martes, 14 de febrero de 2017

ARTÍCULOS (Magazine No. 562)

REFLEXIONES SOBRE GERDA GEDDES (y Fin)


Por Courtenay Young

En una entrevista (2003), ella dice:

"Trabajé con danza contemporánea, trabajé mucho fijándome en la cualidad circular del movimiento y pensando también en todos los círculos que tenemos en las articulaciones, y en el cuerpo, y cómo esa cualidad llega de lo interior y de lo exterior".

Gerda era una figura icónica que atraía a muchos. Era amiga de Benjamin Britten y Peter Pears. La hermana de David era la Princesa Margaret de Hesse, y Pytt Geddes era visitante frecuente de Wolfsgarten, su castillo en Alemania, que recibió a muchos artistas, escritores y músicos. También estuvo viajando por el mundo y dando conferencias y demostraciones de T'ai Chi Ch'uan, hizo películas y DVDs, incorporó los principios del taoísmo y el viaje alegórico del T'ai Chi en sus enseñanzas, y estaba entregando no un sistema de movimiento sino un modo de acercarse a la vida.

Llegado el momento, sus alumnos comenzaron a enseñar T'ai Chi, y "las ondas se propagaron". No sólo fueron bailarines como Richard Alston, Eva Karcag, Julyen Hamilton, Maedee Dupres, Tim Lamford, Gudrun Gylling, todos influidos profundamente por su trabajo, sino que sus alumnos de T'ai Chi, como Thetis Blacker, Kinthissa, George Ineson, Tim Lamford y muchos otros, también estuvieron esparciendo su particular suave manera de enseñar y educar, de afirmarse y centrarse, de respirar el baile y el poder de vivir y las sutiles energías que están envueltas en la danza, en el T'ai Chi, en la terapia, en el arte y la música y, primero que todo, en sólo vivir:

"Aparte del trabajo que había realizado con la danza, también trabajé con Wilhelm Reich como psicoanalista. Me gustaba su manera de pensar. Trabajaba mucho con la parte física, así como con el nivel psicológico. Reich hablaba de la armadura muscular, de cómo el trauma y la rabia pueden crear una memoria que permanece en los músculos. Decía que nos oyéramos a nosotros mismos para encontrar nuestro propio ritmo interior. Enseñó mucho acerca del diagnóstico; cómo debemos ver a una persona, cómo debemos juzgar a alguien. Siempre decía que no era tan importante lo que se dijera sino cómo se decía. ¿Lo que pasa en nuestro cuerpo, lo que pasa en nuestro rostro, se queda anudado en el diafragma o fluye? Reich tenía el mismo tipo de pensamiento que tenemos en T'ai Chi. Estuve también trabajando varios años con pacientes usando psicoterapia. Cuando fui madre no hice más este tipo de trabajo pues sentía que el usar tanto tiempo y energía con los enfermos y desequilibrados, requería mucha energía de mi parte. Realmente quería vivir más para mi propia salud y ser tan saludable y equilibrada como pudiera para mis hijas. Ello sería lo más importante para mí. Con este trabajo y con el de la danza, tenía que fijarme mucho en los cuerpos de otras personas, en el cómo los usaban. Empleaba también los métodos de Alexander Lowen, quien trabajaba en Bio-Energética, una técnica terapéutica para ayudar a una persona a juntarse de nuevo con su cuerpo, y ayudarla, al mayor nivel posible, a disfrutar la vida de su cuerpo". 

Personalmente estudié durante un año con Gerda en The Place, en 1983-84, después de haber hecho el entrenamiento en Londres de la Psicología Biodinámica de Gerda Boyesen (psicoterapia corporal), aprendiendo con Gerda la forma corta, y, aunque la forma no la practiqué suficientemente, la esencia de su enseñanza quedaba bien adentro. Uno de sus dichos mejor conocidos que claramente recuerdo, es "Hay treinta mil maneras de escalar la montaña. Todos tenemos la misma vista desde la cumbre".


Ella enseñó en The Place, cerca de Kings Cross, hasta 1996 y, poco después de la muerte de David, a continuación de una serie de ataques, en 1997, a los ochenta años, se mudó lejos de Londres y del sur de Inglaterra a una casa de campo en Aberdeenshire, entre bosques y montañas que le recordaban su casa de la infancia en Noruega y además, más cerca de una de sus hijas. Allá continuó impartiendo clases de T'ai Chi hasta 2002, cuando oficialmente "se retiró" los 85 años. Aún entonces, la gente acudía para clases personales y ella continuó haciendo viajes internacionales para dar charlas sobre T'ai Chi.

El autor de su biografía, Frank Woods, trabajó con Gerda durante un tiempo considerable y entrevistó a numerosos amigos, colegas y varios miembros de su familia, con el fin de producir un análisis profundo, con algunas percepciones importantes, tejidas entre las fotos de los sorprendentes cambios históricos, políticos y sociológicos que rodearon su vida.

Los problemas con casos de locura y escándalos en su familia (especialmente los problemas iniciales entre ella y su madre), sus asuntos amorosos (y su apertura acerca de la sexualidad), incluidos en sus sentimientos profundos acerca de ella misma, todo está mencionado muy abierta y francamente en este libro, que resulta muy refrescante. Hay también algunas inserciones interesantes acerca de personas e instituciones con las cuales ella estuvo relacionada, y el biógrafo también inserta sus propias "hebras" que unen las diferentes secciones de la historia acerca de su vida fascinante, lo mismo que bellas citas extraídas del libro de Gerda, Looking for the Golden Needle (Geddes, 1995), en el cual usa esa frase para describir la Forma como un viaje alegórico hacia el alma. Ella no enseñó los aspectos marciales del T'ai Chi, pues estaba mucho más interesada en lo filosófico y en la conexión con el taoísmo: veía el aprendizaje de "la forma" como un viaje espiritual. Un antiguo alumno escribe: "Sus clases eran extremadamente agradables y ella era muy amada".


Su visión de la vida, habiendo visto tantos cambios políticos y sociales, por igual en el oeste y en el este, es también muy interesante, y se hace transparente en el libro. Aparte de ser muy crítica acerca de los instructores modernos de T'ai Chi Ch'uan, opinando que demasiada gente enseña sin haber aprendido apropiadamente lo que están enseñando, también, hacia el fin de su vida, se fue haciendo aún más filosófica:

"Ya no tengo deseos de seguir enseñando T'ai Chi. Ese deseo me llegó el año pasado cuando tenía 84. Un día, cuando había finalizado de enseñar, manejé hasta mi casa y súbitamente pensé que no quería enseñar más. Siento que puedo enseñar no enseñando, enseñar, siendo. Y así es ahora para mí. Los antiguos taoístas dicen que si uno se vuelve sabio puede decidir cuándo es el tiempo para dejar esta vida. Espero que pueda vivir para probarlo, siempre será un misterio. No podemos saberlo todo porque no estamos supuestos a saber todo, pero lo que sí sabemos es que vamos a morir".

Ella murió a la edad de 88, completamente preparada para la muerte; impartió una clase de T'ai Chi en la última semana de su vida y fue al teatro con sus dos hijas la noche anterior a su muerte. Algo de su dulzura y gentileza también surge de las páginas de este libro y en las descripciones de otras personas acerca de ella. Leyéndolas, percibo algo de una suerte de aura que la rodeaba cuando la conocí e hice de ella una persona muy especial de quien aprender el "arte de ser". Esto también puede ser visto en el DVD de su demostración de la Forma Larga.

Esta biografía, entremezclada con comentarios sobre varias personas, citas del libro de la biografiada y reflexiones del biógrafo acerca de una figura poco conocida, que estuvo presente en momentos claves del desarrollo histórico de las disciplinas de la Psicoterapia Corporal y de la Terapia del Movimiento en la Danza, lo mismo que en la introducción del T'ai Chi Chuan, debe ser interesante para todos los terapeutas del movimiento en el baile y los psicoterapistas corporales, tanto como para aquellos que son entusiastas del T'ai Chi Ch'uan, y en realidad, para cualquiera interesado en los misterios de la vida dentro del cuerpo.


Nota del Editor: El libro en cuestión es Dancer in the Light: The Life of Gerda Pytt Geddes (2008) (La danzarina en la luz: La vida de Gerda Pytt Geddes), de Frank Woods.


Traducción: María Margarita López.



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