RECOMENDACIONES
DEL MAGAZINE:
CINE:
- Desayuno en Tiffany’s (Audrey Hepburn y George Peppard / Dir.: Blake Edwards / TV Filme / TCM)
- Redención (Peter Mullan y Olivia Colman / Dir.: Rowan Joffé / TV Filme / Edge)
- La señal (Brenton Thwaites y Olivia Cooke / Dir. William Eubank / TV Filme / HBO)
BLOG DE LA SEMANA (Por Katherine Chacón): Música | La Idea del
Norte Excelente Blog sobre música y, en especial, sobre
el piano.
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365 MEDITACIONES TAO (Ming Dao Deng)
XV
宙
Tiempo
El río, curso de olas,
Corriente ininterrumpida,
El nacimiento, el canal, la desembocadura.
¿Pueden ser divididos?
Cada día, todos enfrentamos un problema peculiar. Debemos
validar nuestro pasado, enfrentar nuestro presente, planear para el futuro.
Quienes creen que la vida era mejor en los “viejos tiempos” son
a veces ciegos a la realidad del presente; quienes viven sólo para el presente
con frecuencia tienen poca consideración por los precedentes o las
consecuencias; y quienes viven sólo para alguna recompensa diferida muchas
veces se presionan a si mismos con demasiada negación. Pensar en el pasado, el
presente y el futuro es una técnica conceptual útil, pero en última instancia
deben ser adecuadamente balanceados y unidos.
Debemos entender cómo nos afecta el pasado, deberíamos mantener
el presente lleno de experiencias ricas y satisfactorias, y deberíamos dedicar
algo de energía cada día a construir para el futuro. Tal como del río se puede
decir que tiene partes que no pueden ser claramente divididas, así también
deberíamos considerar íntegramente nuestro tiempo al decidir cómo vivir.
MEDITACIÓN: EL ARTE DE RECORDAR QUIEN
ERES (Osho)
“Liberarte
del sexo es una gran experiencia.
Liberarte
del sexo hace que tus energías estén disponibles para la meditación, para el
samadhi.”
CUENTO
EL ELEFANTE DEL REY
Esto
ocurrió hace mucho tiempo. En las tierras del norte de África, donde los clanes
bereberes se repartían a lo largo de montañas y desierto, viviendo de la
ganadería en pequeños asentamientos itinerantes. Cuando aún no habían llegado
los bárbaros a inundar estas tierras de pólvora y humo negro asesino.
Cuando
al joven Kouko le llegó la hora de ser rey, al fallecer su padre repentinamente
tomado por una enfermedad, reunió al antiguo consejo de ancianos para que le
ayudasen a tomar las primeras decisiones. No se sentía del todo preparado para
gobernar ya que hasta hacía pocas semanas su padre gozaba aún de vigor y buena
salud, no obstante la ley indicaba que ya poseía edad para asumir el cargo.
Los
ancianos del consejo eran de la misma opinión que el propio Kouko y sabían que,
al igual que ellos, el pueblo también vería al rey como un niño inexperto. Por
ello el primer consejo que le dieron era que debía buscar un símbolo que
recordase al pueblo constantemente que él era su rey, un símbolo de poder, que
no les permitiese reparar en que aún era un niño. Kouko meditó y consultó a los
reyes de otros clanes bereberes que había por la zona. De todo cuánto le
mostraron, al final encontró el símbolo perfecto: un elefante. Los grandes
reyes de pueblos más grandes siempre iban montados en elefantes y sus ejércitos
a veces poseían varios de estos feroces e inteligentes monstruos.
El
clan de Kouko no era demasiado grande pero, tras reunir a su consejo,
encontraron que en las arcas había dinero suficiente para comprar un elefante a
una de las naciones negras. Así lo hizo el rey y pronto se mostró a su pueblo a
lomos de su noble bestia. Los bereberes al principio quedaron maravillados ante
la majestuosidad del animal. El rey, sobre su lomo, ocultaba los rasgos en la
distancia, y parecía casi inalcanzable para su pueblo.
Pero
pronto las arcas del pueblo se vieron casi totalmente vaciadas y al gente comenzó
a pasar hambre. Ni los consejeros ni el rey habían calculado el costo que
suponía alimentar y mantener a un elefante para una nación tan pequeña. Todo el
peso de la alimentación del elefante recaía ya sobre el pueblo en forma de
impuestos. Al anochecer, la gente comenzaba a reunirse en las jaimas, ocultos
de la mirada del rey, su consejo y su guardia, para hablar y conspirar. Las
voces se alzaban enfadadas. Nuestros hijos se mueren porque no hay alimento
suficiente para ellos, cada vez tenemos que trabajar más horas. Todo por culpa
de la dichosa alimentación del elefante. Sí, desde que lo compró no ha servido
para nada más que para pasear al monarca. Eso no está bien. Debemos plantarnos
y decirle al rey que no vamos a trabajar más para su elefante.
Sin
embargo, a la hora de elegir un representante nadie se presentó voluntario.
Aunque el pueblo se sentía fuerte unido, no era lo mismo que uno solo se
enfrentase cara a cara con el rey y toda su corte, incluido el propio elefante.
La traición se pagaba con la muerte. Entonces un chico joven tuvo una idea para
transmitir el mensaje al rey. Escribiremos aquí el mensaje, dijo sacando un
pergamino, y cada uno de nosotros memorizará una palabra. Entonces iremos todos
ante el rey en fila y diremos el mensaje diciendo cada uno nuestra palabra por
orden, así estaremos todos juntos y no tendremos miedo. Esto le pareció bien a
todos y así lo dispusieron durante el resto de la noche, preparando un mensaje
en el que instaban al rey a abandonar a su elefante o todos a la vez pararían
de trabajar y le abandonarían.
Al
día siguiente el pueblo entero se presentó ante el rey, que les recibió
arropado por su guardia y el consejo. El rey, sorprendido ante tan extraña
escena, oliéndose algo raro, decidió subir sobre su elefante para escucharles.
¿Y bien? Vosotros diréis, sentenció en un tono que no parecía nada satisfecho
con la situación. Entonces el primero habló, diciendo la palabra “Su”. A lo que
siguió el silencio. El primero se giró hacia el compañero que tenía al lado,
que parecía un poco más nervioso que él, y le apremió a que dijese su palabra.
El segundo dijo un “Majestad” algo más bajo que el primero. Y sin que nadie
supiese muy bien qué ocurría, el mensaje fue cambiando como por arte de magia.
Según se acababan las fórmulas de cortesía y tocaba enunciar la denuncia, el
mensaje dio un vuelco espontáneo y el pueblo se vio a sí mismo, sin que nadie
lo hubiese decidido, diciéndole al rey que opinaban que su elefante estaba muy
triste y que quizá había que comprarle una hembra para que fuese más feliz.
El
rey Kouko quedó satisfecho al comprobar el verdadero poder del elefante.
Cuento
tradicional bereber
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