365 MEDITACIONES TAO (Ming Dao Deng)
II
脸盆
ABLUCIÓN
Lavarse al amanecer:
Enjuaga los sueños.
Protege los dioses adentro,
Y clarifica el espíritu interior.
La
purificación comienza toda práctica. Primero viene la limpieza del cuerpo no
para negar el cuerpo, sino para que sea refinado. Una vez limpio, puede
ayudarnos a sentir lo divino.
Enjuagar
los sueños es una forma de decir que debemos disipar no sólo las ilusiones y
ansiedades de nuestros momentos durmiendo sino también las de cuando estamos
despiertos. Toda vida es un sueño, no porque no esté allí, sino porque todos
proyectamos diferentes significados sobre ella. Debemos depurar este hábito.
Mientras
limpiamos, naturalmente miramos dentro. Se cree que hay 36.000 dioses y diosas
en el cuerpo. Si continuamente ingerimos malas comidas, nos intoxicamos,
dejamos que la mugre se acumule en cualquier parte fuera y dentro nuestro, esos
dioses nos abandonan disgustados.
Sin
embargo en última instancia nuestra preocupación debe ir más allá de esas
deidades en los templos de nuestros cuerpos, hacia el Uno universal. Después de
quitar las oscurecedoras capas de suciedad, de problemas corporales y de falsas
ilusiones, debemos estar preparados para incluso quitar a los dioses mismos
para poder alcanzar el Uno interior.
MEDITACIÓN: EL ARTE DE RECORDAR QUIÉN
ERES (Osho)
“Disfruta
de tu cuerpo, disfruta de tu existencia física.
No
hay pecado en ello. Escondido detrás está tu crecimiento espiritual, tu dicha
espiritual.
Cuando
estés cansado de los placeres físicos, solo entonces preguntarás: «¿Hay algo
más?». Esta pregunta no puede hacerse solo intelectualmente, tiene que ser
existencial: «¿Hay algo más?».”
CUENTO
LA
MARIONETA DE TRAPO
Si
por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo, y me
regalara un trozo de vida, posiblemente no diría todo lo que pienso, pero, en
definitiva, pensaría todo lo que digo. Daría valor a las cosas, no por lo que
valen, sino por lo que significan.
Dormiría
poco y soñaría más, entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos perdemos
sesenta segundo de luz. Andaría cuando los demás se detienen, despertaría
cuando los demás se duermen, escucharía mientras los demás hablan, y cómo
disfrutaría de un buen helado de chocolate…
Si
Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al
sol, dejando al descubierto no solamente mi cuerpo, sino mi alma.
Dios
mío, si yo tuviera un corazón… Escribiría mi odio sobre el hielo, y esperaría a
que saliera el sol.
Pintaría
con un sueño de Van Gogh sobre las estrellas un poema de Benedetti, y una
canción de Serrat sería la serenata que le ofrecería a la luna.
Regaría
con mis lágrimas las rosas, para sentir el dolor de sus espinas, y el encarnado
beso de sus pétalos…
Dios
mío si yo tuviera un trozo de vida… No dejaría pasar un solo día sin decirle a
la gente que quiero, que la quiero. Convencería a cada mujer de que ella es mi
favorita y viviría enamorado del amor.
A
los hombres, les probaría cuán equivocados están al pensar que dejan de
enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse.
A
un niño le daría alas, pero dejaría que él solo aprendiese a volar. A los
viejos, a mis viejos, les enseñaría que la muerte no llega con la vejez sino
con el olvido.
Tantas
cosas he aprendido de ustedes los hombres… He aprendido que todo el mundo quiere
vivir en la cima de la montaña sin saber que la verdadera felicidad está en la
forma de subir la escarpada.
He
aprendido que un hombre únicamente tiene derecho a mirar a otro hombre hacia
abajo, cuando ha de ayudarlo a levantarse.
Son
tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, pero finalmente mucho no
habrán de servir porque cuando me guarden dentro de esta maleta, infelizmente
me estaré muriendo...
Gabriel
García Márquez
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