LAS DOS PREGUNTAS
El ser humano en su cotidianidad dependiendo del
lugar que ocupa en el gran juego de la vida, se hace y se responde infinidad de
preguntas; así va avanzando –independiente de que tenga consciencia o no de
esta situación- en el cumplimiento de su plan de vida. Ponernos a enumerar las
interrogantes que se nos presentan en cada una de las etapas de desarrollo a lo
largo de nuestra existencia podría resultar tedioso. Sin embargo hay dos
preguntas que para mí marcan el paso de un nivel hacia otro en nuestro tránsito
por esta vida, y son: ¿Quiénes somos? Y ¿De dónde venimos? Dos preguntas cuya
respuesta puede parecer obvia, si las abordamos desde una perspectiva
superficial.
Generalmente nos identificamos con la personalidad
que hemos cultivado según las normas que dictan las convenciones sociales, nos
identificamos con lo que creemos que somos según: el rol que desempeñamos en la
sociedad (padres, hijos, hermanos, primos, tíos, sobrinos, abuelos, esposos);
si somos bien parecidos o poco agraciados, si tenemos salud o estamos enfermos,
nos identificamos con nuestro cuerpo físico; asimismo con nuestra ocupación o
profesión.
De esta manera, construimos una vida basada en lo
que creemos acerca de nosotros mismos y no en lo que somos en verdad. Por su
parte nuestra relación con la divinidad también se construye a través de una
visión antropomórfica de la misma, atribuyéndole caracteres humanos al Supremo
Creador. Pero ¿cómo la fuente de donde emana todo lo que existe, incluyendo lo
que no somos capaces de imaginar, podría tener una forma definida?
De pronto, dejar a un lado muchas de las cosas que
nos han enseñado y aceptamos creer acerca de nosotros mismos, sea de gran ayuda
en nuestro proceso de autoconocimiento. El siguiente es un cuento que conseguí
en Internet que de pronto nos ayude a desplazar nuestro enfoque acerca de
nuestra verdadera esencia y origen hacia otra posibilidad. Espero que nos sea
útil a todos.
Una estrella de Esperanza
Existen millones de estrellas en el cielo. Estrellas
de todos los colores: blancas, plateadas, verdes, doradas, rojas y azules. Un
día inquietas, ellas se acercaron a Dios y le dijeron: Señor Dios, nos gustaría
vivir en la Tierra
entre los hombres.
“Así será hecho. Las conservaré a todas ustedes
pequeñitas, como son vistas, para que puedan bajar para la Tierra ” –respondió el
Señor.
Cuentan que en aquella noche hubo una linda lluvia
de estrellas. Algunas se acurrucaron en las torres de las iglesias, otras
fueron a jugar y a correr junto con las luciérnagas por los campos, otras se
mezclaron con los juguetes de los niños y la Tierra quedó maravillosamente iluminada. Pero con
el pasar del tiempo, las estrellas resolvieron abandonar a los hombres y
regresar al cielo, dejando la
Tierra oscura y triste.
¿Por qué volvieron? –preguntó Dios, a medida que
ellas iban llegando al cielo.
“Señor, no nos fue posible permanecer en la Tierra. Allá existe
mucha miseria y violencia, maldad, injusticia”. Y el Señor les dijo: “¡Claro!
El lugar de ustedes es aquí en el cielo. La Tierra es el lugar de lo transitorio, de aquello
que pasa, de aquel que cae, de aquel que yerra, de aquel que muere, donde nada
es perfecto. El cielo es el lugar de la perfección, de lo inmutable, de lo
eterno, donde nada perece”.
Después que llegaron todas las estrellas y verificando
su numero, Dios hablo de nuevo: “Nos esta faltando una estrella. ¿Será que se
perdió en el camino?” Un Angel que estaba cerca replicó: “No Señor, una
estrella resolvió quedarse entre los hombres. Ella descubrió que su lugar es
exactamente donde existe la imperfección, donde hay límite, donde las cosas no
van bien, donde hay lucha y dolor”.
¿Qué estrella es esa? –preguntó Dios. “Es la Esperanza Señor.
La estrella verde. La única estrella de ese color” –respondió el Angel.
Y cuando miraron para la Tierra , la estrella no
estaba sola. La Tierra
estaba nuevamente iluminada porque había una estrella verde en el corazón de
cada persona. Porque el único sentimiento que el hombre tiene y Dios no
necesita tener es la Esperanza. Dios ya conoce el futuro y la Esperanza es
propia de la persona humana, propia de aquel que yerra, de aquel que no es
perfecto, de aquel que no sabe como será el futuro.
Recibe Amigo en este momento esta estrellita en tu
corazón, la esperanza, tu estrella verde. No dejes que ella huya y no permitas
que se apague. Ten certeza que ella iluminara tu camino, se siempre positivo y
agradece a Dios por todo. Se siempre feliz y contagia con tu corazón iluminado
a otras personas.
Adaliz Buitriago
Nei Dan Magazine No. 241 (14-07-09)
Sección: "El Sanador Interno)
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