LA BATALLA
SECRETA QUE CAMBIÓ LOS DESTINOS DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Antes de que comenzara la Segunda Guerra Mundial, con
la invasión a Polonia por parte de la Alemania hitleriana en septiembre de
1939, se produjo una importante batalla que cambió decisivamente los
destinos de las grandes potencias y sus sistemas de alianzas de cara a la gran
confrontación. La misma fue desconocida para todos los demás países, excepción
hecha de las naciones directamente implicadas, donde, por diversas razones,
tampoco tuvo gran publicidad, y luego fue olvidada rápidamente debido al
comienzo de la guerra en Europa. Incluso hoy día, tal confrontación sigue
siendo desconocida para el gran público, y aún más las decisivas implicaciones
que tuvo en la historia del siglo XX. Se trata de la batalla de Jaljin Gol (Jalkin Gol, Khalkhin Gol, o
“Incidente Nomonhan”), que en agosto de 1939, en Mongolia, decidió la guerra no
declarada entre la Unión Soviética y el Imperio del Japón (del 11-05-39 al
16-09-39), y que se libró nominalmente a través de sus estados títeres en la
región: la República Popular de Mongolia y el Gran Imperio Manchukuo.
Para entender mejor su importancia debemos situarnos
en el contexto de los años treinta del siglo XX, con los sistemas de alianzas
que terminarían uniendo a las potencias fascistas (Alemania Nazi, Italia
Fascista e Imperio japonés) contra el Imperio Británico y la Commonwealth, Francia, EEUU,
China y la Unión Soviética. El 25 de noviembre de 1936, la Alemania Nazi y el
Imperio del Japón firman el Pacto Antikomintern, el cual era parte de la
estrategia hitleriana de aislar a la URSS, bajo el pretexto del peligro
comunista, dado que la Rusia soviética representaba el principal blanco de la
expansión territorial continental que ambicionaba el Tercer Reich. De paso,
esta alianza reconocía la existencia del estado títere del Manchukuo (gobernado
nominalmente por el último emperador del Celeste Imperio: Puyi), la Manchuria
china convertida en protectorado por el Japón. Ésta alianza se vería reforzada
en septiembre de 1940, con la firma del Pacto Tripartito, que constituía
formalmente el Eje Roma-Berlín-Tokio.
Como se sabe, dentro del Imperio japonés existían en
aquel entonces dos tesis sobre la futura expansión del imperio: la que contaba
con más adeptos y apoyo gubernamental en los años treinta era la tesis del
Ejército, que consistía en atacar la Siberia soviética, de modo apoderarse de
los inmensos recursos de la región, y también de proteger el flanco norte de
Manchukuo y de las conquistas que se hacían en China (1). La tesis que se le
oponía era la de la Marina Imperial, considerada mucho más arriesgada, que
estribaba en un ataque hacia el sudeste asiático, enfrentando al Imperio
Británico, al imperio colonial francés y los EEUU, para pasar a dominar el Océano
Pacífico y apoderarse del petróleo de Indonesia y Birmania (pasando por la
Indochina francesa), protegiendo así el flanco este y sur del imperio, y
terminando de aislar a China.
Ya en 1938, Japón, aprovechando la poco clara
demarcación entre las fronteras de Mongolia y Manchukuo, hizo cruzar la
frontera a un fuerte contingente de tropas que fue rechazado por el ejército
rojo, pero con grandes pérdidas por parte de éste último. Al punto que su
comandante, Vasili Blücher, cayó en desgracia acusado de incompetencia (batalla
del Lago Jasán o Incidente Changkufeng). Así que el Alto mando del Ejército
japonés tomó la decisión de intentar un ataque mayor y más decisivo en 1939,
con vistas de apoderarse de la Mongolia soviética.
El año 1939 comenzó siendo especialmente desfavorable
para las fuerzas liberales, democráticas y progresistas del mundo: el 15 de
marzo la Wehrmacht alemana invadió el
resto de Checoslovaquia, luego de que el Pacto de Munich hubiera aprobado, con
anuencia de Gran Bretaña y Francia, la anexión de la región de los Sudetes
checoslovaca al Reich alemán en 1938; y el 01 de abril terminaba la guerra
civil española con el triunfo del general Francisco Franco y el bando
nacionalista, a quienes Alemania e Italia habían brindado un fuerte y decisivo
apoyo.
El 11 de mayo comenzó la escalada de incidentes
fronterizos que llevaron al Ejército del Kwantung (2) japonés, el mayor y más
prestigioso del Imperio, a invadir Mongolia. Entre las unidades que
participaban en esa incursión, se destacaba a la cabeza de la misma, un nuevo y
potente ejército, el Sexto nipón. Pero se encontraron no sólo con un
contingente mayor y mejor preparado y pertrechado de tropas soviéticas, sino
con un extraordinario comandante. Se trataba de Georgi Zhukov, quizá el general
más exitoso de la Segunda Guerra Mundial (3), al que se le adjudican victorias
tan decisivas como Moscú (1941), Kursk (1943), Minsk (1944) y Berlín (1945).(4)
Zhukov
Zhukov era discípulo del Mariscal de la Unión
Soviética Mijail Tujachevski, considerado uno de los más importantes
innovadores del arte de la guerra, junto a los británicos Sir Basil Lidell Hart
y J.F.C. Fuller, el francés Charles de Gaulle y el germano Heinz Guderian,
quienes preconizaron en los años 20 y 30 el uso de tropas motorizadas y
blindados, apoyados por fuertes contingentes de aviación, en operaciones
militares de gran movilidad, velocidad y profundidad en el terreno enemigo.
Tujachesvki creó el concepto estratégico de “Operaciones en Profundidad”, que
dominaría la doctrina militar soviética en la Segunda Guerra y años
posteriores. Dicha doctrina se parece mucho a la blitzkrieg alemana (“guerra relámpago”), pero está mejor definida
en términos operacionales y estratégicos, liberándola de obsesiones típicamente
alemanas como el énfasis en el aniquilamiento del ejército enemigo; abriendo
posibilidades alternas como, por ejemplo, el ataque en profundidad hacia las
zonas estratégicas industriales del oponente, que obligarían al mismo a
abandonar la guerra, aún teniendo ejércitos operativos. Otra diferencia es que
las “Operaciones en Profundidad” no tienen de suyo una orientación marcadamente
ofensiva, pudiendo aplicarse en el marco de campañas defensivas.
Desgraciadamente Tujachevski, amigo personal de Guderian y de Gaulle, cayó en
desgracia durante las purgas stalinistas, siendo ejecutado en 1937.
Ejército del Kwantung
El concepto de “Operaciones en profundidad” fue el que
utilizó Zhukov (5) para aniquilar al VI Ejército japonés en Jaljin Gol, en
agosto de 1939, apenas unos días antes de que el mundo quedara paralizado de
asombro con los resultados de la “guerra relámpago” alemana en Polonia. Zhukov
distrajo al enemigo simulando un ataque frontal convencional, para luego
envolver los flancos japoneses con fuerzas blindadas apoyadas por artillería
móvil y aviación. El VI Ejército nipón, como años más tarde lo sería el VI
Ejército alemán en Stalingrado, fue cercado y aniquilado. Las bajas japonesas
superaron los 80.000 hombres entre muertos y heridos. Hasta las derrotas en
Filipinas y Birmania, en 1944, en manos de estadounidenses y anglo-indios, respectivamente,
Japón no recibiría pérdidas militares de esa cuantía en una sola batalla. Fue
un desastre de tal magnitud que tendría consecuencias inmediatas que cambiarían
el destino de la conflagración universal que se avecinaba.
Al tiempo que se desarrollaba la batalla de Jaljin
Gol, se firmaba en Moscú el Pacto Ribbentrop-Mólotov (23-08-39): el Pacto de no
agresión entre la Alemania Nazi y la Rusia stalinista, pacto que permitía a
Hitler una rápida campaña en Polonia, para luego enfrentarse a los aliados
occidentales sin temor a una guerra en dos frentes con Rusia. Si ese pacto fue
oportuno para las ambiciones inmediatas del Tercer Reich en Europa, fue
enormemente inoportuno con respecto a su estrategia a mediano plazo contra la
Unión Soviética. Japón consideró ese pacto, en las circunstancias de su fallida
campaña en Mongolia, como una traición de su aliado del antikomintern. De modo
que, un año después, al firmar el Pacto Tripartito con Alemania e Italia,
dejaba expresamente fuera del listado de “potenciales enemigos” de la alianza a
la Unión Soviética, nación con la cual había firmado poco antes, un pacto de no
agresión. De manera que el Pacto Tripartito estaba dirigido de facto contra los
EEUU, nación a la cual la política exterior hitleriana quería dejar fuera del
conflicto por sobre todas las cosas, y no contra la URSS, país que era el
objetivo inmediato y más importante de la estrategia expansionista del Reich
nazi.
Por otra parte, el informe del ejército japonés a su
gobierno, sobre el “incidente Nomonhan”, era bastante escéptico con respecto a
las ambiciones imperiales en Siberia: se consideró como impracticable una
campaña exitosa contra el Ejército Rojo en Mongolia y la región siberiana.
Además, la superioridad que éste había demostrado en Jaljin Gol, obligó en años
posteriores a que el Ejército del Kwantung, herido en su prestigio, siguiera
siendo el más grande y mejor pertrechado de los ejércitos japoneses de
ultramar, mayor aún de los que se encontraban en campaña en China, Birmania,
Nueva Guinea y Filipinas o el Pacífico insular, lo cual significó una evidente
merma de recursos en esos teatros de operaciones.
Sin embargo, con el transcurso de la guerra, las
derrotas niponas en otros frentes hicieron que los veteranos del Ejército del
Kwantung fueran enviados a esos teatros de operaciones y sustituidos por
reclutas inexpertos, de modo que al producirse el ataque del Ejército Rojo a
Japón, el 08 de agosto de 1945, casi 6 años después de la batalla de Jaljin
Gol, el ejército imperial en la región se encontró muy mermado en cuanto a
calidad y cantidad de tropas y equipo, siendo desarticulado y acorralado
rápidamente por los soviéticos. Las fáciles victorias soviéticas en la campaña
del Extremo Oriente contribuyeron decisivamente, junto a los bombardeos
nucleares de los estadounidenses, a la rendición incondicional del Imperio del
Sol Naciente, el 15 de agosto de 1945.
Pero quizá la más importante consecuencia de la
batalla de Jaljin Gol, fue que se desechó totalmente la tesis del Ejército
imperial, de modo que Japón no ayudaría nunca a su aliado europeo atacando a la
URSS en el Pacífico y Siberia. En cambio, el gobierno militarista japonés
decidió arriesgarse decantándose por la temeraria tesis de la Marina de Guerra,
lo cual culminó con el ataque a Pearl Harbor y la entrada de los EEUU, la mayor
potencia industrial del orbe, en la guerra al lado de los aliados.
Debido a que los japoneses, por razones de prestigio,
intentaron mantener en secreto lo ocurrido en Mongolia, nunca dijeron nada a
sus aliados nazis sobre la tremenda efectividad de las fuerzas acorazadas
rusas, del excelente equipamiento de las tropas del Lejano Oriente soviético, y
de las innovaciones operativas, tácticas y estratégicas que había enseñado el
ejército rojo y, especialmente, su comandante Zhukov. De modo que los alemanes
atacaron a la URSS convencidos de su exclusividad en el manejo efectivo de la
moderna guerra mecanizada, lo cual, aunado a prejuicios políticos y raciales,
les hizo menospreciar al ejército soviético, hasta que las derrotas cada vez
más frecuentes en el frente oriental les hicieron despertar a la realidad, y
constatar en carne propia la formidable maquinaria de guerra en que se había
convertido el Ejército Rojo.
Por otra parte, una vez que Alemania atacó la URSS
(Operación Barbarroja de 1941), no sólo no contó con la ayuda de su aliado del
Extremo Oriente, sino que, además, gracias a la red del espía soviético Richard
Sorge en Tokio, los rusos se enteraron de que Japón no atacaría la URSS sino a los EEUU, por lo cual trasladaron gran parte de sus ejércitos siberianos, quizá
los mejor entrenados y equipados que tenían los soviéticos en aquel entonces, a
Moscú, en un momento crucial de la guerra, cuando los panzers de Guderian y Hoepner rodeaban ya la capital soviética.
Allí, nuevamente fueron conducidos a la victoria por quien sería, luego de la
muerte de Stalin, Ministro de Defensa de la URSS: el gran estratega ruso Georgi
Zhukov, Mariscal de la Unión Soviética.
R. C.
Nei Dan Magazine No. 321 (25-05-11)
Sección "Artículos"
Nei Dan Magazine No. 321 (25-05-11)
Sección "Artículos"
Notas:
(1) Ya en 1918, a raíz de la revolución bolchevique y de la deserción de Rusia de la alianza contra los imperios centrales (Alemania y Austro-Hungría), el ejército japonés desembarco en Vladivostok, y ocupó Siberia hasta el Lago Baikal, junto a tropas aliadas. En 1920, al producirse la derrota del Ejército Blanco en los Urales, los japoneses se retiraron a los puertos rusos del pacífico, aunque el resto de las tropas aliadas evacuaron completamente la región. En 1922 los japoneses se retiraron por entero de los territorios de la URSS.
(3) Los estudiosos militares consideran a Zhukov como
uno de los grandes estrategas de todos los tiempos. Zhukov, el Mariscal inglés
Sir William Slim (campaña de Birmania) y el almirante estadounidense Chester
Nimitz (comandante del teatro de operaciones del Pacífico), son estimados como
los tres más importantes estrategas surgidos de la Segunda Guerra Mundial.
(4) Zhukov fue el artífice de la planificación de la
Operación Urano, que culminaría con la victoria de Stalingrado (1942-1943),
pero la misma se le atribuye al Mariscal Aleksander Vasilevski, quien comandó
las operaciones. Cuando la URSS le declaró la guerra al Japón, en 1945, sería
Vasilevski el comandante del Ejército Rojo durante su gran ofensiva en el
Manchukuo, el norte de China ocupada y Corea.
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