martes, 15 de enero de 2019

SECCIONES MENSUALES Videos, música y reseñas (Magazine No. 600)

VIDEOS DEL MES

COMO NO TODO ES TAI CHI:

Colaboraciones:
Midnight Train to Georgia – Gladys Knight and The Pips (Cortesía de Yilda Conquista).


“Método japonés para curar cualquier enfermedad con los dedos” (Cortesía de Astrid Mendoza)


 “Finlandia, el país más feliz del mundo” (Cortesía de Alberto Quintero)




Música: Claude Debussy: obras para voces y orquesta.


El compositor francés Claude Debussy (1862-1918) es muy conocido por sus composiciones para piano, como sus dos Libros de Preludios, Estampas, la Suite Bergamasque o los dos libros de Imágenes para piano, entre muchas otras. También es muy conocido por sus obras para orquesta sinfónica, entre las que podemos nombrar la suite Iberia, el Preludio a la Siesta de un Fauno, las Imágenes para Orquesta, los Nocturnos y su gran lienzo sinfónico, La Mer. Pero el universo compositivo debussiano está incompleto en gran medida sin su obra vocal, quizá mucho menos conocida por el gran público: su obra lírica para voz y piano como las Canciones de Bilitis o Tres poemas de Stéphane Mallarmé, por ejemplo; su única ópera estrenada en vida, la revolucionaria Pelléas et Mélisande; y sus composiciones para voces y orquesta. De esta última categoría hablaremos hoy.

Debussy contribuyó sustancialmente al universo lírico, generando una renovación del uso de la voz en la música académica. Su busca de que la música ayudará delicadamente a resaltar la sonoridad de la palabra y su prosodia (en lengua francesa) lo convirtió en uno de los mejores compositores de obras para canto y piano. En cuanto al drama lírico (ópera y afines), Debussy hace del recitativo una intensa declamación de prosa poética. Pero esa “intensidad” la logro muchas veces en base a sonoridades a media voz, delicadas, sugestivas, exentas de énfasis, grandilocuencia o piruetas vocales. De su Pelléas et Mélisande descienden directamente obras como El castillo de Barba Azul, de Béla Bartók, y buena parte de la ópera contemporánea, como la obra de la finlandesa Kaija Saariajo.

La música orquestal de Debussy, en sus óperas y dramas líricos, tiende a la creación de atmósferas sutiles y al entrelazamiento delicado de motivos sugerentes que evolucionan con la acción, de modo que insinúen los estados de ánimo y las oscilaciones del espíritu en los personajes, tendiendo muchas veces a apenas esbozarlos o mostrarlos de modo ambiguo. Esta forma de entender el arte musical lo aleja del leitmotiv a la usanza wagneriana, más apegado a la identidad de los motivos musicales con personajes, ideas, situaciones, emociones o cosas. También toma distancia de la desmesura titánica inherente a las búsquedas metafísicas y trascendentales del romanticismo y post-romanticismo germánico, a favor de una música más sensorial e intuitiva, más cercana a la poesía que a la especulación filosófica.

“En lugar de convertir la música en una fuente de poder, como hicieron los alemanes, los franceses optaron por transformarla en una fuente de placer. Frente a lo sublime optaron por la belleza. Rechazaron maximizar lo emocional, lo expresivo y lo psicológico, como los alemanes, y trataron de apartar su música de las pasiones humanas más básicas. El resultado huía de lo flemático y sudoroso, que representaban Wagner y sus continuadores, en favor de la elegancia y lo exquisito. Para los alemanes, la música francesa derivó en algo frívolo, mientras los franceses veían a la alemana como un arte pretencioso. No fue un camino fácil, pues casi todos los compositores galos del momento sucumbieron al influjo de Wagner. La evolución de Debussy marcó la diferencia, pero también el camino con su ópera Pélleas et Mélisande.” (“11 Caminos para llegar a Debussy sin salir de casa”, Escaparate. EL PAÍS, 22-03-2018. https://elpais.com/elpais/2018/03/22/escaparate/1521739060_105022.html)

Debussy siempre ha sido catalogado como un músico impresionista, estableciéndose una analogía entre su música y el movimiento pictórico del mismo nombre, cuyo representante más fiel fue Claude Monet. Pero en realidad, Debussy estuvo conectado con los grandes movimientos artísticos de su tiempo, sobre todo poéticos y pictóricos, desde la poesía parnasiana y el prerrafaelismo, hasta la pintura de Cezanne y Gaugin o el Art Nouveau, pasando por el arte oriental (estampas japonesas, música china y javanesa, etc.), William Turner, Poe, el simbolismo, el impresionismo (sobre todo Degas) y el modernismo, entre otros movimientos. En música, Bach, Mussorgsky, el Gamelán, Erik Satie y, al final de su vida, el joven Stravinsky. He ahí la razón de que a Debussy no le gustase que lo llamaran “impresionista”. Por otra parte, Debussy era también un tradicionalista heterodoxo, que amaba e investigaba asiduamente sobre la música del barroco francés, desde Saint-Colombe hasta Rameau y Couperin. También le gustaba mucho la música renacentista (Palestrina y Orlando di Lasso) y pre renacentista, como el Ars Antiqua (Escuela de Notre Dame). De algún modo él representa al artista moderno según la definición de Baudelaire: mitad en el presente, mitad en el pasado eterno.

La primera obra que traemos hoy es La Demoiselle élue (1887-1889), cantata para dos solistas (soprano y mezzosoprano), coro femenino y orquesta, sobre el texto El beato Damozel del poeta y pintor prerrafaelista inglés Dante Gabriel Rossetti. Aunque Debussy estaba todavía bajo la influencia de Wagner en aquel entonces, hizo todo lo posible por alejarse del compositor alemán y apegarse más a lo que le insinuaba el texto poético, al componer la obra. El poema trata de una damisela fallecida (Damozel) que contempla a su amante desde el cielo, con su anhelo insatisfecho de reunirse con él en el paraíso.

El beato Damozel (Dante Gabriel Rossetti)

La segunda es La Chute de la maison Usher (La caída de la mansión Usher / 1908- nunca fue terminada por Debussy), ópera en un acto basada en el cuento homónimo de Edgar Allan Poe, con libreto de Debussy. Las voces son: una soprano, dos barítonos y un tenor. Tras la muerte del compositor, varios investigadores musicales y directores de orquesta trabajaron para terminar su música, creando algunas versiones de la obra que se interpretan como cantata. Desde 1979, se estrenó con la parte escénica, es decir, como ópera. Por la época en que comenzó a ser compuesta, su sonoridad recuerda al Pelléas et Mélisande.


Existe otra ópera de Debussy sobre texto de Edgar Allan Poe, Le diable dans le beffroi (El diablo en el campanario / 1902 en adelante), la cual quedó también incompleta, quedando más abocetada aún que La chute. Esa ópera cómica, después de ser laboriosamente reconstruida y terminada, fue estrenada en el 2012.

La tercera es una de sus últimas composiciones, El martirio de San Sebastián (Le Martyre de Saint Sébastien / 1911), drama sacro en 5 actos o “ventanas”, con libreto de Gabriele d’Annunzio. La obra completa es para orquesta y coro, una soprano y dos contraltos, un narrador, un actor que declama y un bailarín que recita. En esta obra el compositor hace gala de una rica sonoridad que va de lo áspero a lo sublime, incursionando audazmente en la politonalidad y polimodalidad, atrevimientos que contrasta con arcaísmos y “orientalismos” deliberados. Todo matizado por una riquísima instrumentación de variados y exquisitos matices.

El martirio de San Sebastián (1577-78). El Greco.

Exceptuando una obra de estudiante, la cantata El hijo pródigo, Debussy no gustaba de hacer música religiosa. Tenía la convicción de que tal música había terminado en el siglo XVI. Él declaraba que con su música había creado una religión de naturaleza misteriosa; pero quizá era inevitable que alguien que veía misterio en todo no se sintiese atraído alguna vez por la temática religiosa. La obra se estrenó el 22 de marzo de 1911 en el Teatro Chatelet de París, bajo circunstancias adversas. El Vaticano había incluido las obras de d’Annunzio en el Índice de libros prohibidos. El arzobispo de París prohibió El martirio de San Sebastián por dos razones: la identificación del mártir cristiano con el dios pagano Adonis, y la representación de San Sebastián por la bailarina rusa de origen judío, Ida Rubinstein, una de las estrellas de los Ballets Rusos de Sergei Diaghilev.

Algunos críticos catalogan El martirio como una obra maestra, aunque también señalan que la música de Debussy se ve menoscaba por la artificiosidad del texto de d’Annunzio, y que su poca valoración y escaso conocimiento por parte del público se debe, en parte, al carácter híbrido de la obra (ni cantata, ni ópera, ni ballet, ni teatro musical). La mayoría de las veces, se interpreta como una suite orquestal de cuatro movimientos o como una cantata, eliminando las partes para narrador, los diálogos y las recitaciones.

Del gran Claudio de Francia les traemos, entonces, tres de sus obras para voces y orquesta: La Demoiselle élue, La Chute de la maison Usher y El martirio de San Sebastián.

La Demoiselle élue. 1. Beginning 2. Chorus: “La Demoiselle Elue s'appuyait” 3. La Demoiselle: “Je voudrais qu'il fut déjà près de moi” 4. Chorus: “La lumière tressaillit”. Maria Ewing (Demoiselle), Brigitte Balleys (Recitante). London Symphony Chorus & Orchestra. Claudio Abbado, conductor.


La Chute de la maison Usher. Roderick Usher: William Dazeley (Barítono), L’ami de Roderick: Eugene Villanueva (Barítono), Le Médicin: Virgil Hartinger (Tenor), Lady Madeline: Lin Lin Fan (Soprano). Göttinger Symphonie Orchester. Christoph-Mathias Mueller, conductor.


Le Martyre de Saint Sébastien. I. La Cour des Lys. II. La Chambre magique. III. Le Concile des faux dieux. IV. Le Laurier bléssé. V. Le Paradis. Recorded live at the Lucerne Festival, Summer 2003 Concert Hall of the Culture- and Convention Center Lucerne, 14. August 2003. Rachel Harnisch: soprano. Eteri Gvazava: soprano. Schweizer Kammerchor / Chorus Master: Fritz Näf. Lucerne Festival Orchestra. Claudio Abbado, conductor.


Si quieren escuchar la versión completa de El martirio de San Sebastián:



RESEÑA DE LIBROS


Un método para la salud: Wudang Chikung.
Narcea: Madrid, 1999.

Autor: Sun Jun Qing.


El Wudang Chikung es un tipo de chikung ligero que trabaja con ondas diminutas capaces de penetrar profundamente y alterar la calidad de las cosas. Este es el chikung que el Maestro Sun Jun Qing expone en su libro “Un método para la salud: Wudang Chikung. Un modo de vivir y alcanzar la felicidad”.

Sun Jun Qing nació en Shanghai el 24 de mayo de 1961, en el seno de una familia de larga tradición en la medicina china. Destaca como maestro de chikung, sucesor directo de la generación 19 de la escuela taoísta Wudang Longmen y de la generación 25 del Tao Chikung, fundada por Lao Tse.

Es el segundo hijo de Sun Haiyun, quien también fue su maestro, sucesor directo de la generación 18 de la escuela Wudang Longmen y de la generación 24 del Tao Chikung.

En 1991 se residenció en Japón para difundir métodos de salud y técnicas de curación. Luego, en el año 2007, fijó su residencia en España, donde se ha dedicado a la enseñanza y tratamientos en distintas provincias de ese país, así como también en Italia, San Marino y Francia; impartiéndolos en los idiomas correspondientes.

Este libro que se caracteriza por ser principalmente un manual de práctica se divide en nueve capítulos.

Capítulo I: Nociones básicas del Yangsheng Chikung. Estos ejercicios se dirigen a aprender a controlar las sensaciones, sentimientos, fuerza y conciencia, lo cual se consigue fortaleciendo el neichi (la energía que hay en el cuerpo) a través de la respiración en estado de calma. Siete ejercicios. Se sugiere dedicar a cada uno de ellos de dos a cuatro semanas, lo que llevaría a un total de seis meses de práctica antes de pasar a los dos niveles siguientes: el Wudang Yangsheng Chikung y el método daoyin de respiración natural.

Capítulo II: Wudang Yangsheng Chikung. Posee 37 métodos o ejercicios para lograr que el chi “…dé vueltas en el cuero y circule por los jingluo (conjunto de meridianos/canales regulares y extraordinarios)” (p. 42); esto con el objeto de conseguir también la absorción del mismo para conducirlo de adentro hacia afuera y viceversa.

De acuerdo al autor, “Con este método daoyin, el xieqi (chi dañino para la salud) y la enfermedad, se expulsan fuera de una manera natural…” (p. 42).

Capítulo III: Método daoyin de respiración natural. Conformado por cinco ejercicios para regular el equilibrio del cuerpo, recuperar y mantener la salud.

Capítulo IV: Presentación de otros métodos de Chikung. En este capítulo se revisan brevemente ocho estilos como son dantian, qizhong, zhongwan, tanzhong, pigan, quzhang, tuotian y tuoyao. Con estos se “…mejora la corriente del chi y al mismo tiempo aumenta el neichi propio…” (p. 134).

Capítulo V: Wudang Fuming Chikung para recuperar la vista. Indicado especialmente para aquellas personas con miopía. Nueve ejercicios.

Capítulo VI: Método de curar enfermedades. Se muestran cuatro tratamientos para ayudar a otros a recuperar su salud. Advierte el autor que para esto es primordial dominar “bien el Yangsheng Chikung” (p. 168), tener buena salud, el deseo de curar al otro, además de sentir el sufrimiento físicos y espirituales del afectado. Finalmente, agrega a estas advertencias que “Lo más difícil en el curar a otros por medio del chikung no es tanto el obtener efectos curativos sino el que uno no sea afectado.” (p. 168), por lo que al finalizar la sesión de tratamiento “…es sumamente importante que la persona practique Yangsheng Chikung para que lo nocivo que ha recibido del paciente no se quede en el propio cuerpo.” (p. 168)

Capítulo VII: Conocimientos básicos sobre el chikung. Este capítulo se subdivide en una páginas dedicadas a las escuelas de chikung y su clasificación, y otras a teoría básica (chi, enfermedad y vejez, caminos por donde circula la energía y la sangre, puntos clave del chikung).
Capítulo VIII: Filosofía del Tao. ¿Qué es el Tao?, yin y yang en la vida humana, pasar del ser humano a la condición divina y niveles de la práctica del chikung.

Capítulo IX: Sobre la terapia de la depresión y de la esquizofrenia por medio del chikung. Revisión de ambas enfermedades, sus causas y tratamientos. Cierra este capítulo con la presentación de 13 casos clínicos con sus respectivos tratamientos y resultados.

Como señalé al inicio de la reseña, se trata de un manual con el que se puede aprende el Wudang Chikung. Es preciso en la descripción de los ejercicios a realizar, en el número de repeticiones y tiempo (días y meses) durante el cual hay que entrenarse. La recompensa para el buen alumno (disciplinado y constante) sería el fortalecer la capacidad natural de curación presente en todos nosotros. Pero eso sí, primero lo primero: dominar el Yangsheng Chikung.

Josnil Rojas



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