martes, 25 de octubre de 2016

ARTÍCULOS DEL ARCHIVO NEI DAN (Magazine No. 550)

LOS DOS LOBOS


Un anciano Cherokee estaba teniendo una charla con sus nietos, acerca de la vida. Los niños querían saber sobre muchas cosas; cómo ser buenas personas, por qué había personas malas, por qué tenían intenciones no muy buenas.

El les dijo: “Una gran pelea está ocurriendo dentro de mí; es entre dos lobos ...

“Uno es diabólico: iracundo, lujurioso, arrogante, mentiroso, falso predicador, vanidoso, resentido, ladrón, abusador y asesino.

El otro es bueno: pacífico, amoroso, sereno, humilde, generoso, compasivo, fiel, bondadoso, benevolente y honesto”.

Uno de los nietos, después de unos minutos de reflexión, preguntó a su abuelo: “¿Y qué lobo ganará?”

A lo que el anciano Cherokee simplemente respondió: “El que yo alimente”.

Desde el comienzo el juego de la vida ha estado marcado por dos fuerzas que interactúan: orden y caos, amor y odio, luz y sombra, son algunos de los pares con los que identificamos los opuestos de un todo que le dan forma a la realidad. De hecho en nuestro tránsito por esta existencia vivenciamos una serie de experiencias, en las que vamos aprendiendo a través del contraste.

Es frecuente encontrar en los relatos de vida de personas exitosas, que éstas han construido sus logros luego de superar y asimilar las lecciones de experiencias de fracaso; también hay quienes han logrado la salud y el bienestar, luego de superar fuertes procesos de enfermedad, perturbación física y emocional.

Este parece ser el juego de la vida, un juego de contrastes, matices, sombras y luces, un juego de opuestos que marcan el ritmo y el sentido de la creación. En este sentido, vista desde una perspectiva holística, nuestra existencia está marcada por un conjunto de experiencias que promueven una serie de aprendizajes, todos ellos orientados al logro de mayores niveles de conciencia.

En la leyenda cherokee que marca el comienzo de esta columna se pone de manifiesto el juego de la vida a través de la lucha entre los dos lobos, pero el anciano cherokee nos deja en sus palabras una serie de enseñanzas implícitas sobre las cuales bien vale la pena reflexionar.


En la totalidad manifestada como el ser interior del anciano se libra una lucha entre dos fuerzas representadas a través de pares de opuestos, en este caso los dos lobos y la naturaleza a la cual responden: amor – odio, compasión – resentimiento, arrogancia – humildad, falsedad – verdad (…) La vida según las palabras del sabio es una lucha constante entre esas dos fuerzas.

Pero quizá la esencia de la enseñanza se encuentra en la respuesta que el anciano le da a la interrogante de uno se sus nietos acerca de cuál de los lobos ganará, a lo que responde “el que yo alimente”.

¿Qué querría decir el anciano con esa respuesta? ¿Será que si uno alimenta un aspecto de la existencia el otro desaparece? ¿o por el contrario, se mantiene como una fuerza latente dispuesta a surgir el momento apropiado?

Aquí bien vale la pena retomar lo que ya hemos expuesto: Desde el comienzo, el juego de la vida ha estado marcado por dos fuerzas que interactúan: orden y caos (…) nuestra existencia está marcada por un conjunto de experiencias que promueven una serie de aprendizajes, todos ellos orientados al logro de mayores niveles de conciencia.

Eliminar uno de los aspectos que dan sentido al gran juego de la vida es prácticamente imposible, a lo más que han logrado llegar algunas corrientes de “desarrollo espiritual” es a promover la transmutación de los llamados aspectos “negativos” de la personalidad o agregados de nuestra sombra. Mas parece que por transmutar entienden reprimir y en el peor de los casos cercenar.

Resulta que reprimir nuestra sombra es lo que les da vida a nuestros propios demonios internos, en otras palabras alimenta y le da fuerza a aquello que estamos tratando de controlar y eliminar. Aquí nos encontramos una vez más con la reflexión del anciano cherokee, en cuanto al lobo que ganará la batalla en nuestro interior, que no es más que aquel a cual alimentemos.

Adaliz Buitriago
Nei Dan Magazine No. 253 (20-10-09)
Sección: "El sanador interno" (Adaliz Buitriago) 



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