martes, 12 de julio de 2016

ARTÍCULOS DEL ARCHIVO NEI DAN (Magazine No. 540)


LO ESOTÉRICO DE LAS PLANTAS



Los seres vivos son capaces de transformar una sustancia en otra. El hombre y el animal llevan en su interior el poder de la alquimia. Es así como el hígado transforma lo que ingerimos en sustancias o componentes que el cuerpo necesita para el trabajo o el desenvolvimiento. Asimismo, las gallinas extraen de la tierra lo que necesitan para formar las cáscaras de sus huevos. La naturaleza, en cada una de sus criaturas, dedica todos sus procesos a la conservación de la vida; y de una manera hermosa esto se desarrolla ante nuestros ojos, sin que podamos percibir los cambios o transmutaciones que se suceden a cada instante. Debemos tomar a la naturaleza como nuestra mejor escuela, como nuestro hogar, y estar dispuestos a aprender de ella, ya que somos parte de un todo cósmico que nos estimula y nos integra en un solo y único Ser.

LOS DUENDES DE LAS PLANTAS

Se cree que cada planta posee un duende que es, por decirlo así, el alma externa de la misma, que actúa como su protector, proporcionándoles lo que necesitan. Cuando una planta anual termina su ciclo de vida, el duende la abandona y toma bajo su protección a otra a la cual la primavera invita a desarrollarse. En los casos de las plantas que tienen períodos de vida más largos, o son perennes, el duende permanece a su lado por siempre.

Los duendes pueden parecerse a los humanos en diversas cosas. De igual manera, suele suceder que las personas tomen de estos algunos de sus modos. Se dice que cuando los duendes danzan en círculo a la luz de la luna, con los brazos elevados, crean una bola compuesta de prana (Chi), que luego pasa a las plantas, convertida en fuerza vital. Esta fuerza también se forma en los bailes de pareja, sean de salón o bailes populares; bailes que en otros tiempos eran considerados actos religiosos: danzas de ofrenda sacras que llenaban de alegría y felicidad al alma.

Los Duendes de las plantas herbáceas suelen tener una apariencia femenina, y otras veces, la de niños. Los árboles grandes tienen forma masculina, muy parecida a la de faunos en las descripciones e ilustraciones de los antiguos griegos. Ellos permanecen en la corona de los árboles y su radio de movilidad tiene por límite la extensión de sus raíces. En las zonas boscosas donde las raíces de los árboles se unen o se entrecruzan, los faunos o duendes de los árboles pueden moverse por todo el bosque. Este desplazamiento sucede gracias al magnetismo que se desprende de las raíces, que se asemejan a los cables de un tranvía; este contacto facilita el movimiento del fauno.

Si nuestra mente permanece abierta, podemos observar la fuerza que emana de los árboles. El ambiente del bosque tiene tanta vida y solemnidad que cuando lo recorremos, solemos quedar en silencio, casi sin respiración. “Antiguamente se plantaban los tilos co cada nueva casa de campo, y un aliso en el jardín posterior. Los granjeros sajones rodeaban la casa de robles. En la enfermedad, el trabajo o el dolor, la gente buscaba al árbol y se abrazaba a su tronco, sentían entonces que fluía de ellos su consuelo. Los jóvenes enamorados buscaban el tilo, los hombres que iban a la guerra se abrazaban al roble, las personas perdidas en problemas de su mente se acercaban al abedul. Y todo ello porque el tilo representa la fuerza de Venus, el roble la de Marte y Júpiter, y el abedul la de Mercurio.

Mellie Uyldert

Nei Dan Magazines Nos. 252 (13-10-09) y 256 (10-11-09)
Sección: “De plantas y algo más” (Yilda Conquista)


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