RECOMENDACIONES DEL MAGAZINE:
CINE:
- La pasión de Ayn Rand (Helen Mirren, Eric Stoltz, Peter Fonda y Julie Dephy / Dir.: Christopher Menaul / TV Filme / Film & Arts)
- El límite del atardecer (Tommy Lee Jones y Samuel L. Jackson / Dir.: Tommy Lee Jones / TV Filme / Sundance Channel)
- American Hustle (Christian Bale, Amy Adams, Bradley Cooper y Jennifer Lawrence / Dir.: David O. Russell / TV Filme / FOX 1)
BLOG DE LA SEMANA (Por Katherine
Chacón):
http://www.lecturalia.com/ Blog muy bueno
sobre literatura.
Ávila
(Cortesía
de Violeta Samantha)
365 MEDITACIONES TAO (Ming Dao Deng)
XVI
凡
Ordinario
Paraguas, luz, paisaje,
cielo-
No hay lenguaje de lo
sagrado.
Lo sagrado se halla en lo
ordinario.
Nadie es capaz de
describir lo espiritual sino comparándolo con cosas ordinarias. Una escritura
describe el mundo divino como un “paraguas de protección.” Otro dice que dios
es luz. El paraíso se supone que esté en el cielo, e incluso los ascetas que
han rechazado el sexo usan imágenes eróticas para describir la iluminación. La gente
tiene que recurrir a la metáfora para establecer lo divino.
Incluso se han inventado
lenguajes esotéricos que desconciertan a los que son ajenos. Eso le parecen las
palabras sagradas a los no iniciados. Después que uno aprende a leerlas, su
mensaje comienza a ser asimilado. Ya no nos preocupamos acerca de las imágenes,
porque hemos encontrado la verdad que las palabras estaban indicando.
Cuando compras algo que
tiene instrucciones para armar, sigues las indicaciones, pero no veneras luego
las instrucciones. El logro espiritual no es diferente. Una vez que lo has
obtenido, las instrucciones se vuelven secundarias. La espiritualidad alcanzada
no es diferente del partido de pelota que juegas, del trabajo que realizas, del
auto que manejas, del amor que haces. Si siempre consideras al Tao como
extraordinario, entonces permanece desconocido y fuera de ti mismo –un mito,
una fantasía, una cantidad innombrable. Pero una vez que lo conoces, es tuyo y
es parte de tu vida cotidiana.
MEDITACIÓN: EL
ARTE DE RECORDAR QUIÉN ERES (Osho)
“Comienza con el cuerpo.
¡Inténtalo! Si te sientes triste, empieza a
correr. Da siete vueltas alrededor de tu casa, tomando respiraciones profundas,
bajo el sol, con el viento; después de siete vueltas detente y observa si tu
mente está igual. No, no puede estar igual. El cambio corporal ha cambiado la
mente. La química del cuerpo cambia la mente.”
CUENTO
LA
ALMOHADA MARAVILLOSA
Cierto día una anciano sacerdote se detuvo en una
posada situada a un lado de la carretera. Una vez en ella extendió su esterilla
y se sentó poniendo a su lado las alforjas que llevaba.
Poco después llegó también a la posada un
muchacho joven de la vecindad. Era labrador y llevaba un traje corto, no una
túnica, como los sacerdotes o los hombres entregados al estudio. Se sentó a
corta distancia del sacerdote y a los pocos instantes estaban los dos charlando
y riéndose alegremente.
De vez en cuando el joven dirigía una mirada a su
pobre traje y, al fin, dando un suspiro, exclamó:
-¡Mirad cuán miserable soy!
-Sin embargo – contestó el sacerdote –, me parece
que eres un muchacho sano y bien alimentado. ¿Por qué, en medio de nuestra
agradable charla, te quejas de ser un pobre miserable?
-Como ya podéis imaginaros – contesto el muchacho
–, en mi vida no puedo hallar muchos placeres, pues trabajo todos los días
desde que sale el sol hasta que ha anochecido. En cambio, me gustaría ser un
gran general y ganar batallas, o bien un hombre rico, comer y beber
magníficamente, escuchar buena música o, quizá, ser un gran hombre en la corte
y ayudar a nuestro soberano, sin olvidar, naturalmente, a mi familia que así gozaría
de prosperidad. A cualquiera de estas cosas llamo yo vivir digna y
agradablemente. Quiero progresar en el mundo, pero aquí no soy más que un pobre
labrador. Y, si mi vida no os parece miserable, ya me diréis qué concepto os
merece.
Nada le contestó el sacerdote y la conversación
cesó entre ambos. Luego el joven comenzó a sentir sueño y, en tanto que el
posadero preparaba un plato de gachas de mijo, el sacerdote tomó una almohada
que llevaba en sus alforjas y le dijo al joven:
-Apoya la cabeza en esta almohada y verás
satisfechos todos tus deseos.
Aquella almohada era de porcelana, redonda como
un tubo y abierta por cada uno de sus dos extremos. En cuanto el joven hubo
acercado su cabeza a ella, empezó a soñar: una de las aberturas le pareció tan
grande y brillante por su parte inferior, que se metió por allí, y en breve, se
vio en su propia casa.
Transcurrió algún tiempo y el joven se casó con
una hermosa doncella. No tardó en ganar cada día más dinero, de modo que podía
darse el placer de llevar hermosos trajes y de pasar largas horas estudiando. Al
año siguiente se examinó y lo nombraron magistrado.
Dos o tres años más tarde y siempre progresando
en su carrera, alcanzó el cargo de primer ministro del Rey. Durante mucho
tiempo el monarca depositó en él toda su confianza, pero un día aciago se vio
en una situación desagradable, pues lo acusaron de traición, lo juzgaron y fue
condenado a muerte. En compañía de otros varios criminales lo llevaron al lugar
fijado para la ejecución. Allí le hicieron arrodillarse y el verdugo se acercó
a él para darle muerte.
De pronto, aterrado por el golpe mortal que
esperaba, abrió los ojos y, con gran sombro por su parte, se encontró en la
posada. El sacerdote estaba a su lado, con la cabeza apoyada en la alforja, y
el posadero aún estaba removiendo las gachas cuya cocción aún no había
terminado.
El joven guardó silencio, comió sin pronunciar
una palabra y luego se puso en pie, hizo una reverencia al sacerdote y le dijo:
-Os doy muchas gracias por la lección que me
habéis dado. Ahora ya sé lo que significa ser un gran hombre.
Y dicho esto, se despidió y, satisfecho, volvió a
su trabajo, que ya no le parecía tan miserable como antes.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario