Nota del editor: En el Magazine No. 540 (12-07-16) publicamos un artículo tomado de
www.lapatilla.com (25-08-2014) titulado "El incríble relato del apureño que aportó sus maracas a los Rolling Stones". En esta ocasión publicamos la verdadera historia tras ese relato, el cual resultó ser totalmente falso.
EL VENEZOLANO QUE NUNCA TOCÓ CON LOS
ROLLING STONES
07-03-2017
Resurge la leyenda urbana de Jaime Martínez, el
maraquero de Cunaviche que habría tocado con Sus Satánicas Majestades en
"Simpatía por el diablo". Una historia tan fascinante como irreal.
Esta semana ha corrido como
pólvora por grupos de Whatsapp, correos electrónicos y en
conversaciones cara a cara "el increíble relato del apureño
que aportó sus maracas a los Rolling Stones". La nota surge cada
cierto tiempo, con nuevos añadidos, y vuelve a tomar relevancia.
Cuenta esa historia que un
llanero venezolano, Juan Martínez, se fue de polizón hasta Londres donde
viviendo casi como indigente en el ático de un teatro abandonado, conoció por
casualidades de la vida a los Rolling Stones. Supuestamente, el hombre los
escuchó ensayando y comenzó a acompañar el ritmo con sus maracas, cuyo
sonido llegó a los oídos de Sus Majestades Satánicas gracias a "la
acústica del teatro". Entonces los músicos lo buscaron, lo
convencieron de que siguiera tocando y hasta quedaron "fascinados"
por su ejecución; tanto que decidieron incluirla en la canción
"Simpathy for the devil" a la que las maracas llaneras le aportaban
"la pieza faltante". Así, lo habrían grabado después, mientras le
pagaron buen dinero al venezolano, haciéndolo firmar en los créditos
del tema como James Martins, como para no desentonar.
El cuento termina en tono
optimista diciendo que "la próxima vez que escuches 'Simpathy for the
devil' recuerda con orgullo que esas maracas que suenan las toca un venezolano…
un llanero" de Cunaviche, para más señas. Es muy bonito todo ese
orgullo patrio, nacional, tricolor. Pero falso.
Entre las tantas versiones de
este relato, existe una que va más allá y afirma que "Jaime Martínez viajó
por mucho tiempo junto a una de las bandas más reconocidas de todos los
tiempos, un hombre proveniente de los llanos venezolanos, aunque parezca
imposible de creerlo". Y sí, es imposible porque no es cierto.
La
realidad es que las maracas en esa canción las interpretó Bill Wyman, el
bajista fundador de los Stones, y que esta narración convertida en leyenda
urbana fue creada por el periodista Alfonso Molina y el dramaturgo Rodolfo
Santana.
Cuenta Molina que a mediados de
los ochenta, en camino a Barcelona, estado Anzoátegui, por carretera junto a
Santana comenzó a invertarse un "cadáver exquisito": una historia
hilvanada desde una frase seguida por otra y otra y otra, en una especie de
contrapunteo. "Pura improvisación", nos cuenta el periodista sobre
una iniciativa que surgió cuando cruzaban Clarines, donde nació la
leyenda.
"Así fue cómo surgió, frase
a frase, la historia de José Gregorio Torrealba (una mezcla de José Gregorio
Hernández y Juan Vicente Torrealba), un muchacho pobre de Clarines que tocaba
maracas y que no veía futuro en la Venezuela de finales de los sesenta, la del
primer gobierno de Rafael Caldera. Deliraba con ir a Europa y hacer
mundo". La versión original habla de un polizón que llega a
Marsella en un barco mercante y de allí sube a París, donde vivía en lugares
para inmigrantes. La temporada cambia del invierno a la primavera y el
viejo teatro de Londres, al Olympia de la capital francesa. El resto es muy
similar.
"Bajo una primavera
matutina, pasando al frente del Olimpia, escuchó una música dentro del teatro.
Se coló y descubrió que había una banda ensayando: The Rolling Stones. La canción
era 'Simpatía por el diablo'. Callado y escondido, observaba el ensayo. A los
primeros acordes de la canción, se decidió a hacer un aporte con sus maracas.
Mick Jagger preguntó qué era eso que se escuchaba al fondo. Nadie sabía nada.
Uno, dos, tres ensayos más de la introducción y el sonido aparecía de nuevo.
Hasta que Mick descubrió a José Gregorio, en su escondite, quien sin hablar
inglés ni francés trataba de excusarse. Pero Mick no lo botó. Más bien lo
invitó a sumarse al equipo de percusionistas que dirigía Charlie Watts. La cosa
funcionó y JG, como lo llamaron desde entonces, se incorporó a Sus Majestades
Satánicas. Viajó por todo el mundo con la banda inglesa. Se convirtió al
budismo".
Alfonso
Molina recuerda con no poco humor que "esta historia la publiqué en El
Nacional por aquellas fechas, como un cuento, un relato, una breve
historia y nada más. Pero pronto comenzó a tener repercuciones, sin yo
darme cuenta. Napoleón Bravo se hizo portavoz de un personaje de
ficción que muchos pensaron que era real. Lo mismo nuestro querido Iván
Loscher, que nos acaba de dejar. Y así varios. Con el tiempo, fueron surgiendo
nuevas versiones de esta leyenda y varios fueron sumando detalles a esta
ficción y José Gregorio dejó de ser de Clarines para convertirse en un muchacho
llanero o maracucho o guayanés bajo los más diversos nombres".
En el anecdotario de las leyendas
falsas de la historia del rock seguirá incluida esta del llanero venezolano que
tocó con los Rolling Stones. También el relato quedará en el panteón de rumores
y falsedades que algunos medios y particulares han replicado a pesar de
evidencias que desmienten el cuento, bien sean páginas web, revistas digitales, comentarios en el Facebook oficial de la banda, o espontáneos que
toman la historia y la replican firmándola como propia. El amigo Román Lozinski se
dejó llevar y lo contó, con detalles, al aire.
Pero también queda otra
curiosidad muy folklórica que también relata Alfonso Molina: "Rodolfo
me llamó un día para decirme que había recibido un telegrama del Concejo
Municipal de Clarines para preguntarle cómo contactaban a José Gregorio, pues
deseaban designarlo hijo Ilustre de Clarines. Vaya problema. Después
de pensarlo mucho, escribimos una comunicación al Ilustre Concejo Municipal de
Clarines para decirles que José Gregorio había desaparecido de la banda en un
concierto en Amsterdam y se había ido a buscar una vida más espiritual. La
última vez que se supo de él fue en Samarkanda. De ustedes,
atentamente... Cuando murió Rodolfo decidí escribir una novela con esta
historia. Está avanzada mas no concluida. Es una mezcla de ficción y realidad.
Qué es lo real y qué lo imaginario sigue siendo una pregunta válida. como nos
la planteamos en aquel cadaver exquisito. Ahora volvió la leyenda urbana. Cada
cual construye su propia leyenda. Eso es lo importante".
La maraca de la foto perteneció a
Mick Jagger. Y en el video a continuación el instrumento es interpretado por
Brian Jones, mientras que en el minuto 4:53 puedes ver a John
Lennon dejándose llevar por el ritmo.
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