VIDEOS DE LA QUINCENA
COMO NO
TODO ES TAI CHI:
Colaboraciones:
-“Homenaje por la Fania y músicos nativos a Jhonny
Pacheco en el Jaragua, Santo Domingo 2014” (Cortesía de Alberto Quintero).
-“La linda Historia del Gato callejero llamado BOB”
(Cortesía de Katherine Chacón)
-“Radio Rochela – ‘Parodia de Infomercial’ Con Daniela Alvarado”
(Cortesía de Alexandra Torrealba)
Música: Música Clásica del Japón: El shakuhachi
Hoy vamos a discurrir un poco sobre
la música clásica japonesa, Para ello voy a repetir lo que ya se escribió con
respecto a la música clásica indostaní, la música clásica javanesa y la música
clásica china.
La música “culta” occidental se
conoce también como “música docta” o “académica” -aunque algunos de sus
exponentes nunca hayan estudiado en academia alguna- y, sobre todo en el ámbito
popular, se le da el nombre de “música clásica” (justamente debido al problema
que deriva de la utilización del término “culto” [que los otros géneros
musicales sean considerados “incultos”]). “Clásico” es, realmente, el nombre de
un período de la historia de esta música, el “período clásico”, en el cual
destacan compositores de los siglos XVIII-XIX de la talla de Haydn, Mozart y Beethoven,
y que quizá por esa razón se ha extendido, como denominación identificativa, a
todo el generó “docto”, especialmente a la música académica no contemporánea. Otros
períodos estilísticos de la música docta o académica son el barroco, el
romanticismo, el nacionalismo, etc.
Pero no sólo la cultura occidental
tiene una tradición de “música clásica” (culta). Existen “otras” músicas
clásicas pertenecientes a otros orbes civilizatorios, como la música clásica
china, la música clásica indonesia y la música clásica india, entre otras. Por
supuesto, la palabra “clásico” apunta aquí a algo muy diferente al clasicismo
estilístico occidental (en particular), y al desarrollo musical propio de la
tradición europea, con su énfasis en la arquitectura formal compositiva, en
general (de ahí el hecho de que la historia de la música académica occidental
sea principalmente una historia de estilos compositivos y sus grandes
exponentes en la composición musical).
En el caso de la músicas “clásicas”
no occidentales (no confundir con la música académica occidental compuesta por
no occidentales) se les denomina así porque son la expresión de vitales
tradiciones musicales que una nación o un grupo de
naciones (una cultura o civilización) durante largo tiempo han decidido
cultivar, interpretar y escuchar, como si en sus sonoridades todo fuera
deliberado, fatal, profundo como el cosmos y capaz de interpretaciones sin
término (llevando a la música la idea de J. L. Borges sobre lo clásico en
literatura).
A
veces se utiliza el término “música tradicional” para referirse a esas
“culturas” musicales, pero este término no hace distinción entre géneros doctos
o cultivados y géneros populares, que son constitutivos de la cultura musical
toda de una civilización dada.
Música Tradicional Japonesa
La
totalidad de la música tradicional japonesa se conoce con el nombre de Hougaku (邦楽).
La música folklórica japonesa, de origen campesino en su casi totalidad, se
conoce como Min’yo.
Los
géneros cultos (“clásicos”) japoneses de música tradicional están ligados a la
corte imperial o a la corte de los shogunes, a los géneros teatrales nipones
(Noh, Kabuki) y a la música ritual, sintoísta o budista Zen.
Los
principales instrumentos de la música tradicional japonesa son: (Cuerdas) el Koto (instrumento de cuerda de
origen chino, parecido al Guzheng y
derivado de éste), el Gekkin (laúd
redondo también de origen chino), el Biwa (laúd
de mástil corto), el Shamisen (especie
de guitarra de tres cuerdas). (Vientos madera): Charumera (instrumento de doble lengüeta que deriva de las
chirimías llevadas al Japón por los misioneros portugueses), el Shō (instrumento constituido por
varios tubos de bambú, derivado del Sheng chino), Kagura-bue, Ryuteki y Koma-bue (flautas
transversas de madera), Hichiriki (pequeño
oboe de doble lengüeta), Shakuhachi (flauta
que se toca como las flautas dulces). (Percusión): Taiko (gran tambor), Dadaiko (dos
tambores), Tsuzumi (pequeño
tambor de origen chino).
El Shakuhachi (尺八)
“El nombre shakuhachi significa "1,8 pies", referido a su longitud. Se trata de una palabra compuesta por dos vocablos:
shaku (尺?) que es una medida de longitud arcaica usada en Japón, equivalente a 30,3 centímetros y subdivisible en diez fracciones denominadas sun.
hachi (八?), ‘ocho’, referido aquí a ocho sun.
Así, ‘shaku-hachi’ significa ‘un shaku con ocho’ (equivalente a unos 55 centímetros), que es la longitud estándar de un shakuhachi. Otros shakuhachi varían su longitud desde aproximadamente 1,3 shaku hasta los 3,3 shaku (cuanto más largo es el shakuhachi, más grave es el sonido). Aunque los tamaños varíen, todos son denominados genéricamente como ‘shakuhachi’.
Dado que el shakuhachi es una flauta con solamente cinco orificios para la digitación, para producir muchos de los sonidos utilizados en la música de este instrumento, se requiere una combinación de coberturas parciales, cambios en la embocadura y en la emisión del aire.” (Wikipedia)
El shakuhachi fue
introducido desde China en el siglo VIII (Período Nara), y es un derivado de la
flauta vertical hsiao (Xiao). En el siglo XVI, al comienzo del
Período Edo, fue muy utilizada por los komuso (“monjes de la nada”), grupos
itinerantes de monjes de la secta Zen Fuken.
Estos monjes desarrollaron un tipo de meditación individual tocando el shakuhachi, que fue llamada suizen. De tal modo que el shakuhachi no era considerado un
instrumento musical, sino uno para la práctica exclusivamente religiosa.
En
el suizen, se tocaban ciertas notas del shakuhachi, y de un cierto modo, siendo la respiración del adepto
un elemento muy importante en la interpretación ritual. La melodía resultante
no era improvisada, ya que la meditación sobre el sonido de esas notas
constituían el camino (Tao/Do) hacia la iluminación de los monjes komuso.
En
1871, luego de la restauración Meiji de 1868, la secta Fuken fue prohibida. Así
que el shakuhachi y su
música se siguieron cultivando como una tradición musical de melodías Honkyoku, como fueron llamadas las
resultantes de la meditación suizen.
Gran parte del acervo histórico honkyoku se
perdió con la eliminación de los monjes fuken.
El
shakuhachi es una flauta de bambú o
madera dura:
“Los cinco agujeros están afinados según una escala pentatónica, sin semitonos, aunque el intérprete puede modificar cada tono tanto como un tono o más utilizando técnicas llamadas meri y kari para conseguirlas, con las cuales se modifica el ángulo de soplado, consiguiendo tonos más altos o más bajos, respectivamente. El shakuhachi permite un rango de dos octavas completas (la más grave se llama Otsu y la más aguda Kan) y una tercera octava incompleta (Tai-Kan). Las distintas octavas se consiguen mediante sutiles variaciones en la respiración y en la embocadura.” (Wikipedia)
Horacio
Curti dice sobre la ejecución del shakuhachi:
“En la ejecución de esta forma musical, quizás debido al valor que el sonido poseía, del sonido en la práctica que la originó, podemos observar de forma especialmente clara el modelo de ideal sonoro japonés; un ideal de sonido “no puro”, que en este caso se expresa en la natural presencia del aire en el sonido producido con la flauta. Es también este un espacio sonoro interesante para observar el valor del timbre, lo que se explicita en la existencia de varios sonidos con igual altura pero nombres diferentes. Si entendemos que el hecho de otorgar nombres diferentes a dos elementos es un signo claro de que “emicamente”* estos elementos son considerados como cosas diferentes, entonces estamos frente a una información valiosa a la que podremos acceder si identificamos que es lo que diferencia a estos dos sonidos. Desde el punto de vista emic* queda claro también que no estamos hablando de lo que en algunos instrumentos musicales es conocido como “digitaciones alternativas”, es decir alternativas de valor equivalente ofrecidas al intérprete para que este escoja en función de facilitar el movimiento de las manos o dedos para lograr mejores articulaciones de los sonidos. Nos enfrentamos entonces a dos o más sonidos con igual altura pero diferente nombre y, debido a esto último, la sospecha de la existencia de alguna diferencia fundamental entre ellos. El timbre es aquello que los hace significativamente diferentes y es común que los intérpretes de shakuhachi se refieran a esto como una diferencia en “el espíritu” de los sonidos.” (“Ideal sonoro y elementos de su construcción en la música de Japón. Algunas reflexiones”. Horacio Curti. http://www.shakuhachi.es/Articulos/Ideal_sonoro.pdf)
Grandes
intérpretes del shakuhachi fueron
Gorō Yamaguchi (1933-1999), Watasumi Doso (1911-1992) y Katsuya Yokoyama
(1934-2010), entre algunos otros. También hay reconocidos exponentes de ese
instrumento nipón en occidente, como el estadounidense Riley Lee (1951- ) y el
español Rodrigo Rodríguez (1978- ).
Algunos puntos sobre el arte
musical tradicional japonés.
Lewis
Rowell apunta sobre la música tradicional japonesa:
“El tono musical, en la tradición japonesa, es un fenómeno más complejo que en occidente, tanto, que es prácticamente imposible apuntar con especificidad. Las notaciones japonesas son inclusive más esquemáticas que las occidentales y dejan más de los detalles musicales a la instrucción tradicional cara a cara. Un tono simple mantenido de la voz o de una flauta, una vez que atendemos con cuidado, resulta ser de suma complejidad con matices sutiles, que adelgaza y se engrosa, posee tensión y relajamiento, trémolo, aliento y variaciones de altura y timbre.
[…] Se trata a las dimensiones de altura y tiempo como continuos, en contraste con las ranuras y estrías escaladas con precisión del espectro sonoro occidental.” (Lewis Rowell. Introducción a la filosofía de la música. Cap. “Estética comparativa: India y Japón”.)
El
arte japonés, según Donald Keene (Estética japonesa), se fundamenta en cuatro
aspectos cardinales: sugestión, irregularidad, simplicidad y fugacidad.
La
música y el teatro japonés, desde el punto de vista formal, se estructuran en
tres partes: Jo (Introducción); Ha (Dispersión); y Kyū (aceleración hacia la
conclusión). Este arquetipo formal es dominante en el arte oriental, con
muchísimas variantes según el orbe cultural del arte en cuestión.
Palabras
claves dentro de la estética japonesa son: Yugen (belleza, misterio, profundo, simbolismo); Shibui (de gusto sobrio, modesto en
sumo grado, refinamiento, astringente); Sabi (oxidado, desolado, simple, yermo, viejo, deslucido); Aware (pena suave, agradable
melancolía, conciencia emotiva de la belleza, patético); Miyabi (refinado); y En (encantador).
De
la música clásica nipona del shakuhachi les
traemos tres álbumes: “El arte del Shakuhachi” (Katsuya Yokoyama); “Flauta
Shakuhachi” (Gorō Yamaguchi); y “Shakuhachi Kinko Scholl” (Teruhisa Fukuda).
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