REFLEXIONES
SOBRE GERDA GEDDES (I)
Por Courtenay
Young
Recientemente estaba leyendo un libro especial, uno de
sólo dos publicados sobre el trabajo de Gerda "Pytt" Geddes, que es
esencialmente no sólo una biografía muy bien documentada, sino también, en sí
mismo, un conjunto de reflexiones de su autor Frank Woods. Es un pequeño libro
extraordinario, difícil de conseguir, acerca de una extraordinaria mujer poco
conocida: Gerda, conocida como "Pytt" Geddes, quien vivió desde 1917
hasta 2006.*
Su vida y su trabajo abarcaron varios campos, el de la
temprana Terapia de Movimiento de Danza y el del también temprano mundo de la
Psicoterapia Corporal, con los cuales tuvo muchas conexiones. Sin embargo, se
la conoce más por su contribución al mundo del T'ai Chi británico. Ya que me
entrené con ella en T'ai Chi durante un año en Londres y siendo yo un
psicoterapeuta corporal, he reflexionado sobre estos aspectos, y de aquí este
artículo para esta publicación de la Asociación Europea de Psicoterapia Corporal.
Gerda Meyer Bruun nació en el seno de una familia
provincial acomodada de Bergen, Noruega; su padre fue Ministro de Comercio en
uno de los gobiernos entre las dos guerras. Fue enviada a Londres para que
aprendiera inglés y a los veinte años ganó una beca para un año de estudios en
Estados Unidos. Regresó a su hogar en 1938, a una Europa que iba a lanzarse a
una Segunda Guerra Mundial.
Habiendo conseguido un trabajo en Oslo y ya inscrita
en la Universidad de esa ciudad, inmediatamente se registró en un curso de
danza con la bailarina alemana Mary Vigman, "que trabajaba con la
expresión de las emociones a través de la danza" y también entró en el
psicoanálisis. Al poco tiempo Noruega fue ocupada por el Tercer Reich, y así,
teniendo una mente independiente y disgustada porque los alemanes habían
ocupado su casa familiar, Gerda se unió al movimiento de resistencia noruego.
En este período Gerda también se entrenaba como
bailarina con Elsa Lindenberg, segunda esposa o compañera de Wilhelm Reich, a
quien había ayudado a desarrollar su forma de Psicoterapia Corporal, e
igualmente se convirtió en una alumna de psicoanálisis con Ola Raknes, a su
vez, alumna de Wilhelm Reich. Por un tiempo corto, en lo que Michael Heller
llama la Edad Dorada de la Psicoterapia Corporal. Gerda fue parte de un pequeño
e íntimo grupo de psicoterapeutas y bailarines que daban vueltas alrededor de
las dinámicas figuras de Wilhelm Reich y Elsa Lindenberg, que desarrolló el
movimiento europeo de psicoterapia de la danza.
Estas complejas interacciones significaron que Gerda
comprendió muy temprano en su vida profesional algunas de las conexiones
energéticas fundamentales entre mente, cuerpo y espíritu, y (mucho más tarde)
las utilizó, cuando estimulaba a sus estudiantes a aprender T'ai Chi Ch'uan
como una manera de reorganizarse internamente en forma terapéutica, y así
ayudarlos a encontrar su propio potencial creativo interno.
Durante la ocupación alemana de Noruega en la segunda
guerra mundial, Gerda jugó una parte muy activa dentro de la resistencia
noruega, distribuyendo secretamente boletines de noticias de la BBC por varios
años, pero, temiendo ser descubierta, tuvo que huir a la neutral Suecia. Allí
se las arregló para continuar su entrenamiento en la danza (estudiando con la
renombrada bailarina y coreógrafa Birgit Askesson) y también su entrenamiento
en el psicoanálisis con Tage Philipson, otro psiquiatra y alumno de Reich.
Durante su estada en Suecia, ayudó a Philipson en su trabajo con refugiados de
los campos de concentración nazis, usando sus habilidades analíticas del
movimiento para de alguna manera ayudar a estas personas a liberarse de sus
prisiones psicológicas.
Al final de la guerra regresó a Oslo y se las agenció
para conectarse de nuevo con esas dos disciplinas, trabajando con Gerda Ring,
la directora del Teatro Nacional Noruego, que estaba introduciendo el
pensamiento psicológico en el mundo del drama. Es esos años de post guerra,
había alcanzado algo como la cumbre de su vida hasta ese momento. Tenía casi
treinta años, había sobrevivido a la guerra, tornado su exilio en Suecia en una
oportunidad constructiva que había avanzado su desarrollo por igual en la danza
y en sus habilidades psicoterapéuticas; había trabajado los problemas con su
madre de una manera que había enriquecido y profundizado la relación. Su
trabajo al filo del drama contemporáneo era satisfactorio y requería del máximo
de sus habilidades, y tenía pacientes privados con los cuales practicar su
psicoterapia. La vida estaba casi completa. Entonces, en 1947, conoció al
Honorable David Campbell Geddes.
En una entrevista dice:
"Este fue un período de tiempo muy interesante porque estábamos trabajando con nuevos autores de vanguardia, como Kafka, Jean Paul Sartre y Bertolt Brecht. Mi más importante ocupación era tratar de analizar cada personaje en las obras y ayudar a los actores a tener un sentido de cómo debían ser sus actuaciones. Junto con los actores revisábamos cada personaje, haciéndolos pensar en cómo debían mover sus cuerpos, sus posturas, cómo debían sonar sus voces. El trabajo era fascinante y me dió una conexión muy profunda con los actores y con los personajes que debían caracterizar. Más tarde me mudé a Londres en 1947 usé el mismo trabajo en el teatro Old Vic".
En 1947 obtuvo dos donaciones que le sirvieron para un
viaje de investigación a Londres, en donde trabajó con Laurence Olivier y Ralph
Richarson bajo la égida de Litz Pisk (Director de Movimiento del teatro Old Vic
que estaba alcanzando el pináculo de su fama). A su regreso a Noruega, Gerda
fue presentada (por un amante, con quien acababa de decidir que no se casaría)
al hombre que más tarde sería su esposo, David Geddes, el hijo menor el Primer
Lord Geddes: "Me arrancaron del suelo, olvidé mi vuelo a Bergen. Bien, eso
fue, amor a primera vista!"
Al principio no fue una relación fácil: ella tenía por
delante dieciocho meses de contrato con el Teatro Nacional y él estaba también
enredado con dos mujeres, una de las cuales acababa de tener un hijo suyo y,
aún cuando se escribían largas y apasionadas cartas, ella no podía leer
cabalmente su caligrafía. Eventualmente contrajeron matrimonio a fines de 1948,
faltos de dinero, y entonces, de pronto, su vida cambió de nuevo: "David
encontró un trabajo en Shanghai". Sucintamente ella dice:
"Pude continuar mi trabajo del movimiento en China y tuve también la suerte de trabajar por un breve período en la Opera de Peking... Lo que me sorprendió fue lo muy buenos que eran los chinos en la improvisación. Les daba un tema para una clase y los invitaba a expresar lo que el tema dado significaba para ellos. Lo hacían de una manera muy sorprendente para mí".
En 1949, Shanghai, una de las ciudades más grandes de
China, tenía dos sobre nombres contrastantes: "El París del Este"y
"La Prostituta de Asia". Pero fue allí, en ese entorno muy
sorprendente, cerca de su casa en las afueras de Shanghai, mirando un viejo en
los campos, que Gerda llegó a lo que sería la real pasión de su vida: T'ai Chi
Ch"uan.
Sin embargo, antes de que pudiera meterse totalmente
en ello, junto con su esposo, tuvieron que vivir otra ocupación, cuando el 1 de
octubre de 1949, Mao Tse Tung proclamó la República Popular de China (después
que Chiang Kai-shek había huido a Taiwan llevándose la mayoría de las reservas
de oro y plata del país).
En los siguientes dos años Gerda y David fueron
efectivamente rehenes en un Shanghai que cambiaba muy rápidamente bajo el mando
comunista. Desde el primer día hubo represión contra soborno, corrupción,
mercado negro, prostitución y otras prácticas que habían sido características
del caótico estilo de vida de la ciudad.
Gerda también quedó embarazada de su primera hija y
David estaba fuertemente comprometido en negociaciones con los oficiales del
Partido, que se habían apoderado de la compañía para la cual trabajaba, Jardine
Matheson. Eventualmente, después de haber sido "retenidos" por dos
años lograron una visa de salida en enero de 1951 y viajaron a Hong Kong.
La dedicación de Gerda al T'ai Chi Ch'uan comenzó
realmente más tarde, en 1956 o 1957, cuando vivía en Hong Kong, e iba a ocupar
su vida por los próximos cincuenta años. Había logrado lo que parecía
imposible, pues de alguna manera persuadió al Maestro Choy Hawk-Pang (o Choy
Hok-Peng) para que enseñara a una mujer occidental, lo que entonces era realmente
único.
El estilo Yang, que aprendió de él, era raramente
enseñado a occidentales, y el proceso de aprendizaje, a través de observación
cercana con muy pequeña comunicación verbal, era increíblemente complejo y
difícil. Las lecciones comenzaron y cuando el Maestro murió unos pocos meses
más tarde, su hijo, Choy Kam-Man ("Johnny Choy"), las asumió, y las
lecciones continuaron hasta que ella dejó Hong Kong a fines de 1958:
"Trabajé con Choy Hok Peng cerca de dos horas diarias, cada día, por un período de seis meses. Me enseño la Forma Yang Larga. El método de enseñanza era muy inusual para mí, viniendo de donde venía. No había absolutamente ningún contacto físico. Cuando eventualmente me corregía, lo hacía con sólo un dedo, manteniendo su cuerpo lejos de mí. Sentía que ambos estábamos midiéndonos uno al otro durante ese tiempo. Tenía que des-aprender, lo cual fue una de las cosas más difíciles para mí, toda mi técnica del baile. Mi cuerpo había sido entrenado en una forma particular de moverse y tenía que repensar todo. Como aprender a caminar de nuevo. Tomó un largo, largo tiempo, acostumbrarme al método de movimiento. Él sólo quería que copiara sus movimientos y lo recuerdo diciendo: "Mire, Missy, mire mi pie, véalo". Fue un duro trabajo pero cuando caí en cuenta de que tenía que des-aprender mis patrones de movimiento previos, entonces supe que tenía que "dejar ir". Este dejar ir y mi re-pensar la totalidad de mi cuerpo fue la mejor manera de aprender Tai Chi".
Como dice su biógrafo Frank Woods: "Ella trajo el
T'ai Chi de China y tenía planes de compartir sus tesoros con los británicos,
pero ellos parecían no quererlo, y hubo un largo período en el que nada pasó.
Entonces Gerda colapsó físicamente, cuando un viejo problema estomacal apareció
en un tumor del tamaño de un grapefruit. Afortunadamente era benigno y el
período post-operatorio le permitió una re-inmersión en varios aspectos de la
cultura china que habían influenciado y apoyado su interés en el T'ai Chi Ch'uan:
Durante los tempranos años de la década 1960-70,
comenzó a explorar el taoísmo a través de la literatura y el arte chinos. El
taoísmo es una filosofía basada en las leyes de la naturaleza, la importancia
del cambio, la renovación y la intrínseca importancia de la energía o chi. T'ai
Chi Chúan fue su vehículo en esta exploración, aún cuando en China se practica
como un arte marcial sin las interpretaciones alegóricas con las cuales Gerda
lo invistió.
Entonces también cayó en cuenta de que había olvidado
algunas partes de la Forma Larga (la secuencia de 108 movimientos) y así
comenzó otra lucha, en un punto con la ayuda del film de Johnny Choy, que ahora
vivía en California. El viaje de Gerda se tornó por igual técnico y
transformacional, con partes que descendían en sueños simbólicos, en la medida
en que lenta y trabajosamente iba juntando la secuencia de la Forma Larga y, en
el proceso entendía el significado profundo de mucho de estos movimientos. No
fue sino hasta cerca de 1964 que realmente comenzó a enseñar y, en 1970, en un
nuevo estudio de danza contemporánea que estaba comenzando cerca de Kings
Cross, cuando encontró su lugar, en The Place.
Gerda Geddes y el T'ai Chi entraron con pie firme en
The Place en donde una nueva visión de la danza contemporánea británica estaba
siendo explorada. Ella había llegado a un sitio, personal y físico, en donde
los tres hilos definitorios de su vida, psicología, danza y t'ai chi, se
unieron por fin en algo más grande que las partes que lo componían.
Entonces comenzó un período enormemente significativo,
no sólo para ella, sino también, subsecuentemente, para todo el Reino Unido y
la comunidad internacional del T'ai Chi Ch'uan. No solamente impartió tres
clases a la semana por más de 26 años, sino que sus clases eran obligatorias
para los estudiantes de primer año de danza. Así que también influyó
significativamente en el mundo de la danza contemporánea. La vida había dado el
círculo completo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario