DEJANDO PASAR LAS NUBES (y Fin)
Es imposible realizarlos sin un buen enraizamiento, una
postura que sostenga el movimiento y potencie el poder del mismo. Una actitud
mental que nos traiga al aquí y ahora, exactamente lo que se practica en zazen.
Energéticamente hablando, el movimiento ayuda a desarrollar la fuerza interna y
mejorar la autoestima, algo que naturalmente sucede cuando uno limpia su mente
de tantos pensamientos negativos y desvalorizantes y comprende que uno es un
Buda en la tierra, así como lo son todas las demás personas.
Mover las manos como nubes, surge de la tierra, asciende
por las piernas hasta el dantien inferior, mueve la cadera en unión con el
tronco y la energía llega a los brazos para ejecutar el movimiento. Permite
comprender la potencia que implica moverse en unidad, utilizando los pies como
conexión con la energía yin y la cadera como comandante del movimiento. Hace
años este movimiento para mí fue mágico porque a través de la práctica del
mismo comprendí todos estos conceptos sumamente importantes del tai chi.
Hoy lo práctico desde el Zen y corro las nubes de mi mente
una a otra sucesivamente, mantenimiento mi cuerpo alineado y en calma.
Silenciando mi mente, nube a nube que dejo pasar. El cielo limpio solo dura
unos segundos pues enseguida aparece otra nube. Los días de verano en los que
el cielo se encuentra completamente despejado son pocos y los disfruto con
felicidad plena. Los momentos en los que mi mente se encuentra calma y en
silencio son pocos. El trabajo que lleva limpiar las nubes es arduo y persistente,
pues no siempre las nubes se quieren ir, sino que retornan una y otra vez.
Cuando por unos segundos logro que mi cielo esté claro, apenas me doy cuenta,
debo comenzar nuevamente a limpiar.
(Colaboración de Ivonne Duhart)
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