martes, 16 de mayo de 2017

SECCIONES SEMANALES (Magazine No. 573)

RECOMENDACIONES DEL MAGAZINE:

CINE:
  • La pasión de Ayn Rand (Helen Mirren, Eric Stoltz, Peter Fonda y Julie Dephy / Dir.: Christopher Menaul / TV Filme / Film & Arts)
  • El límite del atardecer (Tommy Lee Jones y Samuel L. Jackson / Dir.: Tommy Lee Jones / TV Filme / Sundance Channel)
  • American Hustle (Christian Bale, Amy Adams, Bradley Cooper y Jennifer Lawrence / Dir.: David O. Russell / TV Filme / FOX 1)


BLOG DE LA SEMANA (Por Katherine Chacón): http://www.lecturalia.com/ Blog muy bueno sobre literatura.
  
Ávila
(Cortesía de Violeta Samantha)

365 MEDITACIONES TAO (Ming Dao Deng)

XVI

Ordinario

Paraguas, luz, paisaje, cielo-
No hay lenguaje de lo sagrado.
Lo sagrado se halla en lo ordinario.

Nadie es capaz de describir lo espiritual sino comparándolo con cosas ordinarias. Una escritura describe el mundo divino como un “paraguas de protección.” Otro dice que dios es luz. El paraíso se supone que esté en el cielo, e incluso los ascetas que han rechazado el sexo usan imágenes eróticas para describir la iluminación. La gente tiene que recurrir a la metáfora para establecer lo divino.

Incluso se han inventado lenguajes esotéricos que desconciertan a los que son ajenos. Eso le parecen las palabras sagradas a los no iniciados. Después que uno aprende a leerlas, su mensaje comienza a ser asimilado. Ya no nos preocupamos acerca de las imágenes, porque hemos encontrado la verdad que las palabras estaban indicando.

Cuando compras algo que tiene instrucciones para armar, sigues las indicaciones, pero no veneras luego las instrucciones. El logro espiritual no es diferente. Una vez que lo has obtenido, las instrucciones se vuelven secundarias. La espiritualidad alcanzada no es diferente del partido de pelota que juegas, del trabajo que realizas, del auto que manejas, del amor que haces. Si siempre consideras al Tao como extraordinario, entonces permanece desconocido y fuera de ti mismo –un mito, una fantasía, una cantidad innombrable. Pero una vez que lo conoces, es tuyo y es parte de tu vida cotidiana.


MEDITACIÓN: EL ARTE DE RECORDAR QUIÉN ERES (Osho)


“Comienza con el cuerpo.

¡Inténtalo! Si te sientes triste, empieza a correr. Da siete vueltas alrededor de tu casa, tomando respiraciones profundas, bajo el sol, con el viento; después de siete vueltas detente y observa si tu mente está igual. No, no puede estar igual. El cambio corporal ha cambiado la mente. La química del cuerpo cambia la mente.”

CUENTO

LA ALMOHADA MARAVILLOSA


Cierto día una anciano sacerdote se detuvo en una posada situada a un lado de la carretera. Una vez en ella extendió su esterilla y se sentó poniendo a su lado las alforjas que llevaba.

Poco después llegó también a la posada un muchacho joven de la vecindad. Era labrador y llevaba un traje corto, no una túnica, como los sacerdotes o los hombres entregados al estudio. Se sentó a corta distancia del sacerdote y a los pocos instantes estaban los dos charlando y riéndose alegremente.

De vez en cuando el joven dirigía una mirada a su pobre traje y, al fin, dando un suspiro, exclamó:

-¡Mirad cuán miserable soy!

-Sin embargo – contestó el sacerdote –, me parece que eres un muchacho sano y bien alimentado. ¿Por qué, en medio de nuestra agradable charla, te quejas de ser un pobre miserable?

-Como ya podéis imaginaros – contesto el muchacho –, en mi vida no puedo hallar muchos placeres, pues trabajo todos los días desde que sale el sol hasta que ha anochecido. En cambio, me gustaría ser un gran general y ganar batallas, o bien un hombre rico, comer y beber magníficamente, escuchar buena música o, quizá, ser un gran hombre en la corte y ayudar a nuestro soberano, sin olvidar, naturalmente, a mi familia que así gozaría de prosperidad. A cualquiera de estas cosas llamo yo vivir digna y agradablemente. Quiero progresar en el mundo, pero aquí no soy más que un pobre labrador. Y, si mi vida no os parece miserable, ya me diréis qué concepto os merece.

Nada le contestó el sacerdote y la conversación cesó entre ambos. Luego el joven comenzó a sentir sueño y, en tanto que el posadero preparaba un plato de gachas de mijo, el sacerdote tomó una almohada que llevaba en sus alforjas y le dijo al joven:

-Apoya la cabeza en esta almohada y verás satisfechos todos tus deseos.

Aquella almohada era de porcelana, redonda como un tubo y abierta por cada uno de sus dos extremos. En cuanto el joven hubo acercado su cabeza a ella, empezó a soñar: una de las aberturas le pareció tan grande y brillante por su parte inferior, que se metió por allí, y en breve, se vio en su propia casa.

Transcurrió algún tiempo y el joven se casó con una hermosa doncella. No tardó en ganar cada día más dinero, de modo que podía darse el placer de llevar hermosos trajes y de pasar largas horas estudiando. Al año siguiente se examinó y lo nombraron magistrado.

Dos o tres años más tarde y siempre progresando en su carrera, alcanzó el cargo de primer ministro del Rey. Durante mucho tiempo el monarca depositó en él toda su confianza, pero un día aciago se vio en una situación desagradable, pues lo acusaron de traición, lo juzgaron y fue condenado a muerte. En compañía de otros varios criminales lo llevaron al lugar fijado para la ejecución. Allí le hicieron arrodillarse y el verdugo se acercó a él para darle muerte.

De pronto, aterrado por el golpe mortal que esperaba, abrió los ojos y, con gran sombro por su parte, se encontró en la posada. El sacerdote estaba a su lado, con la cabeza apoyada en la alforja, y el posadero aún estaba removiendo las gachas cuya cocción aún no había terminado.

El joven guardó silencio, comió sin pronunciar una palabra y luego se puso en pie, hizo una reverencia al sacerdote y le dijo:

-Os doy muchas gracias por la lección que me habéis dado. Ahora ya sé lo que significa ser un gran hombre.

Y dicho esto, se despidió y, satisfecho, volvió a su trabajo, que ya no le parecía tan miserable como antes. 

(cuento-apólogo popular coreano)




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