SANANDO AL NIÑO INTERNO,
DESPERTANDO AL GENIO DE LA LÁMPARA
Todos tenemos dentro de nosotros el
registro de un niño mágico, un ser que todo lo puede, es como una suerte de
genio de la lámpara, muy parecido al personaje sobrenatural del cuento de Aladino. Esta instancia de nuestro ser
lamentablemente muchas veces suele estar dormida, pero en el peor de los casos
está reprimida.
Según el juicio de muchos terapeutas y
especialistas en el campo de la psicología humana, lo anterior se debe a que
desde niños nos coartaron el desarrollo de nuestra inteligencia emocional durante
los primeros siete años de nuestra vida.
Durante el primer septenio de vida,
nuestro contexto de influencia (familia, instituciones, escuela, iglesia,
sociedad) se encargó de amoldarnos en función de que creciéramos siendo útiles
para los intereses dominantes en nuestro entorno. El problema está es que ese
modelaje conlleva la idea de que nos educan para ser buenos, donde ser buenos
no necesariamente se traduce en ser feliz.
En ese contexto, el ser humano lejos de
crecer con la prioridad de convertirse en una persona feliz, plena y realizada,
puede experimentar algunas de las siguientes heridas básicas, que pueden marcar
su historia personal:
1.
Herida de abandono.
2.
Herida de humillación.
3.
Herida de injusticia.
4.
Herida de rechazo.
5.
Herida de traición.
Pero, más allá del daño que conlleva
para la persona la vivencia de alguna de estas heridas, o en el peor de los
casos de todas, destaca el hecho de que un niño interno herido, tiene todos los
elementos necesarios para convertirse en un adulto maltratador y abusador.
De ahí que, para romper la cadena de
maltrato y coacción de nuestro niño interno, sea necesario tomar consciencia de
la existencia de ese niño herido, emprendiendo un proceso de reconocimiento,
perdón y reconciliación, con esa parte de nosotros que hemos reprimido.
Lo primero será reconocer nuestra
sombra, y todo lo allí habita: miedos, fracasos, envidias, cólera, ira,
obsesiones, toda clase de sentimientos y pensamientos negativos, todo lo que
hemos reprimido por no ser socialmente aceptable.
En la medida que damos ese paso sin
juzgar, podremos hacer contacto con el origen de nuestra sombra. Es aquí donde
empieza el verdadero proceso de reconocimiento, perdón y reconciliación con
nuestro niño interno. Es aquí también donde nuestro ser se abrirá a mostrarnos
nuestras potencialidades humanas, para manifestar una experiencia de vida plena
y feliz.
Una vez logrado lo anterior, estaremos
listos para despertar al genio de la lámpara, ese que yace dormido dentro de
nosotros y que tiene todos los elementos necesarios para materializar nuestros
sueños.
Los
códigos sagrados numéricos como herramienta de sanación
Los códigos sagrados numéricos (CSN),
como su nombre lo indica son números sagrados que se activan como códigos para
sanar distintas situaciones de la vida cotidiana, son canalizados y difundidos
de manera gratuita a través de la web por el señor José Gabriel Uribe, también
conocido por su nombre espiritual: Agesta.
Dichos códigos se repiten 45 veces cada
uno, según sea la necesidad de quien los esté activando. Una fórmula muy
sencilla de enunciado antes de comenzar la activación es la siguiente: con todo el poder de mi intención activo el
CSN (___), para (dices tu nombre o el nombre de la persona por quien se
activa) y se procede a recitar 45 veces el CSN elegido.
En el caso que tratamos en la presente
entrega del Sanador interno pueden ser utilidad los siguientes códigos:
Niño interior (sanar): CSN 3740.
Niño interior herido (sanar): CSN 991.
Niño interior (reconciliarse): CSN 89.
Niño interior (comunicarse con la parte
sana): CSN 879. Esto es muy importante porque recuerden que el niño conoce
nuestra verdad esencial, y sabe cuál es nuestra misión de vida.
Niño interior (virtudes): CSN 344.
Herida de abandono: CSN 154.
Herida de humillación: CSN: 314.
Herida de injusticia: CSN 907.
Herida de rechazo: CSN 260.
Herida de traición: CSN 218.
También puede ser de utilidad activar el
CSN 288, para aquellas personas que hayan sufrido algún trauma en la infancia o
adolescencia, que de alguna manera haya contribuido con la herida del niño
interno.
Una vez terminada las 45 repeticiones
por código, podemos decir: CSN (__),
activado con todo el poder de mi intención en (mí, o en nombre de la persona
por quien se activaron)
Luego de recitar estos códigos, quedamos
en un estado de introspección, de auto observación que podemos aprovechar para
hacer nuestro propio código de sanación, que puede ser a
través de un mapa, recuadro, o esquema de sanación.
Dicho recuadro debe considerar las
siguientes partes fundamentales:
I
Planteamiento de la gran pregunta, más
allá de lo que la sociedad me impuso: ¿Quién soy en realidad? Reconocimiento de
que sólo el niño interno lo sabe y de que estamos desconectados de él.
II
Reconocimiento sin juzgar, perdón y
reconciliación con nuestra sombra. Integración de la sombra.
Recrear mentalmente nuestro pasado, de
lo que en realidad nos sucedió a lo que nos gustaría que hubiera sucedido.
Viajar en el tiempo mentalmente para corregir errores: ver lo “negativo”,
agradecer el aprendizaje, perdonar (a nosotros, a los involucrados y a la
situación), dejar ir (desapegarse para dejar de recrear lo negativo).
Crear un recuerdo positivo, imaginando
lo que nos que nos habría gustado que nos sucediera, y guardar ese recuerdo
como si en realidad hubiera sucedido. Poner el énfasis en las imágenes y
emociones positivas que nos habría gustado experimentar.
El punto anterior, podemos abordarlo
como un viaje mental en el tiempo, para corregir nuestros errores y sembrar las
semillas mentales que nos permitan tener un mejor futuro.
III
Con el registro de recuerdos diferentes,
cocrear el presente y el futuro que en realidad quieres, plantar las imágenes y
emociones que podrán materializar la vida que quieres. Recuerda: el genio de la
lámpara está dentro de ti. Hazlo ahora, tú puedes.
Adaliz Buitriago
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