TAI CHI CHUAN, QI GONG Y PSICOMOTRICIDAD INFANTIL
Josnil Rojas,
septiembre 2016
Entre la porción más joven de nuestra población venezolana gozan
de gran popularidad las artes marciales de tipo externo, como el karate y el
judo, gracias a la existencia de cantidades de escuela, algunas de las cuales
se han posicionado dentro de centros educativos privados, quedando en un plano
poco conocido las de tipo interno, tales como el Tai Chi y el Qi gong.
Aunque ambos tipos de artes marciales, externas e internas,
tienen una repercusión importante en la psicomotricidad infantil y juvenil, el
común de las personas considera que las de tipo interno son para ser
practicadas solo por adultos, en especial por adultos mayores, ignorando los
beneficios de estas prácticas entre los más pequeños.
Las artes marciales externas o duras se focalizan en
desarrollar la fuerza desde afuera hacia adentro, los movimientos rápidos y
precisos, mientras que las artes marciales internas o suaves enfatizan el
trabajo interno: control de la respiración y de la mente, la resistencia y
manejo del flujo de la energía (Chi).
Las artes marciales internas presentan un plus particular el
cual ha permitido su consideración a la hora de atender diferentes tipos de
alteraciones, a nivel físico, conductual y/o emocional de niños y jóvenes, lo cual repercute en el
bienestar integral de éstos.
En el año 2015, investigadores del National Center for Health
Statistics y del National Institutes of Health
reportaron que en los Estados Unidos de América (EEUU), entre los años 2007 y
2012, se registró un incremento significativo en el uso del Yoga, el Tai Chi o
el Qi gong por parte de niños y jóvenes menores de 18 años de edad. Las
estadísticas revelaron que en el año 2012 más de 900 mil niños empleaban la
meditación como terapia complementaria, y que de estos 760 mil, es decir, el
80%, practicaban la meditación como parte del Yoga, el Tai Chi o el Qi gong;
siendo este tipo de meditación en movimiento más común entre los niños que la
meditación sola.
En Suecia, año 2008, una maestra de primaria decidió
desarrollar una intervención de tipo remedial para que sus 23 alumnos, entre
los 7 y 9 años de edad, aprendieran a gestionar y reducir su estrés, y por lo
tanto aumentar su bienestar. Para ello desarrolló un plan de práctica diaria de
Qi gong durante cuatro meses.
A corto plazo se apreció que los niños lograron centrarse en
los ejercicios de Qi gong durante
aproximadamente un minuto. Gradualmente pudieron aumentar el tiempo hasta
alcanzar un máximo de 15 minutos por cada hora de clase. El ausentismo escolar
se redujo de manera importante en comparación con el grupo control,
disminuyeron los conflictos entre los niños y desaparecieron las quejas de los
niños por dolores de estómago y de cabeza. Los hábitos de sueño mejoraron.
Algunos niños que sólo eran capaces de trabajar sin interrupciones por no más
de cinco minutos pudieron, después de una sesión de Qi gong, triplicar sus
tiempos de
concentración.
Los efectos logrados mes a mes por esta práctica se resumen a
continuación:
Mes 1: Los niños estaban curiosos y con ganas, sin
embargo, varios perdieron la concentración, iban al baño, se apartaban y conversaban
entre ellos, mientras que otros se arrastraban en el suelo. Se decidió comenzar
con ejercicios cortos, maestra y alumnos, en conjunto, decidieron empezar con 1
minuto de Qi gong, 2 minutos al día siguiente y así sucesivamente.
La mayoría
de los niños tuvieron dificultad con el equilibrio, para hallar diferentes
partes del cuerpo, con la coordinación y la percepción espacial. También se
observó dificulta en ellos para comprender la diferencia entre estar tenso y
estar relajado. Las dificultades eran más notorias entre los alumnos más jóvenes con dificultades
motoras debido a la edad y en aquellos niños que previamente ya evidenciaban dificultades
en las habilidades motoras y en la concentración.
Mes 2: a finales del segundo
mes alcanzaron los diez minutos por sesión. Los niños habían dejado de hacer
caras y de reírse.
A los niños con dificultades de atención todavía les
resultaba difícil mantener la concentración en los movimientos. Para remediar
este problema, ellos podían intentar reposar en su espacio, colocando sus manos
sobre el ombligo y cerrando los ojos. Esto funcionó y la tranquilidad comenzó a
extenderse lentamente. Los niños también habían comenzado a solicitar sesiones
de Qi gong y estaban dispuestos para que tuviera lugar todos los días.
En este
segundo mes, llegaron a darse cuenta de la diferencia entre estar tenso y estar
relajado. Aún presentaban dificultad en la consciencia de sí mismo y ni la
coordinación ni la postura mostraron cambios.
Mes 3: los alumnos se mantenían
completamente en silencio durante las sesiones, eran capaces de concentrarse en
los movimientos, sus habilidades motoras habían mejorado considerablemente y
podían cerrar sus ojos durante los ejercicios.
La calma que se logró en la
sesiones de Qi gong se extendió al trabajo escolar ordinario. Las sesiones llegaron
hasta aproximadamente 20 minutos por día.
Mes 4: los niños expresan que están
contentos y orgullosos de saber Qi gong. Preguntan y quieren aprender más.
Muchos niños usan el Qi gong de forma espontánea en el trabajo escolar, por
ejemplo cuando no saben cómo resolver un problema de matemáticas. Conocen y
usan ejercicios de afirmaciones positivas y de visualización. La duración de
las sesiones es hasta 20 ó 30 minutos.
Las habilidades motoras de los niños
mejoraron gradualmente mes a mes. Lograron progresos referidos a la conciencia
de sí mismo, la dirección y las habilidades espaciales, la capacidad de cruzar
la línea media del cuerpo, y la coordinación.
Gracias a los cambios en los
patrones de postura y movimiento se redujeron las caídas, torceduras de tobillo
y choques con los amiguitos durante el recreo. A través de la mejora de las
funciones motoras, aumentó la confianza en sí mismo, así como la capacidad de
participar en los juegos en igualdad de condiciones. Este maestro logró un
ambiente amigable y armónico entre los niños durante las clases, en los
pasillos de la escuela y durante los momentos de juegos.
Los hallazgos reportados en este
estudio revelan la consideración del Tai Chi y del Qi gong como terapias
remediales válidas a ser aplicadas en niños y jóvenes. Es decir, los beneficios
que se pueden obtener a través de la práctica de estas disciplinas van más allá
de lo recreativo.
El Tai chi y el Qi gong, dentro de nuestro mundo
occidental, figuran para los Médicos y Psicólogos como terapias complementarias
o alternativas, no así para los Psicomotricistas, quienes las reconocen como
técnicas corporales útiles para afectar positivamente el funcionamiento
psicomotor de la persona.
La
psicomotricidad es una función humana que integra la actividad motriz y la
actividad psíquica. Se modifica en el individuo a lo largo de todo su ciclo de
vida, pasando de una etapa de evolución o desarrollo, desde el nacimiento hasta
la pubertad, a una etapa de involución, durante la vejez.
Esta función se
desarrolla gracias a mecanismos internos y a factores externos, lo que en
Medicina Tradicional China (MTC) se denomina “Cielo anterior” y “Cielo
posterior”, respectivamente. Los primeros corresponden a procesos físicos
madurativos que obedecen a leyes biológicas y a la herencia, mientras que los
segundos comprenden un conjunto de elementos provenientes del ambiente, como
son la alimentación, la estimulación, el aprendizaje y las condiciones de vida.
El fin último del desarrollo psicomotor es el control del cuerpo, y esto ocurre
cuando se logra un adecuado esquema corporal y tono muscular, independencia
motriz, lateralización, movimientos coordinados, control respiratorio, equilibrio,
estructuración espacial y estructuración temporal. Todo lo cual puede
alcanzarse mediante la práctica del Tai Chi y del Qi gong.
Diversos autores del
área de la Psicomotridad (PSM) han señalado que el cuerpo “se descubre”, “se
construye”, no está dado, y para esto es fundamental el movimiento. A través
del movimiento y la acción corporal se desarrolla la persona en su conjunto, en
sus aspectos afectivos, cognitivos y conductuales.
Por la actividad corporal la
persona:
- Toma consciencia de su cuerpo llegando a identificar sus partes y sensaciones.
- Aprende a utilizar el cuerpo e inhibir movimientos innecesarios.
- Observa las consecuencias de sus acciones y partiendo de esta información las planifica y anticipa resultados.
- Desarrolla sus capacidades mentales de análisis, síntesis, simbolización, abstracción y generalización.
Tanto en la MTC como en
la PSM, el Ser Humano es concebido como una totalidad, una unidad
psicosomática. Ambas disciplinas coinciden en que el control del cuerpo
conlleva al conocimiento y comprensión del mundo, al incremento de la seguridad
en sí mismo, a tener una mejor actitud ante los semejantes y el entorno en
general. El mejor momento para comenzar a desarrollar estas capacidades es en la
infancia; en palabras de Ferraro (2003: 25), “…los niños tienen una percepción
innata de la energía y también se hallan más cerca de la naturaleza y de las
energías cósmicas que les rodean.”
Bibliografía consultada
Black, L.,
Clarke, T., Barnes, P., Stussman, B. and Nahin, R. (2015). Use of Complementary
Health Approaches Among Children Aged 4–17 Years in the United States: National
Health Interview Survey, 2007–2012. National health statistics reports; n° 78.
Hyattsville, MD: National Center for Health Statistics.
Brolin, G. (2008). Qigong in school. A study of the
process in a primary school class that practiced
Qigong exercises daily during a school term. Recuperado
en: http://www.chineng.be/images/docs/Onderzoek%20Qigong%20in%20school.pdf,
el 29-08-2016.
Ferraro, D.
(2000). Qigong para niños. España:
Oniro.
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