martes, 19 de febrero de 2019

ARTÍCULO DEL ARCHIVO NEI DAN (Magazine No. 602)


Angel del fuego y de los genitales, ¿conoces el limo,
la mama verde que primero me forzó a cantar…?
Anne Sexton

NUESTRO FUEGO ESPIRITUAL NECESITA UNA BASE EN LA TIERRA CENAGOSA



La palabra Adam designa a un ser formado con barro. En algunas historias de la creación, Dios, como un escultor, hace de arcilla a los seres. Demeter es una poderosa diosa griega, sin embargo, como diosa de los campos y del crecimiento de la naturaleza puede ser vista en una mazorca seca o en un grano de trigo. No sólo tenemos cuerpos llenos de órganos fangosos, y orinamos y defecamos, sino que también nuestras mentes e imaginaciones pertenecen a la tierra.

Leí una vez que un renombrado maestro espiritual, respondiendo al planteamiento acerca de la dificultad del celibato, dijo que sólo debíamos pensar qué era en realidad el sexo, para resistirlo. Tal aseveración viniendo de una persona que esperaríamos tuviera los pies sobre la tierra me decepcionó. El sexo es lodoso, desde cierto punto de vista, pero sólo un espíritu incorpóreo podría no apreciar el cuerpo sensual, húmedo y lleno de limo que somos y la ciénaga del mundo naturalmente decadente que habitamos.

Me pregunto, cómo sería si naciéramos de algún modo dramáticamente espiritual. Por ejemplo, como un trozo de gasa de seda cayendo de los cielos en suave revoloteo. ¿Sería eso preferible al nacimiento humano, entre las piernas, con sangre, excrementos y líquidos? No lo creo, porque nos ha sido dada la vida por la mama verde tanto como por el ángel de fuego, y la mama verde no piensa mucho en lo que hace. Ella ama y hace nacer y luego recobra para sí todo lo que entregó a la vida.

El misterio de la vida verde puede ser creído porque no es autoconsciente. A través de algún mágico poder de transformación lo verde en los árboles y plantas de la madre nos abruma con su belleza. Nunca he olvidado la visión que tuve una vez en Irlanda, de un campo en la primavera en el cual lo verde parecía arder como fuego haciendo resplandecer la verdad de que la naturaleza es divina y está llena de espíritu.

No confío en la espiritualidad desconectada del cuerpo que muchos sienten confortante. No confío en su preferencia por la luz blanca y en su asunción de que el espíritu reside en el firmamento o en las estrellas brillantes. Aún la adoración del sol tiene sentido sólo cuando incluimos al heliotropo que gira y produce clorofila verde.

Cuando rezo a la mama verde no me preocupa su autoridad o su castigo potencial, si bien no quiero que su belleza me confunda y me lleve a pensar que ella no es mortal y amenazadora. Pero es una madre, y eso hace toda la diferencia. Como Hildegard von Bingen dijo muchas veces, la santidad es verde, y como Julian de Norwich nos lo recuerda, Dios es una madre.

D.H. Lawrence advocó frecuentemente por una manera de vivir sensual, que él distinguía del simple pensar y estimar la sensualidad. Él fue también, en su paganismo, uno de los poetas modernos más religiosos. Parece que no hemos aprendido la lección de que nuestro cercano cuerpo lleno de limo es más santo que la mente seca y distante, porque todavía le rezamos a dioses abstractos y buscamos la redención mirando más allá de la sensualidad del momento. Quizás nosotros no aprehendemos el misterio que se encuentra en muchas enseñanzas religiosas para las cuales la vida espiritual comienza cuando Dios encarna, una palabra imaginativa para nombrar el limo verde
Thomas Moore
(Traducido de su obra Original Self)
Nei Dan Magazine No. 243 (28-07-09)
Sección: "Del diario de Nani" (María Margarita López)
Traducción MM.



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