
de ellos de dos a cuatro semanas, lo que llevaría a un total de seis meses de
práctica antes de pasar a los dos niveles siguientes: el Wudang Yangsheng Chikung
y el método daoyin de respiración natural.
Capítulo II: Wudang Yangsheng Chikung.
Posee 37 métodos o ejercicios para lograr que el chi “…dé vueltas en el cuero y
circule por los jingluo (conjunto de meridianos/canales regulares y
extraordinarios)” (p. 42); esto con el objeto de conseguir también la absorción
del mismo para conducirlo de adentro hacia afuera y viceversa.
De acuerdo al autor, “Con este método daoyin,
el xieqi (chi dañino para la salud) y la enfermedad, se expulsan fuera de una
manera natural…” (p. 42).
Capítulo III: Método daoyin de respiración
natural. Conformado por cinco ejercicios para regular el equilibrio del
cuerpo, recuperar y mantener la salud.
Capítulo IV: Presentación de otros métodos
de Chikung. En este capítulo se revisan brevemente ocho estilos como son
dantian, qizhong, zhongwan, tanzhong, pigan, quzhang, tuotian y tuoyao. Con
estos se “…mejora la corriente del chi y al mismo tiempo aumenta el neichi
propio…” (p. 134).
Capítulo V: Wudang Fuming Chikung para
recuperar la vista. Indicado especialmente para aquellas personas con
miopía. Nueve ejercicios.
Capítulo VI: Método de curar enfermedades.
Se muestran cuatro tratamientos para ayudar a otros a recuperar su salud.
Advierte el autor que para esto es primordial dominar “bien el Yangsheng
Chikung” (p. 168), tener buena salud, el deseo de curar al otro, además de
sentir el sufrimiento físicos y espirituales del afectado. Finalmente, agrega a
estas advertencias que “Lo más difícil en el curar a otros por medio del
chikung no es tanto el obtener efectos curativos sino el que uno no sea
afectado.” (p. 168), por lo que al finalizar la sesión de tratamiento “…es
sumamente importante que la persona practique Yangsheng Chikung para que lo
nocivo que ha recibido del paciente no se quede en el propio cuerpo.” (p. 168)
Capítulo VII: Conocimientos básicos sobre
el chikung. Este capítulo se subdivide en una páginas dedicadas a las
escuelas de chikung y su clasificación, y otras a teoría básica (chi,
enfermedad y vejez, caminos por donde circula la energía y la sangre, puntos
clave del chikung).
Capítulo VIII: Filosofía del Tao. ¿Qué
es el Tao?, yin y yang en la vida humana, pasar del ser humano a la condición
divina y niveles de la práctica del chikung.
Capítulo IX: Sobre la terapia de la
depresión y de la esquizofrenia por medio del chikung. Revisión de ambas
enfermedades, sus causas y tratamientos. Cierra este capítulo con la presentación
de 13 casos clínicos con sus respectivos tratamientos y resultados.
Como señalé al inicio de la reseña, se trata
de un manual con el que se puede aprende el Wudang Chikung. Es preciso en la
descripción de los ejercicios a realizar, en el número de repeticiones y tiempo
(días y meses) durante el cual hay que entrenarse. La recompensa para el buen
alumno (disciplinado y constante) sería el fortalecer la capacidad natural de
curación presente en todos nosotros. Pero eso sí, primero lo primero: dominar
el Yangsheng Chikung.
Josnil Rojas
ÍNDICE SECCIONES MENSUALES
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